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Tropas de El Salvador en Irak

Tropas de El Salvador en Irak



Napoleón Campos es especialista en temas internacionales

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José María Aznar

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Geoge W. Bush

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Antonio Saca

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Carlos Flores Facussé

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Evo Morales

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Hugo Chávez

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Mauricio Funes

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Luis da Silva

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Tribuna/Tribuna internacional
La retirada de las tropas salvadoreñas de Iraq: una historia sin fin concluyente
Por Napoleón Campos, miércoles, 1 de abril de 2009
Al menos para El Salvador la historia interminable de Iraq llega a su fin. Concluye la dimensión militar: las tropas salvadoreñas en febrero han vuelto a casa. Sin embargo, los desarrollos político y diplomático por el envolvimiento de un país pequeño y periférico en un conflicto que históricamente le es ajeno, aún quedan en puntos suspensivos. De esos puntos arranca nuestra reflexión de cierre.
EL SÉPTIMO AÑO

Se han cumplido el 20 de marzo seis años de la invasión. Cuatro países fueron los ejecutores de la invasión hasta la declaración oficial de derrocamiento de Saddam Hussein el 1º de mayo de 2003: EEUU, Gran Bretaña, Australia y Polonia. Otras 36 naciones participaron tras esa fecha, ninguna de sus tropas se sustrajeron de verse envueltas en combates y de ser receptoras de ataques directos por alguna de las distintas entidades político-militares que se han venido oponiendo aún a las fuerzas locales que se comprometieron con la construcción del nuevo Estado-Nación. Incluso, no olvidemos, se contaron entre las primeras bajas a funcionarios de alto nivel de Naciones Unidas, algunos nombrados personalmente por el Secretario General como el brasileño Sergio Vieira De Mello, Enviado Especial.

En el marco del derecho internacional y las Naciones Unidas, solamente fueron reconocidas dos potencias ocupantes, EEUU y Gran Bretaña, ambas conformaron el mando unificado de la “Autoridad Provisional de la Coalición”. En la Resolución Nº 1483 del Consejo de Seguridad (22/mayo/2003) se reconoció que “hay Estados Miembros dispuestos a contribuir a la estabilidad y seguridad en Iraq mediante la aportación de personal, equipo y otros recursos en el marco de la Autoridad”. Bajo esta sombrilla se produjo el desarrollo político que desembocó en el envío a Iraq, en el segundo semestre de 2003, de contingentes desde cuatro naciones de la Cuenca del Caribe, en virtud de la gestión directa de los presidentes Bush y Aznar, a la que ya he pasado revista.

En la Resolución Nº 1511 (16/octubre/2003) del Consejo de Seguridad, cuando ya las tropas foráneas no ocupantes se desplegaban en suelo iraquí, se inventa conceptual y oficialmente a “la fuerza multinacional”. Reza su párrafo 13: “autoriza a una fuerza multinacional bajo mando unificado a que tome las medidas necesarias para contribuir al mantenimiento de la seguridad y la estabilidad en Iraq, incluso con el fin de asegurar las condiciones necesarias para la aplicación del calendario y el programa y para contribuir a la seguridad de la Misión de las Naciones Unidas de Asistencia para Iraq, el Consejo del Gobierno de Iraq, y otras instituciones de la administración provisional iraquí, y la infraestructura humanitaria y económica fundamental…”. Como se aprecia, las tareas humanitarias pregonadas como objetivos prioritarios de las tropas latinoamericanas, en aquel momento, eran consideradas en el último renglón.

Sucesivas resoluciones prorrogaron la existencia y presencia de la fuerza multinacional hasta la Resolución 1790 (18/diciembre/2007), la cual, en función de la carta enviada por las autoridades iraquíes el 7 de diciembre de ese año, pone una fecha límite: el 31 de diciembre de 2008. Incluso, el párrafo segundo de la Resolución advierte que “pondrán fin a dicho mandato antes si el Gobierno de Iraq lo solicita”. No hubo tal solicitud, y el 7 de diciembre de 2008 el primer ministro iraquí, Nuri Kamel al-Maliki, giró su última misiva al respecto y el Consejo de Seguridad en su Resolución Nº 1859 (22/diciembre/2008) pone punto final a la fuerza multinacional. El jefe de gobierno iraquí fue comedido:

“En nombre del gobierno y el pueblo de Iraq, expreso mi agradecimiento a los gobiernos de los Estados que han hecho aportes a esa fuerza y a la fuerza misma por los servicios prestados durante su presencia en el territorio, las aguas y el espacio aéreo de Iraq”.

