Director: Rogelio López Blanco      Editora: Dolores Sanahuja      Responsable TI: Vidal Vidal Garcia     
Historial de visitas

· El Planeta Pombo, Álvaro Pombo (Visitas 1)
· Un poeta de nombre Oscar Wilde (Visitas 1)
· José María López Sánchez: “Heterodoxos españoles” (Marcial Pons, 2006) (Visitas 1)
· El Zuckerman encadenado de Philip Roth (Visitas 1)
· María Antonieta: el talento indudable de Sofía Coppola (Visitas 1)
· Parra, Nicanor Parra (Visitas 1)
· La nación falsificada de Jesús Laínz (Visitas 1)
· Félix Ovejero Lucas: “Contra Cromagnon" (Montesinos, 2007) (Visitas 1)
· Edith Stein, filósofa, judía, víctima nazi y santa (II) (Visitas 1)
· Edith Stein, filósofa, judía, víctima nazi y santa (y III) (Visitas 1)
· Ian Buruma: “Asesinato en Ámsterdam” (Debate, 2007) (Visitas 1)
· Peter Bergen: “Osama de cerca” (Debate, 2007) (Visitas 1)
· La poesía según Seamus Heaney (Visitas 1)
· Cuando Rostropovich "cerró" la Plaza Porticada (Visitas 1)
· Carmen López Alonso: “Hamas: la larga marcha hacia el poder” (Libros de La Catarata, 2007) (Visitas 1)
· Marc Servitje: “Tom Cruise: Nacido el tres de julio” (Ediciones Carena, 2007) (Visitas 1)
· Altamira: una visita a la neocueva (Visitas 1)
· Luis P. Marín: “Los arquitectos de la República” (Marcial Pons, 2007) (Visitas 1)
· Nadadora, de Alberto Santamaría (Visitas 1)
· César Antonio Molina, poeta y ministro (Visitas 1)
· Jesús Pardo en San Vicente de la Barquera (Visitas 1)
· Margarita Hierro en el recuerdo (Visitas 1)
· La ópera en pelotas en el Teatro Real de Madrid (Visitas 1)
· Francisco Silvela: Escritos y discursos políticos (CEPC, 2005) (Visitas 1)
· Cassandra’s dream de Woody Allen (Visitas 1)
· Pequeño homenaje a Peter Viertel (Visitas 1)
· Daniel Sánchez Arévalo en tertulia (Visitas 1)
· Luigi Boccherini, ese desconocido (Visitas 1)
· Rilke, Albéniz y Zuloaga en la misma habitación, 1903 (Visitas 1)
· Fernán-Gómez, un genio malogrado (Visitas 1)
· Todo Beethoven por 100 euros (Visitas 1)
· El manuscrito Voynich y su descubridor: Wilfrid M. Voynich (Visitas 1)
· Los actores del Oscar de Hollywood son europeos (Visitas 1)
· Plácido Domingo: el mejor tenor del mundo (Visitas 1)
· Un prodigio llamado Gustavo Dudamel: el director de orquestas que dirigía en el salón de su casa (Visitas 1)
· Diario de Autoayuda (2): La venganza de la santa (Visitas 1)
· Juan Diego Flórez se transforma en mito en el Metropolitan de Nueva York (Visitas 1)
· Goya en Italia, ahora en Zaragoza (Visitas 1)
· Amor más acá de la muerte (Visitas 1)
· Cuatro microrrelatos poéticos con perfume sicalíptico (Visitas 1)
· Poesías completas de Sylvia Plath (Bartleby editores) (Visitas 1)
· José de Ciria y el Ultraismo (1919-2009): una nueva sensibilidad española en la vanguardia europea (Visitas 1)
· La función del crítico literario, según W. H. Auden (Visitas 1)
· Armando Buscarini: El rufián. Teatro, narrativa y memorias (Editorial Buscarini) (Visitas 1)
· El asesinato de Pier Paolo Pasolini: nuevos datos (Visitas 1)
· Las películas y la música preferidas de Barack Obama (Visitas 1)
· Kiki de Montparnasse, el violonchelo de Man Ray descrito por Botín Polanco (Visitas 1)
· Adiós a Pablo Beltrán de Heredia (y II) (Visitas 1)
· Obra poética de Carlos Salomón (La mirada creadora, 2007) (Visitas 1)
· Hipatia en el ágora de Amenábar, o la importancia del marketing (Visitas 1)
· La Consagración de los cacahuetes salados en primavera, de Stravinsky y Charlie Parker (Visitas 1)
· Comentarios a algunas obras para guitarra, laúd y mandolina (Visitas 1)
· La Séptima sinfonía de Shostakovich se escucha en el infierno de la batalla de Leningrado (Visitas 1)
· Alma Rosé y la orquesta femenina de Auschwitz (Visitas 1)
· La mujer de Millennium de Stieg Larsson es Tamara Villoslada, según Gino Rubert (Visitas 1)
· Benjamin Britten en Brooklyn, un ejemplo de la Atenas neoyorquina durante la II Guerra Mundial (Visitas 1)
· Nueva Gramática de la Lengua Española, o el nuevo mapa del español (Visitas 1)
