Ernesto Zedillo en 2008 (fotro de Norbert Schiller; fuente, wikipedia)

Ernesto Zedillo en 2008 (fotro de Norbert Schiller; fuente, wikipedia)

    AUTOR
Renward García Medrano

    LUGAR DE NACIMIENTO
México

    BREVE CURRICULUM
Ha sido profesor universitario de Economía, funcionario público federal, jefe de una misión internacional, asesor de un Presidente de la República de México y de varios secretarios de Estado. Tiene tres libros publicados. Ha sido director de varios diarios y revistas y conductor de programas de radio y televisión. Actualmente presta asesoría a entidades públicas y privadas para la redacción de documentos de especial importancia, e imparte cursos de redacción a distancia




Tribuna/Tribuna libre
Nueva "guerra" en México: la procuración de justicia contra los adversarios políticos
Por Renward García Medrano, viernes, 1 de julio de 2011
El clima político de México está encrespado. La ira suplanta a la inteligencia en un trasfondo de violencia que ha enlutado a decenas de miles de hogares y de pobreza en la que se han sumido diez millones de personas desde 2000: un millón por año en promedio. Los demonios están sueltos, como dijera el tristemente célebre Mario Ruiz Massieu; los actores políticos están haciendo una ópera bufa. Jorge Hank Rhon fue liberado dos veces en un mismo día y Federico Döring intenta influir en las elecciones de Coahuila acusando a un colaborador de Humberto Moreira.
Contra su fama de buenos abogados, los panistas han manejado el golpe contra Hank con más torpeza que la de Fox y su equipo cuando intentaron impedir, también por medio de la procuración de justicia, que Andrés Manuel López Obrador fuera candidato presidencial.

El odio los está cegando. Enviados a la presidencia del PAN para agraviar a los priistas, Germán Martínez y César Nava terminaron en sendos fiascos y su partido perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. Luego siguieron Javier Lozano y hasta el bueno de Lujambio, pero el priismo continúa allí. Quizá por eso el presidente Calderón creyó oportuno acusar al “régimen autocrático del pasado” en una sorprendente reseña de 70 años de política mexicana en 64 palabras, durante una ceremonia de graduación en Stanford.

No se entiende por qué el panismo mantiene la transición democrática en el mismo punto que la había dejado Ernesto Zedillo

La embestida cierra espacios al diálogo político aunque el gobierno considera urgentes varias reformas que califica de “estructurales". Su calendario electoral parece haberse superpuesto al calendario político y ha empezado a denunciar al PRI como “un peligro para México”. Es muy extraño porque no hay indicios de que estén cerrados los canales de comunicación con el PRI ni motivos que expliquen la aparente decisión de gobernar sin el PRI o contra el PRI.

Si el presidente está convencido de lo que dijo en Stanford, no se entiende por qué el panismo mantiene la transición democrática en el mismo punto que la había dejado Ernesto Zedillo.

Una explicación es que el PAN no hizo la transición ni participó en los movimientos sociales que la forzaron. La transición fue hecha desde el poder priista; la inició en 1977 el presidente José López Portillo con don Jesús Reyes Heroles y alcanzó su punto más alto con los cambios constitucionales y legales de 1996, promovidos por el presidente Ernesto Zedillo.

Ambos presidentes actuaron forzados por la presión de la sociedad: los estudiantes de 1968 y sus mártires; las víctimas de la “guerra sucia” de los años setenta; las clases medias despojadas de sus casas y automóviles por la crisis de 1995; la insurrección no resuelta en Chiapas. En el ínterin, el presidente Salinas había promovido dos reformas electorales en pocos meses para calmar a los partidos de oposición y evitar que se montaran en el movimiento indígena.

El PAN se subió al tren de la transición democrática, se apropió de la bandera y la frenó cuando llegó al poder

El presidente Zedillo hizo uso de todas sus facultades escritas y no escritas para forzar a la cúpula priista a aceptar las exigencias de los principales partidos de oposición: PRD y PAN. Lo hizo, a mi juicio, por tres razones: su desprecio por el priismo, su certeza de que el sistema político era insostenible y su necesidad de despresurizar los reclamos de la población.

El PAN se subió al tren de la transición democrática, se apropió de la bandera y la frenó cuando llegó al poder.

¿Por qué?

Se nos olvida que el PAN había negociado el reconocimiento al triunfo de Carlos Salinas de Gortari a cambio de gubernaturas, espacios en las cámaras y privilegios capitalizados principalmente por Diego Fernández de Cevallos. Él mismo, habiendo derrotado al candidato del PRI en un debate televisivo, desapareció del escenario político misteriosa, inexplicablemente, para reaparecer después de las elecciones.

En el controvertido proceso electoral de 2006, el PRI fue decisivo para que Felipe Calderón rindiera protesta ante el Congreso. Gracias a eso, el país se ahorró la delicadísima controversia jurídica sobre si el presidente electo puede asumir el cargo sin rendir la protesta constitucional y se libró de la inestabilidad política adicional que ese debate habría provocado.

El PAN fue parte del sistema político que condena y los presidentes panistas ejercen el poder a la más vieja usanza del priismo, pero sin su eficacia

Esto sugiere que el PAN fue parte del sistema político que condena y los presidentes panistas ejercen el poder a la más vieja usanza del priismo, pero sin su eficacia.

Si la alternancia ha significado más libertad de expresión y autonomía de los poderes y de los gobiernos estatales, no es porque haya cambiado la naturaleza del poder, sino porque el gobierno ha sido incapaz de usar los controles de que dispone y prefiere judicializar la política.

Es cierto que Hacienda retrasa o suprime recursos a los gobiernos estatales del PRI y la Sedesol moviliza a sus delegados para condicionar los apoyos de Oportunidades y otros programas al voto por candidatos panistas. Pero el gobierno no tiene control ni siquiera en su propio partido, y no por respeto al PAN, pues es claro que nombra a los dirigentes y toma las decisiones básicas como la fallida alianza con el PRD en el Estado de México. No controla a su partido por falta de oficio político.

Quizá la frustración ha provocado decisiones precipitadas que acaban en pifias, pero que de continuar en la dirección que llevan, podrían provocar una fuerte división política del país, precisamente cuando más se necesitan el diálogo y la construcción de consensos.