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Cristina Fernández de Kirchner

Cristina Fernández de Kirchner



Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

Carlos Malamud es Catedrático de Historia de América Latina de la UNED e investigador principal del Real Instituto Elcano

Néstor Kirchner

Néstor Kirchner


Análisis/Política y sociedad latinoamericana
Argentina: fin de ciclo
Por Carlos Malamud, miércoles, 1 de julio de 2009
El 28 de junio pasado el kirchnerismo cosechó una seria derrota en las elecciones parlamentarias para renovar la mitad del Congreso y un tercio del Senado. De nada valieron las “candidaturas testimoniales” (intentar presentar como candidatos a gobernadores en ejercicio que jamás asumirían su escaño); ni plantear los comicios como un referéndum acerca del “modelo” de gobierno; ni mucho menos regar con dinero los distritos más afines para garantizarse los votos más fieles. Tampoco sirvió resucitar la vieja parafernalia peronista, junto a la puesta en escena, en todas las escenas, de la iconografía de Perón y Evita. Nada impidió que la ciudadanía decretara el inicio de un cambio de ciclo.
Néstor Kirchner llegó al poder en 2002, después de haber sacado el 22,3% de los votos en la primera vuelta de unas elecciones presidenciales en que fue segundo, detrás de Carlos Menem, de quien apenas lo separaban menos de tres puntos porcentuales. Cuatro años más tarde le tocó el turno a su esposa, Cristina Fernández, en una suerte de kermés sucesoria, que obtuvo el 45%. En ambos casos estaba claro que no contaban con el respaldo de la mayoría de la población, pero pese a ello gobernaron como si tuvieran un apoyo francamente mayoritario. Es verdad que las encuestas reflejaban altos índices de respaldo y satisfacción, pero también que las bases de sustentación de su posición no eran demasiado sólidas.

Enrocados en la soberbia de quien se cree imperecedero idearon un mecanismo de sucesión presidencial que dependía de las interioridades y las lealtades matrimoniales. Ese mecanismo debería permitir sortear las rigideces de una Constitución que sólo autoriza dos mandatos sucesivos. Pero Kirchner se equivocó. No bastaba con que el chavismo bebiera buena parte de sus conductas en el primer peronismo ni que él mismo fuera el discípulo más aventajado de Juan D. Perón. Argentina no es Venezuela ni Kirchner es Hugo Chávez.

En 2009 se producirá en el país un acontecimiento singular que no ocurría desde 1890. Por primera vez en casi 120 años Argentina dejará de exportar trigo. Y si nadie lo remedia, en 2010 podría importar trigo y, probablemente, también carne y leche

El capital político acumulado por Kirchner en su primer mandato (2003 – 2007) fue posible por su exitosa política para sacar al país de la crisis económica, por más que posteriormente sus condicionamientos ideológicos lo llevaron a tirar por la borda todo lo bueno que se había cosechado en los años anteriores. La pareja presidencial estaba convencida, y mantiene firmemente esa creencia, que las claves de su éxito descansaban en las políticas estatistas, nacionalistas e intervencionistas desplegadas y no en el aprovechamiento de una excepcional coyuntura internacional. Por eso, en lugar de sentar las bases para colocar a la Argentina en la línea de salida de una etapa de fuerte crecimiento, desarrollaron las condiciones que están arrojando al país a la catástrofe.

Hasta hace poco tiempo Argentina exportaba cantidades importantes de hidrocarburos, tanto gas como petróleo. Hoy el país no sólo no exporta, o exporta mucho menos, sino que se ha convertido en una nación energéticamente dependiente. En el sector agropecuario pasa algo similar, que ya no afecta únicamente a la soja, una producción sumamente castigada por la política de retenciones. En 2009 se producirá en el país un acontecimiento singular que no ocurría desde 1890. Por primera vez en casi 120 años Argentina dejará de exportar trigo. Y si nadie lo remedia, en 2010 el país podría llegar a importar trigo y, probablemente, también carne y leche.

El uso que se hizo y se hace del “soft power” (en el caso que Argentina posea algo de ello) y, sobre todo, de la diplomacia pública ha llegado a extremos verdaderamente patéticos. Los viajes dentro de América parecen ser un escenario sublime

No es el momento éste de reseñar la cadena de errores cometidos por Cristina Fernández en este año largo que lleva en el poder. Las relaciones exteriores fueron uno de los campos privilegiados por el maltrato presidencial – matrimonial. La diplomacia parece ser un concepto inexistente en su gobierno, plasmada no únicamente en la falta de puntualidad de la pareja (“tanto monta, monta tanto”, como dice el refrán), sino en su deriva bolivariana y en su relación con quienes teóricamente deberían ser sus principales aliados, Estados Unidos y Brasil. Por si esto fuera poco, el uso que se hizo y se hace del “soft power” (en el caso que Argentina posea algo de ello) y, sobre todo, de la diplomacia pública ha llegado a extremos verdaderamente patéticos. Los viajes dentro de América parecen ser un escenario sublime.

En diciembre de 2007, recién iniciado el mandato de Cristina Fernández, su esposo Néstor decidió viajar a Colombia para participar en una operación de rescate de Clara Rojas y su hijo Emmanuel, diseñada por su buen amigo Hugo Chávez. No pudo ser. El niñito estaba en manos del estado colombiano y el ridículo de los implicados fue enorme. A comienzos de julio de 2009 le toca el turno a la presidenta, que también a instancias de su buen amigo Chávez (si fue una iniciativa personal la cosa sería peor y más grave) se dispuso acompañar a Manuel “Mel” Zelaya a Honduras en un viaje destinado a recuperar el poder. ¡Como si tuviera poco trabajo en su país! La negligencia gubernamental en el tema de la gripe A es manifiesta y pese a la gravedad de la situación la presidenta insiste en viajar. ¿Qué pasaría si los hondureños hicieran con los argentinos afectados por los efectos de la H1N1 lo mismo que los argentinos hicieron en su día con los mexicanos?

No hay futuro para el peronismo en la derrota. Por eso se puede decir que el kirchnerismo está prácticamente acabado

El gobierno fue derrotado en los principales distritos del país: provincia de Buenos Aires, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Entre Ríos. También fue importante el varapalo recibido en la provincia natal del ex mandatario y residencia del matrimonio, Santa Cruz. Con estos resultados el futro de cara a las presidenciales de 2011 es francamente comprometido. Eso lo saben bien los dirigentes peronistas, tanto los grandes como los chicos o los medianos, tanto los que se alinearon con Kirchner en esta ocasión como los que se le enfrentaran, tanto los líderes políticos como los sindicales. Todos saben, y lo tienen perfectamente interiorizado, que el peronismo es una brutal maquinaria de poder, pero para que eso funcione hay que aceitarla con más poder.

No hay futuro para el peronismo en la derrota. Por eso se puede decir que el kirchnerismo está prácticamente acabado. Ni siquiera la renuncia de Kirchner a la presidencia del Partido Peronista y su reemplazo por el gobernador de Buenos Aires, su gran aliado en esta oportunidad, podrá frenar el profundo movimiento interno lanzado a encontrar nuevos liderazgos. Por eso no es aventurado afirmar que si los Kirchner llegaron al poder con algo más del 22% de respaldo popular se vayan con una cifra incluso inferior.
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