· El Erik Satie de las hermanas Labèque (KLM, Gaudisc) (Visitas 1)
· El pintor Pal Sarkozy, Carla Bruni, Werner Hornung y el Digital Fine Art (Visitas 1)
· Rock in Rio o Pachanga en Arganda (Visitas 1)
· La poesía vertical de J. A. González Fuentes. La lengua ciega (DVD, 2009) (Visitas 1)
· Cuando John Frankenheimer conoció al Malamadre de la Celda 211 (Visitas 1)
· Últimos haikus sin estación de Juan Antonio González Fuentes (Visitas 1)
· Los clásicos también pecan: la vida íntima de los grandes músicos, de Fernando Argenta (Visitas 1)
· Cine de alta costura en el Museo del Traje de Madrid (Visitas 1)
· Reglas musicales para la vida y el hogar de Robert Schumann (Visitas 1)
· Mi primo Leonardo Padura, el hombre que amaba a los perros (Visitas 1)
· Memorias del futbolista Zarzamora: fútbol y literatura (1) (Visitas 1)
· Memorias del futbolista Zarzamora: fútbol y literatura (2) (Visitas 1)
· Fotografías de Mario Testino en el Museo Thyssen-Bornemisza: encuentros con la “mujer Testino” (Visitas 1)
· Nuevos haikus de Juan Antonio González Fuentes (Visitas 1)
· Adiós a Joan Sutherland, adiós a “La Stupenda”, la soprano bel cantista del siglo XX (Visitas 1)
· Adiós a Francisco Pérez González, Pancho, un señor de la edición en español (Visitas 1)
· De la necesidad espiritual de perder el tiempo (otium), según Marc Fumaroli: París-Nueva York-París. Viaje al mundo de las artes y de las imágenes (Acantilado, 2010) (Visitas 1)
· El Danubio azul por culpa de Johann Strauss hijo, sobre todo en Año Nuevo (Visitas 1)
· Old Man River, Paul Robeson, Dixieland, Show Boat, Tom Sawyer y el Misisipi (Visitas 1)
· Haendel en el Támesis o la música para los reales fuegos de artificio (Visitas 1)
· La música de los mozárabes en las riberas del río Duero (Visitas 1)
· Poemas de Juan Antonio González Fuentes en la Université Sorbonne Nouvelle, el próximo 6 de diciembre (Visitas 1)
· El jefe Jerónimo: retrato de un apache pésimo comerciante, por Elbridge A. Burbank y Javier Lucini (Visitas 1)
· El boxeador que no podía mirar a los ojos a ningún rival, o el retrato de Floyd Patterson por Gay Talese (Visitas 1)
· Dámaso López García escribe sobre Enrique Álvarez: Garabandal, la risa de la Virgen (Ediciones Tantín) (Visitas 1)
· 7 nuevos haikus de Juan Antonio González Fuentes (Visitas 1)
· Dios se llamaba Herbert von Karajan (Visitas 1)
· Franz Xaver Messerschmidt en el Louvre, el Van Gogh del XVIII y de la escultura (Visitas 1)
· Haikus sin estación y sin comentario, o Nueva York en el origen (Visitas 1)
· Igual el amor que la locura, de Alfonso Montoro: donde no habite el olvido (Visitas 1)
· Aventuras póstumas de Bonifacio Sanabria (Luis Araquistáin), o la historia de un desdichado fantasma (Visitas 1)
· Los “intelectuales” y la crisis (Visitas 1)
· Rafael Gutiérrez-Colomer y su época. Arte, cultura y sociedad en Cantabria 1968-1985 (Visitas 1)
· La vida en los universos paralelos: El mundo de Agharta, de Rasha Mayka Baghdadi y Alejandra López (Visitas 1)
· Adiós a las almas, las memorias de un escritor que fue sacerdote: Francisco Pérez Gutiérrez (Visitas 1)
· La cuestión religiosa durante la Segunda República (Visitas 1)
· ¿Qué hacen en Irak los soldados centroamericanos? (Visitas 1)
· Un ejemplo de las posibilidades del análisis contrafactual en los estudios históricos (Visitas 1)
· Revivir el pasado (Visitas 1)
· Un poco de Malabo en Lavapiés (Visitas 1)
· Casas vacías (Visitas 1)
· ¡Kon nichiwa! (Visitas 1)
· Las relaciones entre España y Marruecos (Visitas 1)
· La oscura historia del PNV: traición a la II República, delación de la izquierda latinoamericana y otras cosillas (Visitas 1)
· Una defensa del sistema constitucional y autonómico español (Visitas 1)
· Cuando el folk se hizo rock and roll (Visitas 1)
· Cartografía de la historia cultural (Visitas 1)
· George L. Mosse: "La nacionalización de las masas" (Marcial Pons, Madrid, 2005) (Visitas 1)
· Enrique de Angulo: "Diez horas de Estat Català" (Encuentro, Madrid, 2005) (Visitas 1)
