miércoles, 11 de julio de 2007
Margarita Hierro en el recuerdo
Hace ahora tres años que murió Margarita Hierro, la filóloga hija del poeta José Hierro, y una de las personas que más hizo por la difusión de la obra de su padre.
Juan Antonio González Fuentes
Que a Margarita Hierro, la hija del poeta Premio Cervantes, se le acababa la vida me lo había anunciado Salvador Carretero, director del Museo de Bellas Artes, hacía apenas unos días. “Le quedan pocos meses”, me comentó con estupor, pues llevaba poco tiempo preparando con ella, su marido Manolo Romero y otros miembros de la familia, detalles de la futura exposición que se proyectaba en Santander sobre el gran poeta.
Por esperada, la noticia no dejó de golpearme con dureza el ánimo, pues no puedo dejar de pensar en la joven madurez de Margarita, y en la sencillez, generosidad y cariño con los que ella y Manolo siempre me trataron en las veces en las que la literatura nos hizo coincidir.
La primera, y quizá por eso la más importante, fue en su casa de las afueras de Madrid a comienzos del verano del año 2000. Estaba yo entonces preparando materiales para el libro Espacio Hierro, y viajé hasta casa de Margarita y Manolo para trabajar en los documentos sobre Hierro que atesoraban por casi todos los rincones de la casa. La generosidad de la pareja fue increíble, no sólo me trataron con la mayor cordialidad y confianza, invitándome a compartir su mesa como uno más de la familia, sino que me enseñaron la infinidad de materiales sobre José Hierro que custodiaban (cuadros, manuscritos, dibujos, grabaciones…), base documental sobre la que se ha levantado el Centro para la Poesía José Hierro de Getafe, que dirigió hasta su muerte Margarita y ahora lo hace su hija Tacha Romero.
Margarita Hierro
Luego les preparé en el Aula de Letras de la Universidad la presentación de la interesante colección de bestiarios que ellos dos llevaban. De ese acto nunca olvidaré los conocimientos de Margarita acerca de los bestiarios, y la lectura que hizo Manolo del hermosísimo poeta de Gerardo Diego, incluido en su particular bestiario, “Estoy oyendo cantar a un mirlo”.
Muchas más veces nos vimos y charlamos en Madrid y Santander con motivo de lecturas poéticas, homenajes a Hierro, presentaciones de libros..., y siempre hubo en ella el gesto que te hacía sentir apreciado y aceptado. La última vez creo que fue en el Círculo de Bellas Artes, una vez terminado el bautismo madrileño de la antología Voces poéticas de Cantabria, preparada por Luis Alberto Salcines para la editorial madrileña Devenir. Hablamos por extenso, sentados en dos incómodas sillas, de los avatares que rodean la posible creación de la Fundación José Hierro, y me mostró sus preocupaciones al respecto.
La muerte de Margarita Hierro, hace ahora tres años, en el 2004, dejó a los seguidores de la obra de su padre sin una de las mejores conocedoras de su biobibliografía, y también sin una de las más decididas divulgadoras de su obra poética; obra que ayudó a ser más conocida, junto a su marido Manolo Romero, a través de la reedición de diversos libros en la Colección literaria de la Universidad Popular de San Sebastián de los Reyes.
Quizá uno de los mejores homenajes que puedan hacérsele a ambos, al padre poeta y a la hija literata, es impulsar de una vez por todas la mejor edición nacional posible de las poesías completas de José Hierro, y acompañarla de las páginas biobibliográficas en las que Margarita tanto y tan bien trabajó a lo largo de los años. Unir en unas Poesías Completas a estos dos Hierros desaparecidos en tan breve espacio de tiempo, es lo mejor que se me ocurre para tenerlos a los dos siempre ahí, a un solo gesto de la mano en la biblioteca, ese mundo de papel y letras en el que padre e hija, juntos, seguirán llamando a la vida. De momento, el Centro de Poesía “José Hierro” de Getafe creó no hace mucho un Premio Internacional de Poesía “Margarita Hierro”, al menos la poesía servirá para recordar a Marga durante muchos, muchos años.
Textos de Juan Antonio González Fuentes sobre José Hierro:
Mi última mañana con José Hierro
Leamos un poema: “Estatua mutilada”, de José Hierro
Verdi 1874, de José Hierro
José Hierro, un poeta endemoniado
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NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.