Años 60, música POP, la 
revuelta de las grandes esperanzas
 
A hard day’s night 
(1964), dirigida por Richard Lester, fue el film con el que los Beatles se 
presentaron al mundo con la explosión de la “beatlemanía”. Eran los años 
sesenta, que se representaron como una época prometedora de optimismo y 
esperanza. Tras los "fabulosos cincuenta”, la década siguiente se caracterizó 
por ser un periodo expansivo, en un contexto de paz internacional prolongada y 
prosperidad económica. Se albergó la esperanza en un futuro capaz de reconciliar 
la prosperidad privada con el gasto público expansivo propio del modelo de 
Estado de bienestar. Una esperanza que corría el riesgo de fracasar en el 
intento de alcanzar esas ambiciosas aspiraciones. Hubo en definitiva, un aura de 
irrealidad y de euforia, un desfase entre anhelo y realidad. Era una época de 
transición e iniciativa hacia los valores del futuro. Fue un contexto de 
políticas sociales expansivas, de asentamiento del Estado de bienestar, ese 
tiempo histórico calificado por historiadores como Eric Hobsbawm como la “era 
dorada del siglo XX (1957-1973)”.
 
En Estados Unidos, donde surgió 
el rock n’roll que escuchaban los Beatles y que les influenció a la hora de 
comenzar a tocar, así como también los movimientos contraculturales, durante el 
mandato de Lyndon Johnson, reelegido el 3 de noviembre de 1964, se materializó 
la que probablemente es la etapa de gestión política más progresista de su 
historia. La aprobación de la Ley de derechos civiles, el desarrollo de las 
políticas sociales por medio del proyecto de La Gran Sociedad, una amplia y 
ambiciosa batería de medidas reformistas de inspiración keynesiana, heredera del 
New Deal de los años 30, la normativa sobre educación garantista de una 
financiación federal suficiente para las escuelas normales y universidades, la 
ley sobre el derecho al voto de 1965, que permitió frenar los esfuerzos de los 
estados del Sur por apartar a la población negra de las urnas, o la creación de 
los seguros de enfermedad y vejez, y los programas de asistencia sanitaria 
“Medicare” y “Medicaid”, son ejemplos de aquel modelo de gestión. También en 
aquellos años surgen los movimientos estudiantiles, inspirados por obras como El hombre unidimensional de Herbert 
Marcuse, que les otorgaba el rol de nuevo agente de la revolución, una vez 
neutralizada la clase obrera por la sociedad de consumo, el movimiento feminista 
y la nueva izquierda americana blanca, que inspirada inicialmente por la lucha 
por los derechos civiles de la población negra, convirtió la oposición a la 
Guerra de Vietnam, conforme avanzaba la contienda, en el centro neurálgico de la 
rebelión. Y en el plano social se produjeron igualmente importantes 
transformaciones. El impacto de la revolución sexual, introdujo una novedosa 
percepción hedonista y personalista del sexo, que se tradujo en una concepción 
liberal de las relaciones de pareja. Como consecuencia, también se transformó el 
modelo de familia tradicional norteamericana en una institución mucho más 
diversa y dinámica.
 
Mientras tanto en Gran Bretaña, 
donde vivieron y crecieron los Beatles, el 16 de 
octubre de 1964: Harold 
Wilson, laborista, con un línea política más a la izquierda que su 
predecesor en la presidencia del partido, se convirtió en el primer 
ministro británico. En ningún caso se trataba del programa del 
partido laborista con el que ganó las elecciones celebradas tras la 2ª Guerra 
Mundial. Clement Attlee formó gobierno el 27 de julio de 1945 con una batería de 
medidas como el pleno empleo, la nacionalización de los sectores básicos de la 
economía, elevación de salarios y la creación de la seguridad social y la 
sanidad pública. Este programa sufrió una drástica reorientación por la crisis 
económica. Propició una ruptura dentro de laborismo, de la que surgió “Keep Left 
Movement”, defensora de la adopción de medidas socialistas, y finalmente llevó 
al poder a los conservadores del 51 al 64. Este periodo se caracterizó por la 
recuperación económica y el asentamiento del Estado de bienestar. El gobierno se 
apropió del modelo laborista y fue girando progresivamente hacia la derecha, con 
gran apoyo popular por la bonanza económica de aquellos años. Pero el 
estancamiento económico y social, el anclaje del gobierno en unos valores del 
pasado, como consecuencia del fin del colonialismo, la preponderancia de Estados 
Unidos y la Unión Soviética, convertidas en superpotencias, que relegó a Gran 
Bretaña a potencia de segundo orden, y el desarrollo económico en Europa con la 
creación de la CECA (CEE), dio una nueva oportunidad al laborismo, ya 
recompuesto y reorientado a la economía mixta. Durante el gobierno de Wilson se 
introdujeron reformas legales en un importante número de cuestiones sociales, 
como la eliminación de la censura, el divorcio, la homosexualidad, la 
inmigración y el aborto, y la abolición de la pena de muerte.
 