· Crítica de "La vida te da", quinto CD de Amparanoia (Visitas 1)
· Armand Mattelart: "Diversidad cultural y mundialización" (Paidós, 2006) (Visitas 1)
· La huella indeleble de David Gilmour (Visitas 1)
· A. Vidal-Quadras, "La Constitución traicionada" y A. Espada, "Informe sobre la decadencia de Cataluña" (Visitas 1)
· Mario Vargas Llosa: "Travesuras de la niña mala" (Alfaguara, 2006) (Visitas 1)
· Algo fresquito para el verano (Visitas 1)
· Florencio Domínguez: "Josu Ternera. Una vida en ETA" (La Esfera de los Libros) (Visitas 1)
· Jared Diamond: "Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen" (Debate, 2006) (Visitas 1)
· Javier Tomeo: "La noche del lobo" (Anagrama, 2006) (Visitas 1)
· Tony Judt: "Posguerra" (Taurus, 2006) (Visitas 1)
· La Falange (Visitas 1)
· Paul Auster: "Brooklyn Follies" (Anagrama, 2006) (Visitas 1)
· Triunfar en Madrid (Visitas 1)
· Crítica de película "La vida de los otros", de Florian Henckel Von Donnersmarck (Visitas 1)
· John Colville: "A la sombra de Churchill. Diarios de Downing Street 1939-1955" (Galaxia Gutenberg, 2007) (Visitas 1)
· David McCullough: "1776" (Belacqva, 2006) (Visitas 1)
· María Zambrano o la continuidad de la filosofía española (Visitas 1)
· Retrato de José Ribas y la revista "Ajoblanco" (Visitas 1)
· Los regímenes populistas en América Latina (Visitas 1)
· James Boswell: Vida de Samuel Johnson (Acantilado, 2007) (Visitas 1)
· Bolivia en el precipicio (Visitas 1)
· Juan Carlos Romero Mestre: ¿En qué estarán pensando los escalares? (Vision Net, 2006) (Visitas 1)
· Crítica de la película Media Luna, del director kurdo Bahman Ghobadi (Visitas 1)
· James Owen: Nuremberg. El mayor juicio de la historia (Crítica, 2007) (Visitas 1)
· El flamenco en Barcelona: la época de esplendor (Visitas 1)
· Jorge Wagensberg: El gozo intelectual (Tusquets, 2007) (Visitas 1)
· Los problemas sociales de los inmigrantes (Visitas 1)
· Albert Boadella y el mosaico catalán (Visitas 1)
· Crítica de la película Promesas del Este, de David Cronenberg (Visitas 1)
· Juan José Millás: El mundo (Planeta, 2007) (Visitas 1)
· Crítica de la película Deseo, peligro, del director Ang Lee (Visitas 1)
· Amir Valle: Santuario de sombras (Almuzara, 2006) (Visitas 1)
· África y los retos de la globalización (Visitas 1)
· Federico Jiménez Losantos: La ciudad que fue. Barcelona, años 70 (Temas de Hoy, 2007) (Visitas 1)
· Instrucciones para Amanecer (Visitas 1)
· Umberto Eco: Historia de la fealdad (Lumen, 2007) (Visitas 1)
· Daniel Mendelsohn: Los hundidos (Destino, 2007) (Visitas 1)
· Noah Gordon: La bodega (Roca, 2007) (Visitas 1)
· Canibalia. Canibalismo, calibanismo, Antropofagia cultural y consumo en América Latina (Visitas 1)
· Pilar Cernuda: Contra el talante (Debate, 2008) (Visitas 1)
· Martin Amis: La Casa de los Encuentros (Anagrama, 2008) (Visitas 1)
· Fernando Sánchez Dragó: Y si habla mal de España... es español (Planeta, 2008) (Visitas 1)
· Ian McEwan: Chesil Beach (Anagrama, 2008) (Visitas 1)
· Crítica de No es país para viejos, película de los hermanos Coen (Visitas 1)
· Niklas Luhmann: El amor como pasión (Península, 2008) (Visitas 1)
· El Dos de Mayo: aquel hecho (Visitas 1)
· Crítica de la película La edad de la ignorancia, de Denys Arcand (Visitas 1)
· Dig Lazarus dig!!!, CD de Nick Cave (Visitas 1)
· Crítica de Mil años de oración, película de Wayne Wang (Visitas 1)
· Crítica de Antes de que el diablo sepa que has muerto, película de Sidney Lumet (Visitas 1)
· Lugares comunes latinoamericanos (Visitas 1)
· Sándor Márai: La extraña (Salamandra, 2008) (Visitas 1)
· Mara Lea Brown: Soleá (Ediciones Carena, 2007) (Visitas 1)
· Bruce Bégout: Lugar común. El motel americano (Anagrama, 2008) (Visitas 1)
· Lugares comunes latinoamericanos: Los inmigrantes llegaban masivamente sin visas ni restricciones (Visitas 1)
· Steven Bach: Leni Riefenstahl (Circe, 2008) (Visitas 1)
· Anna Caballé El bolso de Ana Karenina (Península, 2008) (Visitas 1)
  • Novedades

