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Justo Sotelo: <i>Los mundos de Haruki Murakami</i> (Izana, 2013)

Justo Sotelo: Los mundos de Haruki Murakami (Izana, 2013)

    TÍTULO
Los mundos de Haruki Murakami

    AUTOR
Justo Sotelo

    EDITORIAL
Izana Editores

    DISEÑO CUBIERTA
Gabriela Amorós Selle

    OTROS DATOS
ISBN: 978-8494065743. Madrid, 2013. 328 páginas. 20 €



Haruki Murakami en 2009 (fuente de la foto: wikipedia)

Haruki Murakami en 2009 (fuente de la foto: wikipedia)

Antonio Garrido Domínguez es Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Complutense

Antonio Garrido Domínguez es Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Complutense


Reseñas de libros/No ficción
Haruki Murakami: entre oriente y occidente
Por Antonio Garrido Domínguez, miércoles, 16 de octubre de 2013
Justo Sotelo responde a un patrón de escritor no tan habitual como pudiera parecer a primera vista. Que un catedrático de economía escriba novelas cuenta con una tradición relativamente larga –J. L. Sampedro constituye un buen ejemplo, además de reciente- pero no lo es tanto que, además de escribir, se interese por un tipo de estudios –como los de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada- volcados en la reflexión sobre los principios, métodos y conceptos por los que se regula el análisis y comprensión de los textos literarios. Este proceso ha culminado con la elaboración de una tesis doctoral –que yo he dirigido al lado de Fernando Rodríguez Lafuente- en torno a un concepto central de la moderna teoría de la ficción: el de mundo posible o mundo ficcional. Al margen de otras consideraciones, el trabajo de Justo Sotelo pone ante todo de manifiesto el valor de las ideas para el estudio de la literatura y cómo, lejos de desvirtuar su vivencia, ayudan a profundizar en el conocimiento de las singularidades que le son propias. El autor hace un uso excelente del concepto de mundo ficcional para explicar el oficio de novelar de H. Murakami, escritor que encarna en grado eminente la mayoría de los rasgos más característicos de la narrativa actual. Desde otro punto de vista, el libro de Justo Sotelo –Los mundos de Haruki Murakami, Madrid, Izana Editores, 2013- viene a ratificar la rentabilidad de determinados conceptos nacidos en el ámbito filosófico aclimatados posteriormente, como ha ocurrido tantas veces, al campo de la reflexión literaria. La inspiración procede en este caso de uno de los grandes teóricos de la ficción literaria, Lubomir Dolezel, y, más específicamente, la propuesta formulada en uno de sus libros más importantes: Heterocósmica. A su luz, Justo Sotelo acomete el análisis de los universos creados por el autor japonés.

Para empezar, cabe decir que Murakami construye mundos de la más diversa índole, que van de los más apegados a la realidad empírica hasta los más alejados de ella, pasando por versiones mestizas (que son ciertamente las más abundantes). En ellos puede encontrarse desde un realismo a lo Carver hasta lo real maravilloso, aunque el predominio corresponde a los mundos híbrido o diádicos, esto es, a aquellos en los que conviven con toda normalidad lo natural y lo sobrenatural (el borrado de fronteras, en suma). En el primer supuesto entrarían Tokio blues, Al sur de la frontera o After Dark, mientras Sputnik, mi amor, Kafka en la orilla, La caza del carnero salvaje, Crónica del pájaro que dio cuerda al mundo, El fin del mundo o 1Q84 responderían a las exigencias del segundo. Como señala el autor del ensayo, la transición de lo real a lo maravilloso/fantástico o viceversa resulta muy fluida y se efectúa habitualmente a través de una serie de conductos muy diversos como túneles, pasadizos, pozos, callejones, espejos, el carnero salvaje, etc. Su cometido consiste fundamentalmente en conectar los dominios que integran un mundo diádico que, como se ha dicho, es el tipo de mundo con el que opera habitualmente Murakami. Es decisivo, en este sentido, el análisis de los diversos códigos que regulan o determinan el comportamiento de los personajes en su interior: el código alético –facilita la explicación de la mitología como mezcla de la natural y lo sobrenatural-, deóntico –relacionado con lo permitido o la prohibición-, axiológico –el bien y el mal- y el epistémico, vinculado al conocimiento. Para completar el catálogo de rasgos de los mundos ficcionales de Murakami, hay que mencionar la importancia de lo extraño, lo onírico y el simbolismo.

