SELECCIÓN DE POEMAS (obra de 
Jesús Ortiz Pérez de 
Molino)
PrimeroComo 
quien huye. 
Entro en 
Mañana de Pascua, la luna en lo alto. 
Voy 
con esas figuras, mujeres que caminan. 
Un poeta es eso y lo sabe. 
La 
obra va escribiéndose a sí misma. 
Respira, latente. 
Los sin voz recogen 
las migajas en su huida. 
La fuente secreta es tristeza. Pero después llega 
el canto: 
plegaria, consuelo, celebración. 
Y la alegría que inventa. 
Algunos eligen el camino difícil, 
donde está la gran intuición, la 
semilla. 
El amor es sin muerte. 
Mañana de Pascua, es 
un óleo sobre lienzo realizado en 1833 por el pintor Caspar David Friedrich. 
Puede verse en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. Sólo 
hay epifanías en la escucha 
y en la aceptación desolada del destino. 
El 
peligro nos convierte en implorantes 
y los sabios lo recuerdan en días de 
fiesta. 
Más allá de ejercicios filosóficos, 
del frío, el hielo y la 
muerte, 
bulle la vida. 
Nuestra especie ha de elegir de nuevo. 
Atravesándose. 
La herida, el mar, la armonía, 
ese no saber 
que sabe, 
ese abrazarse a la vida, sin traición. 
¿Cómo afrontar el 
futuro? 
Cada época, siempre al borde del advenimiento. 
Y tu corazón en 
dos mundos. 
Elegir lo recordado 
como se eligen las cerezas. 
Luego, 
de sequedad y pasión surge el estallido. 
El color de lo invisible 
se 
remonta a las fuentes y al arrullo. 
Donde arde la llama que te quema. 
Dicen que la musa es exigente. 
Aun feliz, ten a punto la maleta: 
quizá la historia se repita 
y de nuevo preparen alambradas. 
Volverás 
a perder tu hogar, 
cada vez más lejos de cualquier refugio: 
a solas con 
tu dignidad 
en el centro de la noche. 
Sabes que el enigma existe 
y 
no es cosa de libros. 
El poema es tu viaje, 
tu vivir lo vivido, 
el 
otro nivel. 
El talento brota en muchas tierras 
y sigue múltiples 
caminos. 
Es nuestra aportación al viaje y lo profundo, 
al deseo que 
madura: 
cantos rodantes con el corazón por raíz. 
Y en el origen, y tras 
la última línea, 
la belleza. 
Sin transformarnos 
todo se 
repite, 
la misma negrura sin pájaros. 
Sin centro, el abismo estalla. 
Entonces, ni siquiera la confesión es posible. 
Sólo la indiferencia 
contagiosa, 
el silabeo vacío, 
la indecibilidad. 
Una esperanza sin 
adornos se pregunta 
si merecemos ser salvados. 
Saber elegir lo 
que te elige, 
construir una vida con pocos deseos, 
reconocerte. 
La 
obsesión del inventario y la amnesia 
son modos diferentes de enturbiar, 
perder la vía del medio, 
la transparencia. 
Creación y acción dicen 
lo ausente, 
abrazos entre amantes, 
múltiples verdades a la vez. 
Llevas contigo millones de solsticios 
y la conciencia de exilio 
que te ha hecho poeta. 
Todo es misterioso. 
Pero a donde vas, no 
necesitas palabras. 
Arquetipo. Evolución. Fotosíntesis. 
La misma 
milagrosa incandescencia 
que transmuta los metales 
y humaniza la pasión. 
Ser quien se es y encajar en la historia. 
O perderse en la raíz 
con pasión de creyente y de extranjero, 
alma que retorna al mundo. 
Aceptar el destino 
y el tiempo que habría sido tuyo: 
oleaje de 
alfabetos, espíritu de lluvia. 
Nota de la Redacción: agradecemos a la 
editorial 
Icaria, en la persona del director de su colección de 
poesía, 
Jesús 
Ortiz, la amabilidad por permitir la publicación de esta 
selección poemas del libro de 
Carmen 
Borja, 
Mañana, 
en 
Ojos de 
Papel.