Reseñas de libros/No ficción
Jorge Wagensberg: El gozo intelectual (Tusquets, 2007)
Por Rosalía de Frutos, lunes, 1 de octubre de 2007
El libro consta de dos partes bien diferenciadas. La primera, que vendría a ser la parte teórica, tiene la característica de un ensayo, un esquema conceptual sobre la adquisición del conocimiento que se funda en la reflexión teórica de Jorge Wagensberg sobre su larga y enriquecedora etapa de trabajo como creador y transmisor de ciencia. Y lo hace a través de un concepto clave que el autor ha denominado “gozo intelectual”, que sirve como indicador para orientar y dar impulso al proceso general de nuevo conocimiento.
La parte práctica, el otro gran apartado del libro, recoge historias reales y consideraciones en torno a la labor diaria del científico narradas con fino humor que provocan una grata y enriquecedora lectura. Son historias que sugieren, ilustran, a veces demuestran el ejercicio de las nociones del estímulo, la comprensión y el gozo intelectual y que recogen diez años de ciencia centrados en las actividades del Museo de la Ciencia Cosmo Caixa y en la Universidad de Barcelona.
Los sesenta y tres textos que componen la obra los ha reagrupado el autor en siete familias de nueve miembros cada una, en función de sus temáticas. Algunos de ellos aparecieron publicados en el diario El País y en varias revistas como Recherche, Mètode y la Revista de Física.
Jorge Wagensberg llama “gozo intelectual” al que acontece en el momento exacto de una nueva comprensión o de una nueva intuición. Comprender tal y como debe entenderse en ciencia es hacer preguntas a la Naturaleza para anticipar lo que aún no ha ocurrido.
En ciencia dice el autor, todo lo que miramos, observamos y experimentamos son respuestas dadas por la realidad. El gozo asociado a la contemplación actúa como un estímulo que nos empuja a la conversación y a la reflexión
Señala el autor tres fases en el acto de conocer: El estímulo, donde se inicia el proceso cognitivo. La conversación, que puede intercambiarse con la realidad (cuando se observa o se experimenta), a veces con uno mismo (cuando se reflexiona) y a veces con los demás (profesores, compañeros, alumnos, etc..). Y, por último, La comprensión y la intuición, esta última fase constituye “el clímax” de todo proceso creativo y su sintomatología la hace inconfundible porque es en esta fase decisiva donde radica “el gozo intelectual”.
En ciencia dice el autor, todo lo que miramos, observamos y experimentamos son respuestas dadas por la realidad. El gozo asociado a la contemplación actúa como un estímulo que nos empuja a la conversación y a la reflexión. Así “el gozo intelectual” es el placer asociado a la mismísima comprensión o intuición, el estímulo de todos los estímulos. Las mejores comprensiones e intuiciones se descuelgan en la más radical de las soledades y para comprender y para intuir hay que concederse espacio y tiempo para el ensimismamiento. Toda mente, por tanto, necesita estímulo, conversación, comprensión, intuición y gozo intelectual. La ausencia de ese disfrute puede desesperar, pero mucho más desespera experimentar un gozo y no poder compartirlo.
La realidad percibida en un viaje o con la visita a un museo sirve para cualquiera de las tres etapas de la adquisición de nuevo conocimiento, pero es especialmente idónea para la fase de los estímulos. También para el artista, cuando llega a emocionarse con su propia obra. Es una de las aplicaciones más sublimes del gozo intelectual. Un acto artístico es auténtico si existe gozo intelectual en cualquiera de los dos protagonistas del acto.