Y fue en este contexto histórico 
en el que se lanzó la primera y más exitosa película sobre el fenómeno Beatle. 
En la película los Beatles nos cuentan dos días en su vida de giras, 
actuaciones, ruedas de prensa…Aparece un discurso que refleja una primera etapa, 
una etapa inicial de un movimiento de rebelión juvenil, optimista, desenfadado, 
prometedor, ciertamente de cierta inconsciencia visto desde una perspectiva 
actual, propio de un tiempo, de un ambiente socio-cultural en que el cambio 
parecía posible, arropado por un periodo de paz prolongada y prosperidad 
económica. El espejismo se verá truncado por la crisis del petróleo de 1973 y 
las políticas de recortes sociales propias de finales de los años 70 y 80, 
reflejadas en la eclosión punk, mucho más crítica, descreída, desesperanzada, 
irónica con la posibilidad real del cambio, como veremos. Así, en la 
escena 
inaugural de la película, con la famosa 
canción que da nombre al film de fondo, presenciamos como los Beatles huyen de 
hordas de fans enfervorizadas, de camino al tren que les llevará a Londres para 
la grabación de un programa televisivo, con un tratamiento que transmite energía 
juvenil, broma, irreverencia y oposición a los valores convencionales vigentes 
hasta entonces en la sociedad británica. Ya acomodados en el 
compartimento del tren se topan de bruces con ese 
modelo conservador, en forma de un hombre de unos 50 años, un “businessman” de 
clase alta. El hombre cierra la ventana, con la queja consiguiente del grupo de 
jóvenes. A continuación Ringo Starr pone la radio, un programa musical, y el 
hombre exige que lo apague alegando sus derechos según el reglamento. Paul 
McCartney replica a su vez “Nosotros somos 4. Somos un colectivo, una mayoría. 
¡Viva la clase obrera!”. Expresa con ironía la oposición, el rechazo a los 
valores convencionales, al conservadurismo, y a la división clasista de la 
sociedad británica, valores todos ellos obsoletos a los ojos de los jóvenes. En 
el comentario de Paul se introduce con sarcasmo la idea de colectivo, de clase 
obrera, cuyos derechos son escuchar música, rock and roll, frente al derecho que 
reclama el hombre, conservador, de clase superior, y que denota un 
comportamiento clasista, al terminar añadiendo que se vayan al pasillo, a la 
parte que es la suya. Al caer la noche, ya en Londres, consiguen escaparse del 
hotel en el que se debían quedar a contestar cientos de cartas de fans, según 
estricta indicación de su manager, y se 
van a una fiesta. La película nos muestra a George, Ringo, 
John y Paul, con gran naturalidad, 
bailando al ritmo de I wanna be 
your man, Don’t botter me y All my loving, bebiendo, fumando, 
charlando… Divirtiéndose de acuerdo con las nuevas formas de comportamiento y 
diversión, las nuevas formas de conducirse física y moralmente propias de los 
jóvenes.
 