EL SENTIDO DE LA HISTORIA

No pocas investigaciones han dado cuenta de la emigración de artesanos mudéjares quienes jugaron un papel protagónico en los proyectos arquitectónicos de las colonias en el hemisferio americano, particularmente en los siglos XVI y XVII. Tuvieron prohibido llevar a sus mujeres, de tal suerte que incubaron una dinámica mestiza muy particular en los Virreinatos de Nueva España (México), Nueva Granada (Colombia) y del Perú, y las Capitanías Generales de Cuba y Guatemala (recordemos: ésta última comprendió desde Chiapas hasta Costa Rica). Sitios todos donde se conservan las obras con claras influencias mudéjares, y en algunas reconstrucciones genealógicas se identifican los ancestros tatarabuelos.

En la era independiente, particularmente en la segunda mitad del Siglo XIX, entre las distintas corrientes migratorias hacia las Américas, fue identificada una por su pasaporte otomano, los denominados “turcos". Los hubo turcos, sin comillas. Sin embargo, en su mayoría fueron ciudadanos, y familias en algunos casos, provenientes de Egipto, Siria, Líbano y Palestina, y con predominancia del credo cristiano.

En la América Latina de finales del Siglo XX, los descendientes en segunda y hasta tercera generación contaban con pleno y profundo arraigo en sus sociedades y comunidades. El presidente colombiano 1978-1982, Julio César Turbay, era hijo del libanés Amin Turbay. Simultáneamente, Jacobo Majluta Azar, de madre libanesa, fungió como vicepresidente de República Dominicana, y tras el extraño deceso de Antonio Guzmán fue presidente durante 43 días en 1982. Ahora bien, Carlos Menem Akil, descendiente directo de padre y madre sirios, fue el primer “Adelantado” (“Almuqaddám”) al ser elegido gobernador de La Rioja en 1973 (reelegido en 1983), en su carrera hacia la presidencia argentina que conquistó en 1989.

En la Centroamérica continental, Honduras eligió en 1998 a Carlos Flores Facussé como el primer mandatario de ascendente palestino, su madre Margarita. El Salvador elevó el listón en este proceso cuando el 2004 compitieron por la presidencia dos ciudadanos cuyas familias emigraron desde Belén y se asentaron, coincidentemente, en la misma ciudad de la región este del país, Usulután. El electo fue uno de ellos, el hoy saliente presidente Antonio Saca, de la derechista ARENA, y el otro era el legendario líder comunista Shafick Handal, candidato por la exguerrilla del FMLN, fallecido el 2006.

Sin embargo, ni la entronización de estos descendientes “turcos” en las élites económicas y empresariales, fenómeno que hemos hasta ahora soslayado como gran telón de fondo (Carlos Slim es su contemporáneo abanderado global), ni esta preeminencia política, constituían un marco mental, social e individual, que amortiguara el envío de tropas a Iraq. La decisión constituyó una ruptura en la historia de los cuatro países involucrados, y de toda América Latina. El respaldo a las fuerzas aliadas durante la II Guerra Mundial, y el consiguiente alistamiento entonces de decenas de efectivos (el famoso“Escuadrón 201” mexicano), no nos dijo nada a los centroamericanos, no era más que una referencia historiográfica, vaga, casi olvidada, para entender nuestro enlace con la primera conflagración mundial del Siglo XXI.

¿QUÉ QUEDA, QUÉ PERMANECE?

Consumado el repliegue español, se retiraron de Iraq tanto los dominicanos, como los nicaragüenses y hondureños. Los gobiernos de estos dos últimos países, responsables del envío de tropas, fueron relevados por gobiernos que imprimen a su gestión un enfoque anti-estadounidense apuntalados por su alineamiento con el esquema Hugo Chávez-Alternativa Bolivariana (ALBA). A partir del próximo 1º de junio en El Salvador gobernará el FMLN, orientado en ese esquema desde hace varios años por medio de sus principales líderes históricos, así como de los ayuntamientos municipales que administran, no por medio de su candidato, Mauricio Funes, presidente electo, que publicita su proximidad al presidente Lula de Brasil (quien como sabemos en 20 meses ya no habitará el Palacio de Planalto, y muy probablemente tampoco nadie de su Partido de los Trabajadores).

El Salvador esperó la conclusión de la fuerza multinacional para replegarse. Los dos gobiernos salvadoreños comprometidos con esta misión en Iraq han elevado a los más altos rangos tanto en el Ministerio de la Defensa Nacional como en las Fuerzas Armadas a los oficiales veteranos en Iraq, por encima de la mayoría de la oficialidad de cada tanda que no fue enviada a Iraq. Once contingentes, de un semestre mínimo de duración, fueron en total enviados a Iraq. Nueve de ellos compuestos por más de 350 efectivos. El último de 200 efectivos. Entre los años 2003 y 2009, alrededor de 4 mil salvadoreños permanecieron temporalmente en Iraq, que comprenden además de la tropa al propio presidente Saca (por unas horas en el marco del octavo contingente, el 23 de mayo de 2007), varios secretarios de defensa, decenas de funcionarios civiles, periodistas, capellanes militares, etc. Los únicos salvadoreños que permanecen en Iraq son aquellos contratados por empresas de seguridad internacionales a título individual, en las cuales se han enrolado soldados rasos veteranos de los primeros contingentes.

