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William Gaddis: <i> Gótico carpintero</i> (Sexto Piso, 2012)

William Gaddis: Gótico carpintero (Sexto Piso, 2012)

    TÍTULO
Gótico carpintero

    AUTOR
William Gaddis

    EDITORIAL
Sexto Piso

    TRADUCCCION
Mariano Peyrou

    OTROS DATOS
ISBN: 978-84-96867-97-0. Madrid, 2012. 283 páginas. 21,90 €



William Gaddis

William Gaddis

Ana Matellanes García

Ana Matellanes García


Reseñas de libros/Ficción
Gótico carpintero de William Gaddis (Sexto Piso, 2012)
Por Ana Matellanes García, jueves, 4 de octubre de 2012
Hay libros cuya lectura provoca en los lectores un impacto que sólo puede circular en dos sentidos. Opción uno: devolver tras el golpe un encendido fervor que hace que el lector se alinee hasta su muerte con la obra y el autor que acaba de leer. Opción dos: generar una reacción tan negativa que el libro y su creador quedarán con toda seguridad proscritos en el más beligerante de los odios o, cuanto menos, de las indiferencias. Leer una novela de este tipo sólo puede provocar dos sentimientos: o se la odia o se la ama. Gótico carpintero, (Carpenter’s Gothic, 1985) del escritor estadounidense William Gaddis (1922-1998), es una de ellas. Pasen y lean.

Recientemente editada por la editorial Sexto Piso, Gótico carpintero, con la que Gaddis ganó su segundo Nacional Book Award,  es una novela compleja, aunque no la más difícil de toda su obra. Se trata de un texto de trama muy débil que se sustenta sobre todo en una ciclópea construcción estilística basada en los diálogos de sus tres personales principales, lo que le ha hecho merecedora de esa etiqueta de “obra difícil”.

En su fina línea argumental, Gótico carpintero se centra en las vidas de un triángulo atípico: Liz y Paul Booth, un matrimonio que vive de alquiler en la casa de estilo Gótico carpintero que da título al libro, y el señor McCandless, su propietario y casero. Ella es un ama de casa que pretende estafar a su compañía de seguros con enfermedades inexistentes que intenta sin éxito que confirme algún doctor. Paul, por su parte, es un violento veterano sin empleo fijo que intenta probar fortuna como relaciones públicas de un siniestro telepredicador, un tal reverendo Ude, cuestionado no sólo por su perfil de fanático encantador de serpientes, sino también por tener un oscuro incidente a sus espaldas al haber ahogado a un niño durante un bautismo, acto explotado por ambos como una manifestación divina de los designios del Señor. El casero del matrimonio es el enigmático señor McCandless, personaje de pasado nunca bien aclarado que tiene una influencia ambigua en ellos. Ocasionalmente aparece en escena Billy, el hermano de Liz, siempre falto de dinero y con un sentimiento muy claro hacia Paul: el odio.

La palabra como guía

La historia de Gótico carpintero es secundaria y estas simples pinceladas argumentales esbozadas anteriormente son el único chaleco salvavidas del que dispone el lector al lanzarse a las profundidades de la novela. El principal escollo con el que se encuentra el lector es, precisamente, el argumento de la novela, al que debe abandonar en un inicio para sumergirse de lleno en la construcción estética y gramatical del texto. Así, la fuerza de la novela de Gaddis reside en la palabra, en la construcción de los diálogos y de las emociones que experimentan los personajes ante los acontecimientos que viven, exigiendo al lector que se deje guiar e hipnotizar por ese torrente verbal que constituye en sí mismo toda la experiencia lectora en el discurso narrativo de la novela.

El Blog La Medicina de Tongoy resume muy bien en este fragmento la expresividad del lenguaje del escritor neoyorquino en Gótico carpintero:

“Imagínense que alguien (Gaddis) les cubre los ojos con una gasa que les permita ver sombras difuminadas; les ata de pies y manos y les deja en el centro de una habitación que huele a miedo, a viejo, a humedad, a odio, a desesperación y a locura. Recuerden: no pueden moverse, no pueden hablar, apenas ven y nadie les ha explicado nada, no les han puesto sobre aviso de aquello a lo que se van a enfrentar. Escucharán sollozar a una mujer que vive en evasión permanentemente; los gritos de un hombre en continuo frenesí; les oirán hablar de traiciones, fraudes y engaños, también de hermanos ladrones, de políticos corruptos, de predicadores oportunistas y asesinos, de abogados hijos de puta. Tengan presente que despertarán (la novela nunca empieza: ya está ahí cuando llegamos) en el centro de un huracán y tendrán que montar el puzle ustedes solitos sin más ayuda que una atenta lectura.” 

