
¿Qué 
es la vida? La emoción de acariciar a un recién nacido, la muerte del mejor 
amigo - el hermano-, la influencia estricta y represora del padre, la fuerza de 
la madre cuya dulzura y cuidados a la sombra del progenitor mantienen a la 
familia unida, las travesuras que se cometieron en la infancia, la complicidad, 
el dolor sofocado pero persistente de la pérdida. Todo esto y mucho más es Jack 
O’Brien (Hunter McCracken – el joven Jack -, Sean Penn – el Jack adulto), el 
álter ego de Malick, el núcleo central del film, sólido e íntimo, lleno de 
matices, una infancia marcada con hierro candente, atormentada silenciosamente 
por un padre al que no se le discute o replica, al que se acata 
ipso 
facto agachando la cabeza. Y por supuesto, esa muerte con la que convive de 
adulto. 
Con escasos diálogos y muchos silencios, miradas intensas y 
desoladas que gritan socorro, y un narrador en voz en off acompañado por una 
banda sonora delicada (compuesta de Brahms, Mozart, Bach, Malher, Couperin, 
Berlioz etc. – impresionante el trabajo de Alexandre Desplat), se nos desvela un 
periodo de la vida de los O’Brien en Waco, Texas, durante los años 50 (la etapa 
del presidente Eisenhower), una compleja y sobrecogedora visión de la infancia, 
esa que nos moldea para el resto de nuestras vidas, de los lazos familiares 
difícilmente explicables. Aunque el proyecto de Malick es mucho más ambicioso, 
es propio del artista que se escucha a sí mismo. ¿Qué es el misterio de la vida, 
de Jack o de sus dos hermanos, la existencia y la muerte? ¿Qué sentido tiene? 
¿Cómo se imbrica la vida humana en el universo? Y aquí comienzan las 
divagaciones espirituales del director-artista, desde el nacimiento del cosmos, 
al organismo unicelular pasando por la era de los dinosaurios, que desalentarán 
a muchos y enamorarán a otros tantos. 
El árbol de la vida es un 
ejercicio de texturas y sensaciones tanto visuales como musicales, un lenguaje 
cinematográfico complejo, una narración poética, sensible y simple a la vez, en 
la que Malick, además de contar su historia, una historia de una belleza 
terrible, se adentra en una búsqueda espiritual que dé sentido a nuestras 
pequeñas vidas humanas y mortales, a la vida de Jack, embebiéndola en el tiempo 
del planeta y engarzándola a la religiosidad con la que se educó en su infancia. 
Y se hace larga, por sus divagaciones introductorias, o por lo menos por parte 
de ellas, alguna incluso innecesaria - ¿realmente había que incluir la Era 
Secundaria y la metáfora entre los dinosaurios, el padre y el hijo? - , o es que 
quizá la forma que tienen no es totalmente adecuada a pesar de la belleza y el 
lirismo de sus imágenes. Sin embargo, el núcleo es, simplemente, brillante, y el 
reparto, encabezado por una Jessica Chastain (la madre) en absoluto estado de 
gracia, espléndido. Brad Pitt borda el papel del padre y Hunter McCarcken, Jack 
de niño, es magnífico – Sean Penn ya se quejó profusamente de su escaso 
protagonismo como Jack adulto. 
The Tree of Life es propia de un 
artista, ese artista escurridizo que aparece de vez en cuando con un producto 
exquisitamente propio, y que se queda en silencio años cogitando su próximo 
trabajo. Sea lo que sea, Malick siempre es interesante, y aunque ésta no sea una 
obra maestra por los altibajos rítmicos y de coherencia, no hace falta tanto 
para que produzca interés y reflexión.
Tráiler de la película de 
Terrence Malick, El árbol de la vida (vídeo colgado en 
YouTube por krazyforjocelyn)