lunes, 6 de julio de 2009
Correspondencia Beltrán de Heredia/Julio Maruri (Ediciones La Bahía, 2009) (I)
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
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A continuación el lector puede leer completa la intervención que leí el pasado martes 30 de junio de este año en la sede social y cultural de Caja Cantabria, calle Tantín, en la presentación del libro que recoge la correspondencia mantenida entre Pablo Beltrán de Heredia y Julio Maruri a lo largo de los años 1950/2004, y que en edición de José María Lafuente ha publicado Ediciones La Bahía


Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

A continuación el lector puede leer completa la intervención que leí el pasado martes 30 de junio de este año en la sede social y cultural de Caja Cantabria, calle Tantín, en la presentación del libro que recoge la correspondencia mantenida entre Pablo Beltrán de Heredia y Julio Maruri a lo largo de los años 1950/2004, y que en edición de José María Lafuente ha publicado Ediciones La Bahía.

Ahora mismo no puedo precisar cuándo fue la primera vez que oí hablar algo en torno a que la correspondencia entre Pablo Beltrán de Heredia y Julio Maruri iba a aparecer publicada en forma de libro por una, para mi, desconocida nueva editorial santanderina, Ediciones la Bahía. ¿Dos, tres años? No sé, quizá esté subrayando un disparate, pero la rotunda sensación que me invade es que fue hace ya bastante tiempo, incluso en alguna época ya del todo anquilosada en los vericuetos de la memoria. Tampoco sé quién me lo comunicó esa primera vez en algún rincón de los atiborrados mentideros culturales de Santander, dejando que yo la rumiase como una noticia volandera e imprecisa, pero desde luego importante y significativa.

Lo que sí recuerdo perfectamente es que fue un Pablo Beltrán de Heredia desvencijado el que me confirmó el rumor en un breve encuentro fortuito que sucedió junto a la barbería cercana a la plaza de Pombo, establecimiento al que Pablo acudía en ese mismo instante para que lo arreglaran un poco, sin duda sin esperar al respecto ningún tipo de milagro. Cualquiera que conozca mínimamente a Pablo podrá hacerse una leve idea de cómo transcurrió la conversación: “sí, José María Lafuente está trabajando en la edición del epistolario, un libro interesantísimo, plagado de datos, anécdotas, comentarios, circunstancias, noticias, opiniones, ahí está todo…, un libro llamado a ser muy importante sin duda ninguna, pero un libro que seguro pasará completamente desapercibido y al que no hará caso nadie, pues vivimos en una ciudad, en un mundo, en un universo, en una época en la que nada le importa a nadie, todo pasa desapercibido ante los ojos y las mentes de un gentío sólo interesado en sus propias, pequeñas y mezquinas cosas, etc, etc, etc…”.

Atrás dejé al notable cascarrabias por el que siempre he sentido una descarada simpatía, y continué el paseo sin darle mucha importancia a la confirmación esencial de la noticia. Más adelante fue Julio Maruri quién volvió a hablarme de la edición del epistolario. Lo hizo una tarde tranquila en su delicioso apartamento, muy cercano a la Plaza de Cañadío. En el aire flotaba la voz de María, de María Callas naturalmente, y Luis Alberto Salcines, aquí junto a nosotros, no me dejará por mentiroso. Julio Maruri, maestro para mí de tantas y tantas cosas, mi particular Aleixandre pejino y parisino, mi particular poeta de las cartas más pasmosas, más hermosas y sabias que jamás he recibido y posiblemente recibiré, Maruri, insisto, nos dijo que, en efecto, la edición del epistolario llevaba un tiempo en marcha, y que a él le sugería la idea de un libro importante para eruditos y estudiosos de aquella etapa, pero del que ignoraba casi por completo el interés que pudiera despertar en los lectores ocasionales de hoy, en los poetas y letraheridos que hoy son jóvenes y suelen presentar tanto ímpetu por lo propio como desdén por el reciente pasado, sobre todo por el de los demás.

Julio Maruri

Julio Maruri

Pasó el tiempo y no volví a saber nada mucho más consistente y sabroso sobre el asunto. En alguna ocasión alguien mencionaba un detalle sin fuente ni muy precisa ni muy fiable; detalle que sólo venía a confirmar que el proyecto seguía un curso ignoto y sin ninguna oficialidad sustentadora. Y de repente, hace apenas unas semanas, recibí en el móvil la llamada de José María Lafuente comunicándome que el epistolario Beltrán-Maruri estaba ya en la imprenta, y proponiéndome que participase de alguna manera en su presentación pública, presentación que tendría lugar poco después de que se inaugurase la exposición sobre la figura y la obra de Pablo Beltrán de Heredia que, junto a Salcines, él mismo preparaba en Caja Cantabria. Con la sorpresa aún agazapada en el cuerpo, le respondí de inmediato de forma afirmativa poniéndole una única pero ineludible condición: que contase con el beneplácito de los dos autores. El placet se dio y aquí estoy, inmensamente feliz de tener el privilegio de participar en la puesta en escena pública de este hermoso libro, de esta pieza documental llamada a ser clave en la lectura y relectura de nuestra historia.

