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jueves, 18 de marzo de 2010
La polémica sobre Miguel Delibes. Eduardo Jordà y las brujas de los Monty Python
Autor: Iván Alonso - Lecturas[15018] Comentarios[18]
Eduardo Jordá ha leído a Delibes, le gusta y se nota, pero lúcido constata que el escritor era un feliz anacronismo, un objeto de vitrina y de pupitre escolar, con su añosa forma de expresarse que los estudiantes enseguida asociábamos a “Platero y yo” y aprendíamos a aborrecer. Nos sonaba a mentira, a camelo, a arrullo de abuela para adormecer infantes. Nacidos, en mi caso, en un ruidoso y violento ambiente urbano, buscábamos en los libros un reflejo de nuestras vidas que no encontrábamos en las prístinas narraciones llenas de la endemoniada inocencia pervertida de Delibes. Es un hecho. Y Jordà no cuenta otra cosa. Dice su verdad, y podemos estar o no de acuerdo, pero es su experiencia como lector, sus sentimientos sobre el libro “Los santos inocentes”




Iván Alonso es historiador y periodista

Hay un maravilloso momento dentro de la película de los Monty Python Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (‘Monty Python and the Holy Grail’, 1975) en el que unos campesinos fanatizados acuden donde su señor para que les deje quemar a una bruja. “¿Cómo sabéis que es una bruja?, les interpela el feudal. “¡Parece una bruja!”, contestan ufanos, en coro, convencidos de su innegable verdad a ojos vista. “Porque se le nota, ¿no lo véis?”, llega uno de ellos a gritarle refiriéndose al atuendo de la mujer: capa negra, sombrero picudo y nariz prominente. “Es verdad. Estás vestida de bruja”, reconoce el caballero. La respuesta de la acusada es demoledora. “Ellos me vistieron así”.

Traigo la escena a colación por el caso del artículo de Eduardo Jordà en Diario de Mallorca sobre Miguel Delibes. Dentro de la general conmoción y exagerado luto por la muerte del escritor castellano, Jordà publicó un artículo titulado ‘Un mundo en extinción’. En él relata una verdad palmaria: que el horizonte de ficción en el que se movía cómodo el escritor vallisoletano había desaparecido de España hace mucho tiempo. Para cuando se publica y triunfa una novela como Los santos inocentes (1981), ya ni los Azarías, ni los Paco trotaban indolentes, bárbaros, primitivos y salvajes por los campos detrás de los caballos y los perros perdigueros de los señores. Tampoco había por ninguna parte los dignos, machistas y silenciosos cazadores, ni los provectos jubilados hablando en castellano rancio, llenos de una sana nostalgia por un mundo pretérito de nombres y adjetivos fosilizados.

Jordà retrata con aspereza, pero con un punto de cariño, la extrañeza que muchos lectores ajenos al personal e intransferible mundo de Delibes hemos sentido al leer esas fábulas un tanto edulcoradas sobre Cárabos canoros y misteriosos alojados en arcanos paisajes de cosecha; de hombres acudiendo en su bicicleta a ver a la novia cien kilómetros más al sur y de niños criados por una áspera educación espartana de licenciado Cabra, imágenes más propias del Siglo de Oro que de la época en que estaba triunfando la televisión y luego llegaron los vuelos baratos e Internet, incluso a los pueblos más remotos de la vieja Castilla la Vieja.



Monty Python: Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (vídeo colgado en YouTube por iowhat)

El articulista ha leído a Delibes, le gusta y se nota, pero lúcido constata que el escritor era un feliz anacronismo, un objeto de vitrina y de pupitre escolar, con su añosa forma de expresarse que los estudiantes enseguida asociábamos a Platero y yo y aprendíamos a aborrecer. Nos sonaba a mentira, a camelo, a arrullo de abuela para adormecer infantes. Nacidos, en mi caso, en un ruidoso y violento ambiente urbano, buscábamos en los libros un reflejo de nuestras vidas que no encontrábamos en las prístinas narraciones llenas de la endemoniada inocencia pervertida de Delibes. Es un hecho. Y Jordà no cuenta otra cosa. Dice su verdad, y podemos estar o no de acuerdo, pero es su experiencia como lector, sus sentimientos sobre el libro.

