miércoles, 25 de mayo de 2011
Poesía en el 15-M y la nueva revolución poética: Con fecha, minuto y hora, de Roberto Zarco
Autor: José Membrive - Lecturas[{0}] Comentarios[{1}]
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El 19 de mayo pasado, viajaba en AVE de Barcelona a Madrid. En Móstoles tenía que presentar el libro “Con fecha, minuto y hora”, de Roberto Zarco (“huye de cualquier patrón o norma que te ofrezca el mundo exterior”; “en todas las vidas se esconde una historia en forma de poesía”; “Yo invento el espacio, las horas, los minutos…; tú los descifras”, dice el autor al explicar su mundo poético). Mientras, resonaban en mis oídos las palabras pausadas. Esta vez no son gritos airados de los manifestantes de la plaza de Catalunya, en Barcelona. La Pueta del Sol, en Madrid, latía también al mismo compás, al igual que tantas y tantas plazas de ese jueves 19 de mayo, día de la presentación: “Dignificación del lenguaje, para cambiar los valores de la vida”, había leído en una pancarta la noche de antes

José Membrive

José Membrive

Para Eva María Sánchez, que me enseñó que la poesía borra todas las reticencias entre partidos


El 19 de mayo pasado, viajaba en AVE de Barcelona a Madrid. En Móstoles tenía que presentar el libro Con fecha, minuto y hora, de Roberto Zarco (“huye de cualquier patrón o norma que te ofrezca el mundo exterior”; “en todas las vidas se esconde una historia en forma de poesía”; “Yo invento el espacio, las horas, los minutos…; tú los descifras”, dice el autor al explicar su mundo poético). Mientras, resonaban en mis oídos las palabras pausadas. Esta vez no son gritos airados de los manifestantes de la plaza de Catalunya, en Barcelona. La Puerta del Sol, en Madrid, latía también al mismo compás, al igual que tantas y tantas plazas de ese jueves 19 de mayo, día de la presentación: “Dignificación del lenguaje, para cambiar los valores de la vida”, había leído en una pancarta la noche de antes.

Y una duda me asalta: ¿estoy haciendo bien en dedicar 24 horas a la presentación del libro de un poeta que comienza a dar sus primeros pasos literarios, estoy haciendo bien abandonando la editorial y dejando de ir a manifestarme a favor de un movimiento con el que, por primera vez en muchos años, me identifico plenamente?

Estamos ante una oportunidad histórica: la gente reclama un reset, un reinicio total, un borrón y cuenta nueva, por primera vez. ¿No deberíamos de dar prioridad al momento histórico?

Vuelvo los ojos al libro: “Mi calle favorita para ti es la calle de no hacerte llorar / pero antes siempre paso por la avenida ‘estás preciosa’ y desemboco en el ‘paseo de tus ojos’”. Muy bonito, demasiado bonito. Recuerdo entonces los versos de Bertold Brecht: “Oh triste tiempo presente / en el que hablar de amor y de flores / es olvidar a tanta gente / que está sufriendo dolores” (traducción libérrima).

De pronto leo algo en el Con fecha… (tengo que preparar algunas palabras para la presentación) que me cambia totalmente los esquemas. ¿No es Roberto Zarco, a sus 20 años, el poeta de la generación que está tomando las plazas de las más importantes ciudades españolas? ¿No está respondiendo por adelantado a sus peticiones? Por lo pronto, está inventando su propio lenguaje, y en esto coincide con los deseos de su generación.

Casi todos los libros que estamos editando últimamente en Ediciones Carena coinciden con el lema “Reinventemos el mundo”: Nosotros mismos (“si crees que el guión de tu vida está escrito, sáltatelo”); La verdad Scarlata (“prueba a decidir por ti mismo, es más simple de lo que parece); Así de simple

Pero, y en esto tienen razón los manifestantes, no se puede construir un mundo sobre el lenguaje enfermo. Contagiado por la corrupción. El mundo está yendo para atrás a marchas forzadas: los grandes poderosos se han quitado la careta (“sin complejos”, que diría [José María] Aznar) y están perpetrando la mayor devastación, la mayor acumulación de capital de la historia, la mayor plaga de hambre…, y eso hay que ocultarlo lingüísticamente. Para ello hay que violar las acepciones. Cuando por “amor” se mata a la pareja, o en nombre de la “libertad” se inicia un genocidio para apoderarse de las riquezas de un país, y cuando acaba la “intervención” se hace un balance de unos cuantos muertos entre los invasores, pero no se alude a los cientos de miles masacrados; entonces es cuando el lenguaje está podrido. Y esa putrefacción que tragamos cada día nos tritura las tripas y el corazón. La enfermedad del lenguaje es la enfermedad del pensamiento.

