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Cruz de piedra en la subida al puerto de Castilla

Cruz de piedra en la subida al puerto de Castilla

    NOMBRE
José Luis Rodríguez

    LUGAR DE NACIMIENTO
Ávila

    BREVE CURRICULUM
Posee más de 20 años de experiencia como escritor, periodista y fotógrafo. Su trayectoria como divulgador de las bellezas y singularidades de los espacios naturales ibéricos se traduce en asiduas colaboraciones en la mayor parte de las revistas y suplementos dominicales del mercado español, y en más de 40 libros publicados por las principales editoriales



José Luis Rodríguez

José Luis Rodríguez

Gata. Punto de partida de la ruta

Gata. Punto de partida de la ruta

Perdiz roja

Perdiz roja

Puente de San Blas

Puente de San Blas


Magazine/Nuestro Mundo
Guía Parque Nacional de Monfragüe y norte de Extremadura
Por José Luis Rodríguez, jueves, 4 de septiembre de 2008
La guía Parque Nacional de Monfragüe y norte de Extremadura es la primera que se publica desde la declaración de Parque Nacional, siendo, por lo tanto, la más actualizada. En ella se proponen 16 rutas por el Parque y sus alrededores: Monfragüe, Las Hurdes, Valle del Jerte, La Vera y Sierra de Francia. Se trata de rutas perfectas para llevar a cabo durante el fin de semana, sin grandes dificultades y para todo tipo de viajero.

Del pueblo de Gata al Puerto de Castilla por la Calzada Romana

La sierra de Gata ha sido considerada, hasta hace unas décadas, como un santuario natural debido a su aislamiento y a su difícil acceso. Hoy, que cuenta con buenas carreteras, recibe una mayor afluencia turística pero, no obstante, conserva intactas buena parte de sus zonas de mayor riqueza biológica, donde se esconden especies tan valiosas como la cigüeña negra y el buitre negro. La comarca ha sido inventariada como futuro Espacio Natural Protegido en Extremadura. La ruta propuesta recorre una vía de comunicación tradicional —la calzada romana Via Dalmacia— entre esta comarca y su homóloga salmantina, separadas por las cumbres de la propia sierra de Gata.

Dificultad: Baja-media. Duración: Media jornada. Época recomendada: Primavera y otoño. Punto de partida: El pueblo de Gata, con acceso desde la carretera N-526 a la altura de La Fatela, en las proximidades del puerto de Perales (fronterizo con Salamanca). Tipo de itinerario: Lineal. Desnivel: 500 metros. Distancia recorrida: 5 kilómetros. Flora y fauna: Importantes masas autóctonas de robles, además de pinares de repoblación. Alisedas y fresnedas en los cauces de los ríos. Fauna importante, con presencia discutida de lince ibérico en una de sus poblaciones más septentrionales. Aves forestales y mamíferos oportunistas como el zorro y el jabalí.

Descripción del itinerario

Iniciamos la ruta en el pueblo de Gata y salimos del mismo por la parte alta de su casco urbano para pasar junto al depósito municipal de aguas. Este camino está empedrado desde el inicio, lo que delata su condición de calzada romana. En efecto, nos encontramos en la denominada Via Dalmacia, antaño muy utilizada por parte de los lugareños de ambas vertientes de la sierra. La entrada en escena de las modernas carreteras —últimas décadas del siglo pasado— supuso no sólo el desuso, sino también el olvido para esta amplia trocha serrana, que poco a poco vio como su trazado se iba ocultando entre la vegetación colonizadora más oportunista. Gracias al empeño de algunos entusiastas de este tipo de vías de comunicación —como cañadas, cordeles y calzadas— y a la creciente actividad del ecoturismo, el camino ha recobrado nuevamente protagonismo y hoy lo siguen cientos de excursionistas cada temporada, lo que ha incitado a las autoridades municipales a señalizar buena parte del mismo.

Y no hemos hecho más que comenzar a caminar cuando nos llama la atención una cruz de piedra de grandes dimensiones que se levanta a la derecha del sendero, entre rocas y matorrales que tapizan la ladera hacia arriba y pinares de repoblación que quedan por debajo, extendiéndose hacia el poniente, hasta el fondo del valle surcado por el río de San Blas.

Todo el recorrido resulta más o menos cómodo, y si cabe exige más esfuerzo por el empedrado que por la ascensión paulatina que experimenta. La primera parada la podemos hacer al finalizar el primer kilómetro. Aquí se encuentra la denominada fuente del Escudero, donde existe asimismo un cartel de madera que indica el camino que debemos seguir hacia la fuente de las Pilas. El paisaje vegetal llama la atención por su austeridad. Con la ayuda de una guía de campo sobre botánica no tardaremos en identificar las distintas especies que tenemos delante: brezos, piornos, cantuesos, escobas y escasos pinos y robles salpicando zonas superiores.

