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Jack Kerouac: En la carretera. El rollo mecanografiado original (Anagrama, 2009)

Jack Kerouac: En la carretera. El rollo mecanografiado original (Anagrama, 2009)

    TÍTULO
En la carretera. El rollo mecanografiado original

    AUTOR
Jack Kerouac

    EDITORIAL
Anagrama

    TRADUCCCION
Jesús Zulaika

    OTROS DATOS
Barcelona, 2009 (1ª edición, abril; 2ª edición, abril). 448 páginas. 19,50 €



Jack Kerouac (foto de Tom Palumbo hacia 1956; fuente wikipedia)

Jack Kerouac (foto de Tom Palumbo hacia 1956; fuente wikipedia)


Reseñas de libros/Ficción
Jack Kerouac: En la carretera. El rollo mecanografiado original (Anagrama, 2009)
Por Francisco Fuster, lunes, 1 de junio de 2009
Que los símbolos e iconos mundiales de la izquierda política han perdido buena parte de su potencial revolucionario y transgresor, de su capacidad evocadora y su uso como munición ideólogica por parte de la juventud actual, es algo ciertamente fácil de demostrar. Un sola tarde de paseo por la zona comercial de cualquier gran ciudad, sirve para comprobar cómo el capitalismo posmoderno, ajeno por naturaleza a cualquier tipo de sentimentalismo, ha desactivado el significado, otrora subversivo, de infinidad de emblemas, obviando por completo su romántica apelación a esos elevados valores que un día dijeron representar. Desde el típico grupo de jóvenes inconformistas que, sin saber siquiera situar a Cuba en el mapa, llevan al Che Guevara en su camiseta, hasta el grupo de universitarios que llevan una insígnia con la efígie de Marx en su mochila y luego acuden a comer a un McDonald's y a comprarse discos a una tienda Fnac, pasando por quienes se autodefinen como “alternativos” y se compran unas zapatillas de tela Converse All Star como símbolo externo y reconocible de su rebeldía juvenil, sin saber que esta marca pertenece a la empresa Nike (sinónimo según su esquema mental de explotación laboral en Tailandia o China), existe toda una gama de comportamientos y actitudes que habla a las claras de esa evidente paradoja consistente en rebelarse contra el mercado desde el propio mercado y en criticar la globalización desde la mesa de un Kebab.
Uno de estos emblemas, clásico de la contracultura juvenil donde los haya, es la novela On the Road, del poeta y escritor estadounidense, Jack Kerouac. En la carretera o En el camino, depende de las traducciones, es, según el texto que leemos en la solapa de todas sus ediciones, la biblia de la Generación Beat, la obra que mejor representa los valores defendidos por ese grupo de escritores formado por Allen Ginsberg, Neal Cassady, William S. Burroughs, o el propio Kerouac. Pero En la carretera es también el paradigma de ese proceso de transmutación de valores al que me he referido. Libro de culto permanentemente reeditado y lectura obligada para todo adolescente norteamericano que se precie de serlo, la obra de Kerouac ha sufrido en su más de medio siglo de vida múltiples y no siempre coincidentes lecturas por parte de movimientos varios (hippies, homosexuales, negros) que, desde los años sesenta en adelante, han intentando reclamar esa herencia para sí. Resultado de todo este proceso, de todas estas interesadas lecturas, ha sido la conversión de una obra de culto, defensora de valores y prácticas teóricamente minoritarias, en un producto para el consumo de masas en el que el contenido del texto, la historia real que cuenta el libro, es lo de menos o, al menos, no es lo más importante.

Ocurre con el libro de Keroauc, lo que sucede con algunos de los grandes clásicos: poca gente lo ha leído íntegro, pero todo el mundo dice que lo conoce, todos están al tanto de su argumento. La magnitud de la leyenda de En la carretera ha absorbido a la propia obra y al propio autor. El viaje de costa a costa de los Estados Unidos, la famosa Ruta 66, el consumo de drogas, el jazz o el sexo, son algunos de los flashes que la gente ha retenido, algunas de esas palabras-clave escuchadas en conversaciones de bar o en las recomendaciones que hacen los malos libreros. A través de los años y de las distintas lecturas, se ha ido alimentando un mito sobre la personalidad Kerouac y sobre la historia legendaria de On the Road que ha convertido la obra en un objeto de deseo cuyo valor se ha independizado del de su autor, en un ejemplo claro de aquello que Marx definió como el “fetichismo de la mercancía”.

