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    AUTOR
Edurne Uriarte

    GÉNERO
Ensayo

    TÍTULO
España, patriotismo y nación

    OTROS DATOS
Madrid, 2003. 295 páginas. 17 €

    EDITORIAL
Espasa Calpe



Edurne Uriarte

Edurne Uriarte


Reseñas de libros/No ficción
Patriotismo constitucional e identidad nacional española
Por Rogelio López Blanco, martes, 15 de julio de 2003
De la cuestión de los nacionalismos periféricos y de la concepción de España como patria y nación, trata este ensayo, valiente, incisivo y, sobre todo, trascendental para la discusión sobre el concepto de España, de la politóloga Edurne Uriarte.
Dejando las cautelas a un lado, esta reflexión de la profesora me parece que marca el inicio de la derrota del discurso del nacionalismo periférico, y del de una buena parte de la izquierda, en el ámbito de las ideas sobre la configuración de la entidad española.

La autora constata algo evidente para la inmensa mayoría de los españoles: que a la Transición, que cumplió rápida y eficazmente con los objetivos de acabar con los grandes problemas que han gravitado sobre la historia de la España contemporánea, le ha faltado resolver uno principal, el asunto de la distribución territorial del poder. Pero no por la ausencia de esfuerzos y dedicación que se han empleado en dicho asunto, pues los logros son gigantescos, al crearse un estado autonómico que ha cambiado de raíz la planta centralista y uniformizadora del Estado y que ha proporcionado una amplísima autonomía a las nacionalidades denominadas históricas y, en especial, a la vasca, cuyos nacionalistas son los más insatisfechos.

¿Cómo se ha llegado al punto de que tras más de veinticinco años de continuas cesiones para acomodar a los nacionalismos éstos continúen con sus exigencias como si nada se hubiera adelantado, en particular en el País Vasco donde se ha alcanzado la más alta cota de autonomía? La autora rastrea las respuestas en los elementos que configuraron el discurso de la Transición, el mismo que prácticamente perdura hasta ahora, en lo que se refiere a la cuestión de la identidad española (marginada) y de las identidades regionales (potenciadas al máximo).
Paradójicamente, el efecto de este totalitarismo ha sido evidenciar que el contenido primordial de la defensa y reivindicación de los valores de la Constitución española, que muchos han alzado como bandera para hacer frente a la opresión nacionalista, significa la identificación de lo español con libertad y democracia

La consecuencia de este discurso ha sido la potenciación de un proceso caracterizado por la artificialidad y por sus efectos contradictorios, regiones donde se fomenta un modelo de valores (exacerbación identitaria) absolutamente opuestos a los que se presentaban como adecuados para el conjunto de España (negación de la identidad emocional y concreción en la estructura jurídico-política estatal). El desvarío ha llegado al extremo en el País Vasco, donde el terrorismo nacionalista ha convertido un intento artificial de imposición de unos valores culturales y políticos en una cuestión de libertad y derecho a la vida.

Paradójicamente, el efecto de este totalitarismo ha sido evidenciar que el contenido primordial de la defensa y reivindicación de los valores de la Constitución española, que muchos han alzado como bandera para hacer frente a la opresión nacionalista, significa la identificación de lo español con libertad y democracia, pues por ello son perseguidos y asesinados. La idea de España, ahora identificada con los valores constitucionales de libertad y pluralidad, se ha renovado, superando los lastres del franquismo, para convertirse poco a poco en una suerte de nacionalismo cívico.

La autora concluye que este proceso aún está cuajando, que estamos ante un cambio de ciclo histórico, pero que todavía hay fuertes resistencias. Esto se evidencia en el concepto de patriotismo constitucional, que ella cree que hay que potenciar en el primero de sus términos, en cuanto a emociones y sentimiento de adhesión, al estar el segundo debidamente desarrollado. Aquí se tropieza con la resistencia de una izquierda anquilosada en el discurso de inicios de la Transición. Sobre ella todavía pesa el lastre de la lucha antifranquista en la que estuvieron aliados con los nacionalistas periféricos, la confusión entre nacionalismo étnico y cívico y la identificación de cualquier idea de España con el franquismo.

En este aspecto la derecha ha sido más abierta e innovadora y sabido recoger un sentimiento muy extendido entre los españoles. Es hora de que la izquierda abandone el discurso “progre”, que no progresista, ese tan aferrado a un pasado superado, y comparta un discurso común sobre España como nación identificada con valores y símbolos que reflejan el orgullo por los logros democráticos y federales, el éxito de su desarrollo y bienestar, compendio de un nacionalismo cívico, sin caer en la autocomplacencia y ni en el asentimiento acrítico.
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