    Wise Up Ghost, CD de Elvis Costello and The Roots (por Marion Cassabalian)
  • Cine

    In the Loop, película de Armando Iannucci (por Eva Pereiro López)
  • Sugerencias

  • Música

    Heligoland, CD de Massive Attack (por Marion Cassabalian)
  • Viajes

  • MundoDigital

    Por qué los contenidos propios de un web son el mayor activo de las empresas en la Red
  • Temas

    El islam y los problemas de la representación (por Ignacio Sánchez Sánchez)
  • Blog

  • Creación

    Prosa poética de Alejandro Krawietz
  • Recomendar

    Su nombre Completo
    Direccción de correo del destinatario
Anna Caballé: El bolso de Ana Karenina (Península, 2008)

Anna Caballé: El bolso de Ana Karenina (Península, 2008)

    TÍTULO
El bolso de Ana Karenina

    AUTORA
Anna Caballé

    EDITORIAL
Península

    GÉNERO
Biografía

    OTROS DATOS
Barcelona, 2008. 311 páginas. 17,90 €



Anna Caballé  (Hospitalet,  España, 1954) es profesora de Literatura española e hispanoamericana de la Universidad de Barcelona. Especialista en biografías

Anna Caballé (Hospitalet, España, 1954) es profesora de Literatura española e hispanoamericana de la Universidad de Barcelona. Especialista en biografías


