Paul Preston: <i>El zorro rojo. La vida de Santiago Carrillo</i> (Debate, 2013)

Paul Preston: El zorro rojo. La vida de Santiago Carrillo (Debate, 2013)

    TÍTULO
El zorro rojo. La vida de Santiago Carrillo

    AUTOR
Paul Preston

    EDITORIAL
Debate

    TRADUCCCION
Efren del Valle Peñamil

    OTROS DATOS
ISBN: 9788490324226. Barcelona, 2013. 416 páginas. 23,90 € (electrónico: 13,99)



Paul Preston en 2008 (fuente: wikipedia)

Paul Preston en 2008 (fuente: wikipedia)

Iván Alonso es historidor y periodista

Iván Alonso es historidor y periodista


Reseñas de libros/No ficción
Paul Preston: El zorro rojo. La vida de Santiago Carrillo (Debate, 2013)
Por Iván Alonso, miércoles, 16 de octubre de 2013
La suprema ambición política. Francisco Franco y Santiago Carrillo. Dos caras de la misma moneda. El original y su doppelgänger. Esta es la nada indisimulada premisa con la que arranca la biografía que a toda máquina el historiador Paul Preston ha publicado apenas siete meses después del fallecimiento del que fuera histórico secretario general del Partido Comunista de España (PCE). Aunque en el prólogo el investigador asegure que el libro “nació en los años setenta”, cuando empezó a recopilar información sobre la resistencia antifranquista, las prisas se notan en una última parte escueta donde se profundiza poco en la trayectoria final del personaje. A partir de los años setenta la vida de Carrillo se acelera.

Dos comparaciones en ese mismo prólogo que citamos con el dictador dejan a las claras las intenciones de quien es a su vez el mejor biógrafo que el generalísimo ha tenido. Para Preston, Franco y Carrillo compartían “un afán por reinventar y enriquecer constantemente la historia de su vida” y una “crueldad” innata utilizada para medrar y acrecentar su poder a costa de otros. Con la diferencia, claro está, de que el autoproclamado ‘caudillo’ desató una guerra civil y gobernó con mano férrea todo un país durante cerca de cuarenta años, mientras que Carrillo fue el líder de un partido en el exilio.

Es una lástima que el libro, muy parco en su vida privada frente a la exuberancia mostrada hace años respecto a Franco, no permita vislumbrar los orígenes psicológicos o personales de esta ambición sin límites que le llevó en pocos años a ser el más fiel ‘apparatchik’ al servicio de Moscú y decidir sobre la vida y la muerte de todos los comunistas españoles que se cruzaron en su camino, desde los oscuros guerrilleros que se adentraron en la suicida invasión del valle de Arán, hasta los sofisticados intelectuales como Fernando Claudín y Jorge Semprún, a los que defenestró y purgó de sus filas para más tarde apropiarse de sus ideas.

El retrato que emerge de las páginas es el de un hombre entregado a una constante vindicación de su papel central en la historia del comunismo español y, por extensión, de la propia España. Carrillo fue una engrasada máquina de adaptación a las circunstancias y un astuto oteador de cualquier disidencia que hiciera frente a su poder. Sin duda a muchos lectores les parecerá una imagen poco amable de quien fue llegado a ser considerado un ‘tesoro nacional’ por parte incluso de sus rivales ideológicos, pero el historiador enfoca de un modo realista su modo de hacer política sin escrúpulos. Dos frases del biografiado a modo de epitafio enmarcan el libro: “El arrepentimiento no existe” y “Un político no puede decir la verdad”.

Ya que el maquiavelismo no aconseja decir la verdad, el historiador debe intentar hacer ciencia entre la niebla del disfraz. Preston entra sin miedo en el oscuro pasaje de las conocidas como ‘matanzas de Paracuellos’ y lo hace una vez más –ya abordó el asunto en El holocausto español- para recordar que desde su puesto de máxima autoridad de orden público en el Madrid asediado por las columnas militares del bando sublevado es “imposible” que Carrillo no supiera que cerca de 2.500 personas fueron fusiladas sin juicio previo bajo la sospecha de ser elementos derechistas. El historiador sitúa a Carrillo en la reunión donde se abordó la decisión y en connivencia con las milicias de la CNT-FAI que en muchos casos llevarían finamente a cabo las ejecuciones.

Otros episodios igualmente oscuros, como las purgas estalinistas que llevó a cabo hasta los años cincuenta para acoplar sus directrices desde el exilio a la situación en el interior de la península, desfilan por las páginas poniéndole al frente de brutales interrogatorios aprendidos de los propios servicios secretos soviéticos y las órdenes directas de desaparición –es decir, ejecución- de guerrilleros y disidentes.

Esta cruel tenacidad en mantener su parcela de poder al precio que sea encuentra su continuidad en su taimada maniobra para apropiarse de la idea del ‘eurocomunismo’ esbozada antes con lucidez por Claudín y Semprún para, al mismo tiempo que los expulsaba, conducir al partido a los postulados por los que sería conocido durante la Transición: moderación, posibilismo y cooperación para evitar provocar a las fuerzas vivas de la dictadura. Estos pactos y acuerdos, alabados por muchos por su sensatez pero adoptados desde el más intransigente personalismo, desmoralizaron sin embargo a la militancia de un partido que se sentía ninguneada y creía que la formación había malbaratado su programa y principios. Los malos resultados electorales acabaron por dar la puntilla a su carrera política activa.

Lo que le queda a Carrillo es un largo epílogo en el que a traves de memorias,  travrillo es un largo epser partido, conducior servicios secretos soviaciñe en muchos casos llevarPreston entraés de memorias, entrevistas, documentales y sus numerosas colaboraciones en prensa y distintos medios de comunicación va forjando su figura de entrañable hombre de estado. “Un hombre solo”, advierte Preston, quien se permite recordar que el mito de la izquierda traicionó no solo a sus colaboradores más cercanos sino incluso a su propio padre, Wenceslao, a través de una infame carta que hizo pública para asentar su posición ante el amo de Moscú en los difíciles años cuarenta.

Una lástima que las prisas de un historiador tan solvente nos impidan de momento bucear con mayor generosidad en un personaje crucial para entender algunos de los males que achacan a la política hoy en día, como son el excesivo peso del aparato sobre la militancia y el poco valor que se da a los procesos democráticos internos y al peso de las opiniones que divergen de la línea oficial del partido.