Para que pudiera leer el libro sin esperar a que éste fuese una realidad materializada en papel, José María me hizo llegar, vía correo electrónico, el PDF con el contenido. Recuerdo muy bien que comencé un jueves por la noche con la lectura en la luminosa pantalla del portátil. Lo primero que degusté fue el prólogo del editor al cuadrado, José María Lafuente. Yo intuía que el prólogo iba a tener enjundia y precisión, que iba a ir al grano, que no iba a perderse en banalidades ni en lirismos vacuos, que iba a ser bastante aséptico y profesional, que iba a ofrecer la información necesaria e imprescindible, y sobre todo, que no iba a dar gato por liebre. No me equivoqué. Y es que ya conocía el trabajo serio del editor en exposiciones como las que comisarió junto a Salvador Carretero Rebés en el Museo de Bellas Artes de Santander, sobre el propio Julio Maruri o los fondos del desaparecido crítico Miguel Logroño. Lafuente no es un “profesional” ni de la historia ni de la escritura, es, sencillamente, un profesional del sentido común y del buen hacer, raras cualidades que une a un envidiable bagaje de lecturas y conocimientos, a una sólida inteligencia, y a un amor y pasión por el arte, los libros y la amistad, que hacen de él, sencillamente, un significativo caso aparte, todo un ejemplo a seguir y apreciar.

Terminado el sustancioso prólogo me metí con la correspondencia en sí: las cartas intercambiadas entre Pablo Beltrán de Heredia y Julio Maruri desde finales de 1950 al año 2004. Trescientas diez cartas a las que me acerqué sin ninguna prevención ni ninguna idea preconcebida. Recién inaugurada la lectura, es de justicia confesarlo ahora, eché en falta un índice onomástico y un aparato de notas a pie de página que explicasen o diesen cumplida noticia (sobre todo pensando en lectores no santanderinos, y sobre todo en aquellos sin nociones mínimas en ciencia tan compleja y sutilmente inaprensible como es el “santanderinismo”), de personajes, revistas, publicaciones, autores, lugares… Al comentárselo por teléfono al editor, José María me dio toda la razón, pero también me hizo ver que tal empeño hubiera retrasado quizá trágicamente la materialización del libro, y que tal vez para el lector no erudito hubiera lastrado con excesivo peso la lectura de las cartas, desvirtuando la fundamental intención de que éstas se lean como una novela construida en breves capítulos.

José María Lafuente (Ed.): Correspondencia Julio Maruri / Pedro Beltrán de Heredia, 1950-2004 (Ediciones la Bahía, 2009)

José María Lafuente (Ed.): Correspondencia Julio Maruri / Pedro Beltrán de Heredia, 1950-2004 (Ediciones la Bahía, 2009)

Sin más dilaciones proseguí la lectura del epistolario en la parpadeante pantalla del portátil. Avancé bastante la noche del viernes, a pesar de que me paraba con frecuencia para llenar de apuntes un pequeño cuaderno de notas inaugurado a tal efecto. El sábado por la noche tuve que cumplir sin muchas ganas con un compromiso, y salí a cenar. Regresé a casa en torno a la una de la madrugada. Desvelado, encendí de nuevo el portátil y retomé la lectura. Pasadas las 4 de la mañana terminé con las más de 400 páginas del epistolario. José María Lafuente, una vez más, tenía razón: acababa de leer una novela apasionante, una historia que no te permite abandonarla a medio camino, que te exige por medio de la curiosidad y el placer proseguir y proseguir, avanzar y avanzar. Hacía tiempo que no me pasaba lo mismo con ningún otro libro. Estaba a la vez encantado, impresionado y motivado. ¿Motivado a qué? A profundizar más y más en la que creo es la historia principal en torno a la que gravita este epistolario: la vida cultural, social y política del Santander del medio siglo y sus alrededores temporales y sentimentales.

Resumirles a ustedes aquí y ahora el contenido pormenorizado de esta narración epistolar entre dos personalidades tan dispares y excepcionales como son Beltrán de Heredia y Julio Maruri, es tarea inabordable, quimérica. Por un lado no hay tiempo y por otro hay un exceso de ganas por mi parte de hablar y hablar, de preguntar y preguntar, de anotar y anotar.

En esta situación, y por respeto a Pablo, Julio y José María, prefiero no sucumbir a la tentación de explayarme de forma erudita, léase aburrida, y me voy a permitir lanzarles a todos ustedes tan sólo unas pinceladas cuyo objetivo es claro: que los dientes se les alarguen de forma inusitada e incontrolable, y que esta noche ninguno pueda concebir el sueño a la espera de adquirir el libro y leerlo de un solo tirón, abandonados a un palpitante y contagioso frenesí.

***

Últimas colaboraciones de Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel:

-LIBRO: Stieg Larsson: Millennium 3. La reina en el palacio de las corrientes de aire (Destino, 2009).

-PELÍCULA: Niels Arden Oplev: Millennium 1: Los hombres que no amaban a las mujeres (2009).

Más de Stieg Larsson:

-Millenium 1. Los hombres que no amaban a las mujeres (Destino, 2008)

-Millennium 2. La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (Destino, 2008)


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.