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jueves, 22 de mayo de 2008
Gooobye, Columbus, de Philip Roth
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[7878] Comentarios[0]
La condición de judío de clase media en la Norteamérica revelada como superpotencia del mundo occidental tras la II Guerra Mundial, marca a fuego la obra narrativa de Philip Roth, empezando por el primer libro publicado por el autor, “Goodbye, Columbus”

Juan Antonio González Fuentes 

Juan Antonio González Fuentes

En el número de este mes de mayo de Revista de Libros publico una reseña a toda página en la que trato, entre otras cosas, del primer libro que publicó Philip Roth, Goodbye Columbus, compuesto por la novela corta del mismo título y cinco relatos cortos más. Y escribo lo siguiente, autocitándome:

“La condición de judío de clase media en la Norteamérica revelada como única y emergente superpotencia del mundo occidental tras la II Guerra Mundial, vertebra y marca a fuego toda la obra narrativa de Philip Roth, la condiciona de principio a fin, es su íntima esencia.

Esta rotunda afirmación se comprueba una vez más acercándonos hasta los cuatro últimos libros publicados en España por el autor americano: en Seix Barral Goodbye, Columbus (1959) y El mal de Portnoy (1969); y en Mondadori Deudas y dolores (1961, renovado en 1962) y El profesor del deseo (1977), tres de ellos traducidos por Ramón Buenaventura, y el original del año 1961 por Jordi Fibla.

En los cuatro libros, en las distintas historias que en ellos se plantean y desarrollan, aparece de un modo u otro la misma óptica que, como ya hemos dicho, viene a enfocar el tratamiento y exposición de los temas y asuntos presentes en toda la narrativa del autor nacido en Newark, Nueva Jersey, en 1933. Me refiero al hecho de ser judío en el seno de una sociedad en la que ha habido un antisemitismo poco disimulado durante el inmediato tiempo anterior a su nacimiento, y en la que paulatinamente el serlo deja de considerarse un rasgo definitorio, deja de señalarte inequívocamente como minoría, aunque sí te marca de forma indeleble desde el punto de vista de la construcción personal y de la propia historia de los referentes sociales y culturales de los que como judío no puedes disociarte sin experimentar un cataclismo de proporciones insospechadas.
 
Philip Roth: Goodbye, Columbus (Seix Barral, 2007) 
 
Philip Roth: Goodbye, Columbus (Seix Barral, 2007)

En este sentido, los protagonistas principales creados por Philip Roth (con frecuencia autorretratos con rasgos muy reconocibles en el autor) están inmersos en una cíclica diáspora espiritual en la que deben reinventar sin descanso su propia identidad, buscar en el horizonte destinos alternativos a los que les ofrece la mecánica lógica de su vida en una congregación o familia judía englobada en otra mucho más numerosa gentil, y a la vez revisitar de forma crítica el pasado personal pero también el común de su comunidad. Así, los “héroes” de Roth están completamente desamparados, y lo están por partida doble dada su dualidad judía (metafísica) y americana (física), lo que afila el desamparo llevándolo hasta la abierta desesperación.

Todos estos caracteres definitorios están ya ampliamente explicitados en el primer libro publicado por Roth, Goodbye, Columbus (1959), y más concretamente en la novela corta que da título a todo el trabajo, compuesto por otros cinco relatos bastante más breves que enfocan el desarrollo general de su trama en torno a una situación única y concreta, y entre los que se encuentra alguna obra maestra incontestable de verdad (pienso, por ejemplo, en el titulado Eli, el fantástico).

La novela corta Goodbye, Columbus hay que entenderla como el auténtico estreno en el mundo literario del autor, y una propuesta de asuntos e intenciones a la que en términos globales le ha sido fiel durante el resto de sus libros. En esta historia Roth narra el amor de verano de dos jóvenes judíos de clases sociales distintas en la ciudad de Newark: Neil Klugman, procedente del barrio modesto de la ciudad, y la guapa Brenda Patimkin, quien vive en una lujosa área residencial. Este convencional planteamiento lo aprovecha Roth para construir un relato de amor imposible a ojos vista y trufarlo con delicadeza y atrevimiento de muchas de las que van a ser sus constantes obsesiones desplegadas en sus restantes trabajos: las represiones y transgresiones sexuales, la estratificación social, el erotismo, las relaciones familiares, el marco ético que impone la cultura y la religión, la presencia estatuaria de la muerte, el esfuerzo por liberarse de la memoria familiar y étnica, la necesidad de diluirse en el anonimato que proporciona la cotidianeidad, la dimensión cómica del trabajo por llegar a triunfar en unos EE.UU símbolo de la opulencia...

Deseo insistir en la cuestión, a lo largo de Goodbye, Columbus y de los cinco relatos que la acompañan desde 1959, Roth traza ya las líneas maestras temáticas y conceptuales que configuran, de un modo u otro, su larga trayectoria narrativa hasta la actualidad. Por esta misma razón no se me ocurre a bote pronto una manera mejor de iniciarse en la obra de Philip Roth que empezar por su principio, es decir, por Goodbye, Columbus, y así tomarle el pulso desde su latido inicial a una novelística que, trascurrido casi medio siglo desde su primera aparición, es hoy una de las más sólidas, coherentes y abrumadoramente sobresalientes de la literatura occidental contemporánea”.


 
NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.

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