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Ahmed Rashid: <i>Descenso al caos. EE.UU y el fracaso de la construcción nacional en Pakistán, Afganistán y Asia Central</i> (Península, 2009)

Ahmed Rashid: Descenso al caos. EE.UU y el fracaso de la construcción nacional en Pakistán, Afganistán y Asia Central (Península, 2009)

    TÍTULO
Descenso al caos. EE.UU y el fracaso de la construcción nacional en Pakistán, Afganistán y Asia Central

    AUTOR
Ahmed Rashid

    EDITORIAL
Península

    TRADUCCCION
Josep Sarret Grau

    OTROS DATOS
Barcelona, 2009, 728 páginas, 29’90 €




Reseñas de libros/No ficción
Ahmed Rashid: Descenso al caos. EE.UU y el fracaso de la construcción nacional en Pakistán, Afganistán y Asia Central (Península, 2009)
Por Francisco Fuster, miércoles, 1 de julio de 2009
La historia de la zona geoestratégica que hoy conocemos como Oriente Medio, es la historia de los sucesivos fracasos cosechados por todas aquellas potencias que a lo largo de los siglos han intentando sojuzgar un territorio que parece predestinado a un perenne conflicto. Primero fueron los ejércitos legendarios de Tamerlán o Gengis Khan los que intentaron en balde su conquista. Luego fueron los poderosos Imperios Británico y Ruso los que a lo largo del siglo XIX mantuvieron un velada pugna – lo que Kipling popularizó como el “Gran Juego” – por dominar un territorio en el que acabaron sufriendo derrotas militares humillantes. Con estos precedentes, no era muy difícil presagiar las dificultades que el ejército de los Estados Unidos comandado por su presidente George W.Bush iba a encontrar cuando, tras los ataques terroristas del 11/S a las Torres Gemelas, tomó la decisión de invadir Afganistán e iniciar la caza y captura de Osama bin Laden, como líder de Al Qaeda y protegido del régimen talibán. El porqué del catastrófico resultado de ambas iniciativas bélicas y el fracaso de los Estados Unidos y de Europa a la hora de reconstruir la zona es lo que analiza con maestría el periodista pakistaní, Ahmed Rashid, en su último libro: Descenso al caos. EE.UU y el fracaso de la construcción nacional de Pakistán, Afganistán y Asia Central.
Pese a haber sido durante muchos años corresponsal en Pakistán de la Far Eastern Economic Review y el Daily Telegraph, haber escrito como experto en la zona para el Wall Street Journal o The Nation o haber sido comentarista para la BBC y la CNN, hay que decir que Ahmed Rashid saltó a la fama mundial tras los atentados del 11/S, cuando su libro Los Talibán, escrito un año antes de los atentados, fue considerado por muchos como el único libro serio sobre el tema, vendiendo cerca del millón y medio de copias y siendo traducido a 26 idiomas. A partir de este éxito, Rashid no ha dejado de escribir artículos y de dictar conferencias en los círculos más selectos, convirtiéndose en una de las voces más autorizadas sobre Oriente Medio y acumulando durante años, un conocimiento enciclopédico que inunda las páginas de su último trabajo. A medio camino entre el análisis político y la crónica periodística, Descenso al caos es un libro hecho desde la experiencia de quien ha viajado por la región y ha vivido sobre el terreno los principales acontecimientos que se describen, realizando entrevistas a los protagonistas y contando los hechos a medida que se iban produciendo. En este sentido, Rashid afirma en la introducción que su libro es “un intento de definir la historia mientras se está gestando, y no una evaluación académica de los hechos años después de sucedidos” (p. XL).

Pese a que la primera parte del libro está dedicada a los atentados del 11/S y las posteriores acciones bélicas norteamericanas en Afganistán e Irak, Descenso al caos es ante todo la historia del fracaso de los procesos de construcción nacional en Afganistán, Pakistán y el área del Asia Central que Rashid llama “la región” y que incluye los cinco estados independientes – Kazajstán, Kirguiztán, Tadjikistán, Turkmenistán y Uzbekistán – nacidos con la desintegración de la Unión Soviética en 1991. “Este libro – explica Rashid en la introducción – trata del fracaso americano en salvaguardar la región después del 11/S, en llevar a cabo una labor de construcción de naciones de una forma que podía haber desactivado totalmente el atractivo del terrorismo y del extremismo islámico, y que podía haber evitado un colapso estatal de una escala mucho más calamitosa de lo que hubiera sido concebible antes del 11/S. […] Este libro es un intento de contextualizar los hechos y sus consecuencias en el mayor continente del mundo, para mostrar qué es lo que se ha hecho mal sobre el terreno y cómo se ha hecho, y también de describir cómo se tomaron en Washington unas decisiones tan erróneas. Tratar de contestar la pregunta de por qué el mundo es menos seguro hoy, siete años después del 11/S” (p. XLII).