Reseñas de libros/No ficción
Anna Caballé El bolso de Ana Karenina (Península, 2008)
Por Justo Serna, jueves, 4 de septiembre de 2008
El mayor goce lector es el que se da sin previo aviso, aquel que llega sin haberlo sospechado: el que nos procura el libro del que no sabemos nada. Conocemos al autor o nos interesa vagamente el asunto. Comenzamos a hojear sus páginas y, de repente, un párrafo nos conmueve: nos conmueve profundamente. Es tal el impacto que nos forzamos a empezarlo, a iniciar el libro desde el principio: justamente para llegar a ese pasaje concreto. ¿Y qué comprobamos? Que la calidad de dicho párrafo no es una excepción sino la característica de todo el volumen: que hay pasajes y pasajes que merecerían ser recordados, textos que, con economía verbal o con exactitud textual, compendian el sentido de la vida… cómica, dramática, trágica. O, mejor, párrafos en los que se entreveran lo patético y lo heroico, lo esencial y lo accesorio. Es tal la sutileza pero también la gravedad con que se describe la existencia que no podemos detenernos: nos abandonamos a su letra con placer, sabiendo que todavía nos quedan muchas planas, un porvenir de trescientas páginas por leer.
Eso es lo que me ha sucedido con El bolso de Ana Karenina. Conozco a su autora, el cuidado con que prepara sus libros, el empeño perfeccionista con que suelda fondo y forma. Conozco a Anna Caballé… Por ejemplo, leí con mucho interés Narcisos de tinta (1995), un examen sobre la literatura del yo. Desde hace décadas, el yo es objeto de veneración por parte de los literatos. Pero, desde hace un par de lustros, la literatura confesional se acomoda a la recreación narcisista del individuo posmoderno. Vivimos en un estadio de exaltación del yo, de sus atributos, justamente cuando decae lo colectivo y cuando las cosmovisiones pierden fuelle. Anna Caballé supo anticiparse a esta inclinación y supo examinar la larga tradición española de literatura autorreferencial, precisamente en un país en el que no parecía haber autobiografías o memorias. Supo también dedicarse a la literatura femenina y al estudio de la misoginia. Con concisión, sin mayores precisiones, el Diccionario de la Real Academia indica que misoginia es “aversión u odio a las mujeres”. ¿Aversión u odio? Si lo pensamos bien, resulta chocante, incluso indescifrable, que se pueda manifestar un sentimiento negativo hacia la totalidad de un grupo humano.

“Pensé que un hombre puede ser enemigo de otros hombres, de otros momentos de otros hombres, pero no de un país: no de luciérnagas, palabras, jardines, cursos de agua, ponientes”, leo en El jardín de senderos que se bifurcan. Con ese dictamen, Borges expresó lo incomprensible de la aversión común o del odio general. Podemos repudiar a éste o a aquél, justamente porque detestamos su particularidad; podemos rechazar a éste o a aquél, precisamente porque reprobamos aquello que lo distingue; podemos detestar a éste o a aquél, exactamente porque nos infligió daño. Pero despreciar a una colectividad por lo que tiene de común, de compartido, es una injusticia intolerable: nos niega como personas distintas condenándonos en un agregado indiferenciado. El racismo, por ejemplo, supone marcar con un estigma, con una señal visible: la estigmatización nos sella más allá de lo que somos o de lo que nos separa o de lo que nos diferencia, pues la marca nos estampa con un timbre genérico. Así lo expresaba Erving Goffman en un célebre volumen. En el caso de las mujeres, el estigma atribuido se ha expresado bajo la forma de la irracionalidad o del bello defecto, una doble laceración infligida en la que frecuentemente han incurrido los literatos. Como supo denunciar Mary Wollstonecraft.

La narración: la ligereza profunda de estos retratos textuales, de estos perfiles, le sirven a Anna Caballé para esbozar un repertorio de vidas felices e infortunadas a un tiempo: unas preferentemente gozosas; otras irremediablemente infaustas, aunque todas con ese momento doloroso o esperanzado que es propio de cualquier existencia

Un bello defecto. O, dicho en otros términos, aquello que tratadistas y moralistas –como Jean-Jacques Rousseau— han perpetrado contra ella es su reducción a mero objeto de deseo: eliminando, pues, la cualidad racional de que también está investida; atrofiando, al fin, su maduración. Apartada desde edad temprana de la educación racional, de la responsabilidad, del juicio y de la disciplina, tareas reservadas a los varones, la mujer consuma su crecimiento como un ser torpemente instintivo, simple, subordinado, arbitrario, dependiente, amputado y entregado en exclusiva al cultivo de la belleza, al despliegue frívolo, pasajero e inconsistente de la coquetería. Ahora bien, con el desarrollo desordenado de una imaginación mórbida y de una sensibilidad enfermiza, la propia mujer se vuelve doblemente dependiente y tiránica. ¿Es así? El bolso de Ana Karenina es su desmentido. Punto y aparte.

