Interpretación moderna de Azazel, del Diccionario infernal de Colin de Plancy, París, 1825 (wikipedia)

Interpretación moderna de Azazel, del Diccionario infernal de Colin de Plancy, París, 1825 (wikipedia)

    AUTOR
Nicanor Gómez Villegas

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Villasevil de Toranzo (Cantabria, España), 1969

    BREVE CURRICULUM
Es Director del Colegio Mayor Universitario Isabel de España (Universidad Complutense), realiza colaboraciones en prensa y revistas especializadas. Es Doctor en Hª Antigua y Máster en Filología Hispánica. Amplió estudios en centros especializados de Roma, París, Bonn y Dublin. Su área de investigación es la Antigüedad Tardía. Ha publicado el libro Gregorio de Nazianzo en Constantinopla. Ortodoxia, heterodoxia y régimen teodosiano en una capital cristiana (Madrid, 2000)




Tribuna/Tribuna libre
El ángel caído
Por Nicanor Gómez Villegas, martes, 1 de septiembre de 2009
Azazel es su nombre. El nombre de uno de los ángeles caídos. En el libro apócrifo de Henoc, es uno de los jefes de los ángeles prevaricadores, puesto luego en hierros por su gravísima falta por el arcángel Rafael. San Jerónimo en su traducción de las Escrituras conocida como Vulgata tradujo por error su nombre: el hebreo ‘azazel, que fue leído como ‘ez ozel, “cabra que parte” (caper emissarius).

En realidad el texto bíblico hacía referencia a un diablo de la mitología hebrea, que podría identificarse con la deidad cananea Aziz. El Día de la Expiación o de la Reconciliación (el Yom Kippur hebreo, Day of Atonement de las versiones al inglés de la Biblia), tras echarlo a suertes, se elegía a un carnero como portador simbólico de las culpas del pueblo para consagrarlo a Azazel, expulsándolo hacia el desierto. El caper emissarius de San Jerónimo se metió de lleno en muchas lenguas europeas a través de las primeras traducciones de los textos bíblicos a lenguas vulgares. Martín Lutero en su traducción de la Biblia al alemán perseveró en el error (der ledige Bock). La expresión fue vertida al inglés como scapegoat y al francés como bouc emissaire.

En castellano el sintagma caper emissarius no tomó carta de naturaleza como en otras lenguas y la expresión española con el significado “alguien que es culpado o castigado por los errores o pecados de otros” es “chivo expiatorio”


Casiodoro de la Reina en su traducción de la Biblia publicada en Basilea en el año 1569, conocida como “La Biblia del Oso” (la primera traducción al castellano), corrigió el error de San Jerónimo: Vulgata, Levítico 16.8: mittens super utrumque sortem unam Domino et alteram capro emissario (Casiodoro de la Reina: “Y echará suertes Aarón sobre los dos cabrones: la una suerte por Jehová y la otra suerte por Azazel.”); Vulgata, Levítico 16.10: cuius autem in caprum emissarium statuet eum vivum coram Domino ut fundat preces super eo et emittat illum in solitudinem (Casiodoro de la Reina: “y el cabrón sobre el cual cayere la suerte por Azazel, presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto.”); y Vulgata, Levítico 16.26: ille vero qui dimiserit caprum emissarium lavabit vestimenta sua et corpus aqua et sic ingredietur in castra (Casiodoro de la Reina: “Y el que hubiere llevado al cabrón a Azazel lavará sus vestidos y su carne lavará con agua y después entrará en el real”).


En castellano el sintagma caper emissarius no tomó carta de naturaleza como en otras lenguas y la expresión española con el significado “alguien que es culpado o castigado por los errores o pecados de otros” es “chivo expiatorio”.


Este rizo de malentendidos fue rizado de un modo ya insuperable por un corresponsal de Radio Televisión Española en París que hizo referencia en una de sus crónicas a un “buque emisario” (sic.), traducción mesetaria del francés bouc emissaire, quedándose tan pancho y dejando que aquel chivo expiase otras culpas.


He parado mientes en todo esto leyendo una novela del ruso Boris Akunin titulada precisamente El ángel caído, cuyo título original en ruso es Azazel, considerado en otros pagos, desde un error cometido hace siglos, como “el chivo que parte”. De vez en cuando hasta San Jerónimo dormita.