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miércoles, 18 de abril de 2007
La poesía según Seamus Heaney
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[19099] Comentarios[2]
El Nobel y poeta irlandés Seamus Heaney reflexiona sobre el quehacer y naturaleza de la poesía en el libro De la emoción a las palabras.

www.ojosdepapel.com

Juan Antonio González Fuentes

Pienso en el poeta Seamus Heaney –condado de Derry, Irlanda del Norte,1939–, allá donde quiera que éste se encuentre, quizá en Asturias, a donde acude con cierta frecuencia. Mi recuerdo se dirige directamente hacia él porque acabo de releer su libro De la emoción a las palabras (Anagrama), título en el que están recogidos trece ensayos literarios de muy diversa índole, algunos dedicados, al menos en parte, al “conflicto irlandés”, asunto como sabemos repleto de aristas y espinas, al que el poeta se enfrenta desde la nada fácil posición de quien apuesta con claridad por el individuo, la tolerancia, la comprensión y el diálogo, como únicas vías para buscar soluciones a los conflictos o, cuando menos, para convivir pacíficamente con ellos en espera de una solución.

Pero el “conflicto irlandés” no es el asunto principal de los ensayos convocados en De la emoción a las palabras. El tema clave, como no podía ser de otra manera, es la poesía, y junto a ella, dos de los compañeros que le son más propios. Por un lado los poetas, y por otro, aquellos elementos que, a juicio de Heaney, ayudan fuertemente a caracterizar la obra poética de éstos: la infancia, las relaciones con un determinado paisaje, el sentido de pertenencia a un espacio geográfico, o la importancia que dicha pertenencia puede llegar a alcanzar en la aparición de una voz poética personal.


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Seamus Heaney


Comencemos diciendo que para Heaney uno de los conflictos permanentes de la poesía radica en que presenta una naturaleza secreta y natural que paradójicamente debe desarrollarse en un ámbito público que además, con frecuencia, es salvaje y abiertamente hostil. Pues bien, es en la base de esta compleja relación entre lo que podríamos llamar la realidad lírica y la realidad de las circunstancias, donde según Heaney habita esa singular conciencia que en última instancia genera el proceso poético.

Es decir, Heaney nos refiere la poesía como un juego en el que participan la memoria, el azar y las intuiciones. La memoria de la propia vida, de los escenarios en los que nos hemos desenvuelto, de nuestros antepasados, de la cultura a la que pertenecemos, en definitiva, de todo aquello que de forma consciente o inconsciente somos y hemos sido. El papel del azar y la intuición queda perfectamente expresado con estas palabras del poeta que pertenecen a su ensayo autobiográfico "Belfast": “Siempre me he mantenido a la escucha de posibles poemas, a veces aparecen como aparecen los cuerpos en los pantanos, casi intactos, como si alguien los hubiese enterrado allí hace mucho tiempo y reapareciesen envueltos en un halo de misterio”.

La poesía entonces, según Heaney, brota de una acción “pre-verbal” –lo que podríamos llamar la sangre del poema–, de un “estado poético” no conformado aún en palabras, partiendo del cual el poeta llega a construir un poema valiéndose de las diferentes herramientas que le proporciona la técnica; elemento este último garante de que el estado pre-verbal pueda desarrollarse en toda su amplitud y resplandor.

Pues bien, estos son en mi opinión los andamiajes conceptuales que recorren de forma más o menos evidente las páginas de De la emoción a las palabras: memoria, azar, intuición y técnica. En este sentido, podríamos establecer con bastante claridad al menos tres tipos de ensayo entre los que figuran en este libro. Para ello atenderemos al objeto principal que en cada trabajo mayor atención merece a la reflexiva mirada de Seamus Heaney. Así, hay ensayos en los que el peso de los recuerdos de la propia infancia y juventud, y de los paisajes que éstas habitaron descansa sobre párrafos con definitiva vocación autobiográfica. Los hay en los que la atención se enfoca hacia algunos poetas –entre ellos Sylvia Plath, Wordsworth, Yeats, W. H. Auden o Lowell– y los meandros que presentan sus obras. Y, por último, hay ensayos en los que la narración se dirige resueltamente hacia los procesos de creación poética, sus problemas, la técnica, el nacimiento de una voz personal...

Pero una vez establecida esta división –artificial como todas las divisiones–, uno se percata de que los ensayos dedicados a los poetas en alguna medida también son autobiográficos, y también hablan de las problemáticas derivadas del quehacer poético. Y algo muy semejante, pero al revés, puede rastrearse en los ensayos autobiográficos y en los que tratan, por ejemplo, de técnica y artificios poéticos. Porque en De la emoción a las palabras Heaney quiere hablar exclusivamente de poesía, y al hacerlo, escribe sobre el universo entero, empezando por sí mismo, y continuando por los poetas que le gustan o le disgustan, o sobre lo que le gusta o disgusta de los poetas que le gustan o disgustan.

Precisamente son los ensayos dedicados a determinados poetas los que menos me han interesado –aunque el dedicado a W. H. Auden, por ejemplo, me parece estupendo–. Y es que prefiero que el poeta me explique su comprensión del fenómeno poético sin que para ello se vea en la obligación de recurrir a figuras interpuestas.

En todo caso el libro es de un evidente interés, no sólo para los entusiastas de Heaney –un poeta que no es desde luego el más interesante entre los que hoy escriben en inglés–, sino, y fundamentalmente, para quienes tengan intereses en el conocimiento de la poesía anglosajona. Sin embargo, y a pesar del interés apuntado, siempre me quedará la duda de si hubiésemos podido disfrutar en castellano este volumen de ensayos de no haber mediado en el asunto cierta academia del norte de Europa que otorga unos premios muy prestigiosos. ¿Me entienden, no?

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NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.


Comentarios
01.08.2008 23:42:20 - evelyn attridge



Es una agradable noticia saber que un poeta de la tierra de mi abuelo haya ganado un Nobel. Yo tambien, modestamente, escribo poemas y he ganado premios menores.


05.03.2009 23:21:18 - Iñaki.



Me entero que este Premio Nobel es el único de los laureados inquiridos en adherirse a la campaña para evitar la demolición de Velintonia 3,morada que fue del también Nobel, Vicente Aleixandre.¿Podría usted notificarle que la venta de dicho inmueble en subasta está próxima?.Muchas gracias.










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