Sin embargo, la complejidad del 
discurso de la película, la ambivalencia de interpretaciones desde una 
perspectiva actual, se encuentra igualmente presente. Durante la larga espera 
entre una grabación y otra, George entra por error en la oficina 
de producción de la televisión, “Canteen and production 
office”, donde trabajan esos “cazadores de tendencias”, a la busca de las 
tendencias juveniles para venderlas en un programa dirigido a adolescentes. 
Allí, creyendo que se trata de uno de sus “colaboradores”, le preguntan sobre 
ropa para adolescentes y, desconcertados por sus respuestas, caen en la cuenta 
de que “es auténtico. Les dije que no manden auténticos, los falsos son más 
manejables”. George califica de “grotis” (de grotesques) unas camisas que le 
enseñan, y el director de la oficina ordena que se apunte esa palabra para 
Susan. Ante su actitud, el publicista le habla del complejo de inferioridad y de 
la pérdida de estatus que sentirá cuando no pueda llevar esas camisas.- “Claro 
que son grotis. Es lo que queréis”-. Y ante el recurrente rechazo de George le 
amenaza con prescindir de él, a lo que éste responde que le da igual. Le señala 
que esa actitud no se lleva, que se lleva ser apasionado y de derechas, y 
también que no conocerá a la referida Susan, “Susan Campey, nuestra adolescente 
fija. Os encanta. Es vuestro símbolo. Ella impone la moda. Es su profesión”. 
George la desacredita y el productor, ya absolutamente desquiciado, lo echa de 
la oficina. Y acto seguido le pregunta a su asistente si el comportamiento que 
acaban de presenciar no será una nueva tendencia. Finalmente, se convence de que 
todavía quedan tres semanas para un cambio de tendencia, pero al mismo tiempo 
acaba decidiendo que vayan preparando la rescisión del contrato a Susan. En esta 
secuencia, la propia película reflexiona de forma crítica sobre el negocio de 
las modas para los jóvenes y la manera de venderlas, sobre la cultura del 
consumo, y la capacidad del sistema capitalista para utilizar la imagen juvenil 
para vender productos. Por un lado, vemos el rechazo al merchandising que 
muestra la actitud de George, a la vez que los propios Beatles y todo el 
fenómeno de fans es un producto para los jóvenes. Finalmente, el cambio y la 
rebelión en ningún caso pretendían subvertir el paradigma dominante, sino que se 
acaban enmarcando en la cultura de 
consumo, como productos para los jóvenes que llenan un 
nicho de mercado. Los mecanismos de la incipiente industria discográfica se 
institucionalizaron en aquellos años con gran rapidez, tomaron las riendas de 
las tendencias juveniles y las domesticaron, con el fin de comercializar 
productos manufacturados. Las novedades más llamativas de la cultura de los 60 
en Gran Bretaña provinieron de la cultura popular y su alianza con los 
mecanismos de difusión y comercialización de tendencias, movimientos, modas, 
personajes e imágenes. La riqueza cultural de aquellos años se desarrolló a la 
vez que los nuevos mecanismos comerciales de difusión.
 
El film, el fenómeno Beatle, y el 
mismo rock and roll, constituyen un producto de la cultura de masas, que otorga 
protagonismo a la cultura de la clase trabajadora, esa clase obrera, cada vez 
más asentada económicamente, con posibilidades de ocio y de consumo, que vive un 
intenso proceso de cambio desde los valores tradicionales de su cultura hacia el 
reclamo del consumismo. Los agentes, los Beatles, y sus seguidores, los nuevos 
consumidores de productos de la cultura popular, pertenecen a esas nuevas clases 
trabajadoras. Los testimonios de los protagonistas en The Beatles Anthology (1) se refieren 
sin el mínimo atisbo de entusiasmo a los trabajos, como oficinistas, contables o 
conductores de autobús, los oficios de sus padres, en los que estarían ocupados 
si no se hubiesen dedicado a la música.
 
La ambivalencia entre la realidad 
de la rebelión contra el convencionalismo, y la integración de ese movimiento de 
rebelión en la cultura dominante, lo podemos rastrear en el testimonio 
retrospectivo de John Lennon en la antología referida, “cuando hicimos nuestra 
primera grabación para Granada TV, comenzamos a vendernos”. Y también nos sirve 
para enlazar con el otro producto fílmico y musical, The great rock and roll swindle, 
dedicada al fenómeno de los Sex Pistols, dentro de un movimiento 
socio-cultural como el punk, mucho más agresivo formalmente, en la que se 
ironiza sobre este valor contracultural, de cambio y crítica del mismo 
movimiento punk, ya que nos muestra un manual práctico de la manera de crear una 
banda de rock exitosa por pasos.
 
Años 70, eclosión PUNK, 
la revuelta de la decepción
 
A finales de los 70 las 
perspectivas de progreso social de las décadas anteriores habían sufrido una 
transformación profunda. De aquella era dorada quedaban apenas retazos y un 
ambiente de profunda conflictividad social. Desde una perspectiva 
socio-cultural, a finales de los 70 se estaba completando un ciclo, las grandes 
aspiraciones que alumbraron la década anterior se habían ido desmoronando. La 
decepción y frustración profunda de aquellos años convulsos derivó en las 
revueltas mucho más violentas de los años setenta. Todos los ámbitos se 
radicalizaron. La contracultura, que se iba abriendo paso durante los años 
sesenta, surgió en estos años de manera mucho más desenfrenada, e incluso 
violenta. Los años setenta fueron una época de tensión y profunda crisis por la 
imposibilidad real de integrar los nuevos valores que habían transformado todas 
las instancias de la vida. Y a todo ello se unió la incertidumbre económica, 
cuando se empezaron a manifestar los primeros síntomas de la crisis del petróleo 
de 1974. El sueño de prosperidad eterna parecía estar desvaneciéndose, y con él, 
otros muchos. Y la reacción neo-conservadora se fue fortaleciendo hasta alcanzar 
el poder.
 
