Hunter S. Thompson: <i>Los Ángeles del Infierno. Una extraña y terrible saga</i> (Anagrama, 2009)

Hunter S. Thompson: Los Ángeles del Infierno. Una extraña y terrible saga (Anagrama, 2009)

    TÍTULO
Los Ángeles del Infierno. Una extraña y terrible saga

    AUTOR
Hunter S. Thompson

    EDITORIAL
Anagrama

    TRADUCCCION
J.M. Álvarez Florez y Ángela Pérez

    OTROS DATOS
Barcelona, 2009. 360 páginas. 18 €



Hunter S. Thompson en 1988 (foto wikipedia)

Hunter S. Thompson en 1988 (foto wikipedia)


Reseñas de libros/No ficción
Hunter S. Thompson: Los Ángeles del Infierno. Una extraña y terrible saga (Anagrama, 2009)
Por Francisco Fuster, lunes, 2 de noviembre de 2009
La vida está llena de casos y ejemplos que nos llevan a admitir aquello de que la realidad casi siempre supera a la ficción. Así lo debieron pensar los habitantes de los tranquilos pueblos y pequeñas ciudades de la costa del Estado de California, cuando a mediados de los años sesenta vieron truncada la tranquilidad y armonía de sus apacibles playas por la irrupción de una terrible y alborotadora banda de motoristas que se hacían llamar los Hells Angels y que amenazaba con destrozarlo todo a su paso. Seguramente, y por esto decía lo de la ficción, muchos de estos californianos habían visto Salvaje (The Wild One, 1954), aquel film en el que unos jóvenes Marlon Brando y Lee Marvin daban vida a dos líderes de bandas motoristas enfrentadas por el dominio de un pequeño pueblo americano. Hoy convertida en película de culto y en precedente directo de la célebre Easy Rider, Salvaje impactó en el cine americano por el mensaje que transmitía (la idea de una ruptura generacional entre la capas más conservadoras de la sociedad estadounidense y una nueva generación de jóvenes inconformistas que se autoexcluían de esa sociedad) y por el momento en que lo hacía (a mediados de la cincuenta, años antes del inicio del movimiento contracultural más conocido). Sin embargo, lo que nadie podía imaginar es que la imagen idealizada y romántica del motero rebelde encarnado por Brando iba a ser con los años, totalmente desplazada por otra imagen muy distinta: la de unas bandas organizadas al margen de la ley y, muchas veces, contra la propia ley. Sobre el más mítico de estos grupos, sobre el que más titulares de periódicos protagonizó, escribió el escritor y periodista Hunter S.Thompson un extenso y crudo reportaje que tituló Los Ángeles del Infierno. Una extraña y terrible saga y que acaba de reeditar en español la editorial Anagrama.
Pese a haber trabajado en multitud de revistas y publicaciones, el nombre de Hunter Stockton Thompson (1937-2005) va ligado sobre todo al de Rolling Stone, la revista en la que publicó la mayor parte de su trabajo y la revista que le dedicó un número especial como homenaje póstumo en marzo de 2005. En esa misma publicación aparecieron por primera vez como reportajes periodísticos en varias entregas (luego fueron publicados en forma de libro), dos de sus trabajos más conocidos: Miedo y asco en la campaña presidencial de 1972 (una colección de artículos sobre la campaña a la presidencia de los Estados Unidos de ese año) y, sobre todo, su ya clásico Miedo y asco en Las Vegas.

El nombre de Thompson también ha pasado a la historia del periodismo americano como el del inventor y máximo exponente de lo que el periodista Bill Cardoso bautizó como “periodismo gonzo”: una nueva forma de concebir el oficio periodístico que tiene en el artículo de Thompson El Derby de Kentucky es decadente y depravado (1970) su texto fundacional. A grandes rasgos, podemos decir que en el estilo gonzo, el periodista debe implicarse al cien por cien con el objeto de su trabajo, viviendo en primera persona la noticia y rebasando los tradicionales límites entre la información objetiva y distante y la opinión subjetiva y personal; salvando las distancias, la idea sería la de una implicación del informador con el objeto sobre el cual informa, en una actitud parecida al método de investigación que los antropólogos llaman de “observación participante”. Con Hunter S. Thompson y los imitadores de su ágil y vívido estilo narrativo, el periodismo gonzo se consolidará como una de las variantes o subgéneros más conocidos del llamado “Nuevo Periodismo” (New Journalism) practicado en los convulsos años sesenta americanos por autores como Tom Wolfe, Norman Mailer, Truman Capote o el propio Thompson. En este estilo gonzo también pesará la influencia del personal estilo narrativo de Jack Kerouac y, en general, de toda la ideología de la Generación Beat. De hecho, uno de los elementos que caracterizan al gonzo de Thompson será la constante recurrencia al tema de las drogas y el alcohol como sustancias inspiradoras de la creación artística, algo ya avalado en su día por los beatniks y la contracultura.

