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Luís Rei Núñez: El señor Lugrís y la negra sombra (Ediciones del Viento, 2007)

Luís Rei Núñez: El señor Lugrís y la negra sombra (Ediciones del Viento, 2007)

    AUTOR
Luís Rei Núñez

    GÉNERO
Novela. Biografía

    TÍTULO
El señor Lugrís y la negra sombra

    OTROS DATOS
La Coruña, 2007. 336 páginas. 19 €

    EDITORIAL
Ediciones del Viento



Luís Rei Núñez

Luís Rei Núñez


Reseñas de libros/No ficción
Luís Rei Núñez: El señor Lugrís y la negra sombra (Ediciones del Viento, 2007)
Por Inés Astray Suárez, domingo, 4 de noviembre de 2007
Urbano Lugrís es un pintor relativamente poco conocido fuera de Galicia. Y dentro, seguramente tampoco demasiado. La portada de este libro, una fotografía preciosa de José Caruncho, ilustra uno de sus murales, pintado para lo que en su día fue el Banco Hispano Suizo y hoy es una concurrida cafetería en la calle Real de la Coruña. Si, como insinúa la fotografía de José Caruncho, la negra sombra del señor Lugrís se dejase caer por allí de vez en cuando, seguro que vería más gente mirando para la calle que para su marina. En cualquier caso, el señor Lugrís siempre fue más de tascas que de cafeterías.
En enero de 2008 se cumple el centenario de su nacimiento en el seno de una familia de no muchos posibles pero con un elevado nivel cultural. A su padre, Manuel Lugrís Freire, estuvo dedicado el Día de las Letras Gallegas del 2006, en premio, también es cierto, no tanto a sus méritos literarios, como a su temprana militancia en defensa de la lengua, que le lleva a ser uno de los fundadores de la Real Academia Gallega e incluso a publicar una gramática. Su madre, Purificación González, era profesora de piano. El joven Lugrís pronto da muestras de una gran creatividad. En los años 30 vive en Madrid al tanto de la efervescencia cultural de la República y participa en las Misiones Pedagógicas diseñando escenarios para el teatro de guiñol. Durante la guerra lucha en el bando franquista. Sus biógrafos, y al parecer él mismo, pasan en puntillas por esta etapa. En la posguerra intenta en Vigo una vida normal, con un trabajo normal y una familia normal. Pero no podía ser. ¿Cómo quiere usted que entre a las nueve, le preguntó al gerente de la compañía de Tranvías Eléctricos de Vigo, la empresa en la que trabajaba, si me despierto a las diez?

Este libro empieza en 1953. El señor Lugrís, un hombre relativamente joven todavía, es un fracasado. O mejor diríamos, utilizando una metáfora marinera que le sería más grata, un náufrago. Su mujer le ha abandonado, ha huido a Burgos a casa de sus padres, en busca de un cierto acomodo para sus hijos. El mismo ha tenido que refugiarse también en casa de su madre, en La Coruña. Es una situación provisional en espera de tiempos mejores, de ese gran reconocimiento artístico que ya no puede tardar y que le permitirá reunir de nuevo a su familia en un hogar confortable, lleno de libros, de cuadros y de caracolas de mar. A decir verdad, tampoco es que su obra no tenga un cierto éxito, recibe algunos encargos importantes y hasta se convirtió, como el mismo decía, en pintor de camarote (que no de cámara) de Franco, cuando le decoró el Azor. Pero la negra sombra señor Lugrís, como la del famoso poema de Rosalía de Castro (ver link), vuelve siempre “facéndolle mofa”. Quizá porque es incapaz de ponerse a pintar un cuadro que no tiene vendido de antemano, quizá porque aunque lo tenga vendido de antemano no siempre lo termina a tiempo, quizá porque nunca se planteó ahorrar los dos duros que puede invertir en pagar la última ronda. Hasta que muere, pobre y solo, en un hospital de Vigo el 23 de diciembre de 1973.
Se trata sin duda de una obra muy bien documentada por más que la ficción literaria nos deje en ocasiones una cierta desazón, de esas que solo se disiparían con una buena nota a pie de página, identificando fuentes. Particularmente interesante resulta la reconstrucción del entorno, La Coruña entre 1953 y 1964 y Vigo desde ese año hasta el 73

Luis Rei lo acompaña por esas dos décadas en una obra compleja, de género difuso, híbrido entre la biografía y la novela. La narración parte del tópico literario del manuscrito que se encuentra. A través de un profesor de su antiguo Instituto el narrador (el que habla, que ya se sabe que no es el que escribe, el autor, pero que en este caso se le parece muchísimo) recibe unas cuartillas que el pintor habría confiado años atrás a un amigo, profesor de ese mismo centro. Lo cierto es que el propio Urbano Lugrís confesó en una entrevista su intención de escribir unas memorias, un Viaje alrededor de mi mundo, en clara alusión a la obra de Verne, el escritor al que tanto admiró. Parece que incluso llegó a bosquejar una portada para las mismas (aprovechando la parte de atrás de un recibo de alquiler) Es más que probable que la cosa no haya pasado de ahí, pero ese ficticio manuscrito sirve de hilo conductor para hilvanar la abundante información que el autor ha ido reuniendo sobre el pintor, leyendo todo lo que escribió y todo lo que escribieron sobre él, visitando todos los lugares donde vivió y pintó, hablando con todas las personas que lo conocieron y que estuvieron dispuestas a compartir sus recuerdos (no fue el caso, por cierto, Urbano Lugris Vadillo, pintor como su padre).

Se trata sin duda de una obra muy bien documentada por más que la ficción literaria nos deje en ocasiones una cierta desazón, de esas que solo se disiparían con una buena nota a pie de página, identificando fuentes. Particularmente interesante resulta la reconstrucción del entorno, La Coruña entre 1953 y 1964 y Vigo desde ese año hasta el 73, tanto para quienes podemos identificar los lugares y hemos oído hablar de los personajes, como para quienes simplemente vean en esas ciudades el reflejo de la vida de provincias en aquella época en que la dictadura remansa y su opresión, en apariencia más aburrida que cruenta, no puede evitar, nunca se puede, que entre sus grises grietas florezcan los cuadros de Lugrís, los poemas de Avilés de Taramancos, y hasta, por un tiempo, las bellas páginas de la revista Atlántida

Desde el punto de vista estrictamente literario, la narración, sugestiva, de “clara estirpe cervantina” como dice Manuel Bragados, su editor en gallego (Xeráis), se ve en ocasiones lastrada por la rigurosa fidelidad a los hechos investigados. Da la sensación de que el señor Rei podría hacer una obra mucho más hermosa si se pudiese desembarazar de sus meticulosos estudios y se permitiese inventar y ¿por qué no? mentir tranquilamente, como ha hecho siempre la literatura. Si se dejase guiar con más frecuencia por lo que le sugieren los cuadros, que quizá no siempre coincide con lo que dicen las fuentes. Indudablemente su Lugrís no sería Lugrís, que quizá nunca tuvo ningún Secreto Malingre, pero es casi seguro que podría perdonárselo el pintor que llenó sus mares de sirenas.
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