Un kilómetro más adelante, tras un pequeño tramo en el que la tierra sustituye al empedrado, nos encontramos una nueva fuente, la de Aguasbuenas, de caudal tributario del río de San Blas que a su vez discurre más abajo. Continuando por el camino, tras tomar una curva a la izquierda, observamos un grupo de pilares de piedra que bien seguro nos incitarán a intentar descubrir su significado. Y no tardaremos en caer en la cuenta de que son los restos de una antigua conducción de aguas. Si preguntamos en el pueblo nos informarán de que dicha tubería transportaba el agua recogida en las Jañonas, en la cabecera del río de San Blas, hasta una fábrica de luz que existía en el fondo del valle. Ahora sólo nos separan 300 metros del puente de San Blas, construido sobre el cauce del río del mismo nombre, con doble arcada superpuesta y rústicos quitamiedos. La ermita de San Blas queda a un kilómetro escaso de distancia, que se traduce en poco más de diez minutos a paso normal. De paso podemos disfrutar del grandioso paisaje que nos ofrece el mirador instalado junto al camino, donde existe una placa que nos informa de los accidentes geográficos que jalonan el horizonte.

Continuamos caminando y muy pronto aparece la ermita de San Blas, a la derecha del camino, casi oculta entre altos pinos y precedida por una cerca, una fuente y una cruz de piedra semejante a la que se encuentra abajo, al principio del itinerario.

El tramo que resta hasta el puerto de Castilla se prolonga durante algo más de un kilómetro y medio. Este trayecto tampoco ofrece dificultad reseñable. El ascenso sigue siendo suave y sin posibilidad de extravío. La distancia la podemos cubrir en quince o veinte minutos: sólo tenemos que superar un desnivel de apenas 200 metros. Una vez arriba, con el valle de Arroyopeones abriéndose paso hacia el norte para tributar en el del río Frío, nos encontraremos en el punto final de esta ruta serrana y también a caballo entre las comunidades de Extremadura y Castilla y León.

En la zona sur del espacio natural de la sierra de Gata se encuentra el embalse del Borbollón, represando las aguas del río Árrago. En 1954 las obras de este embalse formaron una pequeña isla en cuyo arbolado y construcciones abandonadas han ido nidificando distintas especies de aves. Primero fueron las cigüeñas blancas, pero enseguida llegaron las garzas reales, garcillas bueyeras, garcetas comunes, los milanos negros y en otoño e invierno da cobijo a grullas, cormoranes y avocetas, por lo que constituye una reserva ornitológica que hace las delicias de colectivos de científicos y aficionados.

A algo más de 80 kilómetros hacia el suroeste se encuentra la localidad de Alcántara, muy cerca de la frontera con Portugal, célebre por su puente, su orden militar y su santo. El puente romano es una magnífica obra de ingeniería, construida en época del emperador Trajano; mide 194 metros de longitud y ocho metros de ancho. En su parte central se levantó un arco de triunfo en el que aún se distinguen placas conmemorativas de Carlos V e Isabel II. La orden de Calatrava se estableció en la villa en 1218, instalando en ella su sede en el convento de San Benito. La iglesia de Santa María de Almocóvar se construyó en el solar de una antigua mezquita; de su primitiva fábrica se conservan una portada románica y otra gótica. Muy cerca se encuentra la iglesia edificada sobre la casa natal de san Pedro de Alcántara, el santo extremeño más venerado; es de estilo barroco.

Las perdices rojas

La popular patirroja es la pieza reina de la caza menor en España. Pero es, además, una de las especies más importantes en el contexto de las cadenas tróficas que se establecen en la naturaleza. La perdiz es, en efecto, una de las presas básicas en la dieta de muchos animales depredadores, como las raras águilas imperiales y perdiceras o los propios linces, sobre todo en los tiempos que corren, en los que el conejo ha sido diezmado por el azote de ciertos virus que nunca debieron salir de los laboratorios. La popular gallinácea compensa estas bajas en sus efectivos con una alta tasa reproductora: hasta 12 y 15 polluelos por temporada. Pero sólo las perdices adultas, aquellas calificables de viejas, son verdaderamente capaces de burlar a los carnívoros que las acechan, de día y de noche.

Aquí, en la sierra de Gata, las perdices rojas son particularmente bravas. Son perdices serranas, de esas que, según los cazadores, saben que basta con dar un par de aletazos para dejarse caer como meteoros hacia el fondo del valle, poniendo rápidamente distancia de por medio para salvar su vida.

Entre febrero y marzo transcurre la época de celo de estas aves y, por entonces, cantan sin cesar. Éste es el mejor momento para intentar descubrir su presencia. Unos prismáticos de ocho o diez aumentos nos lo pondrán más fácil.


Nota de la Redacción: agradecemos a Alhena Media la gentileza por permitir la publicación del texto del libro de José Luis Rodríguez, Paseos y escapadas irrepetibles por Monfragüe y norte de Extremadura  (Alhena Media).

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    Tras las huellas de Sabino Arana, de Antonio Elorza (reseña de Rogelio López Blanco)
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