miércoles, 10 de octubre de 2007
El arte de Guillermo Vargas: dejar morir de hambre a un perro
Autor: Juan Antonio González Fuentes - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Artes en Blog personal por Artes
El "artista" costarricense Guillermo Vargas ha exhibido en una feria de arte en Nicaragua a un perro atado al que dejaba morir de hambre


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Juan Antonio González Fuentes

Leí la noticia en titulares en el periódico y dejé perturbado la lectura un poco más profunda para después. Llegué al cabo de unas horas a casa y volví a leer la noticia, buscando el párrafo en el que asegurasen que todo era un montaje publicitario, o una performance artística con gancho mediático y escandaloso incluido. Pero no, ningún párrafo desmentía los sucesos. Busqué después en internet, y tampoco ninguna crónica o noticia desmentía la historia. El artista costarricense Guillermo Vargas, en una feria de arte en Nicaragua, había realizado el siguiente “montaje artístico”: en una esquina de su instalación, aparecía atado a la pared un perro callejero y famélico; cerca había escrito con comida para perro “Eres lo que es”, y en torno podía escucharse unas secuencias sonoras con el himno sandinista difundido al revés, y una pira en la que se quemaba marihuana y “crack”. El llamativo “aparato artístico” duró hasta que el animal murió de hambre por decisión del artista y ante la inacción de los espectadores, responsables del evento y autoridades competentes.

Ya he escrito en estas mismas páginas en diversas ocasiones sobre el dudoso sentido del arte y lo artístico que impregna la contemporaneidad. Ni mucho menos soy un experto en el asunto y por lo tanto nunca me he querido pronunciar ni con rotundidad ni alegando conceptos e ideas que reconozco pueden estar desfasados y no encajar en el devenir de los tiempos, ni en las nuevas corrientes de pensamiento y percepción de la realidad.


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Pero acabar con la vida de un perro de forma tan cruel y gratuita, y hacerlo integrando la acción en un supuesto artefacto de expresión artística creo que sobrepasa lo concebible dentro de la mínima ética humana que debería impregnar el espíritu del artista, sea este quien sea y provenga de donde provenga, al menos si lo contemplamos dentro de la sensibilidad occidental y dentro de la cultura grecolatina e ilustrada de la que somos herederos directos.

El arte es una expresión humana. Fuera de lo humano no existe el arte. Toda estética implica una ética, y al revés. Guillermo Vargas, alias “Habauc” ha demostrado con esta acción qué tipo de ética humana es la que impregna su arte, la misma, o muy parecida a la que llevó a Hitler a calificar determinado arte como “degenerado” y suprimirlo de la realidad social alemana, o a Stalin a confinar y exterminar en checas a artistas e intelectuales no conformes con los propios gustos del dictador. Es decir, la ética que implica una falta absoluta de respeto, caridad y compasión, la ética que puede llevar a alguien que se califica de artista a atar a un perro a una pared, dejarlo morir de hambre y exhibir como creación la perversa, la inhumana actuación. ¿Cómo es posible intentar expresarse humanamente (en el sentido más espiritual del término) a través de un acto de impiedad contrario a lo que debe conformar la esencia misma de lo humano? Guillermo Vargas, a conciencia, sí que ha inventado el verdadero “arte degenerado”.

Guillermo Vargas, “Habauc”, en ningún momento de esta su desgraciada y denunciable actuación se ha comportado como “artista”, si no que lo ha hecho como personaje capaz de anteponer sus notorios deseos de “estar” muy por encima de los de “ser”. Un artista ante todo debe “ser”, y Habauc no ha sido, sólo ha llegado a deshumanizarse para “estar”, para hacerse notar..., ha vendido su “alma” al diablo, al igual que Fausto, por un plato de lentejas, por unas cuantas páginas de periódico, unos cuantos blogs como éste y alguna referencia en google.

Habauc ha llevado a cabo una acción propia sólo de un canalla, aunque ahora puede adornar con cien o mil explicaciones y conceptos su “hecho artístico”. Ya puede escribir varios tratados al respecto, estaríamos como el rey desnudo del cuento, al que unos niños señalan ahítos de inocencia la tonta desnudez, el descrédito de una puesta en escena completamente idiota. Guillermo Vargas, el pintor, el señor artista, ha dejado morir de hambre a un pobre chucho exhibiendo su agonía, su miedo, su mansedumbre enferma y desconsolada. Para justificarse el tal Vargas dará sin duda muestras de racionalidad, teorías artísticas, ideas y demás coberturas intelectuales..., pero los niños del cuento le señalarán perplejos y gritarán su desnudez: torturó a un perro a sabiendas y con frialdad, y además exhibió como “acción artística y creativa” tal acto de falta absoluta de humanidad. El artista está desnudo, sólo es un pobre y ridículo espantajo que ha dado, eso sí, muestra mayúscula de la desorientación, del todo vale, de la a veces nauseabunda imbecilidad que es lo que llaman arte contemporáneo.

Guillermo Vargas, alias "Habauc", debería poner fin a su instalación y “performance” comiéndose al pobre animal, y luego, con sus deposiciones, escribirse en la frente la palabra artista con mayúsculas, para más tarde ser aplaudido por el mismo público que contempló la agonía del perro, y terminar subvencionado por las autoridades y galeristas que contemplaron impávidos la expresión de genialidad artística de este pobre hombre llamado Guillermo, y apellidado Vargas.

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Nota de la Redacción: Nuevo comentario sobre el trato a los perros de Juan Antonio González Fuentes:


NOTA: En el blog titulado El Pulso de la Bruma se pueden leer los anteriores artículos de Juan Antonio González Fuentes, clasificados tanto por temas (cine, sociedad, autores, artes, música y libros) como cronológicamente.