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El libro de Rosa María Artal, <i>La energía liberada. El estallido social de un mundo en crisis</i> (Aguilar, 2011)

El libro de Rosa María Artal, La energía liberada. El estallido social de un mundo en crisis (Aguilar, 2011)

    AUTORA
Rosa María Artal

    BREVE CURRICULUM
Periodista y escritora, nació en Zaragoza y reside en Madrid. Licenciada en Ciencias de la Información, cursó estudios de Sociología y Ciencias Políticas. Ha desarrollado una amplia carrera en televisión, radio y prensa

    TRABAJO PERIODÍSTICO
En RTVE fue presentadora de telediarios, incluido el TD Internacional, y una de las reporteras clásicas de Informe semanal. Para este programa cubrió importantes acontecimientos como la caída del Muro de Berlín, de la que fue testigo directo desde la RDA, el fin de la URSS o del Pacto de Varsovia. Fue corresponsal de El País en Aragón durante la Transición

    LIBROS
Es autora de nueve libros, entre los que destacan: Diario de una mujer alta (2001), 11M-14M, Onda expansiva (2004), España, ombligo del mundo (2008) y Reacciona (2011), como promotora, coordinadora y coautora




Tribuna/Tribuna libre
La energía liberada. El estallido social de un mundo en crisis
Por Rosa María Artal, martes, 1 de noviembre de 2011
Tras el ignominioso espectáculo de una crisis provocada por las instituciones financieras que se salda a favor de ellas, en perjuicio de la población en general y con el apoyo de políticos —divorciados de la soberanía popular—, sustentado el tinglado por un periodismo que ya es el Tercer Pilar del sistema —con el económico y el político— en lugar de aquel viejo Cuarto Poder (el contrapoder al servicio de la sociedad), se han venido sucediendo conatos de rebeldía social, buscando un equilibrio.
Los motivos del descontento parecen evidentes. Sin embargo, la causa última se ubica más allá y más abajo, en la profundidad del germen. Un cúmulo de fuerzas concatenadas, de movimientos ocultos cuyos efectos se notan y se sufren. Principios altamente activos: están cambiando el curso de la civilización.

Vivimos en una cultura social que sólo mira la superficie. Lo que no tiene sino longitud y anchura, en definición de Euclides. Hueca, vacía, insustancial y liviana corre nuestra civilización. Externa, sin profundizar en el interior. No es casual, por tanto, que los grandes poderes e incluso una ciudadanía así adoctrinada ignorase las múltiples fricciones que se producían fuera de su mirada, la acumulación de agravios que subyacía bajo la aparente normalidad, el potencial inmenso también de ímpetu creador. Lo necesitamos. Porque también es la superficie la que acoge nuestra historia, nuestras realidades y nuestros sueños; nuestros afectos, nuestros gozos y nuestras desdichas, el hogar que queremos confortable para ser felices y crecer.

En La energía liberada. El estallido social de un mundo en crisis he tratado de contar la génesis y la trayectoria de esas fuerzas que actúan como placas tectónicas sobre la sociedad, las causas por las que la mayoría de los afectados no se mueve - en el largo capítulo de la superficie-, y las erupciones que, sin embargo, han hecho brotar una energía liberadora que busca generar una nueva ciudadanía basada en el equilibrio social y la cordura. Ya en gran parte del mundo. Por primera vez en la Historia. En la vieja escuela de los reportajes, me apoyo en los datos y en las opiniones publicadas de expertos cuyo criterio considero relevante –siendo este punto de especial valor por la altura de sus razonamientos-, para elaborar mis propias reflexiones.

