Guillermo Cabrera Infante: La ninfa inconstate (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2008)

Guillermo Cabrera Infante: La ninfa inconstate (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2008)

    TÍTULO
La ninfa inconstante

    AUTOR
Guillermo Cabrera Infante

    EDITORIAL
Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores

    OTROS DATOS
Barcelona, 2008. 283 páginas. 21 €



Guillermo Cabrera Infante (foto de letralia.com)

Guillermo Cabrera Infante (foto de letralia.com)


Reseñas de libros/Ficción
Guillerno Cabrera Infante: La ninfa inconstante (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2008)
Por Juan Antonio González Fuentes, lunes, 2 de febrero de 2009
Redacto estas líneas pocas horas después de que, en un Madrid acosado por la nieve, cientos de personas se manifestasen en contra de los despóticos dirigentes revolucionarios cubanos y a favor de la llegada a la isla de la libertad y la democracia. La manifestación, organizada por la derecha madrileña, inmediatamente ha sido tachada de provocadora y fascista por parte de la izquierda española, la cual contraprogramó en el día de ayer otra manifestación que discurrió también por la calles de Madrid, pero en esta ocasión en pro de la revolución cubana, de Fidel Castro y de nada más y nada menos que del “Che” Guevara.
Y de repente, gracias a estos sucesos dados en la inmediatez rotunda del día, he dado muy probablemente con una de las principales razones que explican el porqué ha pasado de alguna manera desapercibida la novela póstuma de uno de los más grandes escritores en castellano de la últimas décadas. Me refiero, como alguno ya habrá adivinado, a la novela La ninfa inconstante (Galaxia Gutenberg, 2008) de Guillermo Cabrera Infante (1929-2005).

Cabrera Infante, sí el Premio Cervantes de 1997, nació en la isla de Cuba (provincia de Oriente, como un bisabuelo mío), y llegando incluso a ser agregado cultural del gobierno revolucionario de Castro con destino en Bruselas, renunció pronto a la diplomacia de su país al percatarse de los derroteros por los que deambulaba borracho ya de sí mismo el castrismo, y tras regresar a la isla en 1965 para asistir al entierro de su madre, decidió exiliarse definitivamente en Europa, e iniciar así una carrera de denuncias permanentes y rigurosas contra la oligarquía revolucionaria y liberticida de Fidel y los suyos.

En La ninfa inconstante Cabrera imposta, inventa o agranda un amor literario y obsceno que es sólo introducción, introito, telón de escena que se levanta para dejar ver tras él la verdadera historia que se quiere contar: también un amor total e inolvidable, un amor también con nombre de mujer, de movimiento de caderas, de labios entreabiertos y ardientes, de humedades y calor vital…, el amor por La Habana

Y claro, a la todopoderosa e influyente intelectualidad progresista hispana Cabrera Infante nunca le cayó bien, nunca le tuvieron como uno de los suyos, más bien al contrario, lo catalogaron con la etiqueta de singular traidor a la causa, de reaccionario indomable y ultramontano, un tipo al que había que desactivar a través del olvido y el silencio.

Sin embargo el talento y la obra de calado es complicada de ningunear del todo, y a lo largo de los años Cabrera Infante fue dejando varios botones de muestra de su indudable altura literaria: las novelas Tres tristes tigres (1964), o La Habana para un infante difunto (1979); sus cuentos recogidos en el volumen Todo está hecho con espejos (1999); ensayos de denuncia política como Mea Cuba (1992): o libros sus sobre cine Arcadia todas las noches (1978) o Cine o sardina (1997).

La cuestión que planteo es que ni la política ni lo que entendemos por progresía pudieron en definitiva con Cabrera Infante, o dicho con más exactitud, con su literatura, con su magnífica literatura. Y además, para colmo, la última carcajada la ha lanzado al aire el escritor con esta última novela. Él ganó el pulso final, el de los buenos lectores. Ya le llegarán tiempos mejores, a no dudarlo.