Como digo, conocía a Anna Caballé pero lo ignoraba todo de este nuevo volumen, un libro que un día descubrí en una gran librería, entre los anaqueles dedicados a la antropología. ¿Por qué el librero había colocado esta obra, compuesta con semblanzas biográficas de cuarenta y tantas mujeres, junto a los estudios etnológicos? Tal vez, su difícil clasificación. Es libro de biografías, pero no pertenece al género o al expediente de la biografía. Es un volumen que en el que las vidas son motivo de breve exposición, lo que se sabe de mujeres felices y desgraciadas, abnegadas y corajudas, sumisas y rebeldes, a partir de una lectura aleccionadora. ¿Vidas ejemplares? No exactamente. No hay didactismo ejemplarizante, ni moraleja: en la dicha y en la desdicha, Anna Caballé encuentra siempre el negativo, aquello que contraría lo que creíamos saber, ese momento en que una vida esclava se eleva o ese instante en que una existencia consumada se rehace. Entre sus mujeres, ninguna se salva o se hunde totalmente: siempre hay un dolor que estropea lo venturoso y siempre hay una esperanza que alivia el infortunio. Son capitulillos breves ordenados alfabéticamente y encabezados por el retrato respectivo, a partir del cual podemos hacernos una idea; capitulillos de apenas tres caras cada uno, páginas intensas, de trazo rápido y perfil medido.

La mejor lectura es aquella en que el autor persuade a un destinatario desganado, incluso desinteresado. Era mi caso. Perdonen esta confesión personal: después de meses y meses de lecturas inacabables, después de meses de trabajo académico, pensaba que ningún volumen llegaría a interesarme suficientemente; pensaba que tardaría en recuperarme del atracón. La elegancia y la levedad de El bolso de Ana Karenina despertarán incluso al aturdido lector que no tenga interés alguno por la historia de las mujeres: un varón, por ejemplo, que crea que esas vidas no le conciernen. No es preciso estar a favor del feminismo; no es necesario convenir con el punto de vista de la autora. Simplemente hay que dejarse llevar por el curso de la narración: la ligereza profunda de estos retratos textuales, de estos perfiles, le sirven a Anna Caballé para esbozar un repertorio de vidas felices e infortunadas a un tiempo: unas preferentemente gozosas; otras irremediablemente infaustas, aunque todas con ese momento doloroso o esperanzado que es propio de cualquier existencia.

Una sociedad inmisericorde con lo femenino y un machismo histórico y tenaz no tapan los muchos defectos de estas mujeres. La autora los muestra con habilidad narrativa, pero sin arrogancia alguna: no hay jactancia en alguien que puede sobrevivir a lo que otras padecieron

Si hay una vida cómoda, confortable, algo trágico acabará por estropearla: el amor que no llega, la enfermedad que quiebra, o, en fin, la muerte que liquida. Si hay sufrimiento indecible, una pequeña alegría aliviará breve e inútilmente a quien soporta esos padecimientos. Si hay debilidad, un instante de fuerza nos mostrará de qué son capaces los seres frágiles. Si hay éxito y consumación, algo nos revelará la inseguridad constante de tantas personas rotundas. Si hay soledad invencible, la creación o el arte o la escritura serán el escape inmaterial de tanta inteligencia y abnegación. Si hay cursilería y afectación, una inteligencia contable y material nos demostrará de qué son capaces los seres mediocres.

Una sociedad inmisericorde con lo femenino y un machismo histórico y tenaz no tapan los muchos defectos de estas mujeres. La autora los muestra con habilidad narrativa, pero sin arrogancia alguna: no hay jactancia en alguien que puede sobrevivir a lo que otras padecieron. “No pienses que uno tiene tanta fuerza como para llevar cualquier tipo de vida y continuar siendo el mismo. Hasta corregir los propios defectos puede llegar a ser peligroso: nunca se sabe cuál es el defecto que sustenta nuestra edificio entero”, admite Clarice Lispector en un pasaje que reproduce Anna Caballé. Podríamos decir que la biógrafa tiene bien aprendida la lección de sus mujeres. En parte, ella se sabe redimida por aquellas que la precedieron y, por tanto, no se siente autorizada para salvar o condenar.