Hasta ahí todo está bien. Uno escribe y otros leen, asienten o discrepan. Pero ha faltado poco para que surjan los quemadores de brujas. Amparados por el inmenso consenso que ha provocado la desaparición del escritor, despedido por jefes de Estado, de Gobierno, sindicatos y hasta recogedores de la uva de La Rioja, han decidido que tienen una bruja, Eduardo Jordà, porque ellos lo han vestido así, porque parece una bruja, porque se ha atrevido a ir en contra de la marea, nadar a contracorriente, coger la ola del revés.

Todo el día nos recuerdan lo maravilloso que es la libertad de expresión que tenemos y en la que vivimos inmersos, pero les animo a que se atrevan a usarla. Por supuesto todo el mundo está de acuerdo en que expresarse libremente para reforzar las opiniones de la mayoría es algo muy positivo. Si usted va por la vida repitiendo lo que dice el Telediario: que la economía está mal, que los políticos son un poco corruptos, pero no todos, y que este año el Madrid no ha cuajado un gran equipo, no va a tener ningún problema. Desde su taxista a su superior jerárquico en la empresa le van a dar la razón y van a pensar que es una persona de juicio. Eso sí, si rompe la opinión de la mayoría, si manda al cuerno la famosa espiral del silencio y larga que entre Zapatero, Rajoy y un quinqui de Alcalá Meco no ve la diferencia, que la economía está mal porque el sistema está diseñado para enriquecer a los que más tienen y hundir en el fango a los que no tienen nada y que Miguel Delibes era un lujo de otro tiempo del que más gente que lo admite pensaba que llevaba muerto veinte años, entonces usted se convierte en una bruja. Cuidado. Vaya mirando la turba que acarrea leña para quemarlo.

Era inevitable. Eduardo Jordà ya tiene grupos en contra en las vocingleras redes sociales para que “todos” (un día hablamos de este famoso “todos”) nos unamos en su contra. Permítanme que yo no lo haga. Permítanme que respete su derecho a expresarse libremente. Déjenme que esté dispuesto a dar mi brazo para que alguien que no tiene mis ideas diga lo que le apetezca. Y no soy una bruja. Me han vestido así. 
 

***


Últimas colaboraciones (Marzo 2010) de Iván Alonso en la revista electrónica Ojos de Papel:

LIBRO: Roberto Bolaño: El Tercer Reich (Anagrama, 2010)

LIBRO (febrero 2010):
José María Mijangos: Soul Man (Lengua de Trapo, 2009)



NOTA: En el Blog de Iván Alonso se podrán leer los textos clasificados tanto por temas (artes, autores, cine, música, sociedad y periodismo) como cronológicamente.

Comentarios
19.03.2010 14:35:46 - Una



Mmm. ¿Y como ha leído a Delibes debemos sonreir y felicitarlo por describir Valladolid como un cementerio viviente sin gracia, anacrónico y deprimente? Nooo, no. Para hablar de algo, y más desde la afirmación más severa y no dejando pie a la duda, hay que conocerlo. La reflexión sobre Delibes es libre; el insulto a la ciudad que lo vio nacer, no.


19.03.2010 15:22:37 - Gonza



A mi me resulta paradójico el hecho de que un periodista y escritor diga que el mundo de Delibes se ha extinguido porque él haya muerto. No estoy de acuerdo, el mundo literario de Delibes sigue coleando entre hojas y portadas... Y me aventuraría a decir que ese mundo que califica de anacrónico no solo sigue vivo desde el punto de vista literario sino que en España todavía hay una generación que vivió todo lo que Delibes cuenta en sus obras y si no, al señor Jordá solo tendría que darse un paseo por un pueblo del Páramo vallisoletano para darse cuenta que el mundo está compuesto por una escala de grises muy amplia y que aunque no lo crea, esos personajes lacónicos de los que habla siguen existiendo, casi siempre tomando el sol sentados en solanas y comentando historietas de su juventud. El artículo de Jordá demuestra una gran ignorancia. Da por supuestas muchas cosas y es lo que realmente ha molestado.


