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martes, 27 de abril de 2010
Vicente Aleixandre y Julio Maruri, un encuentro en la posguerra. Otra memoria histórica
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[10203] Comentarios[0]
Julio Maruri conoció a Aleixandre en la mítica casa del poeta, en la madrileña calle de Velintonia. Que Aleixandre retrató a Maruri en su libro “Los encuentros”. Y yo quiero compartir aquí con ustedes el encuentro, el primero de cientos, entre el joven poeta Maruri y el maduro Aleixandre. Fue en el otoño de 1943. Creo que el documento es impagable. Le dejo hablar a Julio. Callen y escuchen, merece la pena


 

Juan Antonio González Fuentes

Es casi un secreto, pero no creo que suceda nada si lo cuento aquí. Estoy estos días transcribiendo para su publicación el manuscrito con las memorias de infancia y primera juventud de Julio Maruri, el poeta que obtuvo el Premio Nacional de Poesía a mediados de los años 1950, el carmelita que ejerció como tal con el nombre de fray Casto del Niño Jesús, el pintor que una vez fuera del Carmelo vivió años y años en París dando clase de plástica a niños con problemas. Mi amigo del Santander de hoy, que a punto de cumplir 90 años de edad presenta una vitalidad desbordante y una inteligencia de juicio sobresaliente que a veces enmascara, como Chaplin, con gesto naif de inocencia irreprochable.

El caso es que Julio conoció a Aleixandre en la mítica casa del poeta, en la madrileña calle de Velintonia. Que Aleixandre retrató a Maruri en su libro Los encuentros. Y yo quiero compartir aquí con ustedes el encuentro, el primero de cientos, entre el joven poeta Maruri y el maduro Aleixandre. Fue en el otoño de 1943. Creo que el documento es impagable. Le dejo hablar a Julio. Callen y escuchen, merece la pena.

“El 1 de octubre era día de gala en los cuarteles, donde se celebraba con una rancho excepcional el santo del Caudillo.

Acabado el rancho, tenía que ir a la pensión en que se hospedaba Emilio. “Emilio Ernesto Niveiro”, había precisado, porque me iba a presentar a Vicente Aleixandre, que nos esperaba en su casa de Velintonia, 3.

Julio Maruri en 1949 (foto de Ángel de la Hoz)

Julio Maruri en 1949 (foto de Ángel de la Hoz)

Vicente Aleixandre acababa de volver de La Toja, lugar en parte de su veraneo, donde había recibido carta de Emilio Ernesto en la que éste le anunciaba su “descubrimiento”. “Que venga, que lo espero”, le había respondido Vicente Aleixandre y anunciaba la fecha y hora de recibirnos.

Yo no era el primer “descubrimiento” que Emilio Ernesto había presentado a Vicente Aleixandre, porque el primero fue Rafael Morales, su paisano, su amigo y admirador, pues como Rafael Morales, Emilio Ernesto era nativo de Talavera de la Reina, de una casa de ceramistas ilustres (El Carmen), de donde se había ido a Madrid, empleado en El Sol, a los dieciséis años. Y con precoz madurez había escrito sobre los poetas del 27 y, de modo particular, sobre Vicente Aleixandre, al publicarse La Destrucción o el Amor. Todo esto me lo contaba Emilio Ernesto mientras se afeitaba y yo aguardaba impaciente la hora de ponernos en camino.

Y la hora llegó.

Estábamos antes el número 3 de la calle Velintonia, un chalecito de “ciudad jardín”, con su portilloncito y sus cinco escalones que ascendían hasta una minúscula galería vidriada que se abría por el costado izquierdo.

Sonaba Emilio Ernesto. Aparecía una doncella con vestido negro, delantal inmaculado y cuello fileteado de encaje de punto.

Vicente Aleixandre

Vicente Aleixandre

-“¿El señorito Vicente?”

Avanzábamos por el pequeño vestíbulo y:

-“¿Se puede, Vicente?”

-“Adelante, adelante, Emilioto”.

Estaba sentado en un canapé situado contra la pared que separaba la sala y el vestíbulo. Unos ojos que destellaban como icebergs en un rostro de oro me escrutaban con simpatía. Extremadamente cortés, se levantó acto seguido.

