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Fernando Lozano

Fernando Lozano

    AUTOR
Fernando Lozano

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Ólvega (Soria, España), 1958

    BREVE CURRICULUM
Cerezas es el primer relato que ve la luz, pese a su considerable producción literaria: poesía, relatos cortos, novela…El amor homosexual, tratado con pulsación tan poética como inusitada, es omnipresente tanto en sus cuentos como en sus novelas




Opinión/Entrevista
Entrevista a Fernando Lozano, autor de Cerezas
Por Jesús Martínez, martes, 1 de febrero de 2011
Un genio anda suelto

The Horse’s Mouth, escrito allá por 1944, fue el primer gran éxito del autor británico Joyce Cary. En 1958 se realizó su versión cinematográfica con el siguiente título: Un genio anda suelto. En ella, un excéntrico pintor londinense, interpretado magistralmente por Alec Guinness, constituye un verdadero y constante sobresalto para sus amigos, incapaces de seguir el ritmo de sus inesperadas ocurrencias. De todas ellas, la peor es su irreprimible obsesión por pintar cuadros cada vez más grandes, con enormes figuras de pies. Fernando Lozano es un representante nato de esa pléyade de creadores de los que uno no sabe bien si son en vida una pura leyenda, o hasta si existen realmente.
Escurridizo, amante de países cálidos y alegres, enemigo declarado del invierno y de los colores oscuros, de Europa…, de la monotonía de lo establecido como norma, no se deja, además, fotografiar fácilmente. Muchas de las fotografías que circulan de él como artista plástico en las webs son puras bromas suyas con secretos sentidos o intenciones. Frecuentemente, las fotos que le representan son de religiosas (¡sí, monjas!). Si uno visita su perfil de Facebook, para ver qué aspecto tiene el enigmático creador de Cerezas, hallará las fotos de una congregación de religiosas belgas, entre las que aparece él con hábito religioso de hermana; aunque tampoco es él: es una monja elegida al azar –eso sí, por lo general se identifica con la más bella.

Nadie de los que digan haberle tratado –amigos, o simples conocidos– coincidirán en perfilar de forma coincidente el talante e idiosincrasia de Fernando Lozano. Contradictorio y de rica pero inaccesible personalidad, lo que sí sabemos de él es que viaja constantemente. En especial, por el continente americano, en lo que se refiere a los últimos años. De hecho, Cerezas está escrita íntegramente en La Capital de Cuba: La Habana, donde residió ocho años. ¿Qué le llevó allí? Ante esta pregunta, fijó su mirada en la mía y sonrió bonachonamente mientras tomaba un sorbo de su vaso de brandy y hacía un gesto con la mano como si el hecho escapara del mundo de lo lógico. Esa fue toda su repuesta.

De lo que sí puedo dar fe es de que el hombre al que entrevisté en un café de la Diagonal, en Barcelona, es el mismo que aparece en una de las solapas del libro Cerezas: corpulento, cabeza rapada a lo Telly Savalas, y mirada intensa.

He indagado en una de las presentaciones que de él se hace en una página web, que espero me permitan reproducir parcialmente: “Gran viajero, se ha vinculado en estos últimos años al Caribe, en el que estableció en 2001 su factoría principal de inspiración y de creación. Su obra pictórica y escultórica, desde 1973, es inmensa. Por ello, no ha de extrañar que sus épocas pictóricas sean remarcablemente muchas y distintas. Su original producción literaria está caracterizada por un tratamiento imaginativo e íntimo de la homosexualidad. La huella viva de Fernando Lozano nos coloca hoy ante una figura excepcional en la Historia del Arte Universal”.

En una época en la que era costumbre medir en los centros de enseñanza los famosos y tan polémicos cocientes de inteligencia, era ya niño prodigio a los siete años por sus cuentos de terror, que leía a su familia y a sus profesores (parece que los cuentos eran tan terroríficos que algunos maestros prohibían que los demás condiscípulos asistieran a las lecturas). Aún adolescente, dirigió una compañía de teatro cómico compuesta por amigos del colegio salesiano donde cursaba estudios, y adaptó y escribió él mismo algunas de las obras puestas en escena. A los 18 años, fue el pintor más joven en estar representado en el Museo de Arte Moderno de Tarragona. Y por entonces ya había realizado sus dos primeras exposiciones individuales.

Estamos acostumbrados a creadores de un solo “palo”: pintores-pintores, escultores-escultores, poetas-poetas y dramaturgos-dramaturgos. Pero aquí…, un genio anda suelto.

Algunos creadores nos han mostrado más de una dimensión de sí mismos. Es el caso de Fernando Lozano.

También en calidad y cantidad de producción. Les sugiero que visiten:

www.fernandolozano.net
www.tinet.cat/~jfls
www.cayomecenas.com/mecenas1373.htm

Hasta la fecha y desde 1973, año en el que Lozano tomó los pinceles por sugerencia paterna (su primera vocación había sido la literatura), dejando para la pura intimidad sus poesías y cuentos –recordemos que fue el año de la muerte de Pablo Picasso-, largo y variado ha sido el trabajo de Fernando Lozano como pintor. La rara mediúmnidad del creador es caprichosa como una danza de dioses antiguos. De los poemas y cuentos que el artista destruyó o perdió en aquellos años de incesante trabajo ante las telas —paleta en mano—, casi clandestino el fuego purificador, rehízo otros escritos, otras obras de teatro, otros relatos.

Un genio anda suelto. Y Ediciones Carena, con la edición de la primera novela de Fernando Lozano que ve la luz, permite atraparle en gran medida al menos, en lo que parece ser su concepto del amor, en una obra que no carece, según el propio autor ha llegado a confirmar alguna vez, de densos elementos autobiográficos.

Hablemos, pues, de la novela Cerezas. Ni el ameno discurso metafísico o el recurso a lo paranormal, sin olvidarnos de lo humorístico, llegan a ser jamás lo esencial de la obra. Tiene el autor maestría suficiente para convertir cualquier elemento secundario solo en un fluido recurso argumental para el viaje sincero y realista que osa proponernos: la fantasía en la pasión amorosa más elevada, en una época, por cierto, en la que tanto necesitamos creer que lo espiritual también es “sólido”.

Aquí el amor trasciende a sí mismo a través de un entusiasmo e intensidad sin igual por parte de los dos protagonistas de la obra, con victoria sobre la muerte de manera harto novedosa en la ya muy larga historia de las ficciones humanas. Y en verdad que en pocas obras escritas Eros ha pulverizado de manera más contundente y poética a Tánatos como en esta peculiar novela, obra de teatro y acaso guión cinematográfico, que todo ello es al mismo tiempo Cerezas. Y es aún más novedoso cuando el amor del que trata esta novela es el de dos personas del mismo sexo: dos hombres (aunque para el caso podrían ser también dos mujeres).

Y no se inquieten porque les pueda yo desvelar en demasía el contenido de la obra. Lo que importa no es lo que sucede en Cerezas. Es cómo sucede. Y las infinitas puertas que a la imaginación abre el autor, atreviéndose a dejarnos ante los muchos caminos, y largos, de nuestros particulares optimismos. Solos. Hasta en esto tendremos que concluir que Fernando Lozano se nos vuelve a escapar, anguila escurridiza…, creando tenaz en sus telas, pincel en mano, y en sus escritos; escondido en algún país exótico.

Y el arte continuará con su inmortal rito. Y un genio seguirá suelto.
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