En realidad, estas páginas tienen severidad y un punto de nostalgia. Véanse, por ejemplo, las semblanzas dedicadas a María Callas o a Betty Friedan. Pero tienen también su humor: véanse, por ejemplo, las páginas que relatan la vida de Barbara Cartland, la autora de novela romántica más cursi que pueda pensarse. Anna Caballé la trata con corrección, con ironía, con asombro: alguien capaz de ganar cinco mil libras en una mañana con historias afectadas y con novelerías, alguien capaz de vender más de seiscientos millones de ejemplares, ha de tener por fuerza una biografía interesante y ambivalente. Como la tuvo quien estaba en el otro extremo de lo humano, Janis Joplin, una mujer creadora que se vio forzada a cargar consigo misma, “acostumbrada a los excesos desde los quince años”, ducha en el arte de “vivir en una perpetua exaltación”. Caballé le tiene respeto, reconstruye su existencia agitada y, cuando creíamos saberlo todo, cuando creíamos salir airosos de ese abismo, nos dice: “La verdad es que nada sabemos de la intensidad con que otras personas viven sus emociones, ni del grado de necesidad que late en su interior, ni de los esfuerzos que hacen por encontrar algo a lo que aferrarse. Cuanto sabemos, que es muy poco, no pasa de ser una conjetura irresoluble, un deseo de comprender los estragos que puede causar un solo sufrimiento”.

Comprobarán que se trata de un libro tonificante y realista. En el mercado hay volúmenes tóxicos y hay volúmenes reparadores. Éste es uno de ellos: es un libro reparador. Te muestra elegantemente el dolor persistente o pasajero de tantas y tantas mujeres admirables o desastrosas, devolviéndoles la vida breve de que disfrutaron o padecieron

Tratas a alguien o lees sobre alguien y ese conocimiento leve o superficial te hace incurrir en el error: crees conocer a una persona y de improviso te sorprende con un gesto inesperado, con una decisión inaudita. Súbitamente, el pequeño destino de los individuos cambia sin fatalidad o previsión: creemos posible trazarnos un futuro, creemos posible entender el sentido del pasado, y de repente todo muda por voluntad o azar, por esfuerzo o casualidad. Averiguando en qué consiste lo humano no hay tedio ni repetición: lo que parecía rutina cambia o se desvanece, siempre dependiente del capricho, del abismo o de la exaltación a que nos entregamos por sabernos finitos, contingentes, frágiles. Mujeres que crecieron en el mayor confort y bienestar se destruyen pronto, con prisa adulta, con distinción y excentricidad: se suicidan durante años y años, con empeño creador, con vértigo instintivo. Mujeres que estaban condenadas al aislamiento o a la nada o a la muerte reencuentran una segunda vida: se rehacen gracias a la decisión, a la responsabilidad que les permiten su inteligencia y… el caprichoso azar. Mujeres que estaban destinadas a la soledad o a la carencia o al silencio se remiendan con esperanza y torpeza a veces desastrosas.

Los humanos somos decepcionantes y sorprendentes, para nosotros mismos y para los demás: somos esos tipos que desmienten las expectativas. Uno elabora proyectos y traza planes, aspirando a completar objetivos. Al final vemos cómo se frustran buena parte de las quimeras y de las fantasías que nos habíamos hecho o que otros se habían hecho de nosotros. Pero también acabamos desmintiendo la fatalidad con que nos habían frenado. En El bolso de Ana Karenina, Caballé trata de esto con dolor y sutileza, un dolor y una sutileza que dicen mucho de la autora, de su concepción y de su noción. ¿Y por qué titularlo así? ¿Por qué El bolso de Ana Karenina? No les voy a revelar el sentido de esa metáfora --etnológica quizá--, revelar lo que es el significado de la obra. Lamentablemente, la impudicia del periodismo –o, en otros términos, el triunfo del periodismo de declaraciones-- aclara cosas que el lector debería descubir por sí mismo. Me niego incurrir en esa descortesía. Cuando lean el volumen comprobarán que mi reserva estaba bien justificada.

Y comprobarán que se trata de un libro tonificante y realista. En el mercado hay volúmenes tóxicos y hay volúmenes reparadores. Éste es uno de ellos: es un libro reparador. Te muestra elegantemente el dolor persistente o pasajero de tantas y tantas mujeres admirables o desastrosas, devolviéndoles la vida breve de que disfrutaron o padecieron. Las ves como interlocutoras con arrojos y averías que hicieron de sí mismas personas. Pero, sobre todo, te ilustra y te conmueve y te incomoda: no hay conductas ajenas que no nos conciernan; no hay actos que nos sean ajenos; no hay hechos que no nos sirvan para ilustrarnos sobre la audacia y sobre el miedo, sobre los determinismos, sobre el coraje que hace falta para conjurarlos.

  • Suscribirse





    He leido el texto legal


  • Reseñas

    El miedo a los árboles, La espada de Damocles, de Petros Márkaris (por Marta López Vilar)
  • Publicidad

  • Autores