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jueves, 3 de abril de 2008
El Nueva York irlandés de Brendan Behan
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[57089] Comentarios[1]
Brendan Behan escribió un libro sobre Nueva York aburridísimo tars su envoltura de graciosa ocurrencia. Es el Nueva York de un irlandés encantado de ser irlandés y de encontrar Irlanda a cada paso

Juan Antonio González Fuentes

Juan Antonio González Fuentes

En los últimos cuatro meses hemos viajado hasta Dublín y la Toscana (Florencia, Siena, Pisa, Arezzo, Cortona...), y Ella ha decidido, al parecer, que ya está un poco ahíta de darle vueltas a la vieja Europa. Así que el próximo viaje, en principio y según se escriben los planes, me encaminará después del verano a la ciudad de Nueva York.

De Nueva York me ilusiona casi todo, pero me molestan bastante los trámites que anuncian hay que seguir para que te dejen entrar: preguntas y más preguntas, rellenar hasta tres formularios distintos, cacheos..., y si te apellidas González y no eres precisamente ni muy rubio ni de tez muy blanca..., me dicen que todo se hace más lento y burocrático. A los que estamos acostumbrados a atravesar las fronteras de los aeropuertos europeos por la puerta más grande y sin preguntas ni diligencias, lo de Nueva York nos parece un atraso considerable en un país tan tecnológico, un incordio tercermundista y un comportamiento de República Bananera, pero... habrá que tragar.

En Nueva York tengo familia viviendo desde hace muchos años, décadas. Un hermano de mi padre, Jaime González, que casó con norteamericana de nombre Barbra, y hasta tres primos que cambiaron su apellido González por otro situado un poco más atrás: Vallina, menos notoriamente hispano que el primero. Mi tío Jaime tiene una agencia de viajes en Manhattan, y fue uno de los primeros españoles en jugar al fútbol en los EE.UU. Es más, conservamos en casa un recorte publicado en los años 1970 en el viejo As en el que se habla de mi tío como uno de los primeros involucrados en el Cosmos, el equipo de fútbol más famoso de la ciudad de los rascacielos. En la página aparece una foto de mi tío con Pelé posando los dos en una calle neoyorkina, y alguna foto de algún ex jugador racinguista que acabó tocando el balón en la Gran Manzana por mediación de mi pariente.

Pero esas son otras historias. La que hoy nos convoca aquí es mi posible viaje a la gran ciudad, y que con tal motivo he comprado y leído un libro del que leí cosas muy buenas en los suplementos culturales de los periódicos españoles. El título es Mi Nueva York, su autor el irlandés Brendan Behan, y lo ha editado Marbot Ediciones (Barcelona, 2008), con traducción de Julio Labí y dibujos de Paul Hogarth.
 
Brendan Behan: Mi Nueva York (Marbot, 2008)
 
Brendan Behan: Mi Nueva York (Marbot, 2008)

Confieso que nada sabía del tal Behan, pero la posibilidad en el horizonte del viaje y las excelentes críticas en los medios me han llevado hasta sus páginas. Eché en la librería un vistazo al libro, y en la contracubierta se reproduce un párrafo del gran Augusto Monterroso que me decidió de una vez por todas: “Soy mal lector de novelas, prefiero el ensayo, la biografía... Diarios como los de Pepys o Bloy o crónicas de viaje como New York de Brendan Behan son la máxima felicidad” (Viaje al centro de la fábula).

A mi me ocurre lo mismo que a Monterroso. No soy un buen lector de novelas, y prefiero mil veces las biografía, las memorias... Así que hice caso al imprescindible escritor hondureño y me lancé de cabeza a la piscina neoyorkina publicada por Behan al tiempo que yo nacía en busca de frescura y la “máxima felicidad”.

Brendan Behan (1923-1964), leo en la solapa, fue un destacado poeta, novelista y dramaturgo irlandés, que escribió en inglés y en irlandés. Durante su juventud estuvo vinculado al IRA, lo que le hizo conocer la cárcel, experiencia que reflejó en la novela Borstal Boy (1958). Un año antes había obtenido un notable éxito con la obra teatral The Hostage, que llegó a representarse con excelente críticas en Broodway. Además de conocido por su literatura, Behan lo fue también por ser un personaje excéntrico, provocador y camorrista. El alcohol lo llevó a la tumba a edad temprana, llegándose a definir así mismo como “un alcohólico con problemas de escritura”, lo que hay que reconocer que tiene su gracia.

Bueno, lo dejé en que me tiré de cabeza a la piscina. Vale, pues resultó que no había agua, o que la que había no alcanzaba la profundidad que pido para retozar, nadar, bucear y tumbarme en plancha para recibir los rayos del sol. Behan y su Nueva York me han parecido un tostón, y es que la “literatura graciosa”, lo reconozco, nunca me ha hecho ni pizca de gracia.

Resulta que el Nueva York que nos presenta Behan es un verdadero coñazo, un Nueva York tan pequeño y provinciano como cualquier pueblo de mi región. Un Nueva York en el que al parecer sólo vivían irlandeses cuya única razón de ser en este mundo era acodarse en un bar neoyorkino para beber güisqui irlandés o cerveza Guiness y suspirar por la verde Eire. Y todo este periplo de bar en bar neoyorkino en busca de tragos y tragos de licor, se produce mientras el autor, que se toma a sí mismo por un irlandés gracioso, simpático y ocurrente, trata en cada párrafo de construir una frase ingeniosa, irónica, chispeante..., muy irlandesa, de un humor muy irlandés, de un humor de taberna irlandesa de pueblecito al lado de Galway.

Pero para qué demonios he comprado y leído este libro sobre Nueva York, si de lo único que en él se habla es de los irlandeses neoyorkinos que sólo recuerdan a sus borrachuzos y cachondos antepasados isleños. El tal Behan, que hace de ser irlandés una cuestión de vida y muerte, es decir, que está imbuido de nacionalismo, y por lo tanto de imbecilidad en mayor o menor grado, debería haber titulado su ocurrente libro Los irlandes de Nueva York, o Irlanda en Nueva York, o Cómo dar el tostón a los demás leyendo sobre irlandeses en Nueva York, o...

Este libro parece estar escrito sólo para los policías irlandeses de Boston o para los nacionalistas irlandeses de ciudades provincianas de Irlanda. Seguro que entre ellos tiene éxito, lo leen y se lo recomiendan unos a otros. Es un libro muy fordiano en el mal sentido de la palabra: mezcla lo irlandés y lo norteamericano, las tabernas, el IRA, la afición al alcohol, los “homérico”, los chistes sobre irlandeses, etc... La verdad que es no entiendo a Monterroso. Sólo puedo admitirse su comentario por la buena prensa que suele tener lo liviano y simpático, por la mala prensa que tiene lo que quiere ser trascendente. La consecuencia es que no tengo intención de leer nada más del simpático Behan, que Monterroso ya no me merece crédito como recomendador de lecturas, y que el viaje a Nueva York, si la ciudad es parecida a la que describe Behan, queda suspendido sine die. Ahora mismo odio Nueva York.

NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


Comentarios
02.09.2009 13:06:39 - Enrique



Augusto Monterroso es de Guatemala










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