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Florencio Domínguez: <i>Las conexiones de ETA en América</i> (RBA Libros, 2010)

Florencio Domínguez: Las conexiones de ETA en América (RBA Libros, 2010)

    TÍTULO
Florencio Domínguez: Las conexiones de ETA en América (RBA Libros, 2010)

    AUTOR
Florencio Domínguez

    EDITORIAL
RBA Libros

    OTROS DATOS
Barcelona, 2010. 320 páginas. 22 €



Florencio Domínguez

Florencio Domínguez


Reseñas de libros/No ficción
Florencio Domínguez: Las conexiones de ETA en América (RBA Libros, 2010)
Por Andrea Donofrio, viernes, 1 de octubre de 2010
El libro Las conexiones de ETA en América de Florencio Domínguez analiza, de modo apasionante y revelador, los movimientos de la organización terrorista española en América Latina a lo largo de cuatro décadas. Se trata de una obra de periodismo de investigación, un minucioso trabajo que explora las relaciones entre ETA y las distintas guerrillas latinoamericanas pasando revista a la historia de estos vínculos. Domínguez, una referencia en el ámbito del estudio del terrorismo etarra en España, explica estas conexiones con profusión de todo tipo de datos, informes judiciales, sumarios, documentos inéditos y testimonios, alcanzando cotas de información insospechadas. El resultado es un libro que recorre los pasos de los etarras por la geografía americana, que se hace ameno y fácil de seguir por la forma en que su autor entremezcla la cruda realidad del terrorismo con anécdotas y curiosidades sobre la presencia de la organización en el mundo latino.
En un libro meticuloso y documentado, Domínguez muestra como el territorio Americano representó –y representa- algo más que un refugio para los etarras, suponiendo un área esencial en la actividad de la banda. Desde los años setenta, los activistas etarras han tejido una red de relaciones e intereses con los “revolucionarios” locales, dedicándose a secuestros, entrenamientos o combates; apoyando a los servicios secretos locales; buscando financiación y protección; ejercitándose en la fabricación de material explosivo y la confección de bombas. En el suelo americano ETA desarrolla actividades de intercambio de experiencias terroristas y de adiestramiento mutuo, estableciendo contactos con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) chileno, los tupamaros, los zapatistas del Chiapas, las guerrillas salvadoreñas, los sandinistas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Asimismo, el libro explica la política permisiva e incluso protectora aplicada en ciertos periodos por algunos gobiernos latinoamericanos.

El libro revela la maraña de lazos clandestinos tejidos a ambos lados del Atlántico, analizando estas redes país por país. Los terroristas llevaban a cabo una atenta y minuciosa vigilancia y control de los empresarios más ricos de toda Latinoamérica, recopilando un gran número de datos exhaustivos hasta el punto de incluir los nombres de los caballos propiedad de uno de los industriales amenazados o llegar a describir, en sus cuadernos, todos los movimientos y horarios de los empleados domésticos del empresario mexicano Carlos Slim. Entre estas conexiones, destaca la presencia de etarras en Nicaragua cuando el país era el foco de atracción de los revolucionarios de todo el mundo por la revolución sandinista, la segunda –después de la cubana- en haber llegado al poder a través de la lucha armada. En la década de los 80, Nicaragua representó algo muy importante para ETA, contribuyendo a la radicalización de muchos jóvenes vasco. Para ellos, la revolución sandinista fue la antesala de su ingreso en ETA.

Más que coincidencias políticas o el espíritu revolucionario, ETA instauraba y estrechaba relaciones con aquellos grupos que utilizaban la violencia para perseguir sus objetivos

En la lectura del libro, se muestra que la base de las relaciones entre la organización terrorista española y los grupos armados al otro lado del Atlántico es la violencia. Las armas como factor esencial para establecer contactos, para construir relaciones de complicidad y camaradería, para una conexión interesada: más que coincidencias políticas o el espíritu revolucionario, ETA instauraba y estrechaba relaciones con aquellos grupos que utilizaban la violencia para perseguir sus objetivos. De hecho, una vez que esas organizaciones habían abandonado las armas, los contactos y las ayudas decaían o los enlaces se rompían. Para ETA, emprender una vía distinta a la de la violencia, significa el fin de las relaciones. Por eso, la decisión de los grupos revolucionarios de América Central de participar en procesos institucionales democráticos hizo que el interés etarra por la zona disminuyera y, consecuentemente, que buscarán un cambio de estrategia. Entonces, la mirada de ETA giró hacia al sur, intensificando los lazos con aquellos grupos que seguían practicando la guerra y el terrorismo.