-“Tú, Julio, te sientas aquí, a mi lado, y tú, Emilioto, en la butaca cómoda”.

Yo comencé con un

-“Le estoy muy agradecido, don Vicente…”

Me cortó con un :

-“Nada, nada, ¡qué barbaridad!, y llámame Vicente y tutéame, porque el usted me hace sentirme venerable santón”. Eso dijo.

Así parecía ser en la vida, aquel hombre que había escrito: Sí, te he querido como nunca, verso con el que comienza uno de los poemas más sublimes de toda la poesía castellana.

Mis recuerdos a partir de ese momento de nuestra visita se pierden en la bruma, como una embriaguez. Sé que me hizo muchas preguntas, pero eso es todo. Lo que sí recuerdo nítidamente es que cuando le dije cuánto me gustaría que leyese alguno de sus poemas, respondió en el acto:

-“¿Emilioto, quieres alcanzarme La Destrucción…? En el tercer estante, a la izquierda. ¿Qué queréis que os lea?”

-“Escoge tú”, le pidió Emilioto.

Me encantaba ese familiar “Emilioto”, tanto como el “Rafaelón” con el que Emilioto y Vicente designaban a Rafael Morales, cuando salía en la conversación, como autor de Poemas del toro, que acababa de aparecer.

Pero esto fue al final, tras la lectura.

Cuando nos despedimos, ya pasadas las nueve de la noche (habíamos llegado a las cuatro), Vicente Aleixandre, en lo alto de los cinco escalones dijo:

-“Adiós, adiós, que volváis pronto. Julito, telefonéame”.

Yo estaba ebrio y, como Vicente nos autorizó a fumar –“sí, sí, podéis fumar, por ahí hay un cenicero”-, mi cabeza se llenaba de soles, de sí señores, de dolor…

Como nos alejábamos, Emilioto se volvió hacia mi

-“¿Tu no tienes ganas de mear? Yo sí”, y se tornó de cara al muro, tres chalets más lejos.

-“¡Cinco horas!. ¿tú te das cuenta?, y han pasado como el relámpago”, comenté. Y Emilioto concluyó, radiante:

-“¿Tú te das cuenta? ¡Has conquistado a Vicente!”

No sé si conquisté a Vicente, lo que sí sabía es que Vicente Aleixandre me había invadido a mí, convocándome a seguir escribiendo y tendiéndome un espejo en el que mi visaje no estaba deformando, sino reconocido en su dignidad más allá de las apariencias.

***

Últimas colaboraciones (Abril 2010) de Juan Antonio González Fuentes en la revista electrónica Ojos de Papel:

LIBRO: Elizabeth Smart: En Grand Central Station me senté y lloré (Periférica, 2009)

CINE: Kathryn Bigelow: En tierra hostil (2008) 

LIBRO (marzo 2010): Patrick McGilligan: Biografía de Clint Easwood (Lumen, 2010)

CINE (marzo 2010): Martin Scorsese: Shutter Island (2009)

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LIBRO (enero 2010): Alex Ross: El ruido eterno. Escuchar al siglo XX a través de su música (Seix Barral, 2009)

CINE (enero 2010):  James Cameron: Avatar (2009)

LIBRO (diciembre): Gerald Martin: Gabriel García Márquez. Una vida (Debate, 2009)

-LIBRO (noviembre): Miklós Bánffy: Los días contados (Libros del Asteroide, 2009)

-CINE (noviembre): Woody Allen: Si la cosa funciona (2009)

-LIBRO (octubre): Luis García Jambrina: El manuscrito de piedra (Alfagaura, 2008)

-CREACIÓN (octubre): La lengua ciega (DVD, 2009)

-CINE (octubre): Isabel Coixet: Mapa de los sonidos de Tokio (2009)

-LIBRO (septiembre):  P.D. James: Muerte en la clínica privada (Ediciones B, 2009)

-LIBRO (julio): Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009)

-PELÍCULA (julio)Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009)

Más de Stieg Larsson:

-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)

-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, creación, historia, artes, música y libros) como cronológicamente.


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