domingo, 6 de julio de 2008
La vida castiga a los malos: las mujeres los premian
Autor: José Membrive - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
Sociedad en Blog personal por Sociedad
Según noticias aparecidas en los periódicos dos científicos han descubierto las La vida castiga a los malos: las mujeres los premian La vida castiga a los malos: las mujeres los premian

José Membrive

José Membrive

Aunque soy agnóstico, llevo persiguiendo un dato durante décadas y décadas: la existencia de una ley científica que corrobore que vale la pena ser bueno. Siempre con la salvedad de saber que lo bueno y lo malo tienen bastante de relativo. Yo siempre digo que Dios, si existe, debe castigar a los malos masoquistas con el cielo y premiarlos con el infierno.

Yo me considero buena persona, bastantes de mis amigos también lo consideran y, lo que es más importante, la inmensa mayoría de mis enemigos me tienen por tonto, lo cual refuerza y complementa la tesis de mi bondad.

Pero para los buenos que no creemos en la existencia de Dios ni del infierno, ni de la otra vida, la pregunta clave es ¿para qué esforzarse en ser buenos? La respuesta, indirecta, la acaba de dar la ciencia: los hombres considerados malos tienen más éxito con las mujeres. Tres son las características que acompañan al varón con éxito: el narcisismo, la crueldad y la temeridad. Con estas tres “virtudes”, según el estudio científico, el éxito con las mujeres está asegurado. Los varones adornados con estas cualidades tienen más parejas, más hijos, y por tanto más divorcios y más pensiones que pagar.

La bondad no siempre está bien vista, ni tan sólo bien pagada. Ayer, para no ir más lejos, recriminé a unos amigos que tuvieran a su perrito confinado al jardín. Es un diminuto yorkshire de interior, como las plantas. Un perrito sin pareja que se aburre como una ostra en soledad, que necesita, no sólo de la presencia de sus dueños, sino de sus caricias constantes y que últimamente daba señales inequívocas de depresión debido al aislamiento cruel al que sus dueños habían decidido someterlo.

-Mientras yo esté de visita, el Chiki estará dentro, y si no, no haberlo adoptado, que sois unos irresponsables.

A regañadientes mis amigos, que son buenos también, aunque no tanto como yo, accedieron al permiso.

No habían pasado ni diez minutos cuando la mujer de mi amigo rebosando ira hasta por la orejas me arrastró hasta su dormitorio, me hizo arrodillarme y mirar bajo su cama: la mierda y el meado del desagradecido perro golpearon mi mente.

No obstante, no soy el más bueno del mundo, tengo un amigo que lo es mucho más. Tanto que ninguna mujer lo aguanta, a todas las pone de los nervios. Y yo lo comprendo muy bien: es músico y guionista, acostumbrado siempre a distribuir lo mejor de sí mismo entre diversos puntos de vista de los personajes. Como músico concentra todo su ser en producir melodías en función del gusto de los demás. Como guionista acostumbra a ponerse en la piel de los personajes, a comprenderlos al máximo y a buscar los razonamientos que justifican las acciones más absurdas. Su práctica artística le ha desacostumbrado a pensar desde un yo egoísta. Es decir comprende y justifica las razones, muchas veces ocultas para los mismos personajes y allegados, de los actos de cada cual.

Y no hay nada más conflictivo que comprender las razones de los demás. Y para no irnos por las ramas, pongamos algunos personajes: Bin Laden, Bush, Mugabe, Pajares, Benedicto XVI, un suicida palestino. No he conseguido sacar a mi amigo ninguna frase condenatoria a ninguno de estos individuos. A todos le busca su lógica y eso es totalmente insoportable para quienes necesitamos de algún basamento o prejuicio sobre los que armar nuestra lógica.

Pero, lo que lo hace más insoportable es cuando, en lugar de hablar de personajes famosos, la conversación discurre por cauces cotidianos: un día le presenté a una amiga que acababa de cortar con su marido. Según ella un “hijo de perra” que había vivido los tres últimos años engañándola en asuntos de negocios: le aseguraba que iba bien la editorial que regentaba, cuando en realidad se había ido hundiendo, además se había liado con la quiosquera.

-Hay, las llamadas mentiras piadosas –adujo mi amigo- por las que las buenas personas tienden a sacrificar la realidad hostil, por la felicidad del que amamos. Además, a la hora de juzgar a tu ex, también tendrías que tener en cuenta, que tú te quejas de los tres últimos años, pero no de los siete anteriores. Luego si sumamos el balance…

-Tú eres un imbécil –gritó mi amiga fuera de sí- y tú también –esta vez se dirigía a mí- ¿cómo se te ocurre pensar que con un mentecato de este calibre puedo yo entablar relaciones? ¿tan patética te parezco?

-Mi amigo es justo y equitativo… -tuve que cortar la frase, porque mi amiga había huido.

-¿Tan patético te parezco? ¿cómo puedes pensar de mí que yo merezco purgar el resto de mi vida aguantando a una persona así?

-Es que es la número cincuentaytantas que te presento. Y las cincuentaytantas se han saldado con otros tantos fracasos.

-¿Cómo fracasos? Para mí es otro éxito más. Haberme librado de un ser irracional, eso es para mí un éxito.

-Mi amigo no es narcisista, ni cruel, ni temerario. Muchas mujeres huyen de él a las primeras de cambio. No obstante, hay otras muchas, menos ágiles mentalmente, que tardan tres o cuatro días, a veces una semana, incluso dos, antes de abandonarlo. Y ahí está el motivo de mi envidia. Su altísimo nivel de fracaso, conlleva también un alto nivel de relaciones sexuales (comparado con el mío) de cuatro días de duración media que yo considero un chollo y él asegura que depende desde el punto de vista que se mire. Que puestos a envidiar es él quien me envidia a mí porque ni soy egoísta, ni cruel ni temerario, por lo que no hay ninguna posibilidad de éxito, pero tampoco soy tan pelma como él, por lo que tampoco tengo ninguna posibilidad de fracaso.

Pues, sí, pues tal vez tenga razón, pero a veces, algún fracaso que otro también me vendría bien.


NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, creación, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.