Dos importantes temas originados durante la Guerra Fría permanecían en la agenda exterior de El Salvador una vez se inicia la pacificación y la democratización en 1992. Uno, resuelto por el mismo presidente Saca, honrando sus ancestros, fue regresar la embajada salvadoreña de Jerusalén a Tel Aviv. La visita que realizó a Iraq fue un tramo del periplo que lo llevó por Medio Oriente, inédito para un mandatario de El Salvador. Se establecieron relaciones plenas con importantes actores de la región: Jordania, Qatar y la Autoridad Palestina. El otro asunto es China y Taiwán, por el equívoco reconocimiento a Taipei como el legítimo representante del pueblo chino desde el fin de guerra civil china hace 60 años, el cual aún persiste.

No se estableció una embajada salvadoreña en Iraq. Y casi con seguridad no se abrirá por el nuevo enfoque sobre la guerra allí del presidente Obama, que desde la noche del 4 de noviembre pasado reconfiguró la propia presencia de las tropas estadounidenses. Por ello, la fuerza multinacional concluyó primero sus días.

Un sondeo de opinión pública de USA Today/Gallup del 18 de marzo pasado, reportó que el 51 % de los consultados tienen una apreciación positiva de la evolución de la guerra en Irak, el doble de hace dos años. El 64 % cree que EEUU puede ganar la guerra. Los comandantes de campo consultados por las cadenas informativas estadounidenses responden unánimes a propósito del sexto aniversario del conflicto: la guerra no se ha ganado, pero “la estamos ganando, con toda seguridad”. Aparentemente, Iraq con sus 4.000 bajas estadounidenses, en el marco de la crisis económica global, dejó de ser un problema prioritario en la percepción del estadounidense promedio. El fantasma de “un segundo Vietnam” se disipó. Agosto de 2010 es la referencia brindada por el presidente Obama para el retiro sustantivo de sus tropas.

Los sondeos entre los iraquíes aportan resultados mixtos. Hasta un 70% de los encuestados afirman que para el 2009 su situación personal y del país es mejor que antes, pero creen que hasta el 2012 estarán sus instituciones con la capacidad para garantizarles seguridad, por lo tanto aprecian una permanencia más prolongada de los estadounidenses, algo que el propio Obama no ha descartado en su plan de retirada. Los ataques, donde suelen morir fundamentalmente civiles, registran niveles inferiores respecto a los años previos, pero continúan sin menor dosis de barbarie. A propósito del sexto aniversario, varios bombazos en diferentes puntos de Iraq dejaron decenas de muertos y cientos de heridos.

¿Nos toca a los centroamericanos, y a los salvadoreños en particular por su prolongada presencia allá, comenzar a olvidarnos de los iraquíes? ¿Tenemos por lo pronto tarea de sobra para no distraernos de los coletazos de la crisis financiera global que por estos parajes no son menos virulentos y, entre otros indicadores, ya muestran una baja sensible en las remesas que envían los trabajadores migratorios particularmente los localizados en EEUU, el cierre de maquiladoras textiles y el paro de nuevas inversiones extranjeras?

¿Habrá tenido algún sentido haber empujado a países pequeños, destrozados por conflictos intestinos bajo la Guerra Fría, a asociarse con esta conflagración? ¿Tendrá sentido que en el futuro las grandes potencias nos empujen a ser parte de turbulencias globales que en esencia constituyen amenazas a su poder, aunque nos las vendan como “peligros a Occidente”? ¿Nos pedirá el presidente Obama perdón por que su antecesor nos llevó a Iraq mientras buscaba las armas de destrucción masiva? Difícil adivinar. Si hacemos la apuesta en función del discurso del presidente Saca del 28 de febrero pasado, en lugar de contrición, hay un singular orgullo expresado en un impresionante desfile militar en el Estadio “Mágico González” de San Salvador:

“los cinco valientes miembros de la Fuerza Armada que entregaron sus vidas en aras de la paz, son cinco héroes que sembraron la semilla del ejemplo solidario de un pueblo amante de la paz, de la libertad, y la democracia…en Iraq sus hijos agradecidos los recordarán como un país lejano pero amigo a la vez”.



Audio de promoción de la Radio Cuscatlán de las Fuerzas Armadas de El Salvador

¿Será este el significado que le encontrarán las nuevas generaciones a este episodio que se tradujo en la mayor movilización de ultramar de soldados centroamericanos en toda su historia republicana de casi dos siglos?
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