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Mary Beard: <i>Pompeya. Historia y leyenda de una ciudad romana</i> (Crítica, 2009)

Mary Beard: Pompeya. Historia y leyenda de una ciudad romana (Crítica, 2009)

    TÍTULO
Pompeya. Historia y leyenda de una ciudad romana

    AUTOR
Mary Beard

    EDITORIAL
Crítica

    TRADUCCCION
Teófilo de Lozoya y Juan Rabasseda

    OTROS DATOS
Barcelona, 2009. 568 páginas. 29, 90 €



Mary Beard es catedrática de Clásicos en Cambridge y editora en The Times Literary Supplement

Mary Beard es catedrática de Clásicos en Cambridge y editora en The Times Literary Supplement


Reseñas de libros/No ficción
Mary Beard: Pompeya. Historia y leyenda de una ciudad romana (Crítica, 2009)
Por Margarita Márquez Padorno, martes, 1 de septiembre de 2009
Nuestro siglo tiene la idea del mundo antiguo que el XIX, -el extendido, siguiendo al gran Hobsbawn, hasta los años 20 de 1900-, quiso fijar en esa retina universal que unos llaman clichés, algunos mitos y leyendas, terceros se atreven a confundirla con la Historia, y otra rama de osados la llama memoria histórica. Uno de los muchos legados que los viajeros románticos nos han dejado a sus tataranietos –incapaces ya para desesperación nuestra de llevarnos a la boca semejantes redescubrimientos a pesar de las altas tecnologías- ha sido esa fábrica de un pasado a medida con encajes perfectos en las lagunas donde no llegaban los manuscritos o la lectura de las ruinas. Evans recreó la civilización Minoica, Scheliemann releyó La Iliada en las piedras de Canakkale sacando Troya y saboreando in situ el mundo griego. A pocos se le escapa el relato del mundo egipcio que Howard Carter narró tras descubrir gracias al mecenazgo de Lord Carnavon la tumba de Tutankamon.
En el caso de Pompeya, el mundo de Roma salió a la luz algo antes, en el siglo XVIII, pero si bien es cierto que la Nápoles hispana y sus reyes borbones fueron los protagonistas del aireo de ruinas, no fue hasta las visitas de los decimonónicos Goethe, Stendhal o Mozart, cuando se construyó la Pompeya que magníficamente recreó Bulwer Lytton en 1834 bajo el título, Los últimos días de Pompeya. Doscientos años y millones de páginas después, el mito sigue vivo. Porque si bien nos acomoda la visión romántica del habitante de Pompeya de refinada y lasciva cotidianeidad, minimalista en ornamentación y enterado del devenir de la capital del Imperio, un pálpito de racionalidad nos dice que algo no cuadra en tan perfecta reconstrucción de la pequeña urbe que sucumbió en el 79 de nuestra era bajo la archifamosa erupción del Vesubio.

El nuevo libro de Mary Beard, Pompeya. Historia y leyenda de una ciudad romana, abunda en estas controversias. No es un libro de desmontaje, ni un tratado arqueológico purista que ahuyente al lector medio interesado en el mundo clásico. Sin embargo, la base seria y metodológica de una experta late entre sus líneas. Y no cabe duda que es parte del éxito del trabajo porque se mezcla sabiamente con un lenguaje muy fresco y dinámico y aporta unidos a los datos eruditos, consejos y reflexiones que la mayor parte de los paseantes del yacimiento arqueológico necesitan en algún momento de su contacto con el Mundo Antiguo.

En esta narración se sucede el desmontaje de tópicos, a los que contribuyen a diario muchos de los guías del yacimiento y numerosas publicaciones divulgativas, con la visión real de una ciudad del siglo I

La de Beard es una historia completa: Pompeya desde sus orígenes como poblado de los Oscos, la llegada de los primeros colonos romanos, su protagonismo en la Guerra Social y el papel de Sila en los pactos posteriores con las colonias de posición más estratégica como Pompeya, la ciudad en vísperas de los desastres telúricos –a la gran erupción le precedió un terremoto importante y algunos avisos del volcán desde años antes-, por supuesto la Pompeya más conocida, la del año 79, la de las incursiones a sus ruinas, incluidas las que se produjeron inmediatamente después del desastre y la que los diferentes visitantes más cercanos a nuestros días nos han legado. De forma transversal se ahonda en los diferentes aspectos de la ciudad que, ahora sí, abundan en la época inmediatamente anterior a la erupción vesubiana: su urbanización, tanto el trazado de las calles, su uso como la construcción de las casas, la decoración, primero de interiores, más tarde urbana bien prevista (carteles de tiendas, señalizaciones) como espontánea (grafittis, propaganda electoral), la política, la vida diaria y por supuesto, el ocio, también se repasa en sus páginas, así como la religión y los cementerios.

La documentación y la bibliografía en la que se ha basado la autora son espectaculares, pero no aparecen hasta el final del libro, en un detalle al lector no interesado en profundizar durante la lectura o, precisamente, como ofrecimiento al que lo está para que busque los detalles en el sinfín de entradas que el anexo ofrece.

Xxxx Lo que vuelven especiales estas páginas sobre Pompeya es la honestidad de su autora sobre las numerosas sombras que aún proyectan estos restos arqueológicos a la hora de conocer la verdadera historia de Roma

En esta narración se sucede el desmontaje de tópicos, a los que contribuyen a diario muchos de los guías del yacimiento y numerosas publicaciones divulgativas, con la visión real de una ciudad del siglo I cercana a Roma con una vida relativamente breve como miembro de primer nivel. Por ejemplo, señala Beard que el tan extendido mito de la decoración minimalista de las grandes villas pompeyanas no fue moda sino sabia visión de algunos acaudalados habitantes pompeyanos que, tras los avisos que la tierra lanzó con terremotos y cortas erupciones, decidieron llevarse prácticamente todo el mobiliario de sus posesiones bajo el Vesubio. La falta de higiene –a ojos del siglo XXI, claro- o el hacinamiento y ruido en las calles contrastan con el silencio actual que el visitante encuentra en el corazón de la Campania.

Pero no es la luz sobre la vida en la pequeña ciudad del imperio romano lo que hace grande este interesante trabajo de experta volcado en el lector no versado. Lo que vuelven especiales estas páginas sobre Pompeya es la honestidad de su autora sobre las numerosas sombras que aún proyectan estos restos arqueológicos a la hora de conocer la verdadera historia de Roma. Beard marca las incógnitas, revela sus dudas sobre numerosas cuestiones que aún quedan ocultas a nuestros ojos. Así las recomendaciones de la catedrática de Cambridge para visitar el yacimiento y su interesante relato sobre la historia que estamos pisando lleva implícito un mensaje de aliento: aún hay misterios en las paredes de Pompeya. Sigamos descubriéndolos.
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