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lunes, 21 de enero de 2008
Chan ta, chan ta…, la verdadera letra del himno de España
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[8957] Comentarios[0]
España sigue siendo diferente, y buena y divertida prueba de ello es la reciente historia de la letra del himno nacional

Juan Antonio González Fuentes

Juan Antonio González Fuentes

“España es diferente” fue una frase que hizo mucha fortuna hace unas décadas y que demostró cómo el “marketing” era realidad en nuestro país antes de que ni siquiera se utilizara en nuestra sociedad la palabreja.

Que España es diferente se utilizó para captar un turismo europeo que quería viajar para experimentar realidades distintas a la suya: paisajes del caos entretenido y la francachela institucionalizada, playas casi salvajes y limpias, folclore y comidas diversos, monumentos grandiosos y descuidados…, y todo barato, muy barato. Era un turismo al que se le atraía por lo “distinto” y por la conjunción de las tres grandes bes, Bueno, Bonito y Barato, otro ejemplo sencillo y contundente de un marketing efectivo y efectista de raigambre garbancera e hispana.

Pasaron los años, las décadas, y eso de la diferencia perdió fuelle y gracia. Con la llegada de la tardía y rotunda modernidad a nuestras costas lo que realmente se convirtió en atractivo era ser igual, igual al contexto desarrollado, capitalista, liberal y moderno que nos circundaba por los aires del norte.

España, según indican las estadísticas y algunos contenidos servidos en cuadros y gráficas, lo ha logrado, lo ha conseguido, en gran medida ha dejado de ser diferente y se ha homologado, estandarizado, homogeneizado de verdad…, de acuerdo con los parámetros básicos de nuestros vecinos más ricos y saludables. ¿Pero realmente hemos perdido por completo las características que nos hacían antes tan diferentes, tan distintos?

Sinceramente creo que no, y la vida cotidiana nos ofrece cataratas de escenas, de anécdotas, de asuntos empeñados en demostrar con generosidad que seguimos siendo un país, una sociedad curiosas y, ante todo, distinta.

Para demostrar estas aseveraciones me viene ahora a la memoria el último acontecimiento que, si lo leyéramos referido a otro país o sociedad, sencillamente no creeríamos, o pensaríamos que estábamos ante ridiculeces de un país de ficción y puro chiste.

Me refiero a la cuestión de la letra de nuestro himno, en principio un asunto serio y trascendente que, quizá por razón de nuestra forma de ser, tan española para bien y para mal, se ha convertido en argumento increíble y casi forzado para una tira de, por ejemplo, “Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio”, o “13 rúe del percebe”.

Imaginemos por un momento que cualquier país de los que tenemos por serios en el mundo no tuviera, por razones x, letra oficial y oficializada para el himno de su país. Una letra que todos los ciudadanos del país deberían saber y conocer desde la escuela, una letra que los deportistas deberían cantar arrobados cara al cielo y con la mano sentimentalmente en el pecho mientras ven subir su bandera a comunicarse entre las nubes y las radiantes estrellas (bonito me ha quedado, ¿eh?).

Las autoridades deportivas del país aludido, envidiosas de que sus deportistas no tengan letra que echarse a la boca en las grandes y pequeñas gestas, encargan en concurso público una letra cantable y adecuada, una letras que, una vez decidida y aprobada, formaría parte de la educación sentimental de todos los ciudadanos.

Se dan plazos y consignas, y pasado el tiempo establecido, un grupo de expertos sabios y competentes se deciden por una letra de entre todas –muchas- las recibidas. La letra escogida se presenta en sociedad, se publica por los medios de comunicación todos, se transmite por las ondas radiofónicas, suma minutos televisivos, se fotocopia, se funde y se difunde. A unos gusta, a otros casi ofende, a unos les parece muy bien, a otros muy mal. Las autoridades aseguran que es una letra que goza de consenso, que es muy adecuada, que es rica y expresiva, y que un famoso tenor del país (Plácido Domingo) la cantará y grabará para alegría y ejemplo de todos. Se da incluso fecha de grabación y difusión del himno cantado por la estrella operística. Las autoridades dicen que todo está cerrado y decidido. Los deportistas del país se aprenden la letra, e incluso la ensayan en karaokes improvisados o institucionalizados.

Pero de repente, de un día para otro, de una noche a otra, las mismas autoridades que tan decididas se mostraban aseguran impertérritas que la letra se defenestra, que no es buena, que no sirve, que no funciona, que no tiene el necesario consenso. El tenor no la va a cantar, los deportistas no la van a aprender, el autor no la va a ver bautizada… Vamos, que donde se dijo digo ahora se dice diego, o al revés. De lo dicho nada, agua de borrajas, palabras al viento, verborrea insípida… Todo seguirá igual, como estaba, es decir, el himno se oirá sin letra, al menos de momento, y nadie cantará.

Bueno, pues esta historia y suma de despropósitos ha tenido origen y lugar en nuestra querida España en las últimas semanas. Pepe Gotera y Otilio, Mortadela y Filemón, las parodias del humorista Gila, el argumento más disparatado de Rafael Azcona…, nada alcanza la inverosimilitud de la realidad real y española.

Y dadas así las cosas todos seguiremos oyendo nuestro himno poniéndole la letra que todos hemos cantado mil y una veces, en serio y en broma, en cachondeo y con lágrimas de cocodrilo en los ojos, la celebérrima letra del autor anónimo llamado Pueblo y que ha funcionado siempre con absoluta eficacia. Ya saben cuál es la letras: “chan ta chan ta, ta, ta, ta, ta, ta, ta chan ta…, etc, etc… ¡País!     


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


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