19.03.2010 16:38:24 - Iván Alonso



Es verdad que Jordá patina un tanto en su retrato de una Valladolid abonada al tópico. Yo he estado ahí y eso no es cierto. No hay ni farmaceúticos que leen porno, ni curas que comen chocolate por la tarde. Pero enmarca su artículo dentro de cierta exageración ditirámbica y con marcado sentido irónico. Me lo imagino como el niño que sonríe mientras escribe una trastada.

Y Gonza, lo cierto es que vivo más que cerca que Eduardo de la vieja Castilla y he de admitir que ha cambiado mucho en los últimos años. El Yoknatapawana que se montó Delibes en su campo no sólo no existe sino que tengo serias dudas de que haya existido alguna vez. Como siempre, estamos confundiendo el tocino con la velocidad. Delibes hacía literatura, no retrato costumbrista. Cambiaba e imaginaba un mundo a su medida. Posiblemente el que le gustaría. El que añoraba.

Por si alguien tenía alguna duda, he confirmado que Eduardo Jordá es experto en Miguel Delibes, como cualquiera puede comprobar al leer el artículo. Incluir a un escritor y una obra en una vitrina inmaculada es hacerle flaco favor a los dos.

Saludos y gracias por vuestros aportes.


19.03.2010 22:54:26 - Juan Carlos



He leído los dos artículos (el de la polémica y el de la disculpa), así como el grupito del feisbuk y los variopintos comentarios (99% más o menos insultantes, como todo en la vida y en internet), y, sinceramente, sin menospreciar lo que señala de que la literatura de delibes puede reflejar un mundo más o menos extinto. Sí que me gustaría señalar dos cosas: la primera, es la "apropiación" indebida que se ha hecho desde los medios de comunicación, confundiendo buena parte de su novela con la ciudad de Valladolid, cuando su ámbito es en la mayoría de ocasiones rural, un mundo que lleva muriendo unas cuantas décadas. Y, por otra parte, esa crítica a la crítica a la ciudad, debe hacerse diciendo a qué se refiere, esto es, si es a la ciudad en que vivió Delibes su juventud e infancia, porque la gente ya no pilla ironías, aparte de que ya bastante cruz tiene esta ciudad con haber perdido bastante del dinamismo que gozó en otros tiempos a nivel cultural y social.


23.03.2010 1:34:18 - Roberto



Quizá lo que le gustaría al señor Jordà es que su opinión fuera minoritaria y que nadie pensase que el mundo que refleja Delibes en sus novelas está en extinción. Sin embargo, no creo que sea así, porque incluso don Miguel lo reconoció durante sus últimos años de vida. En todo caso, es un debate abierto, en el que son saludables todas las opiniones. El problema es, para mí, la forma de expresar parte de ese pensamiento. Un artículo de opinión tiene mucho de literatura y por tanto no todo lo que se escribe debe interpretarse de forma literal. Pero en este caso, sinceramente, creo que las expresiones hacia Valladolid son ofensivas; y más aún leyendo las matizaciones del propio señor Jordà. Si se refería a la ciudad de hace 40 años, ¿a qué viene hablar de su paseo durante el otoño? Siempre podrá decir que también ese deambular él mismo imagina Valladolid hace varias décadas, pero creo sinceramente que el recurso de atacar al lector por su interpretación se agota pronto, especialmente cuando se escribe en un periódico.


23.03.2010 23:28:19 - Iván Alonso



Me resulta curioso que todo el mundo empezara atacando a Jordá por su supuesta (aunque no es tal) crítica a la literatura de Miguel Delibes, y que en cuanto se ha demostrado que eso no sólo no es cierto sino que es un disparate a la luz del artículo y teniendo además en cuenta su conocimiento de la obra del escritor castellano, ahora surjan vallisoleheridos hasta de debajo de las piedras.
El contexto de su crítica es claramente jocoso. Si ya han perdido incluso el sentido del humor y lo único que les queda en la vida es la boina del pueblo para agarrarse a ella, francamente, les compadezco.