La imagen de la novela como representación de la cultura juvenil americana, se ha ido imponiendo a una realidad contracultural reducida, en esta lectura descontextualizada y desvirtuada, a lo que Baudrillard llamaría “simulacro”

Decía el filósofo y cineasta francés Guy Debord en su ensayo La sociedad del espectáculo (1967), que el rasgo determinante que define nuestra sociedad contemporánea es la substitución de la realidad, de “todo lo que era vivido directamente”, por una imagen de esta realidad, por una mera representación. En este sentido, algo parecido ha sucedido con la obra de Kerouac. La imagen de la novela como representación de la cultura juvenil americana, se ha ido imponiendo a una realidad contracultural reducida, en esta lectura descontextualizada y desvirtuada, a lo que Baudrillard llamaría “simulacro”. El resultado de esta conversión ha sido la consolidación de En la carretera como un libro de cabecera, como un auténtico clásico; clásico de la contracultura pero también, y lo que es más importante, de la cultura oficial americana, de esa cultura que se lee en las facultades y se cita en las publicaciones más consumidas, como la lista de las cien mejores novelas de todos los tiempos elaborada por la revista Time. A las 100.000 copias del libro que se venden anualmente en los Estados Unidos, se añade el hecho de que en 2007 se cumplió el cincuenta aniversario de su primera publicación el 5 de septiembre de 1957. La efémeride fue aprovechada por la editorial Viking Press para publicar por primera vez lo que los amantes del libro ya consideran una joya: la versión original de la obra tal y como salió de la máquina de escribir de Kerouac en abril del año 1951 (el libro se publicó seis años después), sin censuras ni correcciones. En España hemos tenido que esperar un poco, pero gracias a la Editorial Anagrama ya disponemos de ese texto original traducido.

Como dice el subtítulo de esta nueva edición y como explican Howard Cunnel (responsable de la edición en inglés) y Jesús Zulaika (autor de la traducción al castellano) en sendas notas aclaratorias que leemos en la edición de Anagrama, el texto original de On the Road fue mecanografiado por Kerouac en un rollo (scroll) de papel de calcar (el mismo que usan los arquitectos) de 36 metros de longitud, formado por ocho tramos recortados longitudinalmente y pegados uno tras otro para formar un papel contínuo. Son datos importantes porque sobre el propio proceso de redacción de la obra también se ha construido una especie de leyenda, desmontada con la publicación de esta edición. Decía la leyenda que Kerouac había redactado su obra en 21 días, de un solo tirón y ayudado por todo tipo de drogas y sustancias. Las características del propio soporte de escritura y el hecho de que el texto original fue escrito sin ninguna separación de párrafos (el original no puntúa la separación entre la narración en tercera persona y los diálogos), alimentaron una atractiva teoría según la cual, Kerouac habría escrito su obra motivado por una explosión de creatividad. Sin embargo, esto no es así; no es así del todo. Si es verdad que la mayor parte del proceso creativo se desarrolló entre el 2 y el 22 de abril de 1951, también es cierto que hubo un proceso previo de preparación y organización del contenido, como también hubo un proceso posterior (pasan seis años hasta que se publica la obra) en el que Kerouac hizo varias correcciones, añadidos y rectificaciones, pensando en la preparación de un borrador que fue el que se publicó finalmente. También se ha dicho que el original no tenía ningún tipo de puntuación, pero no es cierto. La principal peculiaridad formal del rollo mecanografiado es que no tiene separación de párrafos ni de márgenes, aparte de utilizar numerosas abreviaturas y palabras compuestas.

Una de las principales mejoras de esta nueva edición de En la carretera, y quizá el principal motivo para justificar una relectura, es que leemos a un Kerouac mucho más puro, mucho más auténtico. En primer lugar, hay que recordar que en la versión comercial del libro que circulaba hasta ahora, los nombres de los protagonistas eran seudónimos, nombres ficticios. Aquí ya no sucede eso: los nombres reales de Keroauc (Sal Paradise), Cassady (Dean Moriarty), Ginsberg (Carlo Marx) o Burroughs (Old Bull Lee), han sustituido a sus respectivos seudónimos. De esta forma, y como primera consecuencia de este importante cambio, la obra pasa de ser una novela basada en hechos reales, una especie de roman è clef, como se la ha considerado siempre, a ser, ya con los nombres auténticos y sin ningún tipo de censura o alteración, un texto que bien podría considerarse como un libro de memorias, un relato autobiográfico o un diario de a bordo de los viajes emprendidos por Kerouac y sus amigos entre 1947 y 1950, a lo largo y ancho de los Estados Unidos y parte de México. También contribuye a esta mayor veracidad, el hecho de que se hayan respetado ciertos pasajes cuyo contenido sexual fue censurado por Viking Press en su día y se han recuperado ciertos fragmentos que Kerouac no quiso incluir en la versión publicada, cuando hizo la corrección definitiva.