En realidad, Roberto Zarco estaba respondiendo al deseo de los manifestantes del Nuevo Mundo: estaba reinventando, curando el lenguaje, para poder transmitir.



Roberto Zarco Mata: Con fecha, minuto y hora (Ediciones Carena, 2011)

Porque la nueva revolución es pacífica. Todas las revoluciones armadas han acabado por imitar a los repugnantes derrocados. Entre otras cosas porque las armas conducen irremisiblemente al asesinato y ningún asesino o instigador de asesinatos es digno de dirigir a la humanidad. Ahora se están dando cuenta de que la guerra entre Israel y Palestina no sólo perjudica a los muertos palestinos, sino que deja lisiados anímicamente a los israelíes, que se ven en el trance de matar. Nadie con el alma manchada con sangre hermana recobra fácilmente la dignidad sin un largo proceso de depuración.

Así se está expresando esta nueva “revolución”: la revolución del lenguaje, la revolución necesariamente incruenta.

Es cierto que la primera fase de toda revolución es acabar con los modelos antiguos. En esta ocasión no nos va a costar trabajo: los partidos mayoritarios podrían apoderarse del nombre del grupo musical Presuntos implicados sin que esto extrañara a nadie. Es patético cómo se insultan y, lo más patético, prácticamente todos llevan razón cuando califican de corruptos a sus rivales. En este sentido pienso que en la campaña electoral es cuando menos mienten los partidos.

Pero ha de haber siempre una segunda fase en todo cambio: adquirir nuevos modelos que aúnen ilusiones. Sin un modelo previo, lo suficientemente rico, no habrá suma de energías.

Lo que propongo es mirar la poesía para indagar en el nuevo modelo. Poesía como arte universal, como arte intuitivo, indagatorio, inspirativo… Es la que nos puede ayudar a probar nuevos pasos, a explorar terrenos no hollados. La buena poesía es indemne al paso del tiempo, y los grandes poetas sobrevuelan por encima de las mezquindades político-usureras.

La poesía es el venero del que mana el agua nítida que nos puede insuflar vida incontaminada de mezquindades, pero plena de sabiduría. El lenguaje depurado es el único que garantiza un pensamiento sano, propio de un pensamiento. Así pueden manar sentimientos claros, fluyentes, cristalinos, y sólo esos sentimientos pueden insuflarnos fuerza para manejar nuestro timón al compas de los nuevos tiempos y de la nueva vida creada en cada instante.

La poesía es la mejor capacitada para armonizar mente, corazón y conducta. Pero otras ciencias también pueden hacerlo. Lo específico de la poesía es que su inspiración nos puede llevar por sendas nuevas. Llamo luz gnóstica a la luz que transmitida a través de la inspiración y que es un plus añadido nada tiene que ver con la formación del poeta ni con los conocimientos académicos. La luz gnóstica está compuesta por tres rayos geminados: verdad-sabiduría, amor-pasión y belleza-transcendencia. Las primeras partes vienen del universo intuitivo, y las segundas son las que fermentan en el alma del poeta, las que se infiltran no sólo en el espíritu del poeta, sino en el de cualquier lector.

Roberto Zarco, como muchos otros poetas nuevos y antiguos, baja al fondo de sí mismo para contribuir a la construcción del nuevo mundo desde los cimientos. Su voz está en ciernes, en su poesía habita lo antiguo y lo nuevo. Hay ruinas antiguas y gemas nuevas como no puede ser de otra manera en la voz de un poeta de la reconstrucción, porque casi todo lo nuevo se hace demoliendo lo antiguo, y para demolerlo hay que pelearse con él y sufrir, de vez en cuando, un parcial aplastamiento. Pero eso no importa. Por lo pronto él me ha enseñado que, en realidad, lo que están pidiendo los nuevos manifestantes es el poder de la poesía, que no tiene nada que ver con la poesía al poder. La poesía otorga el poder a los corazones de las gentes, y ellos ya se las apañarán para organizarse. No reivindicamos poetas en el senado, reivindicamos la poesía en el corazón. La poesía del corazón. Como la de Roberto Zarco.




NOTA: En el blog titulado Besos.com se pueden leer los anteriores artículos de José Membrive, clasificados tanto por temas (vivencias, sociedad, labor editorial, autores) como cronológicamente.