Decir de Amis que es un provocador incorregible, un fanfarrón egocéntrico y
narcisista, es no decir nada nuevo. Ya desde sus primeras y tempranas novelas,
Amis sorprendió a propios y extraños con un estilo literario personalísimo,
profundamente imbuido de esa flema británica que le es tan propia y de esa
ironía sarcástica que domina con maestría. Aunque de estirpe noble (hijo del
gran escritor Kingsley Amis) y educación elitista (como egresado de Oxford que
es), Amis rompe pronto la baraja de la corrección política y las buenas formas
imperantes entre la aristocracia literaria inglesa y se sitúa en las antípodas
de ese
establishment teóricamente predestinado a cobijarlo. Durante los
años setenta y ochenta pasea con orgullo el título de
enfant terrible de
la literatura anglosajona y se dedica a lo que más le gusta: escrutar y criticar
todo lo que se mueve a su alrededor, usando su ágil y afilada pluma como
escalpelo inclemente hasta no dejar títere con cabeza. En definitiva, y como
recoge el título de uno de sus mejores trabajos, emprende una cruzada literaria
contra el cliché y los prejuicios, contra la convención y el protocolo.
Resultado de esta larga y solitaria guerra, de este nadar y nadar contra la
corrupción de la corriente, será la consolidación de Amis como uno de los
grandes de la literatura inglesa contemporánea, gracias a novelas como
La casa de los
encuentros (2008), o volúmenes de ensayos como
El
infierno imbécil (2008) o el ya citado,
La guerra contra el
cliché (2003).
En los últimos tiempos, sin embargo, el gremio
literario se la ha quedado corto a un Amis que, cansado y aburrido de las
refriegas con unos colegas hastiados ya de sus
boutades y ocurrencias, ha
abdicado de esa pose de
Bad Boy de la letras que le hiciera célebre y se
ha convertido en un polemista
tout-court, dispuesto a opinar sobre lo
divino y lo humano. Entre los numerosos reinos que Amis ha decidido incluir en
su mundo, destaca por encima de todos, el de su otrora secundario interés por la
política y sus protagonistas. Adoptando la actitud crítica del intelectual
comprometido, al más puro estilo sartreano, Amis ha intervenido de oficio
expresando su parecer sobre los temas más variopintos, la mayoría de las veces –
huelga decirlo – sin ser invitado a ello y – cómo no – posicionándose contra la
opinión dominante, sea cual fuere ésta y caiga quien caiga. Resumen perfecto de
toda esta trayectoria y del momento actual de Amis es
El segundo avión.
Amis ve similitudes entre los cultos
totalitarios europeos y el islamismo más radical. Ambos regímenes son según él:
antisemíticos, antidemocráticos, antiprogresistas, antiindividualistas y, por
encima de todo, enemigos acérrimos de la
razón
Lo aquí se recogen son un total de
quince textos: doce ensayos (algunos de ellos son reseñas de libros y alguna
película), dos relatos de ficción y una crónica de los viajes que hizo Amis en
2007 acompañando a Tony Blair a Belfast, Washington, Bagdad y Basora. Los
textos, ordenados en el libro por orden cronológico, fueron publicados entre el
año 2001 (el primero, que data del 18 de septiembre, está escrito justo una
semana después de los atentados de las Torres Gemelas, todavía bajo los efectos
del
shock provocado por la catástrofe) y el año 2007 (el último texto
está publicado el 11 de septiembre de 2007, sexto aniversario de los atentados),
en medios británicos y americanos como
The Times,
The Observer,
The Guardian,
The New Yorker y
The New York Times.
Desde la primera página del libro, Amis no esconde sus cartas y ya en
una nota introductoria se confiesa totalmente contrario a lo que él llama
“islamismo”: “«es usted islamófobo?», me preguntaron una vez. La respuesta es
no. Lo que soy es islamismófobo, o mejor, un antiislamista, porque una fobia es
un miedo irracional, y no es irracional temer algo que dice que quiere darte
muerte” (p. 10). En este sentido, y aunque los críticos del libro hayan obviado
este extremo y hayan dicho de Amis que es un racista y xenófobo que va en contra
de todo el Islam en su conjunto, hay que decir que Amis distingue entre el Islam
moderado (silenciado según su visión por el sector más extremista) y el Islam
más radical, basado en aquello que algunos llaman fundamentalismo o integrismo
religioso ultraortodoxo.
Para entender la visión de Amis sobre el Islam
y no juzgarla de forma parcial y deshonesta, sacada de contexto, debemos primero
comprobar cuál es su idea de la religión en general, no sólo de la religión de
Mahoma. En varios pasajes del libro, Amis usa su peculiar estilo de argumentar
para teorizar sobre la religiosidad del ser humano y llega a la conclusión,
deudora en parte de los planteamientos de su buen amigo Cristopher Hitchens, de
que el hombre es más un animal de creencias que un animal racional. El siglo XX,
citado en los manuales como el “siglo de las ideologías” es, según Amis, un
paréntesis breve, un excurso en una larga trayectoria de la Humanidad marcada en
todo momento por el predominio de la religión sobre la razón. El protagonismo
actual del Islam a nivel político internacional, concluye Amis siguiendo en
parte las teorías del orientalista Bernard Lewis, no sería otra cosa que la
demostración de esta naturaleza religiosa e irracional del ser humano y la
constatación de la importancia del elemento religioso en el terreno de lo
político.
