miércoles, 28 de octubre de 2009
El poeta Julio Maruri se despide del pintor Ángel Medina
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Artes en Blog personal por Artes
El día 29 de octubre de 2009, en la sala de exposiciones de Caja Cantabria en Santillana del Mar, se podrá contemplar una muestra de siete artistas cántabros muertos a lo largo de la última década. Entre ellos está la obra de Ángel Medina, recientemente fallecido, y a quien Julio Maruri le ha dedicado un hermoso y sentido texto de despedida


Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

El día 29 de octubre de 2009, en la sala de exposiciones de Caja Cantabria en Santillana del Mar, se podrá contemplar una muestra de siete artistas cántabros muertos a lo largo de la última década. Entre ellos está la obra de Ángel Medina, recientemente fallecido, y a quien Julio Maruri le ha dedicado un hermoso y sentido texto de despedida.

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Tengo que escribir sobre Ángel Medina... Tengo que escribir sobre Ángel Medina... Tengo que escribir..., me lo repito desde hace casi quince días, mañana y tarde; tarde y mañana...

(¿Es que tanto punto suspensivo podrá decir lo que me cuesta?)

Porque tengo ante mí o en mí dos Ángel Medina: Uno, en vísperas de su despegue, octogenario, medio ciego, al abrigo en una chamarra “no me toquéis, que pringo” y llevando, colgado en bandolera, un zurrón en el que acaso espere un bocadillo.

Ángel sentado en uno de esos bancos laterales a orillas del palacio municipal o “Ayuntamiento”, tal el último Rembrandt por su Ámsterdam no muy lejos de un Amberes en el que todavía reluce “a” día de hoy la espléndida demora del cortesano Pedro Pablo Rubens.

Ángel Medina retratado por Ángel de la Hoz

Ángel Medina retratado por Ángel de la Hoz

El Ángel Medina ferozmente irónico –afilando la voz a lo tierno para soltar su impagable “Pepito” aludiendo a un José Hierro como pintor-..., un Ángel autodefinido como anarquista..., lejos del caminito...

Y el otro Ángel Medina que me haría retroceder de medio siglo -¿sesenta?, ¿sesenta y cinco años?-, al encuentro de aquel más pimpante mozo montañés de los de la raza de crespo pelo negro, artista ya piafante, en vacaciones bellasartescas con diploma y bendición de profesores que saben, pero buscando ya cómo romper el corsé de espeso cuero de las clases de “Antiguo” y “Ropaje” -¡Dios mío!- y, con derecho a pasaporte en aquel tiempo de frontera cerrada, preparándose para peregrinar, como lo haría, por la libre Europa de las vanguardias resucitadas tras el horror. Un Ángel Medina de verano en Santander y sus jóvenes compañeros, en un reducido taller a dos pasos de la calle del Río de la Pila –curioso juego de palabras a que se presta ese “río”, ¿verdad, Ángel?- a unos pasos, pues de un crimen urbano: la bárbara destrucción del Teatro Pereda, en cuyo escenario profundo, largo y ancho, pudo caber toda la Marcha Triunfal de Aida sin estrecheces. Y cerca estaba también del talleruco otro edificio de valor histórico, felizmente salvado y restaurado: la entonces Caja de Ahorros que ahora nos ofrece la presente exposición.
Entre lo infausto y lo feliz, Ángel y sus aquellos jóvenes compañeros, los Calderón, con Raba o Miguel Vázquez o Carlos Sansegundo primero firmas sobre primeras obras que han quedado y proseguido en la carrera. Asombroso cortejo de pintores que desde Riancho, don Agustín, nunca cesó...
Y aquí me paro y me digo: bueno, ya cumpliste.

No sin añadir que durante los sesenta años o más, ausente yo mismo, que me separaron de uno y otro Ángel Medina, no supe nada de ellos, ni de su obra. Salvo una exposición tardía –y de pocos lienzos, al volver a Santander.
Pero cual no fue mi sorpresa cuando una mañana el ultimísimo Ángel del zurrón viene a verme para solicitar mi ayuda. Y a la mañana siguiente, acompañado de mi hermano y de nuestro sobrino, nos encontramos en el exiguo apartamento de nuestro pintor, entre medio centenar de lienzos vueltos hacia las paredes por cuartos y pasillo. Se trata de agruparlos por formatos, de hacer hueco para poder ir y venir, de trasportar con cuatro brazos los grandes formatos, de faenar durante dos jornadas, ante nuestro tranquilizado amigo desamparado. Pues, al final de la faena, se presentará de visita, un notable muy esperado por el pintor, mientras nosotros nos escurríamos sin chistar. Fue allá, donde, entre penar y penar, pude entrever ni sorprendido, ni extrañado, la excelente calidad de lo pintado, como ya lo prometía aquel primer Ángel devorando vida y quehacer.

Es por lo que, su pintura, se me aparece, y acaso a ti, visitante, con la fascinante sorpresa de toda primera vez.

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Últimas colaboraciones (OCTUBRE) de Juan Antonio González Fuentes en la revista electrónica Ojos de Papel:

LIBRO: Luis García Jambrina: El manuscrito de piedra (Alfagaura, 2008)

CREACIÓN: La lengua ciega (DVD, 2009)

CINE: Isabel Coixet: Mapa de los sonidos de Tokio (2009)

-LIBRO (septiembre):  P.D. James: Muerte en la clínica privada (Ediciones B, 2009)

-LIBRO (julio): Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009).

-PELÍCULA: Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009).

Más de Stieg Larsson:

-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)

-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.