Marc Antoni Broggi: <i>Por una muerte apropiada</i> (Anagrama, 2013)

Marc Antoni Broggi: Por una muerte apropiada (Anagrama, 2013)

    TÍTULO
Por una muerte apropiada

    AUTOR
Marc Antoni Broggi

    EDITORIAL
Anagrama

    OTROS DATOS
ISBN: 978-84-339-6350-5. Barcelona, 2013. 310 páginas. 18,90 €



Marc Antoni Broggi

Marc Antoni Broggi

Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra

Bernabé Sarabia es Catedrático de Sociología de la Universidad Pública de Navarra


Reseñas de libros/No ficción
Marc Antoni Broggi: Por una muerte apropiada (Anagrama, 2013)
Por Bernabé Sarabia, jueves, 17 de octubre de 2013
Cirujano, humanista y presidente del Comité de Bioética de Cataluña, Marc Antoni Broggi (Barcelona, 1942) traza en Por una muerte apropiada el tránsito de la vida a la muerte como un hecho en el que se debe maximizar el respeto al moribundo y minimizar el dolor que suele acompañar un acontecimiento del todo inevitable. La muerte entendida como un cese permanente de todas las funciones biológicas que sostienen un organismo vivo ha sido objeto constante de reflexión religiosa, cultural, artística y científica. Rembrandt retrata una autopsia en Lección de anatomía, Philippe Ariés ve el suceso como una construcción social, Herman Feifel encabeza la visión de la moderna psicología y Sherwin B. Nuland pone la perspectiva médica.

Hasta 1930 en los países occidentales se moría en casa rodeado de la familia y confortado por clérigos, vecinos y médicos. A mediados del siglo XX la mitad de los norteamericanos moría en algún hospital. En la actualidad únicamente el 20 ó 25% de la población fallece, en los países desarrollados, fuera de una institución hospitalaria.

 

Preocupado por la compleja problemática que hoy día acompaña el final de la vida, Broggi ha escogido la perspectiva de la bioética para escribir un texto novedoso, valiente y no exento de sensatez. El terreno sobre el que están construidas estas páginas no es exactamente el de la ética médica. No estamos ante un texto dedicado a los problemas planteados por la práctica de la medicina en relación con la muerte. De lo que se trata es de examinar, desde una perspectiva más amplia, los problemas morales derivados del avance de la ciencia en relación con las nuevas exigencias de los derechos humanos.

 

Por una muerte apropiada plantea la necesidad de aceptar un hecho inevitable para de inmediato decidir cuáles son las mejores decisiones que suavizan esos momentos y las formas de ayuda a nuestro alcance. La vivencia de la muerte próxima es penosa y “nos llena de rabia”. Tras sentar ese principio Broggi comienza a proponer un minucioso plan de ayudas. La primera es proporcionar al enfermo una compañía “solidaria y comunicativa que le evite la soledad”. Familiares, amigos y, en la parte que les corresponda, profesionales deben aportar hospitalidad con empatía, coraje y lealtad. La empatía se hace imprescindible en un proceso en el que la noción que el enfermo tiene del tiempo cambia y se altera.

 

Consolar al moribundo no debe impedir que sus derechos se respeten tanto en su dimensión privada como pública. Una “muerte digna” hace necesaria la capacidad del enfermo para tomar sus propias decisiones, incluida la capacidad de negarse a una actuación médica. “Nadie, afirma Broggi, puede obligar a nadie a continuar viviendo contra su voluntad”. El enfermo debe tener la capacidad de suspender un tratamiento no querido o, en su caso,  la alimentación, la hidratación o la respiración artificiales.

 

En la presentación de derechos planteada por Broggi cobra especial centralidad el documento de “testamento vital” destinado a proteger la voluntad del enfermo terminal. La ley catalana del año 2000 le dio el nombre de Documento de Voluntades Anticipadas, texto que en su formulación estatal de 2002 recibió el título de Documento de Instrucciones Previas (DIP). Ante notario o frente a tres testigos dicho texto cobra validez y puede ser incorporado al historial clínico del paciente. De los derechos y deberes ante el documento se ocupa el autor con todo detalle.

 

Se cierra este volumen con la polémica cuestión que se plantea cuando el dolor se presenta con fuerza en el trance final y la sedación o la eutanasia se cuelan en el horizonte del paciente, de su familia y de los profesionales. Broggi señala que las “buenas prácticas” comienzan por trata de evitar el dolor recurriendo a la analgesia que sea necesaria. “La utilización de opiáceos es un parámetro de calidad de la asistencia. Un país que los utiliza poco, como es el nuestro, es un país que no trata bien a sus enfermos moribundos”.

 

Partidario de la sedación como fruto de una decisión razonada y compartida, la eutanasia queda situada en otro margen bien distinto. Una cosa es mitigar el sufrimiento y otra muy distinta provocar la muerte. Llegado este punto el lector percibe la incomodidad del autor y entiende muy bien el blanco del arquero de este volumen: acompañar y mitigar el trance de la muerte, algo para lo que el lector está mejor preparado tras la lectura de este volumen.