Toby Thacker: <i>Joseph Goebbels. Vida y muerte</i> (Ariel, 2010)

Toby Thacker: Joseph Goebbels. Vida y muerte (Ariel, 2010)

    TÍTULO
Joseph Goebbels. Vida y muerte

    AUTOR
Toby Thacker

    EDITORIAL
Ariel

    TRADUCCCION
Efrén del Valle

    OTROS DATOS
Barcelona, 2010. 512 páginas. 29, 90 €




Reseñas de libros/No ficción
Toby Thacker: Joseph Goebbels. Vida y muerte (Ariel, 2010)
Por Iván Alonso, viernes, 3 de septiembre de 2010
Toby Thacker, catedrático de Historia Moderna de Europa en la universidad de Cardiff (Reino Unido), y especialista en las relaciones entre nazismo, poder y desnazificación, con varios títulos clásicos al respecto, publicó el año pasado en su país una nueva biografía de Joseph Goebbels, ministro de propaganda bajo la Alemania nazi entre 1933 y 1945, que nos llega en traducción inusitadamente rápida a nuestro país, otra muestra del creciente interés por el fenómeno totalitario en tiempos de crisis económica.
El trabajo de Thacker se basa, frente a las obras anteriores de Curt Riess, Viktor Reimann y Ralph Georg Ruth -actualmente también en las librerías españolas gracias a la editorial La Esfera de los Libros-, entre otros, en la completa traducción del diario que el dirigente nazi llevó desde 1923 hasta sus últimos días como voluntario recluso en el búnker de la Cancillería de Berlín, donde ante el avance de las tropas soviéticas decidió quitarse la vida junto a su mujer, y asesinar a sus hijos, antes que ver el amanecer de una Alemania privada del nacionalsocialismo. Gracias a sus auto confesas páginas, el texto de Thacker reconstruye con precisión, aunque con cierta rapidez y austeridad, la compleja mente del hombre que ha pasado al imaginario popular como la más acabada personificación del nazismo: el régimen que consiguió fraguar las más elevadas cotas de cinismo, doblez en las relaciones internacionales, manipulación política y terror desatado de la historia.

Aunque Thacker hace buenas las enseñanzas de los grandes biógrafos que siempre aconsejan no marear demasiado al lector con los años de infancia, lo cierto es que su Goebbels crece demasiado rápido. Las escasas páginas destinadas a abocetar su infancia y adolescencia resultan magras para tratar de dilucidar cómo pudo afectar su conocida mala relación con su padre y la fracasada operación de rodilla que le dejaría tullido de por vida en la psique de un hombre que haría de la identificación mítica con un caudillo -Hitler- y de su adscripción fanática, pero bufonesca dadas sus condiciones físicas, con una raza superior elegida sus constantes vitales y políticas. Si bien es cierto que las sumas de vida psicológicas en manos de escritores paracaidistas en la materia son peligrosas, la escasa indagación en los traumas juveniles del más retorcido, pero a la vez inteligente, de los asesinos nazis priva a su libro de un apoyo indispensable para echar a andar.

El autor se presta a fijar una nueva fotografía del supremo propagandista nazi. En ella queda el retrato de un hombre fracasado en su ideal último, que ha pasado a la historia con la catadura de uno de los más grandes demagogos de la historia y que ha quedado marcado para siempre con el estigma de ser el retorcido maestro de la mentira, la manipulación y la adecuación de la política a unos fines criminales

Superiores son, sin duda, las nutridas páginas dedicadas a trazar su creciente participación en el partido nazi -más tardía de lo que el propio Goebbels habría de reconocer en público-, su fiel adscripción al caudillo y la formación en su conciencia de varios ideales básicos como fueron los del sacrificio, el culto a los mártires y la creación de una entidad racial, cultural e histórica, llamada ‘volksgemeinschaft‘, que se convertiría en la causa última por la que Goebbels estará dispuesto no sólo a inmolarse personalmente, al ser fracasa por la vía militar, sino a llevarse a su tumba a su familia y a los millones de personas que voluntariamente sacrificó para ver cumplido su ideal de un Reich que, cultual y socialmente, cumpliera todas sus desmedidas expectativas.

En un largo epílogo, el autor se presta a fijar una nueva fotografía del supremo propagandista nazi. En ella queda el retrato de un hombre fracasado en su ideal último, que ha pasado a la historia con la catadura de uno de los más grandes demagogos de la historia y que ha quedado marcado para siempre con el estigma de ser el retorcido maestro de la mentira, la manipulación y la adecuación de la política a unos fines criminales. Visceralmente conservador en lo cultural, orquestador de su propia vida con un talento sin igual para la dramatis personae, y revolucionario en la concepción alemana y aria de lo social, sobre sus espaldas se hace recaer el peso de la vesania racista que condujo a los paredones de fusilamiento y a las cámaras de gas a millones de personas con una falta de humanidad personal rayana lo increible.

Su legado, tristemente, no parece muerto. La manipulación de los medios para que vomiten mentiras unidireccionales hasta hacerlas creer incluso a aquellos que las producen; el uso del cine, la radio -y ahora la televisión e Internet, medios que Goebbels hubiera explotado de modo terrorífico- para transmitir los principios resumidos de una ideología destructora, y la denigración del rival político y social por sí mismo, junto a la tergiversación sin fin de las imágenes para obtener unos resultados concretos, parecen más realidades de nuestra época que de los años en que el doctor Goebbels y sus secuaces tuvieron que lidiar con unos medios tecnológicos primitivos. Cabe preguntarse cuánto de nuestros medios de comunicación, de la propaganda institucional que diariamente absorbemos, de la ideología que desprende cualquier informativo y periódico, beben de un modo que nadie reconocerá del hombre que consiguió que todo un pueblo odiara a una raza y un mundo de los que casi nada conocía.