26.03.2010 10:40:03 - Ana
Respuesta al comentario de Iván Alonso el 23.03.2010.

Yo soy vallisoletana, mi padre también y vivió junto a Miguel, y digo otra vez "junto". Por mi trabajo he estado viviendo en otras provincias y siempre, todos los fines de semana regreso a mi linda ciudad. Mi marido era cazador y más joven que Eduardo Jorda, os aseguro que los libros de Miguel Delibes reflejan perfectamente la realidad de un día de caza hoy, por cierto no me gusta la caza. Estos libros de Delibes se siguen comprando al igual que otros muchos para leer en los institutos como parte de nuestra cultura. La vida que reflejan es una realidad vivida por todos los abuelos y abuelas de Castilla y León; y otras muchas comunidades, (se lo he oido a mi madre en multitud de ocasiones), únicamente por ese motivo son libros de gran valor para entender la historia de las clases sociales, al igual que otros muchos que reflejan las de otras épocas. Si volviera a nacer me gustaría nacer en otros muchos puntos del mundo para conocer otras culturas, pero en "esa" vida pasaría muchos ratos en la ciudad de Valladolid.


26.03.2010 10:55:21 - Esteban



A mi me resulta curioso que alguien piense que lo que ha ofendido de la columna de Eduardo Jordá sea una supuesta crítica a la literatura de Miguel Delibes.

Muchísimos vallisoletanos se acabarán de enterar ahora de que Miguel Delibes era de aquí, el porcentaje de lectores de sus obras probablemente será igual que en cualquier otra parte de España, pero describir a Valladolid así:

“¿Hay una ciudad más triste que Valladolid? Una lluviosa noche de otoño di un paseo por la ciudad, y me pregunté en cuál de aquellos sombríos balcones con mirador estaría la casa de Delibes. Si alguien ha crecido en una ciudad luminosa como Palma, las calles estrechas de Valladolid le producen una incómoda sensación de ahogo. Uno se imagina a las solteronas espiando tras los visillos, al señor cura yendo a comprar papel de liar cigarrillos y comida para el perro, al boticario leyendo novelas pornográficas en una habitación cerrada con llave, y al registrador de la propiedad apuntando desde su despacho, con su nueva escopeta de caza, a las mujeres enlutadas que salen de misa. Valladolid no es esa clase de sitio en el que uno desearía nacer. Pero hace falta mucho talento para construir un mundo narrativo con esas ciudades provincianas y con el áspero medio rural que las rodea. No es fácil escoger como personajes a los seres que nunca llamarán la atención por nada de lo que hagan. Y tampoco es fácil elegir como paisaje exclusivo de una obra la desnudez casi cubista del campo castellano.”

No voy a rebatir una a una sus apreciaciones, al fin y al cabo son apreciaciones personales, pero desde luego evidencian que esta persona no conoce Valladolid, sus campos y sus pueblos o que cuando se acercó de pasada a ellos estaba atravesando un momento personal un tanto oscuro y así eran sus sentimientos y, también evidentemente, son insultantes para aquellos que son de Valladolid o que realmente conoce la ciudad, la comarca y a sus buenas gentes.

No obstante no puedo dejar de mostrar mi estupor por su imaginación en este párrafo: “Uno se imagina a las solteronas espiando tras los visillos, al señor cura yendo a comprar papel de liar cigarrillos y comida para el perro, al boticario leyendo novelas pornográficas en una habitación cerrada con llave, y al registrador de la propiedad apuntando desde su despacho, con su nueva escopeta de caza, a las mujeres enlutadas que salen de misa.”

En cuanto a “la desnudez casi cubista del campo castellano” quizás debería leer a Machado (que supongo que lo habrá hecho).

El que ahora surjan “vallisoleheridos hasta de debajo de las piedras” no hace más que reafirmar lo que antes dije, que son muchos los que aman a Valladolid y a sus gentes y se han sentido ofendidos.