En 1979 Margaret Thatcher accedió al número 10 de 
Downing Street en un contexto de profunda crisis económica, tras un mandato 
laborista de 4 años que no fue capaz de congregar las voluntades populares 
frente al drástico deterioro socio-económico. La Dama de Hierro puso en marcha 
estrictas políticas conservadoras, como la abolición del poder de los sindicatos, 
la desregularización, 
especialmente del sector financiero, la flexibilización 
del mercado laboral, la privatización 
o cierre de empresas 
públicas y la eliminación de subsidios 
a otras. Durante sus primeros años de gobierno, la popularidad de Thatcher 
declinó notablemente en medio de la recesión y el alto desempleo hasta que la 
recuperación económica y la victoria en la Guerra de 
Malvinas en 1982 condujeron a su reelección en 1983. Llevó adelante 
una férrea política exterior caracterizada por su oposición a la formación de la 
Unión Europea y un completo alineamiento con la política exterior de Estados 
Unidos – y la consecuente oposición a la Unión Soviética-, donde desde el año 
1981 ya gobernaba su gran colega el republicano Ronald Reagan.
Reagan no fue menos en la puesta 
en práctica de las formulaciones neoliberales. Su política económica, entroncada 
en la llamada economía 
de la oferta, que se haría famosa bajo el nombre de "reaganomics," 
se caracterizó igualmente por la desregularización del sistema financiero, por 
las rebajas substanciales de impuestos y por una línea dura con los sindicatos. 
En su primer período sobrevivió a un intento 
de asesinato. Fue reelegido con una gran mayoría en las elecciones de 
1984. El segundo período de Reagan estuvo marcado principalmente por asuntos 
extranjeros, siendo los más importantes el fin de la Guerra 
Fría, el 
bombardeo de Libia, y la revelación del Irán-Contras. 
Previamente el presidente había ordenado un masivo incremento del gasto militar 
para la lucha estrecha contra la Unión 
Soviética, dejando atrás la estrategia de la détente. 
Suya fue aquella descripción apocalíptica del enemigo comunista, como el 
"imperio del mal". Durante sus mandatos apoyó movimientos anticomunistas 
en todo el mundo a través de la denominada Doctrina 
Reagan.
 
En The great rock and 
roll swindle (1980), dirigida por Julien 
Temple, en forma de documental de 
ficción, se nos cuenta la acelerada historia de ascensión y caída (1975-1978) de 
la que es considerada la banda iniciadora del movimiento Punk, los Sex Pistols. Respecto al film, y en 
contraposición al contexto histórico anterior, en su discurso se abandona 
cualquier posibilidad de cambio, de renovación de los valores del establishment, 
en favor de una hiriente y provocadora ironía. A nivel formal, el curso 
narrativo de este falso documental se desarrolla como una guía práctica de 
manufactura de una banda de rock and roll por fases (“lessons 1-10”). En la 
escena inicial una máscara negra, que oculta el rostro del manager de la banda, 
Malcom McLaren, se dirige directamente al espectador para diseccionar cuestiones 
como la elección de los miembros del grupo y las razones que la impulsaron, o su 
obsesión por que el grupo no compitiera con otras formaciones más asentadas, 
haciéndoles tocar en lugares poco habituales, como salas de striptease, cárceles 
o desfiles de moda, y generando de esta manera una curiosidad por el grupo, que 
quedaba convertido en un material comercial de difícil acceso. Entremedias, 
imágenes de archivo de los conciertos 
en directo de la banda, durante los cuales surgió aquella 
irreverente manera de bailar saltando al ritmo del Punk, el “Pogo”, con 
“Anarchy 
en the UK” o “Pretty 
vacant” de fondo. McLaren, autodenominado creador del 
fenómeno, continua su ejercicio de provocación al espectador, señalando que a 
los jóvenes no les importa la música, sino vestirse de forma rara, o que para 
conseguir el éxito de un grupo de rock and roll es aconsejable olvidarse de la 
música y crear una brecha generacional, insistiendo en la idea de la 
manipulación del grupo con un fin estrictamente comercial.
 