Aunque constituye una dimensión fundamental de la cultura japonesa, el simbolismo se apoya en este caso tanto en referentes orientales –en especial, el asociado a los gatos- como occidentales: destaca el vinculado a las grandes tragedias griegas, la búsqueda de la eterna juventud, etc. Pero la trascendencia de lo occidental se manifiesta sobre todo en las frecuentes referencias a la música, además de la literatura: Bach, Beatles, Beethoven, Bergson, Borges, Carver, Chandler, Hemingway, el jazz, Kafka, Michael Jackson, Mozart, Nietzsche, Orwell, Proust, Puig, Salinger… Este hecho ha llevado a algunos críticos –sobre todo, japoneses- a definir a Murakami como un escritor occidentalizado. Se trata sin duda de una calificación abusiva: Murakami, recalca Justo Sotelo, es un autor japonés hasta la médula por mucho que maneje –y con gran solvencia-  determinados referentes de la otra parte del mundo. Su imaginario se nutre de elementos tomados de ambas culturas.

Otros aspectos de la obra del autor japonés tratados en este ensayo son los temas y, muy en especial, el tipo de personajes. Entre los primeros hay uno fundamental: las relaciones de pareja y, más específicamente, el reiterado abandono de los hombres por las mujeres de su entorno (madre, novia, hermana, amante). De ahí la abundancia de personajes solitarios, desarraigados, que pueblan las novelas de Murakami. No pocos de estos personajes son adolescentes, que tienden a prolongar esta etapa de su vida; en suma, personajes en formación. De ahí también la nostalgia que envuelve muchas de las narraciones y también que los géneros literarios mejor representados sean la vieja novela de pruebas –el relato de las aventuras a lo largo de un camino- y la de formación o aprendizaje. Particularmente interesante es la galería de mujeres que aparecen en sus historias: mucho más ricas en matices y comportamientos que sus correlatos masculinos. La mayoría de los personajes tiene en común la afición a la lectura. Otro motivo temático importante es el del doble (tan importante en la tradición literaria a partir de E. A. Poe).

Resulta fácil suponer que en una novelística cuyas historias se sitúan permanentemente en un territorio que bascula entre el realismo y lo maravilloso la autentificación –esto es, la credibilidad de lo que se cuenta y sus fundamentos- se convierta en un asunto de gran trascendencia. Como es lógico, la legitimación de las historias resulta obvia en las narraciones realistas y contadas desde la tercera persona y mucho más problemática en las que no lo son y recurren a la primera. La mayoría de las novelas de Murakami recurre a este procedimiento, aunque no faltan los relatos sin autentificar -La caza del carnero, sin ir más lejos- que contravienen abiertamente las leyes del mundo de la experiencia.

Finalmente, Sotelo alude a lo que podríamos denominar conciencia crítica o social de Murakami respecto de los poderes que controlan el mundo actualmente: los medios de comunicación, las finanzas y otros, como el erotismo y la mente, que tienen que ver más con el mundo interior del individuo.

En suma, Justo Sotelo ha escrito un excelente ensayo en el que desmonta y vuelve a montar pieza a pieza el delicado mecanismo sobre el que descansa el oficio narrativo de Harumi Murakami. Es un trabajo exhaustivo y entusiasta realizado por un verdadero experto en la obra del autor japonés, en el que el lector no solo recibirá mucha información sobre él sino sobre el difícil arte de la narración. Léanlo, antes o después de zambullirse en la lectura de sus novelas, y, sin duda, me darán la razón.
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