El libro de Thompson quiere ser, y es, un magnífico estudio sociológico sobre el inevitable choque entre dos mentalidades opuestas que vive la sociedad americana durante los años sesenta: la mentalidad conservadora y tradicional de un país y una sociedad que vive inmersa en plena Guerra Fría, frente a la mentalidad insurrecta y contestataria de una generación de veinteañeros que se niegan a formar parte de ese mundo aletargado

El origen del libro de Thompson sobre la banda de los Hells Angels se encuentra en la petición que el editor de The Nation, Carey McWilliams, le hace al autor en 1965. Tal solicitud consistía en convivir una larga temporada con los miembros de la banda y escribir un artículo al respecto, desde la perspectiva de alguien que conocía el tema. El éxito rotundo de este primer artículo publicado por Thompson sobre el modo de vida de los Ángeles del Infierno en la costa californiana fue tal, que el autor empezó a recibir múltiples ofertas de editoriales que le instaban a insistir en el tema y a ampliar ese primer trabajo. Thompson convivió durante un año con el grupo de motoristas y fue finalmente la editorial Random House la que publicó el largo reportaje en el que se narraba la experiencia. El libro ya había sido traducido al castellano por Anagrama (salió en 1998 en la colección “Contraseñas”) y ahora lo acaban de reeditar en “Otra vuelta de tuerca”, la colección recientemente creada por la editorial de Jorge Herralde para celebrar su 40 aniversario.

El libro de Thomspon tiene una doble vertiente. Por un lado, está concebido como una especie de reportaje de actualidad, como un diario en el que Thompson apunta y explica las actividades que compartirá con los Ángeles del Infierno, esa banda de jóvenes de aspecto desaliñado y sucio cuya vida gira alrededor de su moto Harley Davidson trucada y de todo lo que va asociado al estilo de vida del “forajido motorista”: el consumo masivo de drogas y alcohol, el consumo masivo de sexo en la forma de orgías, violaciones y todo tipo de bacanales y, por encima de todo, la vida en la carretera al margen de la ley, el exceso de velocidad como norma y la indiferencia ante la autoridad competente. Sin embargo esta primera vertiente, el libro de Thompson va mucho más allá y no se limita simplemente a recoger mil y una anécdotas e historias para no dormir sacadas de su experiencia codo con codo con los integrantes de los Ángeles del Infierno. En el fondo, el libro de Thompson quiere ser y es, un magnífico estudio sociológico sobre el inevitable choque entre dos mentalidades opuestas que vive la sociedad americana durante los años sesenta: la mentalidad conservadora y tradicional de un país y una sociedad que vive inmersa en plena Guerra Fría, frente a la mentalidad insurrecta y contestataria de una generación de veinteañeros que se niegan a formar parte de ese mundo aletargado y optan por un estilo de vida marginal y alternativo al de una sociedad a la que ven como su enemigo castrador, como la jaula que les impide ser libres. El choque de estas dos cosmovisiones, la de la mayoría de la sociedad californiana y estadounidense y la de un grupo de motoristas que se consideran a sí mismos como el uno por ciento de personas que vive al margen de todo y de todos, es el auténtico protagonista del libro de Thompson.

Los Ángeles del Infierno pasaron de ser unos motoristas forajidos, trasuntos de aquellos forajidos del Salvaje Oeste americano, a ser – para su asombro e incomprensión – celebridades invitadas a las fiestas de la jet-set californiana salida de Berkeley

En este sentido, y al margen de las descripciones físicas que el autor hace del aspecto inmundo de unos motoristas con el pelo largo y las ropas sucias, poco amigos de la higiene, lo más interesante del texto de Thompson son para mí sus reflexiones sobre la filosofía de vida de los Ángeles del Infierno, sobre esa cosmovisión tan suya. Uno de los pilares de esta concepción del mundo es una actitud ante la vida y la sociedad que el autor describe como esa tristeza propia de quien se niega a creer que lo que ve en lo demás es lo que quiere para sí mismo: “Hay, en consecuencia, en su actitud bastante más que un nostálgico anhelo de que les acepte un mundo que no han hecho ellos. Su auténtica motivación es una seguridad instintiva de cuál es en realidad el resultado. Están eliminados del campeonato y lo saben. A diferencia de los rebeldes universitarios, que con un mínimo esfuerzo saldrán de su lucha con un volante certificado de estatus, el motorista forajido tiene ante sí un futuro que contempla con la mirada funesta de un hombre que no tiene la menor posibilidad de ascensión social. En un mundo cada vez más controlado por especialistas, técnicos y una maquinaria fantásticamente complicada, los Ángeles del Infierno son perdedores evidentes y esto les fastidia. Pero en vez de someterse tranquilamente a su destino colectivo, lo han convertido en base de una venganza social a tiempo completo. No esperan ganar nada, pero tampoco tienen nada que perder” (p. 75). En definitiva, una actitud de nihilismo puro sintetizada a la perfección en el lema de la banda: “cuando hacemos el bien nadie lo recuerda; cuando hacemos el mal nadie lo olvida”.