Sin duda la película adolece de 
la megalomanía extravagante y posiblemente revanchista de McLaren, que orquestó 
el film tras el abandono del cantante del grupo Jonhy Rotten, y la subsiguiente 
disolución de los Pistols. De hecho, Rotten fue siempre muy crítico con la 
visión de la historia de la banda dada por McLaren, y solo aparece en la 
película en imágenes de archivo, al contrario que el resto de los miembros del 
grupo, que interpretan seudo personajes, Steve 
Jones como "The Crook", el bajista 
Sid 
Vicious como "The Gimmick" y el batería 
Paul 
Cook como "The Tea-Maker”. Justamente por esa impronta del manager 
del grupo, la película obvia en exceso las circunstancias históricas, las 
tensiones socio-culturales de la época. Aunque al mismo tiempo representa un 
producto muy ilustrativo de aquélla. No obstante, para completar el análisis del 
componente socio-cultural, y como contrapunto, también quisiera recurrir al 
documental que de nuevo Temple dedicó a la historia de los Sex Pistols en 2001, 
con el beneplácito del grupo al completo, The Filth and the fury (2), en referencia al famoso titular con el 
que el Daily Mirror presentó el fenómeno.
 
McLaren, ataviado con una 
camiseta donde se lee “Cash for Chaos” continua ahondando en su concepción del 
rock and roll como negocio de naturaleza fraudulenta, al relatar el 
comportamiento del grupo con las diferentes compañías discográficas con las que 
se relacionaron durante sus dos años escasos de existencia. Obtuvieron miles de 
libras, sin grabar una sola nota en el caso de la discográfica A&M, y apenas 
cuatro sencillos y un disco, el celebérrimo Never mind the bollocks. Here’s the 
Sex Pistols, en el conjunto de su carrera. En este capítulo 
merece una mención especial la larga secuencia en forma de cómic que relata la 
visita del grupo a la sede de la compañía A&M, tras rubricar la firma de un 
contrato, que terminará poco después. Destrozos por doquier, insubordinación con 
los dirigentes de la empresa o un encuentro sexual de Steve Jones en el lavabo 
con una secretaria, componen el retrato provocador de una manera de conducirse y 
comportarse premeditadamente irreverente.
 
La película también relata, en un 
escenario de éxito fulgurante, a la par que una activa oposición al grupo del 
ala conservadora de la sociedad inglesa, el famoso episodio del concierto que el 
grupo dio sobre el rio Támesis interpretando “God 
save the Queen”. La canción, que comienza refiriéndose al 
régimen fascista que convierte a los británicos en potenciales bombas H, ahonda 
en realidad en la sensación desesperanzada de los jóvenes en medio de una crisis 
económica que los condenaba al desempleo y la segregación económica --“No future 
in England’s dreaming (No hay futuro en el sueño británico)”. La canción, los 
Sex Pistols y el mismo movimiento punk se pueden considerar como síntomas de esa 
falta de perspectivas de futuro en la sociedad británica de finales de los años 
70. Con esta canción alcanzaron el número 1 de las listas de éxitos, a la vez 
que fue censurada en la gran mayoría de las emisoras de radio. Temple, en su 
documental de 2001, puso especial énfasis en señalar cuál era el contexto 
socio-económico que alumbró el nacimiento del Punk y de los Sex Pistols. La voz 
en off que nos cuenta esta historia comienza señalando que el partido laborista 
había hecho muchas promesas, pero muy poca cosa por la clase obrera británica. 
La clase obrera estaba confundida sobre su propia identidad, sobre quiénes eran 
en realidad. La inmensa mayoría de los jóvenes estaba en paro. Gran Bretaña se 
encontraba sumida en el caos social, con disturbios diarios. El sector más 
desfavorecido de la población, la maltratada clase obrera, a la que pertenecían 
las familias de todos los miembros del grupo, comenzó a revelarse contra el 
sistema porque éste no funcionaba. “El germen y la semilla de los Sex Pistols 
surgió de eso”.
 
