Reseñas de libros/No ficción
James Boswell: Vida de Samuel Johnson (Acantilado, 2007)
Por Juan Antonio González Fuentes, miércoles, 5 de septiembre de 2007
Imaginemos sólo por un instante que todos los documentos, libros, cuadros, partituras, ropas, muebles, esculturas..., es decir, todo aquello que encerrase alguna memoria de cómo fue el siglo XVIII en las Islas Británicas, hubiera sido reunido para su estudio y conservación por la autoridad competente en un único y gigantesco edificio. Sigamos imaginando y pensemos que el peor de los enemigos de su Majestad y de su mejor agente con licencia para matar, Bond, James Bond, llevado por un afán de venganza sin límites y un odio rabioso al Reino Unido, hubiese mandado bombardear con la última tecnología del más desarrollado arsenal militar del mundo el mencionado edificio hasta su completa destrucción, no dejando absolutamente nada en pie, todo convertido en toneladas y toneladas de inservible polvo.
Pues bien, si todo lo hasta aquí apuntado hubiese tenido de verdad lugar en algún momento de nuestra historia más reciente, y si referido a aquel tiempo histórico en las cercanas islas sólo se hubiera conservado en todo el mundo mi bonito ejemplar de Vida de Samuel Johnson, publicado por James Boswell en 1791, y editado en español por Acantilado con traducción de Miguel Martínez-Lage en la Barcelona del 2007, no debería cundir la alarma, pues en las más de 2000 páginas de este volumen está encerrado todo el siglo XVIII inglés, y en lógica consecuencia, parte muy sustancial de aquella centuria europea.
Decir, como ya lo hizo en su día el inefable y cáustico Lytton Strachey, que Vida de Samuel Johnson, libro escrito por James Boswell, es uno de los éxitos más notables de la historia de la civilización, sería tan sólo subrayar una vez más lo que se ha venido escribiendo hasta la saciedad desde hace dos siglos sobre este libro por lo demás genial, extraño, divertido y heterogéneo.
Yo diría que el gran valor de este libro, lo que hace inevitable su presencia en cualquier biblioteca que se precie, es el estilo en el que está escrito, y la materia prima que condensa. Me explico. Samuel Johnson fue en vida un personaje clave de su tiempo y de su cultura
Pero antes de explicarle a los lectores de esta páginas las excelencias del libro que se reseña, quizá mi deber sería el de contar con unos pocos trazos quiénes fueron los dos principales protagonistas de esta narración, es decir, Johnson y Boswell. Empecemos por el primero. Johnson (1709-1784) fue un escritor británico que le debe su incandescente fama en Inglaterra a su Diccionario de la lengua inglesa (1747-1755), el primero que se realizó en su género y que prácticamente en su totalidad fue redactado por el propio Johnson, convirtiéndose a partir de entonces en el mismo centro del mundo cultural inglés de su tiempo, y probablemente después de Shakespeare, en el más perenne representante de la literatura inglesa hasta la fecha. También le debe dicha literatura a Johnson una labor crítica de primer orden, pues fue prácticamente él quien situó la grandeza de Shakespeare en las alturas que hoy conocemos gracias a su edición de los dramas del poeta (1765), y quien escribió una libro que sigue siendo hoy citado como referencia inexcusable: Vidas de los poetas (1779-1781). Con otras palabras, y para calibrar la importancia del personaje tratado, en el canon literario británico, tras Shakespeare, y quizá acompañado por algún otro pero siempre a continuación del autor de Hamlet, está la figura y la obra del doctor Johnson, Samuel.
Cuando contaba 22 años de edad, el escocés de Edimburgo James Boswell (1740-1795) conoció al ya entonces celebérrimo doctor Johnson, y a partir de ese momento no se separó de él hasta que la muerte quiso, convirtiéndose en su misma sombra, y recogiendo con minuciosidad de valioso alquimista las palabras pronunciadas por el literato y los detalles más nimios de su existencia, así como todo lo referente al círculo de sus amistades y contactos. Dichos apuntes, más todo lo que quedó registrado en la prodigiosa memoria del escritor, fue volcado en papel impreso al cabo del tiempo y lanzado a las librerías de su tiempo alcanzo rápidamente un éxito inimaginable, y visto lo visto, imperecedero.
