De todos los levantamientos populares ocurridos en el norte de África y el
Medio Oriente quizá haya sido el de Libia el que más atención ha concitado. Esto
responde a una serie de cuestiones, comenzando por la brutalidad represiva de la
dictadura de
Muamar el Gadafi y siguiendo por la solidaridad
“revolucionaria” que todavía suscita, especialmente en determinados círculos del
régimen cubano y en algunos gobiernos bolivarianos.
Si bien la época
dorado del no alineamiento hace tiempo que ha pasado a la historia, son muchos
los que todavía viven de viejas glorias y acuden prestos en defensa de los
viejos amigos. Esto ha ocurrido con
Fidel
Castro que dedicó una de sus últimas “Reflexiones” al tema y si bien
no quiso poner la mano en el fuego por el dictador libio si alertó de las
ambiciones de Washington, sediento del petróleo norteafricano.
Castro
escribió su columna el 21 de febrero y según él en cuestión de horas, era
inminente, la OTAN atacaría Libia para llevar a cabo sus inconfesables
planes al
servicio de Estados Unidos.
La capacidad
prospectiva de
Castro ha quedado nuevamente confirmada. De hacer caso al
líder supremo cubano la guerra nuclear ya habría destruido al mundo, tal como
anticipó hace un par de meses. O bien no nos enteramos de la explosión de
algunas bombas o bien su predicción falló estrepitosamente. De todos modos la
larga mano del imperialismo ha servido para que unos demostraran su solidaridad
con el autor de
El libro verde, caso de
Daniel Ortega o de
Hugo
Chávez, o para que otros se ampararan en el argumento de la conspiración
internacional para pedir calma pero sin condenar a los responsables de la
represión, como ocurrió con
Evo Morales o
Rafael Correa. Inclusive
Cristina Kirchner, que se autodefine como una gran defensora de los
derechos humanos y clama constantemente contra las desapariciones, se ha
limitado a expresar de una forma genérica su buena voluntada través de un
comunicado teóricamente neutral de su ministro de Exteriores,
Héctor
Timerman.
Mi intención es analizar otro tipo
de reacciones, unas provenientes básicamente del exilio cubano o de la oposición
venezolana, y otras surgidas de los círculos
bolivarianos
No me voy a referir aquí a las
variadas reacciones de los gobiernos latinoamericanos frente a los
acontecimientos libios, ya que
lo
he hecho en otro sitio. Mi intención es analizar otro tipo
de reacciones, unas provenientes básicamente del exilio cubano o de la oposición
venezolana, y otras surgidas de los círculos bolivarianos. Mientras los primeros
se preguntaban si algo parecido podía pasar en sus países, los segundos ya
estaban alertando sobre algo que, según ellos, era una especie de ensayo general
contra los gobiernos revolucionarios latinoamericanos.
En el primer
caso, es bueno comenzar recordando un
excelente
artículo de Moisés Naim, que señalaba que en Túnez y
Egipto las sublevaciones populares no triunfaron únicamente por la utilización
masiva de facebook, twitter u otros artilugios de nuevo cuño sino porque los
militares se decantaron por el bando popular y no por seguir respaldando a los
gerifaltes de turno. Remedando de alguna manera el viejo dicho maoísta de que
“el poder nace de la boca del fusil”,
Naim nos recuerda de forma
contundente el papel que las fuerzas armadas cumplen en estos regímenes y como
en Libia, un país con una muy baja penetración de internet, la revuelta todavía
no ha triunfado debido a que una parte de los militares sigue sosteniendo al
régimen.
Los sectores más militantes y
próximos a los gobiernos bolivarianos insisten en la teoría de la conspiración
imperialista y en el riesgo de que Estados Unidos implemente algún tipo de
respuesta similar contra los gobiernos
“revolucionarios”
Respecto a Cuba y Venezuela
habría que comenzar marcando las grandes diferencias existentes con Túnez,
Egipto o Libia y que todavía no se vive en los dos países caribeños un clima de
descomposición semejante al del norte de África. En Cuba, por otro lado,
mientras viva
Fidel Castro mucho me temo que no se producirán fenómenos
de desborde social como los que hoy son objeto de la atención mundial. Es más,
tanto en Cuba como en Venezuela de momento los fusiles, hoy modernos
kalashnikovs, sirven para respaldar a los hermanos
Castro y a
Hugo
Chávez.
Otro tema interesante es ver cómo en los círculos
bolivarianos se analizan estos fenómenos. En verdad hay una variedad de
respuestas. Aquellos que se limitan a un apoyo crítico han expresado su
solidaridad con los levantamientos y criticado duramente la represión contra la
población indefensa, mientras que los sectores más militantes y próximos a los
gobiernos insisten en la teoría de la conspiración imperialista y en el riesgo
de que Estados Unidos implemente algún tipo de respuesta similar contra los
gobiernos “revolucionarios”.
Lo que queda claro en el caso de que
en Cuba o en Venezuela se amenace el poder constituido, bien a través de
movimientos populares o bien a través de elecciones, los fusiles apuntarán
contra el pueblo
En un artículo publicado en
Aporrea, titulado “
Libia: alerta
para la Revolución Bolivariana” se puede leer lo
siguiente: “no podemos seguir desoyendo las voces de ALERTA del pueblo y sus
movimientos de Inteligencia, no podemos seguir banalizando los acontecimientos
creyendo que a nosotros no nos puede pasar, que Libia queda muy lejos y que aquí
en nuestro país todo “transcurre sin novedad y en calma chicha”; los remitimos
al análisis del Camarada Comandante Izarra para que nos ubiquemos en ese
“escenario del terror” cercano y posible y tomar cada quien su posición pero con
el conocimiento de la verdad que nos esta explotando en nuestra cara”. Por
supuesto que quien está detrás de toda esa trama son la OTAN, la CIA y el MOZAD
(sic).
De momento lo que queda claro en el caso de que en Cuba o en
Venezuela se amenace el poder constituido, bien a través de movimientos
populares o bien a través de elecciones, los fusiles apuntarán contra el pueblo.
Esto no quiere decir que mañana el viento no cambie de rumbo, pero por ahora
esto no es así. Ya el comandante en jefe
Henry Rangel Silva, jefe del
Comando Estratégico Operacional (CEO) de la Fuerza Armada Nacional (FAN)
Bolivariana de Venezuela y número dos en el escalafón militar se encargó de
señalar tajantemente de que en el hipotético caso de una victoria electoral
opositora en las elecciones presidenciales de 2012, el pueblo y los militares
bolivarianos reaccionarían frente a lo que él
consideraba
una usurpación. Para el general, el ejército venezolano
“no tiene lealtades a medias sino completas hacia un pueblo, un proyecto de vida
y un Comandante en Jefe. Nos casamos con este proyecto de país… Un hipotético
gobierno de la oposición a partir de 2012 sería vender el país, eso no lo va a
aceptar la Fuerza Armada y el pueblo menos… y un intento por desmantelar al
sector castrense. Habría una reacción tanto de los uniformados como del pueblo,
que
sentiría que
le quitan algo”. Está escrito que su intención es que
truene el escarmiento. La duda en este caso, tal como ocurrió en Túnez o en
Egipto es si sus camaradas de armas lo seguirán.