Ricardo Menéndez Salmón: "La ofensa" (Seis Barral, 2006)

Ricardo Menéndez Salmón: "La ofensa" (Seis Barral, 2006)

    AUTOR
Ricardo Menéndez Salmón

    GÉNERO
Novela

    TÍTULO
La ofensa

    OTROS DATOS
Barcelona, 2007. 142 páginas. 17,50 €

    EDITORIAL
Seix Barral



Ricardo Menéndez Salmón

Ricardo Menéndez Salmón


Reseñas de libros/Ficción
Ricardo Menéndez Salmón: La ofensa (Seix Barral, 2007)
Por Juan Antonio González Fuentes, domingo, 1 de abril de 2007
Ingredientes. Un autor más o menos joven con una formación en principio solvente y una carrera literaria en construcción llena ya de cotas significativas que señalar. Añádasele un argumento llamativo, sugestivo, de vocación llamémosla “cosmopolita” o internacional (quiero decir que le puede interesar lo mismo a un tipo de Tegucigalpa que a un morador de Arkansas o Saigón), sazonado con su pizca de historia europea contemporánea, su pizca de fantasía erudita, su pizca de “referencias culturetas”..., una trama, por lo demás, completamente alejada de las que son tan frecuentes en la narrativa española de las últimas décadas, y que en esencia se construyen casi siempre relacionadas con lecturas y relecturas “progresistas” de la Guerra Civil. Y para terminar, añadamos al conjunto que el libro sólo tiene 144 páginas y una letra grande y fácil de leer. ¿Resultado? Un pequeño bestseller español que se ha convertido, según parece, en la sensación de la temporada entre nosotros.
Expliquemos un poco lo escrito hasta aquí y hagámoslo con algún detalle. El autor se llama Ricardo Menéndez Salmón. Nació en Gijón en 1971, es licenciado en Filosofía por la Universidad de Oviedo. Ha trabajado como coordinador de la revista El Norte de los Libros, ha sido colaborador del diario El Comercio y codirector de las colecciones KRK Pensamiento y KRK Tras 3 Letras. Es autor de los poemarios La soledad del grumete (1997) y Konstantino Kavafis vierte lágrimas arcádicas (1999), de la colección de relatos Los desposeídos (1997), del texto teatral Las apologías de Sócrates (1999) y de las novelas La filosofía en invierno (1999), Panóptico (2001), Los arrebatados (2003) y La noche feroz (2006, premio Casino de Mieres). Su libro de relatos Los caballos azules (Ediciones Trea, 2005) —en el que está incluido el texto homónimo con el que ganó el Premio Juan Rulfo— ha recibido críticas muy, pero que muy elogiosas. Por ejemplo, el asturiano Daniel Sebastián ha escrito ya que Ricardo Menéndez Salmón es uno de nuestros mayores escritores (¿asturiano o español?), Rafael Conte lo ha saludado como un autor de futuro muy prometedor, y otro asturiano, José Luis Piquero, ha dicho que es un narrador de solidez poco habitual.

Pues bien, Menéndez Salmón ha escrito y publicado en Seix Barral (Barcelona, 2007) una novela de título La ofensa cuyo éxito de ventas y críticas merece a todas luces un subrayado. La ofensa cuenta la historia de Kurt Crüwell, un joven sastre alemán que debe alistarse en el ejército de su país al dar comienzo la II Guerra Mundial, y formando parte del mismo, asiste como testigo a una masacre cruel y gratuita cuyo efecto en él es que le hace perder por completo la sensibilidad.

Partiendo de esta feliz anécdota, el autor ha sabido construir con habilidades artesanas de escritor profesional una novela con dos ventajas sobresalientes de cara al lector de nuestros días: tiene pocas páginas y en ella pasan con rapidez muchas cosas y de rasgos variopintos: la guerra, una historia de amor con una enigmática enfermera, secuencias dramáticas, un fondo real de historia verdadera, viajes varios, huidas, el nacimiento de un hijo, la aparición en escena de una extraño grupo de personas, una mansión misteriosa, silencios elocuentes, cambios de identidad, un final abrupto y no demasiado explícito...
Esta novela está escrita con inteligencia por alguien que sabe bien de qué quiere vivir y qué pide el comprador español más habitual de libros. Es más, yo diría que está escrita por alguien que busca lectores y los ha conseguido porque ha logrado concebir con habilidad y conocimientos un artefacto literario a la medida del consumidor de libros más estandarizado y normalizado de nuestro país

Esta novela está escrita con inteligencia por alguien que sabe bien de qué quiere vivir y qué pide el comprador español más habitual de libros. Es más, yo diría que está escrita por alguien que busca lectores y los ha conseguido porque ha logrado concebir con habilidad y conocimientos un artefacto literario a la medida del consumidor de libros más estandarizado y normalizado de nuestro país. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que Menéndez Salmón le ha dado al lector, que podríamos calificar de común o medio, lo que éste al parecer busca: una historia breve, comprensible, fácil de leer, sencilla pero a la vez trufada con ciertos elementos sofisticados (la pérdida de la sensibilidad), escrita con voluntad de estilo, con frecuentes referencias culturales asequibles a una cultura mediana a la que complacen y guiñan un ojo, con una mezcla lograda de realidad histórica y de ficción tan del gusto de esta época, y, para terminar, con una estructura cinematográfica o incluso de cómic que la hace muy digerible para los lectores más jóvenes, hasta tal punto que esta novela no sería muy difícil de plasmar en un storyboard.

¿Es esto sencillo de hacer? No, ni mucho menos. Ya le gustaría a muchísimos escritores saber manejar con la habilidad suficiente estos recursos que no siempre conducen, además, a un buen resultado, a un resultado asegurado de ventas y aplauso del respetable. Menéndez Salmón ha logrado con La ofensa, o creo que puede lograrlo con el paso de los meses, algo semejante a lo que en la letras europeas consiguieron, por ejemplo, el Alessandro Baricco de Seda o el Patrick Suskind de El perfume. Nada más, y nada menos.

Pero dicho todo esto, ¿es La ofensa una gran novela? Pues no, me temo que no, pues le falta aquello que generalmente sirve para establecer la diferencia: la presencia latente de unos personajes construidos de dentro hacia fuera, y a los que vemos evolucionar en su adentro por lo que viven y experimentan en su afuera, y también al revés, claro, estableciéndose así unos complejos vasos comunicantes entre ese adentro mencionado y ese afuera. Tampoco hay un esfuerzo por concebir y explicar un mundo determinado, una forma definida de existencia y de entender o no entender la propia existencia... Los personajes de La ofensa son atractivos en su esquematismo superficial, pero distan mucho de ser memorables.

En ese sentido estamos ante una novela entretenida y muy satisfactoria para el lector aficionado pero no muy exigente. Estamos ante una novela a la que auguro traducciones a varios idiomas y una versión cinematográfica más o menos exitosa. Una novela que le ha otorgado ya un importante crédito a su autor para que vean la luz en condiciones inmejorables sus próximos esfuerzos narrativos. Pero insisto, no creo que dentro de dos o tres años ningún lector de La ofensa, y menos los más avezados y expertos degustadores de páginas e historias, recuerden el nombre de Kurt Crüwell, el insensible, como el de uno de sus compañeros de viaje más inolvidables.