Abreviando, Boswell fue el biógrafo de Johnson, y el libro que aquí encarecidamente recomendamos recoge dicha biografía, el clásico por excelencia de la literatura biográfica universal tanto por su penetración y claridad estilística, como por trascender la peculiar personalidad de Johnson y ofrecernos entero, eso sí, concentrado en un buen número de páginas, el espíritu entero de una época, de un siglo, el XVIII.
El resultado final es sencillamente una obra maestra del cotilleo más descarado y científico posible, una crónica de estados mentales, de reflexiones, de circunstancias y situaciones vitales, de maneras de encarar la existencia y lo cotidiano que son absolutamente actuales, apasionantes, divertidas, apoteósicas
“Vale”, le escucho decir en silencio al lector de estas líneas, “demos por buenas las palabras del reseñador, y admitamos todo lo que dice sobre los protagonistas de la biografía y sobre todo eso del espíritu en esencia del XVIII. Pero ¿qué puede impulsar a un español del siglo XXI a ir a la librería, gastarse cerca de 60 euros en un libro y emplear bastantes horas de su tiempo libre en leer sucesos, palabras, avatares y circunstancias de un inglés filólogo del siglo XVIII recogidas por una especie de incansable Eckermann escocés enamorado hasta el tuétano de su personaje y circunstancias?”
La pregunta no sólo es pertinente, es que se hace del todo necesaria. Yo diría que el gran valor de este libro, lo que hace inevitable su presencia en cualquier biblioteca que se precie, es el estilo en el que está escrito, y la materia prima que condensa. Me explico. Samuel Johnson fue en vida un personaje clave de su tiempo y de su cultura. Él lo sabía y lo explotaba. Se convirtió en un solterón cascarrabias, misógino, racista, intolerante, reaccionario y sobre todo filisteo, como bien ha señalado Fernando Savater en alguna que otra página impagable. Era por tanto un personaje literario de primer orden, un tipo que sentaba cátedra con su sentido común potente y atrabiliario, un amigo ideal para el contacto asiduo, jamás para la convivencia, un malhumorado que podía ser fascinante, e incluso cómico, gracioso, cuando se ponía estupendo y se gustaba. De Johnson son frases tan drásticas, sentenciosas y afortunadas como las que subrayó en su día el bueno de Savater en las páginas aquí recordadas: “el patriotismo es el último refugio de los bribones”, “no hay nada de lo ideado hasta ahora por los hombres que produzca tanta felicidad como una taberna”.
Con dicha materia de primer orden e interés en crescendo, Boswell construyó un relato biográfico que funciona como una tela de araña: una vez que la has tocado, ya no puedes escapar, y cada movimiento que haces en cualquier sentido, te deja más atrapado y absorto en la construcción. No, Boswell no referencia grandes gestos y sucesos en torno a su protagonista, al revés, como un entomólogo absorto va acumulando minucia tras minucia, detalle más detalle, desde lo que comía, dónde y cuánto paseaba, la calidad de sus vestidos, sus indigestiones, sus tertulias... El resultado final es sencillamente una obra maestra del cotilleo más descarado y científico posible, una crónica de estados mentales, de reflexiones, de circunstancias y situaciones vitales, de maneras de encarar la existencia y lo cotidiano que son absolutamente actuales, apasionantes, divertidas, apoteósicas.
Y es que, volviendo a la cita primera de Lytton Strachey, esta biografía, uno de los mayores éxitos de la civilización de occidente, la escribió “una persona que era un vago, un lascivo, un borracho y un esnob”, un tipo absolutamente alejado de lo que pudiéramos llamar “moralismo barato” o de consumo rápido.
Sí, esta biografía del siglo XVIII, este éxito de la civilización que todos deberíamos leer en alguna ocasión, la escribió un borracho lascivo y vago, y recoge las minucias cotidianas de un maldito cascarrabias misógino e intolerante. Quizá ahí resida la razón última de su latir imperecedero, el pulso que hace de esta páginas, Vida de Samuel Johnson de James Boswell, una obra maestra con mayúsculas y una delicia rebosante de vitalidad y enseñanzas.