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    AUTOR
Peter Sloterdijk

    GÉNERO
Novela

    TÍTULO
El árbol mágico

    OTROS DATOS
Traducción del alemán de Ana Mª de la Fuente. Barcelona, 2002. 380 páginas. 17,50€.

    EDITORIAL
Seix Barral, Biblioteca Formentor



Peter Sloterdijk

Peter Sloterdijk


Reseñas de libros/Ficción
La novela filosófica de un filósofo novelista
Por Juan Antonio González Fuentes, martes, 15 de julio de 2003
Peter Sloterdijk (1947) es uno de los pensadores europeos que goza de mayor difusión y presencia “mediática” en nuestros días. Catedrático de Filosofía en la Hochschule für Gestaltung de Karlsruhe, sus libros de ensayo son recibidos como verdaderos y controvertidos acontecimientos culturales en todo el Viejo Continente, y de inmediato son sometidos a debate interdisciplinar tanto en foros estrictamente académicos como en ámbitos periodísticos interesados por la crítica cultural y el pensamiento.
Sloterdijk saltó a la fama sin haber cumplido los cuarenta años gracias a la publicación en 1983 de Crítica de la razón cínica, título que se convirtió en la obra filosófica más leída y discutida en su país natal, Alemania. Desde entonces han sido varios los libros sobre los que ha cimentado su prestigio, estando bastantes de ellos ya traducidos al español, por ejemplo En el mismo barco: ensayo sobre la hiperpolítica (1994), Extrañamiento del mundo (1998), Normas para el parque humano (2000), El pensador en escena (2000), Eurotaísmo (1989 y 2001), o El desprecio de las masas (2002)...

Pero dentro de este contexto quizá sorprenda a algunos el hecho de que uno de los primeros trabajos de Sloterdijk no fuese un ensayo de carácter filosófico, sino una extraña novela de larguísimo y complejo título cuya versión original vio la luz allá por el año 1985, siendo traducida a nuestro idioma al año siguiente, 1986, por la misma editorial que ahora nos la acerca en su colección Biblioteca Formentor. Me refiero a El árbol mágico. El nacimiento del psicoanálisis en el año 1785. Ensayo épico sobre la filosofía de la psicología, una novela a la que he puesto el calificativo de “extraña”, lo que sin duda requiere de alguna explicación.

En las páginas de advertencia nos dice Peter Sloterdijk que El árbol mágico no es una novela histórica, afirmación con la que sólo puedo estar de acuerdo, a pesar de que es una novela ambientada, como muy bien expresa una parte de su largo título, en los albores de lo que todos conocemos como Revolución Francesa. No es una novela histórica, lo admito, pero el autor también tendrá que admitir que si el lector que se acerca hasta sus páginas no maneja unos regulares conocimientos históricos sobre la citada revolución, sus antecedentes, desarrollo y consecuencias, las casi cuatrocientas páginas que conforman su obra se convierten en una ciénaga inabordable.
Sloterdijk no ha logrado hacerse con el secreto de los narradores de raza, no lo posee, le es completamente ajeno

Pero si no es una novela histórica, entonces qué clase de novela es, puestos en el tal vez absurdo brete de tener que catalogar esta obra narrativa de alguna manera al uso. Pues bien, la verdad es que El árbol mágico presenta características que la acercan a diversos géneros novelescos, pero que a la vez la alejan también de todos, o al menos impiden que podamos “catalogarla” con precisión absoluta. Claro que lo mejor a esta altura del comentario es explicar, al menos con cuatro trazos, qué sucede acontece en la novela, qué historia es la que cuenta Sloterdijk.

Sloterdijk narra la historia de Jan Van Leyden, un joven médico vienés que viaja hasta el París pre-revolucionario de 1785 para iniciarse en la escuela hipnótica y del inconsciente del maestro Mesmer y estudiar la más moderna medicina.

La trama inicial de la que partimos es pues la de una novela de aventuras de carácter iniciático a la manera de las que tan magistralmente salieron de la pluma de R. L. Stevenson o de Charles Dickens, sin ir más lejos. Un joven “héroe” que inicia un viaje físico y geográfico, un periplo kilométrico al final del cual se ha transformado como persona, ha dejado de ser un adolescente para convertirse en un hombre, ha perdido la inocencia y se ha hecho más sabio y maduro. Héroes de este corte son el Jim Hawkins de La isla del tesoro, o David Balfour, o el protagonista de la dickensiana Tiempos difíciles.
Sloterdijk ha construido un andamiaje narrativo para sostener no un edificio novelesco, sino un edificio reflexivo

Van Leyden viaja hasta París y a lo largo del trayecto le acontecen diversas aventuras, siempre relacionadas con algún encuentro, algunos afortunados (así conoce el amor físico con una cómica) otros no tanto. Esta sería una primera parte dentro del entramado narrativo elaborado por Sloterdijk, parte a la que el autor denomina “cuadros de viaje”. Otra parte, la segunda, “cuadros parisienses”, es su llegada y estancia en París. Aquí la trama abandona el perfil que la aproximaba a la novela de aventuras iniciática para adentrarse por muy distintos derroteros. Así hay visitas a los famosos salones ilustrados de la época en los que se filosofa mientras se esnifa rapé o se toman tacitas de chocolate; se produce algún que otro encuentro amorosos marcado por un claro tono libidinoso; hay visitas a instituciones públicas en las que se debaten cuestiones sociales (el capítulo en el que los caballeros ilustrados acuden a un manicomio, metáfora un tanto trillada de la realidad social de la época, incluyendo un ridículo rey con su corte de alucinados), etcétera,...