Su afirmación de que “el contexto de la crítica es claramente jocoso” es “claramente” opinable y su frase final: “si ya han perdido incluso el sentido del humor y lo único que les queda en la vida es la boina del pueblo para agarrarse a ella, francamente, les compadezco” sinceramente creo que sobraba, parece ser que en su opinión el mundo que describía Delibes no ha desaparecido, o por lo menos no cuando nos conviene.


26.03.2010 22:47:35 - Salcedo



Lo más llamativo de la impresión de Jordá sobre la obra y la ciudad de Delibes es que conoció ambas por invitación de la Cátedra Delibes, que paga con largueza a sus huéspedes. Miren y vean la webb de la cátedra y allí encontrarán al ufano balear, tan contentín con los agasajos. Yendo al fondo. El mundo de Delibes o de Galdós es perfectamente actual, si uno tiene la capacidad de mirar más allá de los visillos. Y Valladolid es una ciudad con elementos de estimación que no padecen porque un parvenu sea incapaz de apreciarlos. Me parece. El papelón es del de la malhadada Cátedra.


05.04.2010 18:48:36 - Víctor Muñoz



Estimado compañero - compartimos lo de historiadores -: No estoy muy de acuerdo con tu apreciación de lo que Jordà quiso decir con su primer artículo dedicado a Delibes, el 13 de marzo pasado. Ya ves - y discúlpame que te tutee - que llego un poco tarde a toda la polémica pero al leer esta mañana el artículo de ayer de Elvira Lindo en defensa de Jordà, muy en la línea del tuyo, he estado siguiendo un poco el asunto e informándome. Así que, como las opiniones son como los culos, que cada cual tiene una, ahí va la mía. En fin, que no, y pienso que fuerzas - y Elvira Lindo también - el argumento al intentar apoyar a Eduardo Jordà. Su artículo del día 13 de marzo esta plagado de referencias poco respetuosas al entorno en que se desenvolvía Delibes y yo diría que incluso hacia su obra y hacia su persona, lo cual, con el cadaver todavía "caliente", es de muy poco nivel hacia la familia y allegados de Miguel Delibes. Utilizando como utilizaba una buena sarta de tópicos muy propios de la caricatura de la España interior y mesetaria, hacerlo en un diario de provincias mallorquín, con giño al orgullo patrio incluido, me parece un alarde de ventajismo facilón, como he comentado en otro lado de autobombo, encima "disparando con pólvora del rey". Tienes razón en que, entre las críticas que le han llovido hay muchas que se salen de madre y tienen bastante de sectarismo. Pero no es menos cierto que, meter en el mismo saco al bocón maleducado - y cosas peores - y al que disiente con argumentos y sentido del respeto, es una torticera manera de laminar y desacreditar las opiniones que son distintas a las nuestras y ya por eso, o porque señalan nuestra falta, no nos gustan. Tú mismo comentas la caza de brujas a que se ha sometido a Jordà. También he leído las citas a amenazas y linchamiento sufrido por él que hace Elvira Lindo. Y, existiendo todo ello y refiriendose muy particularmente al grupo que surgió en Facebook contrario a su primer artículo, he estado comprobando cómo estaban las cosas por la Red a día de hoy. Qué cosas, casi diría, habiendo insultos y faltas de respeto, predominan las opiniones que tratan van contra lo dicho por Jordà, pero sin ponerle pingando, sin mentarle a sus muertos y sin sacar las patas del tiesto. Así que, qué quieres que te diga, no lo veo claro. Si Jordà tuvo que alargarse varios días después unos cuantos párrafos explicando lo que se supone que no se había entendido, tal vez fuera porque no lo dijo. En el mejor de los casos, porque no lo dijo bien. El arranque de orgullo herido, con esas disculpas que no iba a dar, que terminó concediéndonos a todos tampoco ayuda demasiado a pensar lo contrario. Nuestras palabras y, sobre todo, nuestros actos, nos retratan, para lo cual Jordà necesita poco defensor en este tema. Las personas merecen respeto; las opiniones, no todas. Tal vez ese sea el problema, que nos sobra soberbia y vamos escasos de humildad, a Jordà, a los que querrían la cabeza de Jordà en una pica, a todos. ¡Un saludo!