Rashid demuestra un bagaje de conocimientos extraordinario que le permite no limitarse a narrar los hechos aislados y descontextualizados, sino que es capaz de hilar las trayectorias recientes de todos los países implicados y de remontarse en el tiempo para dar un repaso a la historia reciente de Pakistán y Afganistán, dedicando páginas brillantes al largo conflicto de Cachemira

Leyendo esta declaración de intenciones, debo decir que Rashid cumple con creces todos y cada uno de los objetivos que se propone. En efecto, Descenso al caos es una lectura necesaria para todo aquel que quiera saber qué ha pasado en Oriente Medio durante estos últimos años. Rashid da su respuesta a por qué Estados Unidos decidió que los recursos humanos y militares teóricamente destinados a la reconstrucción de la democracia y el Estado afgano tras un paso fugaz y triunfal de sus tropas, fueron destinados a la invasión de Irak, provocando una de las mayores ruinas económicas en la historia del país. También da su visión sobre la política exterior llevada a término por el gobierno neoconservador de Bush en la zona del conflicto, llegando a la conclusión de que el cinismo y la manipulación de los intereses de los afectados, han impedido la consolidación de gobiernos democráticos y seculares en una zona en la que la fuerza del estamento militar erigido en casta dirigente (es paradigmático el caso del general Pervez Musharraf en Pakistán, a quien Rashid dedica algunos de sus más furibundos ataques) y del integrismo islámico radical convertido en un tamiz que lo impregna todo, han dado al traste con las esperanzas de pakistaníes y afganos que, tras el 11/S, vieron en las intervención de los Estados Unidos y Naciones Unidas, una ocasión histórica para zafarse de los regímenes dictatoriales que padecían.

En este sentido, en el de la proporción entre lo que promete el autor y lo que ofrece el libro, pocas pegas se le pueden poner a la obra. Rashid demuestra un bagaje de conocimientos extraordinario que le permite no limitarse a narrar los hechos aislados y descontextualizados, sino que es capaz de hilar las trayectorias recientes de todos los países implicados y de remontarse en el tiempo para dar un repaso a la historia reciente de Pakistán y Afganistán, dedicando páginas brillantes al largo conflicto de Cachemira y a la crisis de identidad que ha afectado a Pakistán desde su traumática separación de la India. Esta precisión y casi perfección en el análisis de una realidad como la afgana o pakistaní, que Rashid conoce como nadie, contrasta un poco con sus a veces precipitados y exagerados juicios sobre la política exterior de Estados Unidos. Rashid se muestra severo e intransigente con George W. Bush y con sus más estrechos colaboradores neoconservadores – especialmente Dick Cheney y Donald Rumsfeld –, a quienes el autor acusa de algo tan grave como considerar los atentados del 11/S como “un regalo del cielo, una oportunidad de ir construyendo la historia sobre la marcha...” (p. L).

Argumenta Rashid que tras los atentados del 11/S, los neocons aprovecharon la situación de pánico y el deseo de venganza de la sociedad americana, unida a la simpatía mundial por Estados Unidos después de la tragedia sufrida, para iniciar una cruzada contra el “terrorismo global”, obviando la legislación internacional y manipulando los medios de comunicación. Dice Rashid que visitar Washington durante el primer mandato de Bush era una “experiencia orwelliana”, un choque emocional para un extranjero que no entendía la actuación de unos medios autocomplacientes y un presidente que vivía en un mundo irreal. Seguramente tiene razón Rashid. A quienes intentamos seguir de cerca la vida política americana y la consideramos ejemplar en muchos aspectos, algunas decisiones de la Administración Bush nos parecen tan incomprensibles y reprobables como le parecen a Rashid. Sin embargo, también debo decir que las críticas que Rashid hace de la política de Washington acusan un cierto partidismo y tienden a veces a la simplificación. Si ya he dicho que me parece desafortunado decir que a los neoconservadores les vino bien el 11/S para llevar a cabo su plan, tampoco me parece muy razonada y documentada, y en esto coincido con otros críticos, la argumentación de Rashid según la cual, los neoconservadores americanos convirtieron la lucha contra Al Qaeda en una lucha global contra el Islam en pleno. Me parece un juicio fácil y poco responsable.

