PAÑOL GRANDE 
(Lo que en un barco 
sobra 
se bota al pañol grande) 
Los pañoles toman nombre 
de las cosas que allí guardan: 
el de jarcia, el de pinturas, 
el de 
ropa y el de máquinas. 
Otros tienen nombre propio: 
la gambuza de los 
víveres, 
el pañol del contramaestre, 
la castrense Santabárbara. 
Y 
uno al que todo le cabe, 
a veces el barco entero, 
que por tener hasta 
tiene 
pañolero titulado. 
Un vejete cascarrabias 
con el tridente 
oxidado. 
A los mercantones 
ARGONAUTAS
(Hay más nautas en la Hélade 
que en todo el 
Mediterráneo) 
Émulos de los fenicios. 
Mentores de los romanos. 
Troya diera maleficios. 
Homero los besamanos. 
De Odiseo y de Jasón, 
sus nautas más azarosos, 
fuera emérito el blasón 
de periplos 
glamorosos. 
Los Diez Mil de Jenofonte 
claman ¡Thalassa Thalassa! 
No 
hay heleno que no afronte 
la mar como propia casa 
Les tachan de 
mercenarios. 
Se embarcan en lo que hay 
No cabe en sus diccionarios 
nuestra palabra candray. 
Al capitán Mangauras 
EL CANDRAY 
Qué pecado cometiera 
contra 
natura el Candray 
para que, en hora malhaya, 
se tache en caño y ribera 
de La Carraca y de Cádiz 
como Candray de playa. 
Las inglesas can y 
dry, 
traducción de lata y seca, 
se contraen en Candray, 
condición de 
nave vieja. 
A Juan 
Nota de la Redacción: agradecemos a Ediciones 
Carena en la persona de su director, José 
Membrive, la gentileza por permitir la publicación de 
estos poemas del libro de Cecilio Pineda Rodríguez, 
¡Thalassa 
Thalassa! (Carena, 2010).