Juan Antonio González Fuentes
El pasado domingo, en los santanderinos Campos de Sport del Sardinero, el Barcelona le endosó tres goles a un Racing que ofrece el peor arranque liguero de toda su historia. El primero de los tantos, si no recuerdo mal, lo marcó la estrella camerunesa del Barca,
Samuel Eto’o, quien tiró a gol desde lejos y el portero racinguista, en fallo evidente propio de un invidente, no fue capaz de atrapar la pelota.
Al término del encuentro, una periodista de una emisora catalana, le preguntó con alguna ironía al goleador camerunés por el lance, y lo hizo en idioma catalán. Eto’o, según parece, un tanto mosqueado porque presumió mala intención en la pregunta (la de minimizar su mérito en el gol), ni corto ni perezoso le espetó a la periodista catalana, con evidente ausencia de habilidad, que le volviese a hacer la pregunta en español o castellano, pues dado el caso nos da igual.
El mencionado diálogo de sordos, ha dado pie a que uno de los principales talibanes del integrismo nacionalista catalán, don
Arturo Mas, clame indignado al cielo catalán exigiendo disculpas públicas al futbolista camerunés. El señor Mas, quien cada vez que habla se hace sin acento Menos, ha declarado que es intolerable que el deportista, a estas alturas del partido, no se haya enterado de que el F.C. Barcelona es un equipo de un país, Cataluña, con idioma propio.
Don Arturo Mas (que cada vez es Menos), miente con la impronta natural de quien sabe que repitiendo una vez tras otra una mentira, machaconamente, ésta puede adquirir visos de verdad. Y ya se sabe que el trecho entre la apariencia y la realidad, cada vez lo estamos haciendo más corto.
Alguien tiene que explicarle a la cara a don Arturo y a todos sus secuaces, bastantes conversos y socialistas, que Cataluña hoy por hoy no es un país. Quizá lo sea dentro de medio siglo o de tres semanas, vaya usted a saber, pero hoy, en septiembre del año 2006, no lo es. Cataluña es una Comunidad Autónoma que forma parte del Estado español, de un país que en este preciso instante aún se titula España. Cataluña no es un país, y tampoco tiene un idioma propio, sino dos idiomas propios, el catalán y el español, y es perfectamente legítimo y legal que un ciudadano que vive y trabaja en Cataluña se exprese en uno de sus dos idiomas oficiales, el español, y más si es camerunés y utiliza el español en un momento en el que está en Santander (España), y no en Cataluña (también España, le pese a quien demonios le pese).
Así que el señor Mas (que cada vez es Menos) miente como un bellaco, y distorsiona torticeramente la realidad para amoldarla a sus sueños nacionalistas, a los de sus correligionarios. Pero es que la estrategia es precisamente esa: repetir las mentiras una y otra vez, hasta que todos las asimilamos y las damos por ciertas. La estrategia es acongojar al personal, extorsionarlo, intimidarlo, arrinconarlo, saltar cada vez que surja la liebre, estar al loro sin descanso y aprovechar cualquier ocasión que se presente para, con una sonrisa en los labios y asegurando que no quieren molestar a nadie, atizarle a todo lo que sepa o huela a español, a todo el que piense, sienta o se exprese en español, a todo aquél y a todo aquello que asimile, relacione, vincule, emparente, enlace, entronque Cataluña con España.
El extorsionador Arturo Mas, se ha salido con la suya, y ha logrado que la estrella camerunesa Samuel Eto’o, sí, el mismo que está dispuesto a abandonar el terreno de juego si considera ser objeto de insultos racistas por ser negro, acepte sin embargo esta otra forma de racismo idiomático, y acuda corriendo a pedir perdón por pedir hablar en español. Pero como por la boca muere el pez, cuando Eto’o se deshacía en humillantes disculpas sucumbiendo al racismo nacionalista catalán, descubrió otra parte interesante del pastel: por contrato, todos los jugadores del Barça están obligados a aprender catalán!!!!
Inaudito, se mire como se mire, inaudito y atentatorio contra la libertad individual de cada persona. ¿Imaginan que se obligase a los jugadores del Sporting o del Oviedo a aprender bable?, a los del Deportivo a aprender gallego?, ¿a los del Mallorca el mallorquín?, ¿a los del Valencia en valenciano?, ¿a los del Betis el “andaluz”?, ¿a los del Atletic el euskera...?, bueno sí, esto último desde luego es más que imaginable.
Está claro que los nacionalismos integristas catalán y vasco van a intentar hacer uso del deporte para abrir brechas, hurgar heridas, dar bofetadas, singularizarse, y tensar al máximo los hilos de la cuerda hasta que esta se rompa de una vez por todas. Y a las pruebas me remito.
En este sentido, la última ocurrencia es la convocatoria de un encuentro entre las selecciones de fútbol vasca y catalana justo en las mismas fechas que la española tiene un partido oficial. ¿Qué se pretende? Callado está dicho.
Leo en la prensa que existe una plataforma proselecciones catalanas, integrada por unos dos mil miembros, es decir, los habitantes de un cualquier pueblín español de nombre difícil de recordar. Esta plataforma, masiva como vemos, tiene sin embargo una subvención por parte de la Generalidad de 1,2 millones de euros. Y esta plataforma, acaba de confeccionar un video publicitario que no tiene desperdicio, entre otras cosas porque utiliza para expresarse las figuras de unos niños. En dicho documento, un niño con una camiseta roja (un niño español) que juega al fútbol con niños de otros países, no deje que un niño con la camiseta de la selección catalana se sume al partido. Es decir, el canalla y repugnante niño español, impide que el pobre niño catalán pueda jugar el partido y le expulsa del campo.
Volvemos a las andadas. Esta propaganda es del mismo tipo de la que confeccionaba el nazi
Göbbels para señalar a los judíos. Y como ya hemos señalado, construye todo su asqueroso mensaje partiendo de una mentira: y es que le niño catalán, por serlo, también es español, y por tanto puede sumarse al partido cuando quiera, vistiendo eso sí la camiseta roja, la que a día de hoy expresa una situación política determinada, plenamente legal y democrática.
Lo que no señala la nauseabunda publicidad, es que el niño catalán puede sumarse al partido con la camiseta roja de su país, al igual que lo pueden hacer los niños vascos, andaluces, cántabros, riojanos, aragoneses, canarios, gallegos o murcianos. Lo que no dice el vomitivo anuncio es que la camiseta roja de España da cabida a todos, todos pueden ponérsela, y la camiseta catalana sólo se la pueden y podrán poner los que decidan el señor Mas y sus secuaces racistas y exclusivistas, entre ellos, los conversos socialistas.
Ahora entiendo la razón por la que los hermanos
Gasol, por ejemplo, campeones del mundo de baloncesto con la camiseta roja, sólo han merecido el silencio despreciativo de las autoridades deportivas catalanes. ¡Quizá un campo de concentración les esté esperando como inquilinos en el Ampurdán!