UN POCO DE HISTORIA

El repaso a nuestra historia reciente nos muestra cómo todas las crisis del capitalismo se han gestado e intentado resolver siguiendo un patrón tan idéntico que resultaría tedioso describir si no fuera por sus dramáticas consecuencias para la población. El asalto neoliberal (ensayado ya con trágico éxito en Latinoamérica y en África) se produce inmediatamente después de la caída del Muro de Berlín, en el mismo mes de Noviembre de 1989. El Consenso de Washington —el acuerdo que posibilita el definitivo ascenso neoliberal— parte de un documento elaborado con premura extrema —o así lo parece— por John Williamson. Su título no puede ser más evidente: “Lo que Washington quiere decir por política de reformas”. Al cónclave para aprobarlas acuden políticos y altos funcionarios, la Reserva Federal, el Banco Mundial y el FMI. Le sigue el Consenso de Bruselas para Europa que comienza a aplicarse a partir de 1990. Sus líneas básicas van a constituir el manual de actuación a partir de entonces: recorte del gasto público, reforma fiscal para favorecer a los más ricos, liberalización del comercio internacional, liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas, privatizaciones o desregulación. Nunca han funcionado las soluciones impuestas desde los poderes… salvo para llenar los bolsillos de unos pocos mientras se vaciaban, más aún que recursos, derechos. Ningún ajuste sacia su inmensa codicia, solo que, merma tras merma, está llegando la anorexia social.

Libres de trabas, los poderes que hoy rigen el mundo han propagado su misión de África a Latinoamérica, la Rusia de los virajes, el mundo islámico y, por fin, Occidente y sobre todo Europa. La impunidad caracteriza al capitalismo. No hay responsables.

DEL PODER ECONÓMICO AL FRACASO DE LA POLÍTICA

El poder económico es la placa tectónica más identificada y dañina, pero incluso podría entenderse su actitud si se lo permiten—, son por tanto los políticos quienes han fallado, subyugados o sojuzgados por quienes manejan el dinero. El multimillonario George Soros –tan filántropo como especulador-, escribió en 1999 un libro titulado La crisis del capitalismo global. En él exponía la situación –con la frialdad de un cirujano-, para calificar de “fundamentalista” al mercado y diciendo sin tapujos que “la relación entre capitalismo y democracia es endeble” y sus intereses, muy distintos. ¡Y tan distintos! Es la política por tanto la que ampara la especulación, el oligopolio de unas agencias privadas de calificación norteamericanas que tumban países enteros con sus ciudadanos dentro, pese a sus flagrantes errores. Y toda la suerte de instrumentos financieros que, como los CDS (Credit Default Swap), están destinados a proporcionar desorbitados enriquecimientos apostando en contra incluso de Estados soberanos. ¿Quiere Vd conocer con algo más de detalle quiénes son “los mercados? En La energía liberada se apuntan numerosos datos.

Si el origen de la situación que padecemos la tiene la globalización, debería ser exigible una gobernanza mundial con garantías para los ciudadanos, pero no existe. Lo más parecido a ella sería la ONU, sabiamente desactivada, que parece hoy solo dedicada a emitir declaraciones solemnes. De hecho, lo que importa es su Consejo de Seguridad y la correlación de fuerzas que se estableció en su momento gracias a la cual siempre ganan los mismos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) es un organismo intergubernamental especializado de la propia ONU —de representación prácticamente mundial— que ha tomado vida propia. Sus objetivos iniciales le señalaban el equilibrio sostenible entre países o la erradicación de la pobreza. En la práctica las líneas de actuación las ha marcado realmente el equipo directivo y, desde que el neoliberalismo tomó las riendas económicas, ésa fue la tónica del FMI, que potencia esa ideología allí donde actúa. “Ni un solo país ha mejorado con las políticas de austeridad del FMI”, resalta Susan George. Del mismo modo, el Banco Mundial se creó con el objetivo de ser fuente de asistencia financiera y técnica para los llamados países en desarrollo. Tras la gran contienda ayudó a la reconstrucción de la Europa devastada… luego ha seguido la misma evolución del FMI. Y, si quiere una auténtica guía de cómo ha actuado la política, repase las actuaciones del G20 -sintetizadas en unas pocas páginas-, desde su presunta intención de “refundar el capitalismo” a consagrar el neoliberalismo más feroz.