06.04.2010 13:25:47 - Iván Alonso



Ja, ja, ja. Supongo que sí, Víctor, al fin y al cabo escribir siempre es un acto de soberbia, de autoafirmación, de dar más peso a la opinión propia que a las ajenas. Yo no me tomaría todo esto demasiado en serio, aunque creo que es sano que alguien decida expresarse libremente asumiendo desde el inicio que va a mear contra el viento. Si la opinión de Jordá sirve para volver a leer la obra de Delibes, bienvenida sea.
Un fuerte saludo para ti.


07.04.2010 21:54:03 - SOFIA LUENGO



QUIEN HABLA DE ALGO QUE DESCONOCE NO MERECE CRÉDITO...


07.04.2010 21:54:10 - SOFIA LUENGO



QUIEN HABLA DE ALGO QUE DESCONOCE NO MERECE CRÉDITO...


08.04.2010 15:26:28 - Isabel



Referente a una parte del artículo de Ivan, decirle que también se publican y triunfan libros sobre la guerra civil y ya acabó y no existe el ambiente que se describe o sobre la guerra mundial, etc. en referencia a Los Santos..... cuando dices que cuando se publicó ya no existian sus personajes, ni el entorno.....
Creo que Jordá, se ha liado un poquito y ha faltado el respeto a mi - nuestra ciudad.


09.04.2010 22:24:45 - Olivia



Sólo tres cosas: uno, que -como ya se ha comentado por aquí- lo que se ha considerado insultante del artículo de Jordá es su manera de despreciar la ciudad de Valladolid (con gran demostración de ignorancia por su parte); dos, que a lo mejor sus relatos os parecen anacrónicos y obsoletos, pero puede que leyéndole un poco descubramos cómo escribir BIEN en castellano; y tres, que -investiga un poco- esto es falso: "Para cuando se publica y triunfa una novela como Los santos inocentes (1981), ya ni los Azarías, ni los Paco trotaban indolentes, bárbaros, primitivos y salvajes por los campos detrás de los caballos y los perros perdigueros de los señores. Tampoco había por ninguna parte los dignos, machistas y silenciosos cazadores, ni los provectos jubilados hablando en castellano rancio, llenos de una sana nostalgia por un mundo pretérito de nombres y adjetivos fosilizados".


10.04.2010 16:34:30 - Iván Alonso



Me hace mucha gracia esa advertencia de "investiga un poco", como si uno no hubiera salido nunca de un cibercafé.
Resulta que me he pasado más años de los que debería viviendo en un pueblo de Burgos, recorriendo la gran y preciosa Castilla la Vieja, hablando con su gente, e insisto que para cuando se publica 'Los santos inocentes' -que mucha gente cree es nuna novela de mediados del franquismo-, no existen ya en los pueblos esos siervos de la gleba viviendo en cabañas, entre otras cosas porque la mayor parte de ellos se han ido a trabajar a la ciudad a mediados de los setenta.
La novela de Delibes es una brillante metáfora sobre la eterna lucha entre oprimidos y opresores en la que, y faltaría más, sigo creyendo contra toda evidencia.


20.08.2010 12:14:11 - Henar



El libro "Los Santos Inocentes", querido Ivan, no se desarrolla en Castilla, sino en Extremadura.. y para cuando se publica este libro extremadura es asi.
Eduardo Jorda debe documentarse, viajar y no encerrarse como muchas personas en sus islas y desconocer el resto. He dicho!!


17.03.2011 18:21:41 - Ventura



Veo que muchos en distintas webs critican a Jorda por ser isleño, por estar encerrado en las Islas, etc. Solo un dato para vuestra información...Eduardo Jordá hace muchos años que vive en una capital de la Península.....dejar de miraros los peninsulares(algunos) el ombligo como si fueseis el centro del mundo










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