Si Los Talibán obtuvo su éxito por la claridad de su exposición y por despertar el interés de neófitos y avanzados en el tema, Descenso al caos es, sin lugar a dudas, un libro únicamente legible para aquellos que ya dispongan de conocimientos previos sobre el asunto y quieran profundizar

Pero salvo algunos de estos juicios sobre la realidad política americana que no comparto con Rashid, debo decir que en lo demás no puedo ponerle ninguna objeción, al menos en lo que se refiere al contenido. Donde si se le pueden recriminar cosas al libro, y por extensión al autor, es precisamente en sus aspectos formales. Pese a ser una obra muy documentada (nada menos que 65 páginas del volumen ocupan las notas a pie de página), o precisamente por eso, el libro de Rashid ocupa una extensión excesivamente larga para evitar el agotamiento del lector, por muy interesante que sea el tema, que lo es. Por otra parte, el ágil estilo narrativo de Rashid no logra compensar la pesadez que por momentos invade a un lector, abrumado por toneladas de datos; miles de nombres propios, fechas y acrónimos, inundan un relato cuyo barroquismo en detalles rebasa en ocasiones los límites de la paciencia lectora. En este sentido, hay que decir que la desbordante erudición de Rashid, que tanto agradece el lector informado, se torna insoportable para el lector común que quiere hacerse una primera idea sobre el tema. Si Los Talibán obtuvo su éxito por la claridad de su exposición y por despertar el interés de neófitos y avanzados en el tema, Descenso al caos es, sin lugar a dudas, un libro únicamente legible para aquellos que ya dispongan de conocimientos previos sobre el asunto y quieran profundizar con una lectura de un ensayo de un alto nivel.

Y por lo que se refiere a las conclusiones a las que llega Rashid después de más de setecientas páginas, una cosa sí queda clara: siete años después del 11/S y tras varias intervenciones baldías de los Estados Unidos, la zona de Oriente Medio es hoy más inestable que nunca. La influencia de Al Qaeda no solo no ha disminuido, sino que ha aumentado y se ha extendido por nuevas regiones de África, Asia y Europa. Afganistán está viviendo un regreso de unos talibanes que, con la ayuda de Al Qaeda, de los extremistas islámicos de Pakistán y con el financiamiento del movimiento gracias a la producción masiva de opio en Afganistán, han conseguido abortar los tímidos atisbos de una reconstrucción democrática de una zona en la que los intereses por los recursos naturales y económicos se han juntado con esta grave crisis política (agravada por hechos concretos como el asesinato reciente de Benazir Bhutto) y con la propagación de un extremismo islámico que se niega a aceptar cualquier forma de Estado al margen de la religión.

Frente a visiones del conflicto internacional más optimistas, como la de Fareed Zakaria, la opinión de Ahmed Rashid es que las cosas deben cambiar mucho para empezar a notar una mejora. La solución que propone Rashid es evitar las aproximaciones al conflicto “poco sistemáticas”, como las que según él, han protagonizado los Estados Unidos en estos años, y buscar un pacto global entre los Estados Unidos, la Unión Europea, la OTAN y Naciones Unidas, que lance una iniciativa internacional política y diplomática centrada en ayudar esta región a largo plazo. Esta solución pasa por la implicación del mayor número posible de insurgentes afganos y pakistaníes, buscando la inclusión y la integración de la FATA (una federación de tribus residentes en las zonas fronterizas entre Pakistán y Afganistán) en las instituciones políticas de Pakistán. Igualmente, Rashid considera fundamental un paquete de medidas de ayuda internacional a la zona que implique varios años de desarrollo y que complemente la ayuda económica con programas de educación y creación de empleo en la zona. En el caso concreto de los Estados Unidos, Rashid considera fundamental el inicio de un diálogo democrático con Irán, que debe abandonar la amenaza nuclear y centrarse también en la lucha contra los talibanes que comparte con los americanos.

En definitiva, se trata de complementar las buenas intenciones de diálogo que expuso el pasado 4 de junio Barack Obama en un aclamado discurso pronunciado en la Universidad de El Cairo. A las palabras de Obama afirmando que “el Islam es parte de América” y que “América no está, ni estará jamás, en guerra con el Islam”, Rashid propone añadir hechos y realidades, propuestas y soluciones. Desde luego que la tarea no es nada fácil porque requiere la implicación y la negociación entre muchas partes que no siempre están dispuestas a ceder. Por si tenía pocas, una responsabilidad más que cargar sobre los hombros de un Barack Obama que continua fijando plazos para la retirada de tropas y el cierre de prisiones (los tribunales militares de Guantánamo y Abu Ghraib creados por Bush siguen funcionando), pero a quien la pesada herencia económica y política de Bush le está resultando indigesta.



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