La violencia parece representar el criterio único y esencial para determinar la intensidad de las relaciones entre ETA y sus socios latinoamericanos: máxima colaboración durante las etapas de mayor violencia y debilitación de los lazos cuando estos grupos han optado por una incorporación a la política pacífica e institucional.

De la lectura, se deduce que los contactos que ETA ha establecido en el continente americano le han servido para buscar su “justificación extranjera”. Es probable que además de una concreta función práctica, el establecimiento de estos contactos le haya servido a la organización terrorista española para legitimarse a sí misma y buscar una justificación a su terrorismo: por lo tanto, la fascinación y la necesidad de ETA de recurrir a la violencia dependería de su absoluta incapacidad para plantearse el abandono de las armas y su consecuente “resignación” a la política convencional. No hay que olvidar que ETA representa una organización terrorista que no conoce otra estrategia que la lucha armada y que por eso aboga por la violencia como única solución, manifestando así sus límites, su anacronismo y su debilidad.

Debido a la actualidad, de particular interés resultan las informaciones sobre la presencia de etarras en Venezuela, menos numerosa que en México pero de mayor relevancia social. Al país suramericano se le considera el “paraíso” de los etarras

La conclusión del autor es que ETA siempre soñó con ser una guerrilla, “tener un territorio liberado y controlar un espacio geográfico, poder salir uniformados y no tener que hacer terrorismo urbano en un país lleno de casas, de carreteras y de polígonos industriales; esa es una nostalgia de ETA: le hubiera gustado ser como las FARC”. Sin embargo, debido a las condiciones del País Vasco, ETA no pudo representar una guerrilla rural sino un grupo terrorista urbano, que actúa en la urbe, en un contexto extremamente diferente.

Finalizada la lectura del libro, al lector le quedarán dos percepciones, complementarias y consecuentes la una de la otra: en primer lugar la impresión de que conocemos de ETA y de sus actividades en Latinoamérica sólo una parte, la punta del iceberg, debajo de la cual se oculta un gran sistema perfectamente diseñado. La dificultad para recomponer los pasos dados por la organización, el secretismo de su entramado, el ocultismo obligado que impide conocer a fondo su acción aunque en trágicas ocasiones sus efectos resulten manifiestos. En segundo lugar, el libro proporciona también la sensación de que esas conexiones entre los etarras y los guerrilleros americanos son más estrechas de lo que nos pudiera parecer, de lo que imaginamos.

Debido a la actualidad, de particular interés resultan las informaciones sobre la presencia de etarras en Venezuela, menos numerosa que en México pero de mayor relevancia social. Al país suramericano se le considera el “paraíso” de los etarras. Sin embargo, en el capítulo sobre este tema, Domínguez aclara que la presencia in situ es anterior a Hugo Chávez y que la relación es operativa ya a principios de los 90: la tolerancia hacia ETA ha sido una prerrogativa de todos los gobiernos venezolanos, debido a la presión de la comunidad nacionalista vasca - formada por nacionalistas que habían huido tras la guerra civil-, muy influyente por su capacidad económica y empresarial, con acceso a las élites del poder. Frecuentemente, las euskal etxeas o casas vascas han representado un punto de apoyo para muchos etarras que llegan a Venezuela. A diferencia de Cuba –donde hay numerus clausus-, los diversos gobiernos venezolanos han permitido a los miembros de la banda terrorista estar en el país, moverse sin dificultad y ofrecer redes de apoyo a nuevos etarras.

Finalmente, se ha escrito mucho acerca de los posibles contactos de ETA con otros grupos terroristas, pero este libro representa el primer intento orgánico de describir las relaciones intensas y continuadas entre la organización española y la guerrilla de diferente países de Latinoamérica. América Latina sigue siendo un referente para la militancia etarra: por eso, el conocer sus tramas e intereses en la zona resulta de gran importancia y necesario para combatir a la organización terrorista y terminar de una vez con una plaga que afecta a España. 
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