GÉNERO
CINE

    TEMA
Crítica de la película Elephant del director Gus Van Sant (por Eva Pereiro López)

    OTROS DATOS
Nacionalidad : EE.UU.
Duración: 81´.
Productor: Dany Wolf, Diane Keaton (productora ejecutiva)
Guión y Montaje: Gus Van Sant.
Fotografía: Harris Savides.
Intérpretes: Alex Frost, Eric Deulen, Jordan Taylor, John Robinson, Elias McConnell, Kristen Hicks, Jordan Taylor, Carrie Finklea, Nicole George, Brittany Mountain, Alicia Miles.
Premios: Palma de Oro y Mejor Director del Festival de Cannes (2003).




John Robinson

John Robinson

Alex Frost

Alex Frost

Elias McConnell

Elias McConnell

Kristen Hicks

Kristen Hicks

Jordan Taylor

Jordan Taylor






















Magazine/Cine y otras artes
¿Para qué?
Por Eva Pereiro López, martes, 13 de enero de 2004
Un día de instituto. Transcurren las horas y la cámara sigue el ir y venir de los alumnos; chicas y chicos en sus vidas diarias: deporte, ocio, alguna clase y una vaga impresión de libertad y sobre todo de gigantismo debido a las dimensiones del lugar similares a las del país. Con una cámara realista y numerosos travellings que le permiten seguir el deambular de los protagonistas, Gus Van Sant expone con mucho desapego la rutina en un instituto. Elije a unos adolescentes al azar para los que la vida escolar se desarrolla de muy diversa manera: rutinaria, ociosa, difícil, muda, marginal... Preocupaciones típicas de charlas no relacionadas entre sí van desgranándose a medida que salta de un personaje a otro: la popularidad, la apariencia, la marginación, la diferencia etc. Todas ellas tomadas como gajos aislados, unos más dulces, otros más ácidos. La vida en el instituto, sin ninguna ambición más que mostrarnos las horas pasar.
Bucles temporales y narrativos permiten al director volver sobre el desarrollo desde diferentes perspectivas: las escenas se repiten a través de los ojos de los distintos personajes. Pero transcurren los minutos y las secuencias empiezan a hacerse largas, sobre todo porque el espectador sólo ve un desfile de imágenes sin rumbo determinado, que no aporta emoción alguna excepto distancia, que no interpela. La inarticulación de los personajes y un propósito demasiado vago ahonda el objetivo.

Sin saber pues cuál es la finalidad de la película –que dicho sea de paso parece haber sido el homenaje o la meditación sobre la tragedia ocurrida en abril de 1999 en el instituto de Columbine-, uno anda perdido ante tanto pasillo y vuelta atrás. La reacción insuflada es de indiferencia, los primeros síntomas de tedio se adueñan de la sala y la espera, en exceso prolongada, hace que uno desee acelerar el ritmo para poder llegar al final y comprender el porqué.
Una dudosa concepción poética de la imagen vagando por los pasillos de un instituto cualquiera en un collage que promete, es cierto, y decepciona por su trabajo inacabado

Y acaba llegando al fin, salvadora, la masacre. Terrible y cruel por la elección al azar de sus víctimas, como si de un juego se tratase, ocurre, sin embargo, excesivamente alejada de los espectadores al no haber creado la narración lazo alguno con estos. Dos chavales armados hasta los dientes gracias a la compra de armas automáticas por Internet, llevan a la realidad las situaciones de videojuegos a las que están tan acostumbrados. Perfecto. Nada nuevo que añadir a lo acontecido en Columbine.

Gus Van Sant pretendería así estimular en el espectador alguna reacción: el bien, el mal, la inapetencia de los adolescentes en general, el egoísmo, la completa carencia de ética, de valores, la deshumanidad aterradora de un ser que se está formando... Tantos temas no tratados y tantos minutos perdidos. Por desgracia, entre el espectador y la historia ha logrado crear un abismo que no facilita la reflexión a posteriori. ¿Qué es lo que temía el director tomando partido? ¿Perturbarnos desmesuradamente con la cruda realidad? ¿O es que aspiraba así a preservar nuestra inocencia?

Decepciona este homenaje, Palma de Oro concedida a no se sabe bien qué y premio de “’ Education Nationale”. ¿Méritos? El proceder políticamente correcto sin querer perturbar a nadie, ni explicar ni culpar ni sugerir, y esa inusitada distancia que logra mantener desde el principio hasta el final. Una dudosa concepción poética de la imagen vagando por los pasillos de un instituto cualquiera en un collage que promete, es cierto, y decepciona por su trabajo inacabado, eso es lo conseguido. La finalidad quizás haya sido instar al espectador a completar él mismo el sinsentido, o hacer una metáfora de un acto bárbaro, absurdo y sin explicación dejando en consecuencia el producto en el aire, pero el hilo narrativo no tiene suficiente consistencia y se evapora la sensación de objetivo alcanzado simplemente porque el espectador no se ha visto implicado de principio a fin.