LA UE, COMO FALLA

Atravesando el volcán a medio gas que ha supuesto en la práctica Obama en EEUU (con el furibundo divieso del ultraderechista Tea Party como única excusa) o la ciclogénesis china (imprescindible para entender qué nos está ocurriendo), y el poder actual de los países emergentes del BRIC, llegamos a Europa, y dentro de ella, a la que fue prometedora unión que iba a basarse en “la solidaridad de los hechos”.

La UE, dominada hoy por los conservadores, se ha constituido en una auténtica falla que se extiende de Bruselas a Estrasburgo. Graves defectos estructurales, ya desde el Tratado de Maastrich en 1992, la han consolidado como una unión económica, desigual, que olvida lo social, y guiada –hoy más que nunca- por el poder omnímodo de Alemania y, en menor medida, de Francia y el Reino Unido.

El euro nació como un vástago enfermo. Ni Maastricht que lo alumbró ni toda la historia posterior de la UE lo dotaron de los mecanismos para un desarrollo saludable. Los líderes europeos comenzaron el edificio por el tejado, pensaron que la moneda única ayudaría a configurar un auténtico gobierno de todos capaz de gestionarla al dotarse de una política fiscal y económica común, cosa que aún no ha sucedido. Demasiado vigor posee el euro para crecer con estos condicionantes. ¿Consecuencias? Ataques especulativos a la moneda europea, alguno más de los que hasta ahora se han publicitado. Y Grecia como chivo expiatorio cuando es “la uña de un dedito”, según reciente definición de Lula Da Silva.

Y, por fin y por el momento, la actual crisis de la deuda soberana como nuevo objeto de negocio y ácido que corroe nuestros cimientos. Los desgraciados países a los que se “rescata” reciben cantidades sensiblemente inferiores a las entregadas a los bancos sin exigirles a cambio a éstos ninguna medida gravosa como sí se reclama a los ciudadanos (a algunos bancos y a algunos países, que en su inmensa mayoría no coinciden naturalmente). Y la ley del embudo nos muestra a Alemania, por ejemplo, pagando su deuda -que la tiene, e incluso superior a la española, por poner un caso-, al 2%. A España al 5 ó 6%, y Grecia al 18,50 (fue una de las últimas cifras pero proponen intereses del 70%). Así, “El resultado de aplicar los planes de ajuste (severos recortes de gasto público, privatizaciones, moderación salarial...) ha sido recaudar 1.900 millones de euros menos y gastar 2.700 millones de euros más. Eso no recorta el déficit, lógicamente, sino que lo incrementa”, explica el economista Alberto Garzón Espinosa.

ESPAÑA: CIMIENTOS DEFECTUOSOS Y EXPLOSIÓN DE LA CRISIS

España cuenta con su propia placa tectónica. Nacida, en lo económico, de una política de vivienda nefasta que culminó en la burbuja inmobiliaria. Añadamos una corrupción endémica –tolerada por la sociedad- o la pervivencia del franquismo sociológico del que quedan y siguen aflorando amargos exponentes.

El 12 de Mayo de 2010 el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero dio cuenta en el Congreso (sin apenas contarlo) de cómo había sucumbido a los mandatos de los poderes financieros, de la UE, y hasta de una estratégica llamada de Barack Obama. Fue su más terrible error: por coherencia debió dimitir exponiendo claramente la situación a los ciudadanos. Los votantes socialistas no lo entendieron y la oposición neoliberal del PP acrecentó sus zancadillas, beneficiándose electoralmente del rechazo al partido en el Gobierno, para conducir previsiblemente a España –a tenor de su ideología- a profundizar en la crisis. Al menos en la de los ciudadanos, no así –nunca- de los poderes financieros y empresariales.

