Kevin Canthy: <i>Todo</i> (Libros del Asteroide, 2012)

Kevin Canthy: Todo (Libros del Asteroide, 2012)

    TÍTULO
Todo

    AUTOR
Kevin Canty

    EDITORIAL
Libros del Asteroide

    TRADUCCCION
Damià Alou

    OTROS DATOS
Barcelona, 2012. 272 páginas, 19,95 €



Kevin Canthy nació en 1953. Actualmente es profesor de la Universidad de Montana, en Missoula, donde vive

Kevin Canthy nació en 1953. Actualmente es profesor de la Universidad de Montana, en Missoula, donde vive

Carlos Chacón es periodista y escritor

Carlos Chacón es periodista y escritor


Reseñas de libros/Ficción
Kevin Canthy: Todo (Libros del Asteroide, 2012): Todo lo que sucede después de la derrota
Por Carlos Chacón, miércoles, 18 de abril de 2012
Estados Unidos, Montana: cabañas remotas rodeadas de bosques y ríos poderosos, animales salvajes cruzando las carreteras, la nieve y el frío te convierten en una estatua. En este escenario Kevin Canty relata una historia de perdedores, de buscadores de sentido que después de tomar mucho whisky vuelven a casa dando traspiés y donde uno nunca dice las cosas como desearía. Todo en la última novela de Canty – una de las novelas norteamericanas del año 2010 - parece ya leído en otras ocasiones: los escenarios, los paisajes, la trama. Pero todo es diferente, gracias a la pluma de Canty y a su maestría a la hora de aunar desolación y esperanza.

Un hombre y una mujer toman whisky y fuman a la orilla de un río. Son RL y June, dos de los pilares de la última novela de Kevin Canty, Todo. RL está divorciado, tiene una tienda de pesca y organiza excursiones por el río. Su vida ha llegado a punto muerto y siente como es incapaz de conectar con otro ser humano. Tampoco con Layla, su hija, estudiante con malas pulgas que durante la novela reformulará la relación con su padre. Y, por último, tenemos a June, mujer de Taylor. RL y June toman whisky, como lo hacen una vez al año, en homenaje a Taylor, fallecido hace once años.

La escena de apertura resulta representativa del resto de la novela a varios niveles. Primero, en cuanto a ambiente y escenificación: Canty retrata, en un primer momento, un paraje agreste, pero que nada tiene que ver con los mostrados en otras novelas similares. Aquí se esboza una dicotomía entre campo y civilización – “RL oía los camiones que pasaban por la interestatal […] Aquel sonido siempre le hacía sentirse solo, pensar en aquella autopista, toda aquella noche americana allí fuera” (pág. 10) – de la que surge una incomodidad común en todos los personajes. El debate entre el aquí y el en cualquier otro lugar. La necesidad de escapar, de huir, en cualquier dirección. Conformarse y quedarse en el mismo sitio de siempre, en casa, lo que llamamos hogar. Y, después, la soledad.

Ese primer capítulo resulta revelador también en lo referente al estilo de Canty. Frases cortas, secas, en ocasiones cortantes como el frío que deben soportar sus protagonistas. Resulta evidente la similitud con Raymond Carver, si bien en Todo, Canty se aleja de esa semejanza mediante amplias digresiones líricas e incursiones en el pensamiento de los protagonistas.

Es en ese contraste entre los pasajes líricos y los diálogos secos y parcos donde Canty consigue uno de los grandes efectos de la novela

El autor utiliza un narrador omnisciente muy versátil, que relata la vida de todos los protagonistas pero que, constantemente, se acerca a ellos en un estilo indirecto libre que dota a estos pasajes de una gran proximidad, candidez y dramatismo. Es en los diálogos, sin embargo, cuando Canty nos priva, súbitamente, de ese narrador omnisciente, echa mano de la escuela Carver, y nos presenta unos diálogos entrecortados, elípticos, cuyos silencios y titubeos dicen más que las propias palabras – no en vano, casi nadie en Todo parece conseguir encontrar las palabras adecuadas, como si el lenguaje no bastara para expresar los sentimientos, como si hablar fuera simplemente una burda aproximación. Es en ese contraste entre los pasajes líricos y los diálogos secos y parcos donde Canty consigue uno de los grandes efectos de la novela.

Los protagonistas introducen, a su vez, a más personajes, que forman una constelación, un engranaje donde cada pieza mueve a otra pieza hasta que alguien colapsa y, de repente, todo se detiene. No en vano, la novela trata de personas que buscan a personas, de manos que tientan en la oscuridad –o en la blanca nieve- para encontrar otras manos que le ayuden a uno a sobrellevar lo vivido: “todo lo que necesitamos es en corazón latiendo a nuestro lado” (pág. 78), reflexiona RL. Así, Layla pronto nos dará a conocer a Edgar, empleado de su padre en la tienda de pesca, y que le cambiará la vida para siempre. Y RL buscará una segunda oportunidad en Betsy, un amor de juventud, ahora casada, con hijos, y gravemente afectada por un cáncer terminal.

La acción en gran parte de la novela ocurre con una cierta calma, con una quietud que, sin embargo, se precipita en la tercera parte, donde las tramas de cada uno de los pilares – RL, June, Layla- estallan y avanzan hacia el final, como el río donde RL pesca y que describe, simbólicamente, personajes y tramas de la novela, con sus remansos serenos y sus cascadas insospechadas. RL y su búsqueda fracasada de la felicidad en México; June y la venta de su casa como olvido del pasado; Layla con el descubrimiento de la maternidad. Todos ellos buscan la redención en un acto que, finalmente, resulta en vano. En las últimas páginas de la novela, sin embargo, Canty hace converger las tramas en un solo escenario, y es entonces cuando ya ninguno de los tres espera nada, cuando encuentran la esperanza. En la persona no esperada.

Y es que Todo trata de cómo vamos agotando posibilidades y al final, cuando parece que no queda nada más, aún existe esperanza. “La vulnerabilidad, el cambio, las posibilidades que se abren. A June le encantaba todo eso. Era como si nada pudiera cambiar hasta que era demasiado tarde, pero luego, en el último minuto, todo fuera posible” (pág. 102). Todo parece estar a punto de funcionar, el tacto de una mano amiga a nuestro alcance, pero luego todo se jode por nuestra culpa. Pero al final, cuando parece que ya no queda nada, sucede que todo está por empezar.