Amis ve similitudes entre los cultos
totalitarios europeos y el islamismo más radical. Ambos regímenes son según él:
antisemíticos, antidemocráticos, antiprogresistas, antiindividualistas y, por
encima de todo, enemigos acérrimos de la
razón
En contra de esa izquierda progresista
y políticamente correcta frente a la cual se posiciona, Amis afirma que profesa
un total respeto por el Islam y por Mahoma, pero un total desprecio por el
islamismo (ya digo que hay que leer “islamismo radical”). Para Amis, el problema
principal de este tipo de islamismo es que actúa según un código de conducta
basado en el desprecio de la vida y de la muerte, que no entra dentro de los
esquemas mentales de una civilización occidental que se encuentra indefensa y
sin respuesta ante formas de luchas como los ataques suicidas o la
Yihad
perpetua. Esta indiferencia ante la muerte, dice Amis tomando como referencia la
obra de Paul Berman
Terror y Libertad, tiene un claro precedente en dos
figuras bien conocidas para los europeos: Hitler y Stalin. Amis ve similitudes
entre los cultos totalitarios europeos y el islamismo más radical. Ambos
regímenes son según él: antisemíticos, antidemocráticos, antiprogresistas,
antiindividualistas y, por encima de todo, enemigos acérrimos de la razón. A
todo esto, el islamismo radical añadiría otro elemento, el más importante de
todos para Amis: un innegociable carácter misógino, basado en lo que él denomina
“imperio del varón coránico”, esto es, la total sumisión de la mujer musulmana
al hombre, basada en esa fuente de autoridad que es el Corán.
Del libro
destaco por encima del resto, cuatro trabajos. “El segundo avión”, texto en el
que se narra la secuencia del impacto de los cuatro aviones suicidas, por ser
una reflexión escrita con el corazón todavía caliente, sólo una semana después
de los atentados, y en pleno proceso de asimilación de unos hechos cuya
mise
en scène, dice Amis, “habría resultado embarazosa en cualquier
storyboard de cualquier ejecutivo de estudio cinematográfico o en el
cuaderno de notas cualquier guionista de thrillers” (p. 14). Amis llama al 11/S
“la apoteosis de la era posmoderna”; una tragedia del tal magnitud que obligó a
todos los escritores de ficción – como el propio Amis – a “salir de su
ensoñación solipsista: a ocuparse – del mejor modo que sabían – de los hechos de
la vida. Pues la política – definida una vez como «lo que está sucediendo» –
llenó súbitamente el cielo” (p. 23). El otro ensayo importante para mí es
“Terror y aburrimiento”, un largo artículo de cincuenta páginas en el que Amis
expone una personal teoría según la cual, el terrorismo va siempre ligado al
aburrimiento. Es el texto más largo e ideológico del volumen, aquel en el que
Amis ataca más rotundamente la naturaleza del islamismo. Junto a estos dos, es
necesario destacar los dos relatos de ficción de esta antología, quizá el
terreno en el que el autor muestra su lado más brillante. En el primero de ellos
– “En el Palacio del Fin” – Amis reconstruye la historia de uno de los dobles
oficiales del hijo y sucesor de un dictador islámico (no lo cita, pero se
refiere sin dudas a Saddam Hussein). Mediante una especie de monólogo consigo
mismo, este doble nos cuenta su vida como sucedáneo del heredero: la agitada
vida sexual y los excesos hedonistas por una parte; y los tormentos y las cargas
de tener que padecer todas las mutilaciones de que es objeto el hijo del
dictador en los atentados que contra él se cometen. El otro relato – “Los
últimos días de Mohamed Atta” – es una pormenorizada narración de las últimas
horas de vida del terrorista suicida Mohamed Atta; desde que despertó esa mañana
del 11 de septiembre hasta que impactó el avión que había secuestrado. Amis
reconstruye en clave freudiana y con bastantes licencias por su parte, una
hipótesis de lo que pudo pensar y sentir el terrorista.
