Marc Morte Ustarroz

Marc Morte Ustarroz

    NOMBRE
Marc Morte Ustarroz

    LUGAR Y FECHA DE NACIMIENTO
Barcelona, 1977

    CURRICULUM
Fotógrafo y escritor, es licenciado en Administración y Dirección de Empresas. De inquieto espíritu aventurero, ha realizado innumerables viajes por Europa, Oriente Medio, Asia Central y China. Actualmente vive en Estambul. Además de tener dos libros editados: Sueños perdidos en la Ruta de la Seda y El Caucaso, entre leyendas y kalashnikov (Ed. Flor del Viento), publica con regularidad reportajes tanto de viajes como sociales en revistas y periódicos españoles.




Magazine/Nuestro Mundo
Entrevista a Marc Morte Ustarroz, autor de Los hijos del Ararat (Ediciones Carena, 2008)
Por ojosdepapel, lunes, 4 de febrero de 2008
Kevin Longman, un joven escritor norteamericano interesado en acometer un libro sobre el genocidio del pueblo armenio llevado a cabo por el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, conoce casualmente a la señora Argopian, una de las pocas supervivientes que se atreve a hablar de su traumático pasado. A través de las palabras de la anciana señora Argopian, Kevin revive la vida de una niña, Araxie, y su familia en un pequeño pueblo del interior de Anatolia hasta que la barbarie se abate sobre ellos. En este descenso al infierno, Araxie se enfrentará a la vida en toda su crudeza y perderá su inocencia para siempre, pero también conocerá personas y lugares que le demostrarán que incluso en el peor de los desiertos la vida es capaz de sobrevivir. Después de años enterrados, los fantasmas del pasado se aparecerán de nuevo ante la Señora Argopian, reviviendo aquellos trágicos momentos a través del libro sobre su vida. Pero Kevin también será capaz de regalarle algo que ella jamás pudo imaginar.

 

Usted ha escrito otros dos libros de viajes, pero esta es su primera novela. ¿Por qué este cambio de registro?

Siempre me ha gustado cambiar, y nunca he querido especializarme en un trabajo o un estilo en concreto. De hecho también soy fotógrafo, puesto que me encanta captar la realidad a través de la cámara, y es otro instrumento a través del cual puedo expresar mi creatividad. Pero volviendo a la literatura, ambos tipos de libros me apasionan, me gusta la posibilidad que brindan los libros de viaje, sobre todo de analizar desde un punto de vista periodístico el entorno de un país, pero carecen de las dosis de imaginación y creación de una novela.

¿Como surgió la idea de utilizar el genocidio armenio para su novela?

Desde que leí por primera vez lo que había sucedido al pueblo armenio, siempre me extrañó que no se hablara tanto de este episodio como del genocidio judío. Hay muy pocas novelas o películas sobre el tema. Así que cautivado por lo que fui leyendo, sobre las experiencias de los superviviente y el relato de los hechos históricos, y por mis visitas a Armenia, se me ocurrió escribir esta novela.

¿Qué hay entonces de realidad y qué de ficción en la historia?

Ni Araxie ni los otros personajes, exceptuando al reverendo Henry Riggs y a otros políticos que sólo se mencionan, existieron en realidad. Tampoco el pueblo en el que vive Araxie existe, sino que es totalmente imaginario, aunque podría ser como cualquier otro que hubiera en aquella época en Anatolia. Lo que sí que es real es el trasfondo histórico. Tuve que investigar mucho tanto las condiciones de vida de aquella época como lo que sucedía con las deportaciones y las matanzas para que los sucesos narrados se ajustaran a la realidad.

La protagonista, una niña llamada Araxie, ve como el mundo en el que ha vivido se va desmoronando a su alrededor mientras sucesos que no acierta a entender ocurren a su alrededor, ¿por qué una niña?

Aunque Araxie se pueda considerar la protagonista, también en la novela se relata lo que sucede a toda su familia, no es ella la única, sino que también lo son Megerdich o Vahan, por poner otros ejemplos. Pero hablando de Araxie, decidí que fuera una niña para demostrar que incluso los niños son capaces de comprender qué sucede en estos casos mejor que los adultos, de una manera más simple pero más realista, y como a pesar de su supuesta debilidad son capaces de soportar mejor las desgracias y sacar ese instinto de supervivencia y las ganas de vivir que todos tenemos innato.

¿Por qué utiliza durante la novela la alternancia de la Araxie anciana y la Araxie niña que vivió aquellos acontecimientos?

El genocidio armenio sucedió en la Primera Guerra Mundial, una guerra que ya queda demasiado lejana y que ha sido algo relegada al olvido por la Segunda. Utilizando a la Araxie anciana podía acercar el personaje a la época actual, además de tratar de expresar el dolor con el que tuvieron que vivir los supervivientes el resto de sus vidas.

¿Con esta novela toma usted partido a favor de los armenios?

No, simplemente trato de relatar con objetividad unos hechos que sucedieron hace casi un siglo. Ni todos los turcos fueron malvados ni todos los armenios fueron santos. Además, Turquía es un país que amo, y lo considero mi segunda casa, así que si tuviera que tomar partido lo haría por los turcos. Pero como he dicho, en este caso no es tomar un partido u otro, sino simplemente relatar unos acontecimientos históricos.

¿Entonces usted está a favor del reconocimiento del genocidio armenio por parte del Estado turco?

Sí, sin duda. ¿Acaso Alemania no afrontó la realidad y reconoció el Holocausto? En primer lugar, no fue el actual Gobierno turco, y ni siquiera Turquía propiamente dicha los que cometieron el genocidio, sino una serie de políticos del Imperio Otomano apoyados por sus aliados alemanes. Claro que los armenios han podido exagerar ciertos hechos, y por supuesto que también cometieron actos salvajes contra la población turca, tanto durante el genocidio, como posteriormente con atentados contra diplomáticos, pero no es suficiente razón para negarlo y aducir que se trató de circunstancias normales dentro de un conflicto. Creo que ambos países deberían sentarse a conversar dejando de un lado sus prejuicios, puesto que es un hecho del pasado que debe quedarse ahí, en el pasado, y no puede seguir afectando las relaciones entre ambos estados. Ni los turcos deben avergonzarse ni los armenios deben estar continuamente recordándolo como si hubiera sucedido ayer.