Desprovisto en esta nueva edición de todo tipo de intervención editorial, en aquello que se refiere a la puntuación y la corrección gramatical, el texto de Kerouac gana mucho en musicalidad y ritmo narrativo, en esa inmediatez que el autor quiso imprimir a su obra

Desprovisto en esta nueva edición de todo tipo de intervención editorial, en aquello que se refiere a la puntuación y la corrección gramatical, el texto de Kerouac gana mucho en musicalidad y ritmo narrativo, en esa inmediatez que el autor quiso imprimir a su obra. No hay que olvidar que, a través del método que él mismo bautizó como kickwriting o “prosa espontánea”, lo que Kerouac pretendió hacer fue trasladar el tempo y la musicalidad del bebop a su estilo literario. Influido por el jazz de su admirado Charlie Parker, Kerouac quiso huir de toda regularidad esquemática y dotar a su prosa de un ritmo acelerado y caótico, furioso y violento, excitado. En efecto, este ritmo impetuoso y airado, esta escritura espontánea, se nota en este nuevo texto. La narración es un todo continuo, sin ningún respiro para el lector; son más de cuatrocientas páginas de viaje en el doble sentido: viaje físico y material por la carretera americana y viaje psicológico a la profundidad mental de los protagonistas. Drogas y alucinógenos varios, alcohol, sexo heterosexual y homosexual, jazz y bares de carretera; son algunos de los ingredientes que aderezan el apasionante viaje espiritual que emprenden los protagonistas de este clásico de la literatura americana.

Homenaje involuntario a Cavafis, la obra de Kerouac constituye el ejemplo ideal de aquello que el poeta alejandrino reclamaba en su precioso poema sobre Ítaca; en En la carretera el viaje es un fin en sí mismo. La vida en la carretera es la verdadera vida, es el destino final de un viaje sin destino. Las melenas al viento de Peter Fonda y Dennis Hopper, montados en sus Harley Davidson en la escena inicial de Easy Ryder, y con el Born to be Wild de Steppenwolf sonando de fondo, es la imagen de la libertad absoluta que brinda la carretera que nos describe Kerouac, es la huida hacia adelante por antonomasia, la búsqueda de lo desconocido, la excitación que provoca el mero hecho de vivir la vida.

Con On the Road la vida en carretera se convierte en género literario y cinematográfico. Además de su contribución inestimable a la mitificación de la cinematográfica Ruta 66, son miles las novelas norteamericanas que han tomado el viaje transnacional, la ruta de este a oeste o viceversa, como argumento, concibiendo el viaje, como lo hizo Kerouac, no como un simple desplazamiento, sino como un viaje espiritual interior, como una especie de rito de paso, una iniciación a la verdadera vida. En el cine, la idea del viaje ha dado lugar a todo un género cinematográfico, el de las road movies. Paradójicamente, es la propia obra de Kerouac la que todavía no se he llevado a la gran pantalla, aunque por poco tiempo. Ya en 1980, Francis Ford Coppola compró los derechos del libro para hacer la película. Tras varios intentos frustrados, parece que por fin este año 2009 puede ser el de la consumación del proyecto. Producida por el mismo Coppola y dirigida por el director brasileño Walter Salles (a quien Coppola eligió tras su éxito en otra road movie, Diarios de motocicleta), la película basada en el texto de Kerouac se anuncia en varios foros para el presente curso, aunque de momento sigue siendo un proyecto.

Lo que no es un proyecto, sino una realidad incontestable, es el éxito mundial de esta obra inmortal, de este clásico de la literatura americana y universal. Si Jack Kerouac levantara la cabeza, no sé si daría crédito a lo que vería. Si lo hiciera ahora mismo, vería como el pasado 5 de septiembre de 2007 (cincuenta aniversario de la publicación de On the Road), los sentidos homenajes a su figura se contaban por decenas, incluyendo una maratón de doce horas de lectura ininterrumpida del libro, celebrada en su localidad natal de Lowell, Massachussets. Vería como su obra maestra, aquella que dio sentido a toda una generación, sigue más viva que nunca, inspirando a millones de jóvenes americanos y no americanos que, generación tras generación, siguen eligiendo En la carretera como guía de viaje para orientar su propia peripecia vital y siguen confiando en Kerouac como el mentor llamado a descubrirles el lado oculto de las cosas, el lado salvaje de la vida.


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