Y por medio de su peculiar y personalísimo uso del lenguaje, del español, el escritor Cabrera logra su propósito: construir una máquina del tiempo levantada con vocablos para vivir el tiempo pasado. Una máquina que es la memoria, y la memoria es la palabra, la palabra hecha verbo literario, literatura

Al parecer era un secreto no muy bien guardado el que durante el tiempo que precedió a su desaparición, el cubano estaba escribiendo una obra que iba a acompañar a sus dos obras maestras anteriores: Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto, dos trabajos, dos historias que materializan el fresco narrativo y memorialístico de Cabrera sobre su Habana, su Cuba, las anteriores a la revolución de 1959.

Y en efecto, La ninfa inconstante es una novela que viene a completar la trilogía, el fresco habanero del más grande escritor habanero postrevolucionario. Pero ¿estamos de verdad ante una novela?, o como en los casos anteriores estamos ante trabajos de difícil calificación por géneros. Pues más bien esto último. La ninfa inconstante es un libro de memorias, o una autobiografía si se quiere, pero unas memorias noveladas en su engorde y contadas narrativamente como novela, con sus trucos y retrucos.

La ninfa…, no cuenta nada, sólo cuenta La Habana entera. Es la historia de una ciudad recordada, y por tanto, ensoñada, imaginada, perdida y buscada. La ninfa…, no tiene apenas trama. Él es un crítico de cine que escribe en la revista habanera Carteles. Tiene ya unos años y está casado. Pero un día él vislumbra a Estelita, una adolescente sensual y carnosa, una Lolita de El Malecón por la que lo deja todo (es decir, nada), y recorre con ella La Habana de bar en bar, de habitación de hotel en habitación de hotel, de bolero en bolero. El amor irracional por Estelita le sirve a él para explicarnos su amor racional y desmedido por La Habana, una ciudad pegajosa como un bolero bien cantado, unas calles tan inolvidables como el primer amor.

No, no es lo más importante en la literatura de Cabrera el suma y sigue de la narración. Lo decisivo de verdad, el recurso básico es la exploración del lenguaje, el zumo que brota cuando el talento lo exprime

Y es que Estelita, la ninfa inconstante, es sólo una anécdota, un recuerdo tal vez preciso, tal vez inventado, para que él, el él del relato que no es otro que el yo de Cabrera Infante, ponga en marcha la máquina prodigiosa de su memoria, y con ella, a través de ella, fabule, haga ficción, pero también historia y memoria. En La ninfa inconstante Cabrera imposta, inventa o agranda un amor literario y obsceno que es sólo introducción, introito, telón de escena que se levanta para dejar ver tras él la verdadera historia que se quiere contar: también un amor total e inolvidable, un amor también con nombre de mujer, de movimiento de caderas, de labios entreabiertos y ardientes, de humedades y calor vital…, el amor por La Habana.

Y este amor, esta ninfa inconstante de nombre Estelita/Habana, lo recuerda él, lo recuerda yo, lo recuerda Cabrera con su memoria selectiva, fresca y rica de ficciones y recuerdos contantes y sonantes, y plasma el resultado en palabras, en frases, en párrafos que sólo pueden ser obra de él, de yo, de Cabrera. Y por medio de su peculiar y personalísimo uso del lenguaje, del español, el escritor Cabrera logra su propósito: construir una máquina del tiempo levantada con vocablos para vivir el tiempo pasado. Una máquina que es la memoria, y la memoria es la palabra, la palabra hecha verbo literario, literatura.

Cabrera recuerda su pasado, a su Habana inconstante, a su Estelita adolescente y de carnes sudorosas, y lo hace sin darnos los detalles precisos de una historia al uso. No, no es lo más importante en la literatura de Cabrera el suma y sigue de la narración. Lo decisivo de verdad, el recurso básico es la exploración del lenguaje, el zumo que brota cuando el talento lo exprime.

La literatura de Cabrera Infante es aquí, al igual que en sus otras grandes obras, juego de palabras, riesgo, carga de referencias culturales, cine, literatura ajena concentrada en píldoras, lenguaje popular, exquisiteces expresivas, humor sin seriedad por él mismo…

La adolescente Estelita, la ninfa inconstante con nombre de ciudad isleña, La Habana, el amor, la memoria y los recuerdos, la autobiografía de Cabrera. La obra póstuma del cubano es una lectura gozosa que nos recuerda lo hermoso, elástico y infinito de nuestro idioma, y de la máquina portentosa que puede ser la memoria.