Fichado por Juan Abelló, rico heredero y reputado coleccionista de arte,
como consejero y secretario general de Laboratorios Abelló hasta 1983 y
posteriormente consejero delegado del Grupo de Empresas Antibióticos, S.A.,
consiguió vender la empresa dando uno de los grandes “pelotazos” de la época.
Juan Abelló no se lo podía creer. De sopetón, un joven abogado del Estado sin
apenas pedigrí le había hecho ganar mucho, mucho dinero.
Un tipo
delgado, más bajo que alto, con un excelente pelo negro repeinado hacia atrás
con onditas en la nuca como sólo saben hacer los pijos ricos del barrio de
Salamanca de Madrid o sus homónimos bonaerenses que acuden todos los años a la
feria agropecuaria del barrio de Palermo en la capital de Argentina. Un tipo
simpático que de pronto aparecía en La Trainera, sencillo restaurante pero con
la mejor carta de pescado de Madrid, y se detenía con una sonrisa de oreja a
oreja con todos los conocidos que se iba encontrando camino de su mesa siempre
bien situada.
El día de las inocentadas, el 28 de
diciembre 1993, como ya hemos el destino le gasta la gran broma y se le tuercen
las cosas. El Banco de España interviene Banesto al detectar un agujero
patrimonial de muchos miles de millones y es expulsado de la presidencia de la
entidad bancaria. La víspera de Nochebuena de 1994 ingresa por primera vez en la
prisión
Con la venta de Antibióticos Mario
Conde también se hizo rico. Tuvo la inteligencia de meter su dinero en el Banco
Español de Crédito (Banesto) y, en consecuencia, fue nombrado consejero y en
1987 presidente con treinta y nueve años. Posteriormente sería nombrado
presidente de aseguradora La Unión y el Fénix, presidente de la Corporación
Industrial y Financiera de Banesto, presidente de la Fundación Banesto,
vicepresidente de la eléctrica Iberdrola y consejero de Antena 3TV.
De
todos esos cargos cesa el 28 de diciembre de 1993, cuando el Banco de España
decide intervenir la entidad sustituyendo a todo su Consejo de Administración.
El 14 de noviembre de 1994 se interpone por parte del Ministerio Fiscal una
querella criminal contra todo el Consejo de Administración de Banesto. Condenado
primero por la Audiencia Nacional y doblada después la condena por el Tribunal
Supremo, a Mario Conde le caen veinte años. Los cargos son apropiación indebida
de 1,8 millones de euros y causar perjuicio al banco en 3.600 millones de las
antiguas pesetas, así como falsear las cuentas. Ingresó en prisión en 1994, 1998
y 2002.
Tras el fallecimiento de su esposa el 13 de octubre de 2007 a
consecuencia de un cáncer que en opinión de Mario Conde podría tener que ver con
los sufrimientos derivados de los procedimientos judiciales, el lector se
encuentra con un personaje que no está dispuesto a tirar la toalla. Nada que ver
con los grandes protagonistas del enriquecimiento fácil de los años dorados de
Felipe González y compañía. Nada que ver con la vida de un, otrora poderoso,
Manolo de la Concha que ya no se atreve a pisar el Club Puerta de Hierro de
Madrid, el mejor campo de golf de la capital de España y el reducto más
exclusivo de la nobleza, el dinero y el campo.
Mario Conde se revela como un
observador especialmente perspicaz en el análisis del comportamiento de los
internos de Meco. Capta, con el detalle del antropólogo que estudia a las tribus
primitivas, el significado profundo del mundillo
carcelario
Con poco más de 61 años, Mario
Conde sigue despertando admiración y rechazo pero ya no es, como escribió hace
quince años Manuel Vázquez Montalbán, un personaje de Scott Fitzgerald con una
efigie que parece salida de un anuncio de Varón Dandi. Atrás ha quedado el joven
Abogado del Estado que muchos veían como la gran esperanza del centro derecha
capaz de derrotar al gobierno de Felipe Gonzáles y a su trama de apoyos
políticos y mediáticos. Atrás ha quedado el financiero que entra en la masonería
–y es expulsado- cuya capacidad de transversalidad le permite entrar en el
Vaticano, la Casa Real, la Universidad o en el mundo del arte.