Igual de interesante que su reflexión sobre la filosofía motorista de la vida, es el análisis que hace Thompson de la historia de la relación de la banda con su entorno social y la forma en que los motoristas pasaron de un ser un grupo de outsiders marginados y ninguneados a ser objeto de la curiosidad antropológica de propios y extraños, por su anacronismo y su excentricidad, por su rareza y su exotismo. Los Ángeles pasaron de ser unos motoristas forajidos, trasuntos de aquellos forajidos del Salvaje Oeste americano, a ser – para su asombro e incomprensión – celebridades invitadas a las fiestas de la jet-set californiana salida de Berkeley: “Los forajidos estaban muy de moda. Eran grandes, sucios y emocionantes, a diferencia de los Beatles, que eran pequeños, limpios y demasiado populares para estar de moda. Cuando los Beatles se fueron, dejaron un vacío que absorbió a los Ángeles del Infierno. Y justo detrás de los forajidos llegó Roth diciendo: «Son los últimos héroes norteamericanos que tenemos, hombre». […] El único problema de la nueva imagen de los Ángeles era que los forajidos no la entendían. Les desconcertaba muchísimo que les tratarse como a héroes simbólicos una gente con la que no tenían casi nada en común. Aunque por otra parte tenían acceso a una reservas de mujeres, trago, drogas y nuevas emociones, y a esto sí tenían verdaderas ganas de echarle mano, y a la mierda el simbolismo” (p. 294).

Porque un buen periodista debe mirar más allá, la reflexión final de Thompson evita esa mirada romántica y nos devuelve a la cruda realidad social de un grupo de jóvenes desclasados que en medio de una sociedad capitalista cuyo desarrollo les ha atropellado, nunca mejor dicho, no encuentran otra respuesta que la de tomar un camino alternativo, una ruta ilegal, al margen del orden establecido y de todo imperativo o convención social

Y todo esto lo cuenta Hunter S. Thompson desde dentro, con ese periodismo gonzo de implicación y participación al que me he referido. A lo largo de las páginas del libro, el autor reflexiona en voz alta sobre su propia función dentro del grupo como uno más y sobre los peligros y los inconvenientes de ciertas familiaridades y confianzas que acarrea este estilo de periodismo: “Esto fue a principios de la primavera de 1965. A mediados de verano me había introducido tanto en el ambiente forajido que no estaba seguro de si andaba investigando a los Ángeles del Infierno o si éstos estaban absorbiéndome poco a poco. Acabé pasando dos o tres días por semana en los bares de los Ángeles, en sus casas y en sus giras y fiestas. Al principio, les mantuve al margen de mi propio mundo, pero al cabo de unos meses, mis amigos llegaron a acostumbrarse a encontrar Ángeles del Infierno en mi apartamento a cualquier hora del día o de la noche” (p. 67).

Su investigación la concluye el autor con una conclusión de tinte sociológico, como todo el estudio, que es, a mi juicio, muy clarividente. Para Thompson, lo que el mundo conoce de los Ángeles del Infierno es esa imagen romántica, ese tópico de los motoristas forajidos, como seres indomables que no se resignan ante ninguna entidad superior que la de su propia organización, la de su propio estilo de vida. Sin embargo, y por muy repetida o admirada que haya sido, por muy atractiva que nos resulte, no deja de ser una imagen incompleta y distorsionada, que no va más allá de las apariencias. Por esto, porque un buen periodista o sociólogo debe mirar más allá, la reflexión final de Thompson evita esa mirada romántica y nos devuelve a la cruda realidad social de un grupo de jóvenes desclasados que en medio de una sociedad capitalista cuyo desarrollo les ha atropellado, nunca mejor dicho, no encuentran otra respuesta que la de tomar un camino alternativo, una ruta ilegal, al margen del orden establecido y de todo imperativo o convención social: “Ver a los Ángeles como portadores de la vieja tradición «individualista» «que hizo grande a este país» es un medio indoloro de no querer verles como lo que son: no un resto romántico, sino la primera oleada de un futuro para el que nuestra historia no nos ha preparado. Los Ángeles son prototipos. Su falta de cultura y de educación no sólo les ha hecho completamente inútiles en una economía muy tecnificada, sino que les ha proporcionado, además, el ocio necesario para cultivar un vigoroso resentimiento, y para traducirlo en un culto destructivo que los medios de comunicación insisten en retratarnos como una rareza aislada, un fenómeno temporal que se extinguirá pronto, una vez que ha llamado la atención de la policía” (p. 330).

Reflexiones de calado como esta última hacen de Los Ángeles del Infierno. Una extraña y terrible saga de Hunter S.Thompson un libro muy recomendable, no sólo para los aficionados al mundo del motor y a los fenómenos a él asociados, sino para todos aquellos que disfrutamos leyendo un buen libro de sociología y para los que pensamos que la complejidad y el atractivo sociológico de los actuales Estados Unidos no se entiende sin conocer la historia de la formación de la misma sociedad americana y de los variados e interesantes fenómenos que a lo largo del siglo XX se han generado en ella y a partir de ella.



Tráiler original de Salvaje (The Wild One, 1954), protagonizada por Marlon Brando (vídeo colgado en YouTube por CMatomic)