La parte final del film relata a 
su vez la etapa final de la banda, la catastrófica gira norteamericana, el 
último concierto que dieron en el Winterland Ballroom de San Francisco en medio 
de la polémica mediática, y al que siguió la deserción de Johny Rotten, y la 
escapada a Brasil de Steve 
Jones y Paul Cook. A partir de ese momento el falso documental que 
componen Temple y McLaren nos conduce por un confuso tránsito de reflexión sobre 
el final del grupo y el devenir de cada uno de sus miembros. Steve Jones "The 
Crook", que ha dedicado sus esfuerzos a investigar las razones del éxito y 
posterior fracaso del grupo, exhibe una vez mas sus aptitudes sexuales, primero 
con una misteriosa amante oriental mientras ambos cantan “Lonely boy”, y 
posteriormente con una compañera de butaca en un cine donde se está exhibiendo 
la historia del grupo de la que él mismo forma parte. También Sid Vicious, que 
moriría apenas un año después por una sobredosis de heroína, acusado del 
asesinato 
unos meses antes de su novia Nancy Spungen (3), aparece 
interpretando en Paris, ante un público que más bien encajaría en una 
representación operística, una versión muy personal de “My way” de Frank 
Sinatra, que termina con la ejecución de gran parte del respetable. Como 
despedida, el film, de nuevo en formato cómic, con los miembros de la banda 
enrolados en un barco pirata y los títulos de crédito en marcha, nos dedica una 
canción de comprometida calificación, en todo caso con un contenido claro, 
“Masturbándonos en la torre, no había nada más que hacer”.
 
Rebelión vs cultura 
dominante
 
Desde mediados de los años 60, en 
que los Beatles animaban con cierta candidez al cambio en una sociedad 
complacida y confiada en su capacidad de progreso, hasta el último tercio de la 
década siguiente, donde los Sex Pistols escupían repudio, frustración y 
desvergonzada ironía sobre cualquier posibilidad de mejora para la clase 
trabajadora, habían sucedido cambios relevantes. Una vez más los cíclicos 
cambios del sistema capitalista conforman el telón de fondo de una 
transformación cultural. Porque la rebelión contra la cultura dominante nunca 
parece haber conseguido trascender su naturaleza económica, colocándonos de 
nuevo ante la ambivalencia del fenómeno de los movimientos contraculturales, y 
del rock and roll en particular, en relación con sus efectos sobre la cultura a 
la que se oponen. Si bien es innegable que el efecto se produce, que acontece 
una transformación en la cultura de masas, una ruptura con los valores 
anteriores en la esfera individual y colectiva, que podemos reconocer en la 
actualidad en nuestras vidas. De manera simultánea somos testigos de la 
transformación de esas nuevas maneras de vivir y comportarse en productos a 
disposición para consumir. La contracultura introduce cambios en el sistema 
moral que la precede, y se constituye en una herencia que ha llegado hasta 
nosotros y ha modificado nuestros modos de existencia en forma de valores reales 
contemporáneos. Pero al mismo tiempo nos muestra la capacidad del capitalismo 
poscontemporáneo, del establishment, 
de subsumir en su favor las energías de la cultura antagónica, convirtiendo 
discursos críticos que tratan de presentarse como antisistema, en mercancías. En 
estos últimos años estamos sufriendo una nueva embestida de las crisis 
sistémicas del capitalismo, con nuevas características, pero idénticos 
perniciosos efectos sociales. En el año 1976 un tabloide británico se preguntaba 
quienes eran aquellos punks. Yo hoy me pregunto ¿quienes son los nuevos rebeldes 
y qué conseguirán esta vez?
 
NOTAS:
(1) The Beatles Anthology by The Beatles, 
edición en español por Ediciones B, S.A., Barcelona, 2000.
(2) El documental de Temple 
constituye un material de consulta imprescindible para los interesados en el 
movimiento Punk y en los Sex Pistols. En él, junto a otros protagonistas 
destacados en la época, el cantante y compositor del grupo, John Lydon –Jonhy 
Rotten-, que se negó a participar en lo que consideró una competa manipulación 
de McLaren en 1979-1980, participa activamente en relatar cuales fueron las 
circunstancias personales, sociales, culturales y creativas que alumbraron un 
fenómeno cuya influencia en el universo rock and roll ha sido tan 
relevante.
(3) Para lo interesados en una de 
esas célebres historias de sexo, drogas, rock and roll y muerte, pese a haber 
sido criticada por algunos de los que más de cerca conocieron la relación, como 
Jonhy Rotten, se puede ver la película Sid and Nancy - Love kills (1986), de 
Alex Cox, con un transformado Gary Oldman en el papel 
protagonista.