Esta segunda parte está escrita bajo la directa advocación de las novelas galantes francesas del siglo XVIII y los escritos de los enciclopedistas. La utilización del recurso narrativo epistolar es importante a lo largo de toda la novela, pero aún más en esta parte llamémosla central. El joven Jan Van Leyden “se cuenta” a través de diversas cartas que envía por ejemplo a su mentor LeBrasseur, o a través de la lectura de cartas a él dirigidas hace que la historia avance o se llene de detalles que sitúan al lector en el contexto más adecuado.

La tercera y última parte de esta compleja historia, la llamada por Sloterdijk “cuadros de la revolución psicológica”, transcurre en la afueras de París, en Buzancy, donde el marqués de Puységur, un destacado mesmerista, iniciará a Van Leyden en el sonambulismo artificial, más conocido hoy entre nosotros como hipnosis. Esta es la parte más onírica, mística y espiritualista del relato. Todos los acontecimientos parecen transcurrir como en un sueño. El joven médico vienés llega enfermo y con fiebre a Buzancy, y asiste a las sesiones de hipnosis en torno a un “árbol mágico” como si lo hiciese a un sueño capaz de convertirse en pesadilla.

Los capítulos de esta parte final poseen un marcado carácter alegórico en cuanto a los futuros acontecimientos revolucionarios. Los pacientes sometidos a hipnosis por el marqués de Puységur, formando un círculo alrededor de un árbol dándose entre sí las manos, tienen algo de representación metafórica de los elementos que se “confabularán” en breve para cambiar el rumbo de la historia del mundo occidental a través de una revolución política, social y cultural cuyas consecuencias todavía vivimos hoy en día.

Los miedos, deseos, sueños, ambiciones, enfermedades de estos “pacientes” de 1785 se revelan por entero al ser sometidos a rudimentario psicoanálisis por el marqués de Puységur, y si el lector tiene un conocimiento de la historia (repito, imprescindible para zambullirse en esta novela con algún provecho) sabe que dichos “síntomas” forman parte esencial de los impulsos que alimentan el concepto mismo de revolución, que servirán de carburante para poner en marcha el motor revolucionario occidental a partir de 1789.

El final de la trama representa desde luego un golpe de efecto sorprendente. Es el propio Van Leyden quien se somete a hipnosis por el marqués y emprende un viaje final, un viaje onírico, el viaje de la ensoñación. Van Leyden recorre en un sueño alucinante la historia de Europa: Napoleón, las revoluciones burguesas del XIX, la Primera Guerra Mundial... De repente Van Leyden está de nuevo en Viena, más concretamente en la casa nº 19 de la Berggasse. Sube las escaleras, una enfermera le da las buenas tardes y le llama profesor, le anuncia que la baronesa Von Rosenkotz le espera, y él, Van Leyden, le dice que la haga entrar en su despacho y se tienda sobre el diván. Van Leyden se ha transformado en el profesor Freud.

El argumento de El árbol mágico, contado así como lo acabo de hacer, creo que es enormemente atractivo e interesante, y resulta, imagino, un buen reclamo para un posible lector con ciertos conocimientos de historia europea moderna y contemporánea.

Entonces por qué no recomiendo abiertamente la lectura de este título, cuál es la razón por la que creo que es un libro sólo para incondicionales de Sloterdijk. Pues porque en mi opinión el filósofo alemán no ha sabido sacarle ningún jugo a una buena historia debido a su impericia narrativa. Sloterdiijk sabe pensar y estructurar una historia (quién lo puede dudar); ha dado con un argumento a todas luces brillante y atractivo, muy en la línea de la tradición alemana desde Goethe al Doctor Faustus de Thomas Mann , donde los planteamientos reflexivos (acompañados de una más que notable erudición) concitan el “ser” de la obra muy por encima del desarrollo y despliegue eficaz de los sucesos y la acción. Pero la cuestión es que Sloterdijk no ha logrado hacerse con el secreto de los narradores de raza, no lo posee, le es completamente ajeno. Sus cualidades como escritor, que no son pocas, han sido cultivadas en otros terrenos distintos a los de la narración. Tenemos la impresión permanente de que Sloterdijk ha construido un andamiaje narrativo para sostener no un edificio novelesco, sino un edificio reflexivo. Las peripecias de Van Leyden le sirven a Sloterdijk para contarnos su visión de las revoluciones modernas, para pensar sobre la historia, Dios, la psicología, el empirismo o la emancipación social... Cuando Van Leyden se enamora y sufre los terribles dardos de los celos Sloterdijk no logra comunicarnos nada personal o vivo, sino que utiliza la situación del personaje para hacer una disección anatómica y enciclopédica sobre esta clase de sentimientos.

Han trascurrido casi veinte años desde que Peter Sloterdijk publicase esta su primera novela. Si no estoy mal informado del todo el filósofo no ha vuelto a incurrir en la ambición novelesca y sólo ha dado a la imprenta importantes ensayos. Es un tipo listo este señor Sloterdijk.
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