Visto desde ese punto de vista, comprendemos que el lenguaje en Gótico carpintero es algo más, mucho más, que un mero vehículo para construir su trama. Es el catalizador y generador de emociones tanto para los personajes como para los lectores. Porque, como hemos dicho anteriormente, lo que se transmite en Gótico carpintero a través de sus incesantes diálogos no es ni la historia ni la trama, sino la humanidad de los personajes a través de sus emociones. Y eso convierte a las criaturas de Gaddis en individuos complejos, alejados de la planicie del estereotipo. Tanto Paul, Liz o Billy como el señor McCandless reflejan en su discurso sus dudas, sus miedos o inseguridades. Son de carne y hueso. Son reales. Expresan su manera de ser y sus contradicciones. Hablan según les conviene y en función de con quien lo hagan su discurso será de una manera u otra. Por ejemplo, las construcciones sintácticas inconclusas y atropelladas de personajes como el de Liz, que adopta una actitud sumisa y dubitativa ante el agresivo Paul, no son las mismas que utiliza ante McCandless. Su discurso se modula en función de las circunstancias, permitiéndonos conocer sus dobleces y aristas.

Esas palabras surgen y circulan en el interior de la casa de Gótico carpintero. La casa, más allá de su simbología, es un espacio claustrofóbico que Gaddis llena de diálogos incesantes mientras construye el drama de sus personajes. Como si de un escenario teatral se tratara, la trama de la novela sucede o ha sucedido en el exterior, cuyos ecos llegan a través de llamadas de teléfono, las noticias de la televisión o las visitas de personajes externos como el hermano de Liz, y son los diálogos los que dosifican la información entre tanto ruido. Los intereses de los personajes, su egoísmo o su ambición por el dinero impregnan los muros de la casa condicionando ese ambiente enrarecido que sofoca al entrar en el libro. Ese ambiente lo construye Gaddis a través de los diálogos, que nos ahogan y fascinan al mismo tiempo.

El gótico carpintero y la sociedad americana

Cuando se lee material crítico sobre esta obra, gran parte de los autores coinciden en otorgar a la casa protagonista de Gótico carpintero una potente simbología que va más allá del espacio psíquico que analizaba Gaston Bachelard en La poética del espacio (La poétique de l’espace, 1957). Para el ambicioso Gaddis, ese espacio doméstico en el que se desarrollan las relaciones y diálogos de los personajes no es sino el reflejo de la sociedad americana.

Para los que nos estamos familiarizados con el mundo del arte, el Gótico carpintero es un estilo arquitectónico propio de los Estados Unidos que se caracteriza por la influencia del Neogótico del XIX pero con una gran particularidad: su material constructivo es la madera. Se trata, por tanto, de construcciones imponentes y aparentemente sólidas que, sin embargo, son de gran fragilidad precisamente por el material con el que están construidas.

Al igual que la sociedad americana, la casa de la novela está construida con un material frágil totalmente expuesto a inclemencias climáticas, a plagas de insectos, al paso del tiempo. Aparentemente sólida, para Gaddis la sociedad americana tiene unos cimientos endebles y frágiles que no están hechos para perdurar. Ese “sueño americano” del que tan orgulloso está su pueblo puede derrumbarse de un momento a otro, sobre todo por la acción de individuos mezquinos que anteponen sus intereses personales sobre cualquier cosa. Sólo podemos asistir a la progresiva degradación de una sociedad tiranizada por el individualismo, las supersticiones religiosas y el interés monetario que  carcomen desde la propia sociedad hasta las relaciones personales de los individuos. Como indica Patrick Dempsey en su ensayo “William Gaddis: Life & Work, «impresiona desde una cierta distancia, pero cuando se ve se cerca es lo que la novela llama “un mosaico de vanidades, préstamos, decepciones”».

Gótico carpintero es, en conclusión, una novela impactante y monumental. Compleja, absorbente, pesimista, sofocante… los adjetivos nos rodean mientras intentamos posicionarnos en torno a ella. En realidad, ¿se puede amar u odiar una novela? Quizá algunos, como Catulo, sean capaces de albergar de una sola vez las mismas emociones.
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