Llegaron pues las insostenibles mermas sociales que no lograrían aplacar a “los mercados” y, fruto de las equivocadas políticas de ajuste, siguió creciendo el paro –insostenible, casi ya 5 millones de personas-, incluidas en ellas el 46% de los jóvenes.

Debemos estar atentos a nuevos peligros: el descrédito en el ejercicio de la imprescindible Política está ya haciendo aflorar en diversos lugares del mundo populismo, ultraderecha que se sienta en Parlamentos, o la “mano dura” de gobiernos que –como el de Cameron en Gran Bretaña- pretenden solucionar con “moral” los serios conflictos que han provocado.

LA ENERGÍA LIBERADA

Por todo ello y muchas cosas más –que encontrarán en el libro- el volcán dormido empezó a despertar. Los grandes medios servían al sistema no aportando la información precisa, -perdida al menos en un mar de entretenimiento decretado-, pero estaba Internet. Desde wikileaks, al hambre provocado por la crisis alimentaria especulativa, las inadmisibles mermas sociales o el renacer de la conciencia ciudadana, los poderes ciudadanos fueron también uniéndose en el subsuelo, concatenando sus fuerzas, para emerger en una erupción. Bulle el mundo desde la Plaza del Sol de Madrid en el 15 M, y en todos los soles que en España y fuera de ella nos alumbran desde entonces en un halo de esperanza. Desde Wisconsin a Islandia, de los países árabes a Israel, en Grecia y Portugal, en Chile, China, Indonesia, Rusia, Tailandia, incluso en Azerbaiyán, en la India, y en muchos lugares que ni sabemos ya. Puede ser tal estallido social una casualidad? ¿Y qué haremos con él? ¿Diluirlo? ¿Reprimirlo para “aplacar (con sus restos) la ira de los mercados”? ¿Crear una sociedad más justa y humana?

Energía liberada, nueva, y ni políticos ni muchos periodistas aposentados saben qué hacer con ella. Intentar destruirla es tarea imposible, ignorarla una temeridad, mejor dejarla fluir y extraer su provecho. Ella sola lo hará en todo caso.

¿El futuro previsible? Hace cuarenta años Bob Dylan nos anunció un tiempo nuevo, señalando sus signos esperanzadores y sus contrapesos. Cumplía 70 el músico mientras ciudadanos españoles luchaban por su dignidad en las plazas de ciudades y pueblos. Y el himno de Dylan refrescaba su actualidad: “La gente empieza a juntarse por donde tú andas/ Y reconoces que las aguas han crecido a tu alrededor/ Y ves que pronto estarás mojado hasta los huesos/ Si tu tiempo tiene algún valor para ti, entonces es preferible que empieces a nadar/o te sumergirás como una piedra/ porque los tiempos están cambiando”.

Décadas de atropellos, en progresión ya insostenible, han emergido en fluidos de firmeza, calma y sensatez. Para zambullirse, avanzar y construir, de abajo arriba, desde la amplia base social, regenerando los cimientos de un sistema enfermo. Al que, inerte, se hunda lo engullirán las simas de la Historia.

La bola adivinatoria no sirve nunca. Sí los datos. Sí los hechos. Bajo los adoquines —y la arena, el cemento, la hierba, los campos sembrados, el barro o la tierra, el agua de ríos y mares, las nubes incluso— había rabia, pero también decisión, sensatez, ilusión y esperanza… energía.

¿Qué nos espera? Por múltiples razones habrá que aventar los esquemas tradicionales: es la lucha de lo viejo contra lo nuevo. El futuro muda cada vez que lo miramos. Gestación, desarrollo, consolidación, futuro… complejos en un mundo interrelacionado. Todo edificio crece apoyado en sus cimientos; sólido, si la tierra no tiembla descontrolada, si no intentan destruirlo con toneladas de violencia e intransigencia… Y, aun así, nadie puede prever la fuerza de la energía liberada.
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