El día de
las inocentadas, el 28 de diciembre 1993, como ya hemos señalado, el destino le
gasta la gran broma y se le tuercen las cosas. El Banco de España interviene
Banesto al detectar un agujero patrimonial de muchos miles de millones y es
expulsado de la presidencia de la entidad bancaria. La víspera de Nochebuena de
1994 ingresa por primera vez en la prisión de alta seguridad Madrid II
Alcalá-Meco. Sale a la calle en enero de 1995, pero el enredo judicial sigue su
curso y sucesivas condenas le obligan a volver a Alcalá-Meco en dos ocasiones
más. El 23 de julio de 2005, gracias a “una especie de tercer grado encubierto”
se cierra, tras casi tres años, su última estancia carcelaria. Lo que le queda
es una etapa, ya muy llevadera, en el Victoria Kent, un Centro de Inserción
Social (CIS) en el que los presos de tercer grado sólo acuden a dormir como
preparación para conseguir la libertad condicional. Diez años y medio de juicios
y celdas en una España en la que tanto gobierna el PSOE como el PP.
Memorias de un preso es lo que indica su título, un texto
autobiográfico que describe la lucha titánica de un personaje tocado por la fama
contra el devenir histórico y la justicia. La narración discurre en dos planos
que se retroalimentan. En uno de ellos, el discurso de un hombre que se enfrenta
al universo y que, como enseña la mitología griega, pierde siempre y arrastra en
su caída a cuantos le rodean. Incapaz de ver la raíz de su desgracia, Mario
Conde la atribuye a la envidia y a la traición de muchos, pero sobre todo, a la
traición de Fernando Garro, su protegido más querido.
Las páginas dedicadas a Adolfo
Suárez son patéticas para el ex presidente del gobierno español y ciertos
personajes de su entorno
El segundo plano
narrativo se sitúa en el escenario principal, el de la cárcel de Meco. Mario
Conde se revela como un observador especialmente perspicaz en el análisis del
comportamiento de los internos. Capta, con el detalle del antropólogo que
estudia a las tribus primitivas, el significado profundo del mundillo
carcelario. El lector contempla con fruición tanto a los presos que aparecen en
los medios de comunicación como a un escogido ramillete de asesinos,
narcotraficantes, ladrones y gentes de malvivir. Al mismo tiempo se despliega la
transformación personal de Mario Conde. Salta a la comba, duerme mal, escribe,
goza de privilegios que proporciona el dinero y por el camino del Tao se mete en
veredas místicas.
La mirada con la que Mario Conde se autorretrata
parece tener la virtud de llevarle hacia delante. Sus memorias recuerdan
vagamente al Voltaire que, con casi cuarenta años, abandona Paris debido a la
persecución que sufre tras la publicación de sus
Cartas filosóficas.
Durante veinticinco años escribe unas
Memorias que no se atreverá a
publicar en vida
. Ambos fueron educados por los jesuitas y ambos ganaron
grandes cantidades de dinero mediante la especulación financiera. Y ambas obras
tienen mucho de audaz panfleto que pone en escena con tono ácido a los actores
más relevantes de la política de su tiempo. Las páginas dedicadas a Adolfo
Suárez, víctima desde hace años de una enfermedad neurodegenerativa que le
impide recordar su pasado o, incluso, reconocerse a sí mismo, son patéticas para
el ex presidente del gobierno español y ciertos personajes de su entorno.
La presentación de
Memorias de un preso y su éxito de ventas le
ha dado pie a Mario Conde para renovar su presencia en los medios de
comunicación e ir montando un
bien diseñado
storytelling que está
recreando un nuevo personaje que sin duda va a dar mucho que hablar y leer en
los próximos tiempos.
Entrevista a Mario Conde en el programa de tv "Ratones Coloraos"
(vídeo colgado en YouTube por canalsur)