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domingo, 14 de septiembre de 2008
Falstaff, la última sonrisa de Verdi
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[11442] Comentarios[0]
Falstaff no es sólo una parte del testamento musical de Verdi, es la visión que del vivir nos lega desde la trabajada altura de sus 80 años. Visión que resumió de su puño y letras en unas líneas dirigidas a su alter ego, Falstaff: “Todo ha terminado. Anda, anda, viejo John. Ve por tu camino tan lejos como puedas. Divirtiéndote, pillastre, siempre escondido bajo las máscaras que llevas puestas, diferentes en cada momento y lugar. Anda, anda, sigue, continúa, adiós”

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

 

"Tutto nel mondo e burla" ("Todo en el mundo es una burla").
Palabras finales de Sir John Falstaff en el Falstaff verdiano.


En 1840, un Verdi de 27 años estrenaba en la Scala de Milán su segundo trabajo para la escena, Un giorno di Regno, ópera buffa con libreto de Felice Romani que no puede decirse despertase un vivo entusiasmo entre los aficionados. Ante el escaso éxito de su propuesta, el propio músico consideró que su talento musical estaba poco dotado para la comedia, y sus siguientes 25 óperas fueron todas dramas.

Hubo de pasar más de medio siglo para que un anciano Verdi de casi 80 años volviese a estrenar de nuevo una comedia, la que sería además su definitiva despedida de los escenarios: Falstaff (la Scala, 1893).

Qué llevó al maestro, al hombre que había conseguido lo inimaginable en su oficio, a arriesgar tanto en lo que sin duda era su adiós al mundo operístico. La intriga se acrecienta si pensamos que las despedidas de los grandes músicos casi siempre han participado de un evidente carácter crepuscular, han sido obras llenas de premonición dramática, adioses a la vida llenos de dolor, melancolía y resignación (como la caricia que Ethan Edwards -John Wayne- se da a sí mismo en la escena final de Centauros del desierto). Estoy pensando, por ejemplo, en la Patética de Chaikowski, en los últimos cuartetos de Beethoven, en el adagio final de la Novena de Mahler... Por contra, el melodramático Verdi se despidió con una amplia sonrisa, agitando irónico, a modo de pañuelo blanco, la genialidad definitiva de Falstaff.

Hagamos un poco de memoria para descubrir que buena parte de la culpa la tuvo Arrigo Boito, personaje de un interés extraordinario. El estreno en la Scala en el año 1887 de Otello había sido un triunfo de tal envergadura, que hoy convertiría el de la estrella más rutilante del rock en el éxito de un principiante en una fiesta de adolescentes. El que más tarde sería leyenda de la dirección orquestal del siglo XX, Toscanini, entonces violonchelista en la orquesta de la Scala, sacó esa noche a su madre de la cama, la obligó a arrodillarse y a gritar ¡Viva Verdi! La crítica escribió tras el estreno: “De ahora en adelante no será posible componer música para versos lamentables ni para absurdos dramas musicales”. Verdi tenía entonces 74 años, y había alcanzado la cumbre con su personal recreación del drama de Shakespeare, gracias también, por supuesto, a un soberbio libreto de Boito.

Casi dos años después, Boito envió al músico un esbozo de Falstaff, libreto basado en Las alegres comadres de Windsor y en materiales adicionales extraídos de las partes I y II de Enrique IV. Verdi quedó encantado con la idea, pero escribió al libretista: “Mientras uno vaga por el reino de las ideas, cada perspectiva es un placer, pero cuando uno se instala abajo, en la tierra, en las cuestiones prácticas, las dudas y el desánimo sobrevienen. Bosquejando Falstaff, ¿no ha pensado usted en el cuantioso número de mis años?”

Boito contesto a las dudas con una frase del poeta Foscolo cargada de íntima sabiduría: “Cada sonrisa añade un hilo al tapiz de la vida”, y luego siguió “durante toda su vida usted ha estado buscando un buen tema para una ópera cómica y esto es un signo de que la vena de un arte, que es de una noble alegría, está, virtualmente, existiendo en su cerebro”. A lo que Verdi contestó: “¡Amén, y que así sea! ¡Escribiremos Falstaff! ¡No pensaremos, de momento, en los obstáculos de la edad o de la enfermedad!”.



"Tutto, nel mondo e burla" de la ópera Falstaff de Giuseppe Verdi (vídeo colgado en YouTube por jeffro887)

En 1890 Verdi escribió al crítico de arte Gino Monaldi: “Boito ha barrido el camino de todos los ‘peros’, y me ha escrito una comedia lírica que es diferente de todas las otras. Yo mismo estoy disfrutando, escribiendo la música”.

Otello y Falstaff son el resultado de toda una vida de aprendizaje a través del esfuerzo, los ensayos y la depuración. Si Otello es la culminación del trabajo de Verdi en el terreno de la tragedia, Falstaff lo es en el de la comedia. Son las dos caras de una misma moneda.

Los críticos han definido Falstaff como la obra definitiva en la campo de la alegría intelectual, de la comedia lírica latina. Dicen que en ella se encuentra la profundidad de Shakespeare expuesta con la alegre malicia y los colores de Boccaccio. Falstaff representa el triunfo de la vida, un triunfo que disfrutan la juventud y la vejez jugando al amor y barajando las cartas de la ironía y la burla.

En el estricto terreno musical, Andrew Porter señala que la ópera está organizada “mediante plásticos y sutiles moldes de motivos rítmicos y melódicos, a menudo desarrollados por ostinati que nunca se mantienen por más tiempo que el prudencial y están siempre listos para aparecer aquí y allí en estallidos orquestales y risa vocal”. El refinamiento orquestal (que hizo sucumbir a Karajan, Toscanini, Solti o Giulini) es absoluto, burbujeante. Hay una deslumbrante abundancia melódica trenzada en “arias” que apenas duran unos segundos, dando la impresión de que lo lírico y lo declamatorio se han fundido en una sola línea, en un sólo número con secuencias melódicas ininterrumpidas.

Falstaff no es sólo una parte del testamento musical de Verdi (la otra sería Ottelo); es la visión que del vivir nos lega desde la trabajada altura de sus 80 años. Visión que resumió de su puño y letras en unas líneas “dirigidas” a su alter ego, John Falstaff, y que Toscanini descubrió en la manuscrito original de la ópera 25 años después de su estreno: “Todo ha terminado. Anda, anda, viejo John. Ve por tu camino tan lejos como puedas. Divirtiéndote, pillastre, siempre escondido bajo las máscaras que llevas puestas, diferentes en cada momento y lugar. Anda, anda, sigue, continúa, adiós".

 
Nota de la Redacción: otros artículos de Juan Antonio González Fuentes sobre Verdi y sus obras:

Tutto Verdi!!!

Simon Boccanegra, un Verdi de tintes oscuros en Valencia

El Trovador en el Teatro Real: paso al desenfreno

Verdi e Isaiah Berlin, o de erizos y zorras

Verdi 1874, de José Hierro

Aida de Verdi en el Liceo barcelonés

Un ballo in maschera (Verdi) en el World Trade Center con Mickey Mouse

Alphonsine Plessis: la dama de las camelias, la Traviata de Verdi


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


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