Para el autor, la peor consecuencia
de los atentados, que afecta por igual a americanos y a no americanos, es la
pérdida de una sensación de protección que de forma ilusoria pero eficaz hasta
ese día, sentíamos los seres humanos
Así
pues, y aunque el protagonista teórico del libro sea el 11/S, sería absurdo
negar la evidencia: el auténtico
leiv motiv de
El segundo avión es
el Islam y la opinión de Amis al respecto. Este es el nudo gordiano de este
conjunto de ensayos y reseñas, y el tema que ha provocado ataques furibundos
contra Amis desde todos los frentes, cosa que por otra parte, no deja de ser lo
que el autor pretendía. Nadie – o casi nadie – ha dicho nada, de las críticas
que Amis dirige contra los Estados Unidos. Amis reconoce que el 11/S fue el
resultado del odio que Occidente inspira en los países islámicos. En el caso de
Estados Unidos, esa inquina se “justifica” por varias razones evidentes a los
ojos del pueblo musulmán. En primer lugar, por la existencia de esa extraña
pareja que forman Estados Unidos y el Estado de Israel. Y en segundo lugar, por
varias de las características nacionales americanas (Amis cita la
autosuficiencia, el patriotismo exacerbado y lo que él llama “eterna falta de
curiosidad geográfica”) que, en opinión del novelista oxoniense, han dado lugar
a un “déficit de empatía para con las gentes distantes”. En cualquier caso, la
triste consecuencia de unos sucesos llamados a marcar la historia, es que el
mundo ya no es igual que antes del 11/S. Para el autor, la peor consecuencia de
los atentados, que afecta por igual a americanos y a no americanos, es la
pérdida de una sensación de protección que de forma ilusoria pero eficaz hasta
ese día, sentíamos los seres humanos: “Los padres americanos lo sentirán con más
intensidad, pero también nosotros lo sentiremos. La ilusión es la siguiente: las
madres y los padres necesitan sentir que pueden proteger a sus hijos. No pueden,
por supuesto, y jamás podrán, pero necesitan sentir que sí pueden. Lo que un día
pareció más o menos imposible – su protección –, ahora se nos presenta como
obvia y palmariamente inconcebible. Así que de ahora en adelante tendremos que
arreglárnoslas sin esa necesidad de sentir” (p. 18).
A nivel de
repercusión e impacto en los medios, el libro de Amis ha logrado sobradamente el
objetivo de provocar las iras de unos y los aplausos de otros, como era
previsible. Amis no deja indiferente a nadie y, ni los que lo veneran quieren
renunciar a loar las bondades de su prosa, ni los que lo abominan se pueden
resistir a mortificarlo con sus críticas. La crítica literaria de
The New
York Times, Michiko Kukatani, una de las mejores del periódico y sin duda la
más temida, por la severidad de sus juicios, ha dicho de
El segundo avión
que es “un libro flojo, irrisorio y a menudo objetable, que el lector termina de
leer convencido de que el Sr. Amis debería limitarse a escribir ficción y
crítica literaria, puesto que, con estos ensayos, él mismo se desacredita
perfectamente como comentarista político o social”. Nada menos. En Gran Bretaña,
el debate entre partidarios y detractores de Amis es todavía más evidente.
Periódicos como
The Guardian,
The Observer o
The Times
(justamente los tres donde Amis publicó originalmente los artículos que forman
el libro) le han dedicado críticas realmente tibias, sin mojarse más de la
cuenta, y como con miedo a la posible reacción del autor. Otros como
The
Sunday Times o
The Thelegraph, que ya ven a Amis como un traidor
perdido para la causa británica, han arremetido con dureza contra lo que
consideran un libro efectista en las formas pero carente en absoluto de
conocimientos y argumentos sobre el tema del Islam. Peor es lo de la
London
Review of Books (donde incluso llegó a escribir en su día el propio Amis)
que, de un tiempo a esta parte, se ha sumado al club de los ofendidos y en el
caso de este libro – hasta donde yo sé –, ya ni siquiera le ha dedicado un
crítica.
En definitiva, y al margen de estos avatares de la crítica y el
mundo editorial,
El segundo avión de Martin Amis es un libro peculiar,
como su autor. Amis no es el primer novelista en acercarse al fenómeno del 11/S;
antes que él, autores como John Updike con
Terrorista,
Ian McEwan con
Sábado o Don DeLillo con
El hombre del
salto, abordaron desde la literatura, el episodio que ha
marcado la historia reciente de los Estados Unidos y del mundo globalizado. Sin
embargo, el aire conradiano del análisis de Amis, esos ojos occidentales con los
el autor mira una realidad que no deja de serle distante, convierten a
El
segundo avión en la primera aproximación profunda hecha por un escritor
europeo (con mentalidad y prejuicios europeos) al fenómeno del 11/S. El libro es
Amis en estado puro; de eso no hay duda. Nadie niega que hay teorías forzadas
que rozan la paradoja, opiniones contradictorias y juicios arbitrarios y de
dudosa base empírica; nada nuevo en Amis cuando se trata de temas que no domina
como un experto. Ahora bien, nadie puede negar tampoco que junto a esta cara de
la moneda se encuentra la otra, la mejor de Amis. Y lo mejor de Amis es, sin
duda, el virtuosismo de su estilo literario. Con una pluma en la mano, Amis es
un consumado orfebre del lenguaje, inventor incansable de neologismos (en este
libro habla de “horrorismo” en vez de “terrorismo”) y dueño de un prosa capaz de
retorcerse hasta límites insospechados, siempre en busca de la belleza formal y
el equilibrio, de ese inimitable estilo al que tantos y tantos lectores hemos
sucumbido.